Revolución en línea, 6 de noviembre de 2008
El día después de las elecciones:
La promesa del cambio…
Y EL CAMBIO QUE NECESITAMOS
Fue imposible evitarlo la noche de las elecciones: la ciudadanía se tomaba las calles para celebrar la elección de un presidente, con mucha emoción, y lágrimas.
En los siguientes días, se hablaba de la esperanza con amigos y extraños por igual. La esperanza de que se aproximen tiempos de cambio después de los horrores de los años de Bush. La esperanza de que se deje atrás el racismo. La esperanza de una nueva era de servir al bien común.
De verdad es algo precioso la esperanza que se fundamenta en las verdaderas posibilidades del cambio fundamental en este mundo. Dedicarse la vida a algo más elevado que la ética de “yo quiero lo mío” es tan vital que el futuro de la humanidad de verdad depende de ello. Además, superar concretamente las divisiones sociales basadas en la desigualdad y la opresión tiene que estar al centro de un auténtico movimiento por el cambio social.
Bien, en los albores del día siguiente, hay que preguntarse y debatir francamente acerca de algunas cuestiones básicas y muy serias.
¿Esperanza para qué?
¿Servir a qué?
¿Unidad en torno a cuáles metas y cuáles valores?
¿Y una victoria para quién?
El cambio que él ha prometido
“Soy suficientemente novato en el escenario político nacional como para servir de pantalla en blanco en que proyectan sus propios puntos de vista las personas de una enorme variedad de tendencias políticas” — Barack Obama, The Audacity of Hope
La mayoría de aquellos que celebraron en las calles se oponen a la racha de guerras que Bush ha lanzado y las amenazas de más guerras. Pero en su campaña, Obama prometió enviar más soldados a Afganistán. Tanteó la idea de ataques contra Pakistán, amenazó a Irán y juró respaldar hasta las cachas a Israel, el que hasta hoy día sigue atormentando al pueblo palestino. Se ganó una reputación oponiéndose al lanzamiento de la guerra de Irak, pero sobre este tema ya se dio marcha atrás en la campaña, diciendo que “escucharé a los generales” y determinando cuándo Irak tuviera “estabilidad” y sus soldados “suficiente entrenamiento”.
La mayoría de aquellos que celebraron en las calles odian el fascismo de los años de Bush: el espionaje, el destripamiento de los derechos fundamentales bajo la ley y la tortura. Pero como senador, Obama votó a favor de la prorroga del Ley Patriota (la que abolió o recortó fuertemente importantes derechos legales) y a favor de la inmunidad para las empresas de telecomunicaciones que a instancias de la Casa Blanca espiaron ilegalmente a la ciudadanía.
La mayoría de aquellos que celebraron en las calles anhelan que se ponga fin al racismo y a la opresión del pueblo negro y otras nacionalidades oprimidas. Pero en la campaña Obama no hablaba de ponerle fin a la discriminación y la opresión que continúan con una tasa de desempleo de los negros que es más del doble de aquella de los blancos, la discriminación en la vivienda, los servicios médicos y el sistema de justicia, y la tasa de encarcelamiento de los negros y otras minorías que es el escándalo de marca mundial. No, al contrario, hablaba en contra su anterior pastor, Jeremiah Wright, porque este “sostenía que el racismo de los blancos es endémico”. En ese discurso, Obama también dijo que tal forma de pensar genera “divisiones” y aleja a la ciudadanía de los problemas de las “dos guerras, una amenaza terrorista, una economía en declive, una crisis crónica de servicios médicos y el cambio climático potencialmente devastador”. Así, en pocas palabras, tapó la manera en que la discriminación sistemática está tan arraigada en todos los problemas de Estados Unidos y negó la dura y continua opresión de los negros como un pueblo y los profundos problemas estructurales de la sociedad estadounidense que la mantienen.
Muchos de aquellos que estuvieron en las calles también piensan que Obama comparte sus propios valores de ponerle fin a la opresión de las mujeres y de las personas gay. ¿Se han percatado que Obama suele caracterizar al aborto como algo malo, aunque no se opone al derecho al aborto, o de las rarísimas ocasiones en que siquiera mencionaba la defensa de este derecho? ¿O en un momento en que había una andanada de referendos electorales contra el derecho al matrimonio de los gays, Obama decía que, si bien no apoya esos referendos, sí se opone al propio matrimonio entre los gays, debido a sus propias creencias religiosas?
Obama ha dicho que está trayendo el cambio. Él te ha convocado, hace poco en su discurso de victoria la noche de las elecciones, a que lo apoyes y además, a que tengas paciencia con su gobierno. He aquí lo esencial: a juzgar por las propias declaraciones de Obama y no por lo que tú piensas que él piensa para sus adentros, ¿es el cambio que él está prometiendo y con el que está tratando de engancharte el cambio que necesitamos?
¿O te están enganchando para algo que terminará oponiéndose a tus mejores aspiraciones y a una moral basada en el bien común de la humanidad?
¿Rescatar el sueño?
“Si alguien está presente que aún duda que Estados Unidos sea un lugar en que todas las cosas son posibles; quien aún se pregunta si en nuestros tiempos aún está vivo el sueño de nuestros fundadores; quien aún cuestiona el poder de nuestra democracia, esta noche da la respuesta” — Barack Obama, en su discurso de victoria
Bien, es cierto que muchas cosas son posibles en Estados Unidos. Es posible en Estados Unidos el genocidio de los colonos europeos contra los pueblos indígenas que ya vivían en América del Norte, unos colonos que luego se declararon los constructores de una “luminosa ciudad en la colina” y “la mejor y última esperanza de la humanidad”. Es posible en Estados Unidos el rapto de más de diez millones de africanos y la esclavización de estos y sus descendientes por 250 años, su explotación para generar las grandes riquezas de este país, y luego el sometimiento de sus descendientes a nuevas formas de opresión y superexplotación, y las bravatas simultáneas de que “el sueño de nuestros fundadores” se basa en el principio de que “todos los hombres son creados iguales”. Es posible en Estados Unidos librar y patrocinar las guerras y golpes de estado militares de los últimos 150 años que han dejado un saldo humano sin par en ninguno de los monstruosos e infames imperios del pasado y luego declarar, tal como dijo Obama en su discurso, que este mismo país es el más grande garante de la “paz y la seguridad” del mundo, y al mismo tiempo afirmar primero que “derrotaremos” a cualquiera que se oponga a lo que él llamaba la “nueva alborada del liderazgo norteamericano”. Es posible en Estados Unidos subordinar a economías de países enteros a las exigencias y los dictados del capital estadounidense; y luego es posible superexplotar a los pobres de esos países que por desesperación se ven obligados a buscar trabajo en Estados Unidos, y a su vez satanizarlos y decir que son la causa de las penurias de los demás. Es posible torturar a nombre de la “seguridad”, y a la vez declarar al mundo que no se hace.
Pero, es obvio que otras cosas NO son tan posibles en Estados Unidos. NO ha sido posible en Estados Unidos eliminar concretamente las estructuras de la supremacía blanca y la opresión de pueblos enteros. NO ha sido posible en Estados Unidos dejar de mandar soldados, espías de la CIA y comandos por todo el mundo, ni ha sido posible evitar, entre otras cosas, la matanza de 40 civiles en una fiesta de bodas en Afganistán el día antes de las elecciones que pusieron en el poder a un tipo que ha prometido mandar más soldados para invadir a ese país torturado y agobiado. NO ha sido posible en Estados Unidos superar concretamente la subyugación de las mujeres en toda esfera social, ni acabar con la satanización y la sistemática discriminación contra las personas gay. NO ha sido posible en Estados Unidos parar el desbocado saqueo y expoliación del mismo planeta en que vivimos. NO ha sido posible en Estados Unidos superar la asfixiante enajenación de la vida cotidiana para la mayoría de la población, ni la desesperanza de ver que se frustren tus mejores esfuerzos en el caso de las muchas personas que quieren dedicarse a mejorar la situación.
Lo que ha resultado posible, y lo que NO ha resultado posible, no tiene nada que ver con la “naturaleza humana” y tiene mucho que ver con el sistema que se ha establecido para afianzar los “sueños de nuestros fundadores”. El nombre de ese sistema es imperialismo, que es una etapa del capitalismo en que la mayoría de los seres humanos están relegados a una vida dura y corta de explotación, humillación y degradación casi indescriptibles… en que países enteros están subyugados a fin de profundizar y ampliar esa explotación… y en que el mundo entero está repartido entre un puñado de grandes potencias imperialistas (y hoy Estados Unidos está a la cabeza de todo eso).
Ese es el sistema que hoy determina lo que es posible, y lo que no. Ese es el sistema que hoy Barack Obama se está preparando a encabezar. Ese es el sistema al servicio del cual él te está convocando.
¡Dejan de pensar como estadounidenses!
¡Empiezan a pensar acerca de la humanidad!
El imperialismo tiene una ideología, es decir, una forma sistemática, si bien no reconocida, en que enseña a la ciudadanía a ver todos los acontecimientos en el mundo. Cuando en el discurso de victoria Barack Obama canta alabanzas a la grandeza de Estados Unidos, está inculcándonos con su manera de ver el mundo. Cuando va al extremo de desear lo mejor para su contrincante así como alabar con elocuencia a este criminal de guerra impenitente, quien una y otra vez arrojó bombas sobre civiles en Vietnam, como un “dirigente valiente y desinteresado”, está inculcándonos de una manera muy nauseabunda y, francamente, horrorosa. Cuando Barack Obama nos convoca a “evocar un nuevo espíritu de patriotismo” y a superar las divisiones, sigue en lo mismo.
Es importante poner al descubierto de qué se trata todo esto en los hechos: de chovinismo estadounidense. Este acepta como un hecho la existencia del imperialismo. Muchos de aquellos que celebraron la noche de las elecciones en efecto esperan que Obama conduzca a un imperialismo “mejor”. Pero tal cosa no existe, ni existe ningún Estados Unidos imperialista “mejor” ni ningún imperialismo “bueno” de ninguna clase. Lo que necesitamos es barrer el imperialismo y todas las relaciones de opresión y explotación.
Dejan de corear “Estados Unidos, Estados Unidos”, y empiezan a pensar en lo que la humanidad vive y lo que hay que hacer con urgencia. Dejan de agitar esas banderas, y empiezan a resistir los crímenes de ese sistema, tales como los crímenes muy reales del régimen de Bush que Obama no sólo no va a llevar a juicio sino que, sí, está decidido, en gran parte, a continuar. DEJAN DE PENSAR COMO ESTADOUNIDENSES, y empiezan a pensar en lo que necesita la humanidad y a actuar sobre esa base.
Un futuro mejor
¿Significa esto, pues, que no hay esperanza? ¿Que, de hecho, uno no puede hacer nada al respecto? ¿Que estamos recomendando el cinismo o la desesperanza?
En absoluto. En lugar de falsas esperanzas, ofrecemos esperanzas con una base real. Ofrecemos esperanzas basadas en la visión de una sociedad diferente, que reconoce que hoy la humanidad podría llevar a cabo grandes hazañas —en principio la eliminación del hambre, las enfermedades y la falta de vivienda—, pero que hay algo que la detiene: las relaciones económicas de explotación en que está trabada, y la maquinaria de opresión que avala esas relaciones. En una palabra, ofrecemos la esperanza de la revolución.
Ofrecemos las esperanzas que se manifestaron en los logros de las revoluciones rusa y china, antes de la revocación de esas revoluciones. Esas revoluciones dieron saltos respecto a las mismas cosas que NO son posibles en este sistema: eliminar la explotación y hacer una ruptura con las relaciones imperialistas que están asfixiando el mundo; arrancar de raíz la subyugación de las mujeres, y de los países y las nacionalidades oprimidos; abrir para los oprimidos las esferas de la administración de la sociedad y del trabajo con las ideas, de las que hoy están excluidos debido al funcionamiento cotidiano, y las medidas conscientes, del capitalismo; y dar servicios médicos, educación y muchas otras necesidades básicas a toda la sociedad de formas que reducían, y no ampliaban, las disparidades.
Ofrecemos esperanzas basadas en el trabajo científico de Bob Avakian, el líder de nuestro partido, quien ha defendido los logros y las lecciones fundamentales de esas revoluciones, a la vez que ha criticado y hecho rupturas con importantes errores y deficiencias de esa primera ola de revoluciones. Sobre esa base, ha revivido el VERDADERO sueño de emancipar a toda la humanidad de la explotación y la opresión, y ha señalado el camino hacia delante para lograrlo.
En lugar de “servir” de una manera que solo puede acabar reforzando las mismas cosas a que te opones, ofrecemos algo que corresponde a tus aspiraciones más elevadas: hacer la revolución.
Pues, HAY trabajo que hacer, un trabajo que clama con urgencia que se haga. Está el trabajo de luchar por tus mejores ideales y esperanzas del cambio. Está el trabajo de analizar concretamente cómo funciona el mundo, el lugar y el papel de Estados Unidos en ese mundo, y qué es la revolución y cómo se podría lograr. Está el trabajo de luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución.
Rompamos, por fin, con las asesinas ilusiones y pongamos manos a aquella obra: a ponerle fin al imperialismo, y a todas las relaciones de explotación y opresión, y NO a reforzarlas con una envoltura diferente. Que gestemos de veras un nuevo día.
Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos
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