Revolución en línea, 14 de septiembre de 2009


“Intente imaginar un mundo donde, en vez de aprovecharse del prójimo, vivimos en apoyo y cooperación mutua”

Quiero que ustedes sepan que yo encontré en su carta inspiración y consuelo. Estando encarcelado en lo que en esencia es aislamiento de larga duración, es fácil sentirme completamente aislado de la vida, como si me hubieran enterrado vivo, y es fácil empezar a percibir la vida como una carga sin esperanza y la vida y existencia propia como una actividad inútil. Pensar que algo que yo podría hacer o decir podría tener un efecto positivo en el futuro o posiblemente podría inspirar a otra persona a luchar y esperar un futuro mejor es en sí una inspiración.

Tal como lo veo, bajo el sistema económico actual, el mundo es un escenario de horrores en que existen solo dos papeles que desempeñar: el del vampiro o el de su víctima. Después de chuparles la sangre repetidas veces, algunas víctimas (inevitablemente los pobres y las personas de color) se vuelven tan debilitadas que se consumen y perecen. Muchos otros siguen siendo víctimas toda la vida, llevando una vida de “callada desesperación” y ahogándose en drogas, alcohol y el consumismo ciego. Cada de vez en cuando las mismas víctimas, infectadas con el virus insoportablemente malvado, llegan a ser vampiros y los defensores del sistema señalan a estas personas y dicen: “¿Ya ven? ¡El sistema funciona!” El sistema nunca funciona. Los propios vampiros no son sino una hermandad elitista de parásitos de clase mundial.

El mundo siempre ha estado dividido en dos clases, predador y presa: eso es la ley de la selva. Pero por primera vez desde el nacimiento del mundo, la humanidad tiene la oportunidad de superar su naturaleza animal y en realidad convertirse en un planeta de dioses. Esto es posible y en efecto es inevitable que la humanidad del mundo evolucione hacia el comunismo mundial. Eso puede ocurrir durante nuestra vida o en un milenio: nos toca decidirlo. Una cosa es cierta: no va a ocurrir así no más. ¡Dios no va a agitar ninguna varita mágica y crear el comunismo mundial! No esperen que dios arregle nada.

Intente imaginar un mundo donde, en vez de aprovecharse del prójimo, vivimos en apoyo y cooperación mutua. Un mundo en que la gente sentirán que en realidad tienen valor y no solo son una pieza más en un engranaje impersonal o presas indefensas para ser explotadas y aprovechadas por los parásitos todopoderosos. Imagine un mundo en que las personas sienten el poder creativo de la autodeterminación, donde no tendrían que ahogarse hasta el olvido con sustancias químicas y baratos productos fabricados en masa que se vienen a pedazos antes de que uno pueda traerlos a casa. ¡Imagine un mundo en que nuestros queridos hijos, la única esperanza para el futuro, los hijos de nuestros hijos no sabrán cómo se siente estar marginado, odiado y temido por una razón tan increíblemente estúpida como el color de su tez! Todo eso se reduce a sola una palabra: respeto. Respeto para nosotros mismos, respeto para nuestros prójimos y para toda la vida en el planeta (¡salvo los parásitos!) y respeto para esta misma madre tierra preciosísima. No estoy hablando del respeto vacío, sensiblero y de dientes para afuera, sino de la clase de respeto genuino que solo puede surgir en una sociedad comunista revolucionaria.

Ése es el mundo por el que vivo. En efecto es el único mundo para el que valga la pena vivir. Hacer otra cosa es la mayor desgracia.

Tengo muchas ganas de recibir los materiales que ustedes mencionaron y de ver mi primer número de Revolución en más de un mes.

Suyo para la Revolución,

Firmado: Texas

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