Revolución #168, 21 de junio de 2009
Revolución habla con Raymond Lotta
La revolución socialista en el siglo 20
Segunda parte: Controversias y lecciones
Raymond Lotta es un economista político maoísta. Es autor del libro America in Decline (La decadencia de los Estados Unidos) y compilador de And Mao Makes Five (Con Mao son cinco) y Maoist Economics and the Revolutionary Road to Communism (Economía maoísta y el camino revolucionario al comunismo). Desde 2005, ha estado presentando charlas en universidades y medios de comunicación, como parte del proyecto “Pongamos las cosas en claro” que desmiente las tergiversaciones y falsificaciones respecto a la primera ola de revoluciones socialistas en el siglo 20. En diciembre de 2008, ayudó a organizar un simposio importante en la Ciudad de Nueva York, “Redescubriendo la Revolución Cultural de China”. Colabora con artículos para el periódico Revolución; sus recientes artículos y entrevistas también han salido en Economic and Political Weekly (India), GlobalResearch.ca (Canadá) y Agence France-Presse.
Pregunta: Es posible que algunas personas coincidan contigo en que se necesita un partido de vanguardia para tomar el poder o incluso para defender ese poder en las primeras etapas de la revolución. Pero esas personas sostienen que hay contradicciones al tener un partido de vanguardia en el poder que lo llevan a usar ese poder de forma arbitraria, por encima de la gente y en contra de ella, y que toda esta estructura del nuevo estado poderoso con una dirección institucionalizada conduce a la pasividad de las masas.
Raymond Lotta: Sí, los instrumentos del gobierno proletario, el partido de vanguardia y el nuevo estado suponen contradicciones reales. Pero se tratan fundamentalmente de contradicciones ligadas al proceso de hacer la revolución y desarrollarla. Se trata de una sociedad socialista, no como quisieras que fuera en lo ideal sino tal como es, con todas las contradicciones del mundo real. Estás haciendo la revolución y defendiéndola en un mundo, no como quisieras que fuera en lo ideal, sino en un mundo todavía dominado por el imperialismo y en que los contrarrevolucionarios siguen luchando y maniobrando para retomar el poder.
Pregunta: No es una cuestión de borrón y cuenta nueva.
Raymond Lotta: Sí. Quedan “vestigios” de la vieja sociedad. Por ejemplo, está la fuerza de la costumbre, la cual apoya relaciones sociales desiguales y opresivas que hay que eliminar; y una división en la sociedad que seguirá existiendo, aunque el nuevo poder trabaja para eliminarla, entre los que trabajan principalmente con las ideas y los que no han recibido una capacitación para eso y trabajan principalmente con el lomo y las manos.
Las estructuras partido-estado reflejan esas contradicciones y en muchos sentidos las concentran. Sin embargo, también hemos aprendido más sobre la manera de enfrentar esos retos, incluido cómo revolucionar esas mismas estructuras como parte de llevar adelante la revolución.
De hecho, la revolución proletaria ha experimentado una “curva de aprendizaje”: de la Comuna de París, que no logró reprimir a las fuerzas contrarrevolucionarias, en gran parte porque no tenía una dirección organizada; al análisis de Lenin de que es necesario tener un partido de vanguardia y establecer un nuevo estado para reorganizar y transformar la sociedad, y en general la teoría y la práctica de la revolución rusa; y luego de la revolución bolchevique a la revolución china y la teoría de Mao de continuar la revolución. Y ahora Bob Avakian está yendo más allá, basándose en esa experiencia, rompiendo con lo secundario que fuera incorrecto, y forjando un conocimiento más profundo.
Una revolución significa seguir cambiando y forjando cosas nuevas a medida que se llegue a un conocimiento más profundo, más nuevo y más correcto. Pero se hace eso sobre ciertos cimientos. Para un revolucionario, carece de principios aceptar sin cuestionar las calumnias que pasan por cosa sabida en la sociedad burguesa; y tiene una importancia crucial luchar contra aquellos que caen en tales calumnias y desperdician las lecciones que se han ganado.
¿Valió la pena tomar el poder y usar el nuevo poder estatal para construir una nueva sociedad? Sí. Dichos estados capacitaron a las masas para poder frenar las fuerzas que intentaban volver a la explotación y, además, las capacitaron para construir nuevas sociedades en que por primera vez en la historia, en palabras de Bob Avakian: “la orientación básica [fue] tratar la realidad material y las circunstancias de las masas populares como la prioridad, como el punto central y la base” . Pero, como dije, en todo eso ha habido una curva de aprendizaje.
Pregunta: ¿Puedes hablar más acerca de esta “curva de aprendizaje”?
Raymond Lotta: Bueno, nuestro partido ha analizado mucho toda la trayectoria de la revolución de la Unión Soviética, sus grandes logros y también sus graves y hasta dolorosos errores, y no voy a repetir eso aquí . Sin embargo, en pocas palabras diré que para mediados de los años 1950 ya estaba claro que algo había fallado seriamente en el país. Mao dirigió un estudio profundo de esa experiencia, centrándose en las cuestiones de línea, método y política.
Mao descubrió que el peligro de que la revolución se dé marcha atrás, el peligro de que el partido comunista se transforme en un instrumento de una nueva clase explotadora, en una palabra, el problema de la restauración del capitalismo... descubrió que ese problema se origina en algo más profundo que un exceso de burocracia o la ausencia de la democracia.
Esto tiene que ver con la naturaleza del mismo socialismo. Por un lado, el socialismo es un gran salto adelante más allá de la explotación y la dictadura de clase de la burguesía. Por el otro, es una sociedad en transición del capitalismo al comunismo. Tiene esos “vestigios” como la división entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. Queda todavía cierta jerarquía de especialización. Aunque se ha dejado atrás la explotación, todavía hay disparidades en el pago y los ingresos. Aunque la producción tiene el fin de satisfacer las necesidades sociales, todavía es necesario usar el dinero y los precios para realizar el intercambio [de mercancías], y para medir y comparar cuestiones de eficiencia. Siguen existiendo, como mencioné arriba, enormes brechas entre el campo y la ciudad, y entre la agricultura y la industria.
Esas disparidades, que Mao llegó a llamar “el derecho burgués” en un sentido amplio, también se reflejan en las políticas y las leyes. Por ejemplo, el estado socialista tiene que establecer un sistema salarial que tome en cuenta los diferentes niveles de habilidades y los diferentes niveles de pago.
Para llegar al comunismo, se necesita dejar atrás esas relaciones económicas, sociales e ideológicas. Pero no es posible hacerlo de la noche a la mañana. Es un proceso histórico de restringir y transformar esas relaciones al mayor grado posible. Y en cualquier momento determinado hay lucha sobre cómo hacerlo, e incluso si hacerlo o no. Mao analizó que en realidad se trata de una lucha entre el camino socialista y el camino capitalista. Es decir, es una lucha entre la línea y las políticas que en cualquier momento dado continuarán el avance de la sociedad al comunismo, y las que no solamente retrasarán ese avance sino que también abrirán el camino para regresar al capitalismo. La verdad de ese análisis se ha confirmado ahora que China es, como es sabido, una importante potencia capitalista, aunque se hayan mantenido el nombre y unos símbolos del socialismo.
Mao analizó que esos vestigios, o sea, el derecho burgués, son el suelo del que los nuevos elementos burgueses brotarían. Agregó que el núcleo central de esa burguesía se concentraría en la dirección del partido comunista, que ahí estarían los que podrían llevar la sociedad por el camino capitalista. Y, en un gran avance histórico y pionero, desarrolló una nueva forma de lucha revolucionaria para contrarrestar eso: la Gran Revolución Proletaria Cultural.
Pregunta: Sin embargo, mucha gente dice que el problema es que el poder genera corrupción, y que un partido dirigente como el partido comunista simplemente invita la corrupción y la burocratización. Esa lógica conduce a la necesidad de poner fin a la dirección institucionalizada del partido comunista.
Raymond Lotta: No se trata de puros burócratas o funcionarios corruptos; no se trata de comunistas malos que solo buscan forrarse el bolsillo. Son seguidores del camino capitalista. Están luchando en la esfera de las ideas, las políticas y la orientación acerca de las cuestiones de línea centradas generalmente en qué rumbo tomará la sociedad. Están organizando y movilizando a fuerzas sociales. Los seguidores del camino capitalista... están respondiendo a las características, los aspectos y las relaciones de la sociedad socialista que no se han transformado por completo... esas cosas de que he estado hablando. Quieren transformarlas en el sentido contrario para regresar al capitalismo. Y se necesita el poder estatal para poder luchar contra los seguidores del camino capitalista, al mismo tiempo que éstos están organizando dentro de las estructuras del gobierno proletario.
Pregunta: Tal vez puedes dar un ejemplo.
Raymond Lotta: Miremos la agricultura. La lucha entre las dos líneas y los dos caminos en la agricultura fue muy aguda en el Partido Comunista de China. Básicamente, después del triunfo de la revolución en 1949, una parte del partido quería extender las políticas de nueva democracia por un tiempo indefinido y consolidarlas . Esas fuerzas querían que la propiedad privada se mantuviera como la principal relación de producción agrícola. Mao y el cuartel general revolucionario vieron la necesidad y la base para construir el socialismo en el campo, tan pronto como la reforma agraria se terminara a principios de los años 1950.
Mucha gente no se da cuenta de que esas dos partes del partido, esas dos líneas en pugna, una que representaba el camino socialista y la otra el camino capitalista, contaban con simpatizantes y con defensores, y que en realidad había un patrón complejo en que un lado tomaba la iniciativa y el otro respondía con sus propias iniciativas y políticas opuestas. Esa fue una expresión concentrada de la lucha de clases en la sociedad, aunque en un sentido general la línea proletaria estuvo al mando en la sociedad china.
Pregunta: Estabas centrándote en la política agrícola...
Raymond Lotta: Sí, había lucha sobre la posibilidad y el valor de hacer las cosas de forma colectiva, de organizar las cosas económica y socialmente para el bien común, como planteó Mao, o si, como dijeron los seguidores del camino capitalista, había que apoyarse en las granjas familiares y el interés personal.
Los seguidores del camino capitalista sostuvieron que si las condiciones sociales se polarizaran más entre los agricultores más eficaces y los menos eficaces, entre los que tenían mayores ingresos y los que tenían menos... bueno, eso sería el “precio del progreso”. Para Mao, la política agrícola tenía que ver que no nacieran nuevas disparidades sociales en el campo y fue sumamente importante incorporar la agricultura al marco del plan socialista, en el cual la industria en todo nivel apoyaría la agricultura.
En un país pobre como China, había una gran necesidad de mecanizar la agricultura. También era necesario continuar la revolución y desarrollar la agricultura colectivizada. A principios de los años 1950, los seguidores del camino capitalista argumentaron que no se podía colectivizar el campo hasta llegar a un nivel mucho más alto de mecanización de la agricultura. Restaron importancia al papel de la conciencia política e ideológica, pues consideraron que solo había que expandir la producción y acrecentar las fuerzas de producción. En su opinión, la mejor forma de mecanizar la agricultura fue centrarse en las zonas ya avanzadas y concentrar los recursos ahí... lo que hubiera aumentado las diferencias en el campo.
Mao abordó ese reto de una manera diferente, desde la perspectiva de avanzar en la agricultura por el camino socialista. Argumentó que la colectivización podía llevarse a cabo antes de la mecanización y que, en realidad, sentaría la base para esa mecanización. En otras palabras, al forjar nuevas relaciones sociales entre los campesinos que les permitieran solucionar colectivamente los problemas técnicos y de producción... al establecer formas colectivas que forjaran conexiones sociales más amplias... y al promover una política revolucionaria que desencadenara la actividad consciente de las masas y planteara ante ellas las grandes cuestiones políticas e ideológicas que la sociedad confrontaba: de esa manera los cambios organizativos y de conciencia serían un estímulo para la mecanización y crearían un marco social favorable para ella.
En 1958, se dio un gran avance histórico en el camino socialista con respecto a la agricultura. Se formaron las comunas populares, que encarnaban el activismo de las masas y la experimentación a nivel de base. Las comunas fueron unidades socio-económicas que coordinaron las actividades de producción, proporcionaron servicios de salud y educación, organizaron grandes proyectos de rescate de tierras y de riego, y permitieron que las masas desarrollaran soluciones colectivas a tareas como el cuidado de niños. También funcionaron como órganos de poder político en el campo. Las masas asumieron responsabilidades de gobierno, de administración y de entrenamiento militar. El enfoque de Mao en la agricultura también incluyó grandes esfuerzos para diseminar recursos industriales, técnicos y culturales en las zonas rurales. Los seguidores del camino capitalista atacaron todo eso, llamándolo “ineficaz”, “utópico” y “peligroso” para la estabilidad del país.
Pregunta: Los seguidores del camino capitalista no simplemente articulaban un programa para la agricultura.
Raymond Lotta: Las nuevas fuerzas burguesas que surgieron después de la toma de poder en 1949 tenían su cuartel general en el Partido Comunista de China y plantearon su propio programa para el desarrollo. Desde su punto de vista, en lo básico la revolución llegó a su fin en 1949. La tarea tal como la concibieron no fue forjar una sociedad socialista como una transición al comunismo y como parte del avance de la revolución mundial. Al contrario, su objetivo fue que China se desarrollara en una potencia moderna, próspera e industrializada que encontraría y aprovecharía su lugar en el escenario mundial. Para ellos, la economía planificada y las instituciones políticas de la sociedad eran simplemente instrumentos para colocar a China en la “vía rápida” hacia la realización de esa visión. A principios de los años 1960, lucharon para que la rentabilidad fuera un criterio clave en la asignación de fondos a las diferentes regiones. Fomentaron políticas que hubieran creado un sistema educativo para la producción de nuevos élites. Y para mediados de los años 1960, se preparaban para tomar el poder.
Mao inició la Revolución Cultural en 1966 para impedir una toma de poder capitalista de parte de esas fuerzas. Había analizado la experiencia de la restauración capitalista en la Unión Soviética. Había sacado la conclusión de que fueron insuficientes los esfuerzos anteriores de hacer retroceder a los seguidores del camino capitalista en China. Describió la Revolución Cultural como un medio para despertar a las masas “de manera abierta, en todos los terrenos y de abajo a arriba para exponer nuestro lado oscuro”. La Revolución Cultural fue una agitación social de importancia trascendental, verdaderamente una revolución, para derrocar a los seguidores del camino capitalista y retomar las partes del poder que éstos habían llegado a controlar, en el gobierno, el sistema educativo, la cultura, el sistema de salud pública, la administración industrial, etc.
Jamás en la historia se había visto una movilización y una efervescencia políticas de esa magnitud social. Los jóvenes radicales desempeñaron un papel catalizador, criticando a las autoridades burguesas y conservadoras de todo nivel. Las universidades cerraron y los estudiantes se dispersaron por el campo y hacia las fábricas. Se realizaron mítines en las calles, manifestaciones y sesiones de crítica de masas. En 1967 en Shanghai, los obreros llevaron a cabo una intensa lucha para derrocar a los seguidores del camino capitalista que estaban en el poder y desarrollar nuevas instituciones de gobierno.
Sin embargo, Mao dijo que aunque el blanco de la Revolución Cultural fueron los seguidores del camino capitalista, la meta fue transformar la concepción del mundo de las masas: su conocimiento de la sociedad y el mundo, su papel transformador y cuestiones de ideología y moral.
Las masas estaban aprendiendo a distinguir entre la línea proletaria y la burguesa. Decenas y centenares de millones de personas estaban debatiendo y luchando acerca de cuestiones decisivas para el rumbo de la sociedad y la revolución mundial. Esa lucha compleja requirió dirección visionaria y científica, y a través de ese proceso se revolucionó el propio partido de vanguardia.
Durante esa década increíble de 1966 a 1976, un levantamiento de masas sin precedentes logró frenar los esfuerzos de los seguidores del camino capitalista de tomar el poder. Sin embargo, después de la muerte de Mao, las fuerzas de la restauración capitalista lograron llevar a cabo un golpe de estado reaccionario. Ese fue un terrible revés para la revolución mundial y la humanidad, pero también confirmó la certeza del análisis que hizo Mao sobre el peligro de la restauración capitalista.
Pregunta: Se dice que se concentró un exceso de autoridad en el partido y que el propio partido se hizo más vulnerable a una toma de poder. Se dice que “se excluyó” de manera exagerada a las masas de esas luchas entre dos líneas, y que poner el partido a prueba mediante elecciones hubiera creado un terreno más favorable para tratar esas cuestiones.
Raymond Lotta: Esa idea de que se le confirió demasiada autoridad al partido de vanguardia está llena de conceptos erróneos.
En primer lugar, la sociedad socialista sigue siendo una sociedad dividida en clases. Hemos hablado de los vestigios de la sociedad capitalista, como la brecha entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. Por ende, los líderes concentran el punto de vista y los intereses de las principales clases en pugna y tendrán una influencia desproporcionada. Otra vez, hay que ver de dónde viene el peligro de la restauración capitalista y cuáles son las formas de lucha de masas y el nivel de transformación que se necesitan para continuar la revolución. Si la vanguardia del proletariado cede su posición dirigente en la sociedad, eso abrirá más las puertas para las fuerzas burguesas, que estarán ejerciendo su influencia desproporcionada y estarán organizándose para llevar la sociedad por el camino capitalista.
La revolución proletaria se trata de cambiar el mundo radicalmente con el fin de arrancar de raíz y eliminar toda explotación y opresión. Se trata de ir contra la fuerza e influencia del pasado, y contra el poderío y la influencia del sistema imperialista mundial. Sin una dirección de vanguardia, no hay ninguna posibilidad de juntar todos los factores positivos en la sociedad... ni de movilizar a las masas y apoyarse en ellas, con el respaldo de la fuerza del estado, para continuar la transformación de la sociedad y mantenerse en el camino socialista... ni de elevar la conciencia política e ideológica de las masas, como se hizo durante la Revolución Cultural.
Esas son algunas razones importantes para tener una dirección institucionalizada de vanguardia, y por qué Mao estaba en lo correcto al luchar por ese principio, a la vez que había que darle al partido una gran “sacudida” mediante la Revolución Cultural.
Pregunta: Pero ¿qué dices sobre la democracia?
Raymond Lotta: Quiero poner énfasis en dos aspectos de esta cuestión. Primero, el estado socialista garantizó los derechos de las masas. En China durante la Revolución Cultural, había democracia para las masas en una escala sin precedentes. Aparte de tener derechos formales a la libertad de expresión y de prensa, etc., las masas en ninguna parte del mundo, ni antes ni después, hayan utilizado esos derechos en una escala tan grande como lo hicieron en China para examinar y debatir todo aspecto de la vida política. Un ejemplo muy conocido es el uso generalizado de lo que se llamaron los “cartelones de grandes caracteres” en las escuelas, las fábricas y otras instituciones, donde estallaron continuos debates y lucha, pues las masas colocaban dichos cartelones en cada superficie de las paredes. Fue prohibido quitar un cartelón de grandes caracteres y se requirió de cada institución proporcionar los materiales (papel, pintura y brochas) gratis.
El hecho de que las masas podían convocar a reuniones para criticar a los altos dirigentes del partido, o que había debates libres, sean grandes o pequeños... todo eso fue democracia en una escala que ni siquiera se puede imaginar en el “más democrático” de los estados capitalistas. La Revolución Cultural institucionalizó lo que se llamaron los “cuatro grandes derechos”: escribir los cartelones de grandes caracteres, mantener grandes debates, hablar claro y libremente y ventilar las opiniones completamente. Si piensas que todo eso no fue más que simples formalidades cosméticas, los nuevos gobernantes capitalistas que llegaron al poder en 1976 sabían que esas prácticas tenían el propósito de despertar y motivar a las masas; y las vilipendiaron y prohibieron.
Pero hay otro aspecto importante de la democracia bajo la dictadura del proletariado. Se estaban desarrollando formas, mediante la Revolución Cultural en particular, en que las masas podían asumir cada vez más responsabilidades, y mayores responsabilidades, para el rumbo de la sociedad, por ejemplo los comités revolucionarios, que eran nuevas instituciones de poder. Se trataba de combinaciones de representantes de las masas; diferentes capas profesionales, técnicas, intelectuales y culturales (según la institución de base de que se trataba, por ejemplo un hospital o una escuela); y cuadros del partido. Mediante esos órganos de poder, se estaba poniendo en manos de las masas importantes responsabilidades de tomar decisiones.
Compara eso con el ritual electoral de la democracia burguesa, en que se pide a las masas escoger entre este u otro representante de la clase dominante, y mediante el cual se legitiman los programas de diferentes fracciones de la clase dominante.
Continuará.
1 Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, un folleto de Revolución, 1º de mayo de 2008, p. 31.
2 Ver, por ejemplo, ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional, una charla de Bob Avakian de principios de otoño de 1981, publicada en la revista Revolución, #50; “El fin de una etapa — el comienzo de una nueva etapa”, una charla de Bob Avakian, publicada en la revista Revolución, #60, otoño de 1990; y “El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor”, un discurso de Raymond Lotta, en línea en revcom.us.
3 La revolución de nueva democracia es la revolución en los países oprimidos dirigida por el proletariado con el objetivo de expulsar al imperialismo y derrocar a las clases de la gran burguesía y los terratenientes; después de la victoria, se establece una forma de dictadura del proletariado, con ciertas alianzas de clases, y se inicia el avance a la etapa socialista. Los libros de William Hinton, The Great Reversal [El gran revés] y Through a Glass Darkly [Por el espejo, oscuramente] tienen relatos útiles de las dos líneas en la agricultura y describen la dinámica “iniciativa-contra iniciativa” de las dos partes del Partido Comunista de China.
Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, un folleto de Revolución, 1º de mayo de 2008, p. 31.
Ver, por ejemplo, ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional, una charla de Bob Avakian de principios de otoño de 1981, publicada en la revista Revolución, #50; “El fin de una etapa — el comienzo de una nueva etapa”, una charla de Bob Avakian, publicada en la revista Revolución, #60, otoño de 1990; y “El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor”, un discurso de Raymond Lotta, en línea en revcom.us.
La revolución de nueva democracia es la revolución en los países oprimidos dirigida por el proletariado con el objetivo de expulsar al imperialismo y derrocar a las clases de la gran burguesía y los terratenientes; después de la victoria, se establece una forma de dictadura del proletariado, con ciertas alianzas de clases, y se inicia el avance a la etapa socialista. Los libros de William Hinton, The Great Reversal [El gran revés] y Through a Glass Darkly [Por el espejo, oscuramente] tienen relatos útiles de las dos líneas en la agricultura y describen la dinámica “iniciativa-contra iniciativa” de las dos partes del Partido Comunista de China.
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