Revolución #193, 21 de febrero de 2010
La muerte cruel de Boubacar Bah
Documentos que recibió la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) bajo la Ley de Libertad de Información sobre la muerte de detenidos en prisiones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés, o la Migra) revelan más información sobre la muerte de Boubacar Bah, reportada el 15 de noviembre 2009 en Revolución #183, “Condiciones en los centros de detención del ICE... Pena de muerte para más de cien inmigrantes”. Los documentos dan una vislumbre de la espeluznante mentalidad y la brutalidad cotidiana de los centros de detención de migrantes. Al leerlos salta a la vista que lo que le preocupa al ICE es encubrir y evitar que el público conozca las condiciones infrahumanas en los centros de detención que les causan gran sufrimiento infrahumano a los detenidos.
Después de que Boubacar Bah se cayó en febrero 2007 en el baño del centro de detención Elizabeth, una cárcel de inmigración en Nueva Jersey, empezó a vomitar, gritar y agarrarse de los guardias. En vez de reconocer lo que son, según los expertos médicos, “síntomas clásicos de hemorragia craneal”, el personal médico lo mandó al aislamiento por “comportarse mal”. Quince horas después, lo trasportaron al hospital en coma para cirugía cerebral de urgencia. Pero ya era tarde y quedó en estado vegetativo hasta morir — con un guardia del centro de detención apostado en la puerta.
El castigo —y en algunos casos la muerte— en vez de tratamiento por una condición médica es la norma que se presenta una y otra vez en documentos o relatos personales sobre el cuidado médico en los centros de detención. Acusan al paciente de “fingir”, los guardias lo maltratan, le ponen grilletes y lo meten al aislamiento para la “observación”. De rutina niegan medicamentos o reducen la dosis para reducir gastos. Un documento cifró la cantidad de dinero que había ahorrado el ICE por negar medicamentos para el VIH, el tuberculosis, la hipertensión, la diabetes, la esquizofrenia paranoica y otras enfermedades crónicas serias. Al doctor que ya examinó a un paciente y pidió más tratamiento o exámenes, lo puede desautorizar un enfermero fuera del lugar que no tiene acceso al historial médico completo pero trabaja por el ICE. La “misión médica” del ICE es “tratamiento en espera de la deportación”, y entrenan al personal médico a considerar el cuidado médico como un “favor” que el inmigrante no hubiera recibido en su país de origen.
Como señaló el ex secretario de Seguridad de la Patria Michael Chertoff (bajo George W. Bush) en una entrevista con el New York Times en agosto de 2008, al preguntársele sobre la necesidad de tener normas obligatorias para servicios de salud en los centros de detención de migrantes: “Queremos proveer un cuidado bueno pero no pretendemos crear un sistema de cuidado médico para las personas. En realidad la idea es de sacar a las personas muy rápidamente y deportarlas a sus países”. Si combinamos esa idea con la historia del ICE de la cruel y ultrajante negligencia del cuidado médico, lo que resulta es un proceso de facto (en los hechos aunque no sea una política oficial) de presionar al detenido de renunciar a una audiencia ante el juez y firmar los formularios de deportación voluntaria con el fin de conseguir algún cuidado médico.
Típicamente el público solo se entera de la muerte o el suicidio de un detenido tras los esfuerzos de los detenidos compañeros de la víctima quienes se comunican con la familia o al abogado. Un detenido, consternado por el tratamiento del Sr. Bah, llamó a un abogado en asuntos migratorios. Este se puso en contacto con el New York Times, que llamó a la oficina de relaciones públicas del ICE para investigar; le dijeron que no se daba información sobre un detenido sin el número de registro de extranjero. Según los documentos entregados por el ICE, la primera responsabilidad del agente de relaciones públicas es de entretener la prensa y ganar tiempo, de ahí que mintieron sobre la falta del “número de registro de extranjero”. El agente inmediatamente hizo un “informe de incidente crítico” que se hace en caso de emergencia y lo transmitió a sus superiores sobre la llamada de la prensa. Inmediatamente se desencadenó una oleada de documentación de control de daños y “sesiones de estrategia” mediante e-mails urgentes.
Es instructivo cómo limpiaron progresivamente los documentos de toda prueba de la culpabilidad de los directores, personal médico y guardias del ICE en el centro de detención. En el informe original sobre el tratamiento de Boubacar Bah, un director del ICE le dijo al alcaide de la cárcel Elizabeth que una serie de errores obvios habían ocurrido y que pronto las instalaciones serían inspeccionadas por la Oficina del Inspector General. Pero para cuando se murió el Sr. Bah, los documentos del ICE declararon que se había muerto por un accidente desafortunado y condiciones preexistentes sin ninguna culpa del personal del ICE. Nunca se inspeccionaron las instalaciones.
La verdadera cantidad de muertes de detenidos en la custodia del ICE es un secreto bien guardado. Actualmente han habido 107 muertes conocidas desde 2007 (el New York Times y la ACLU consiguieron esta cifra del ICE bajo la Ley de Libertad de Información). Previamente el ICE no mantenía ninguna lista central de muertes y no se le requiere informar sobre muertes ante ninguna autoridad central. Como comentó fríamente Chertoff en la misma entrevista con el New York Times: “sea en una prisión estatal o una prisión federal, va a haber cierta cantidad de muertes”. En 2004 la ACLU intentó documentar la cantidad, y la prensa empezó a investigar e informar sobre los abusos médicos horrendos en la detención. Al fin el Congreso exigió al ICE una lista de muertes.
En agosto de 2009, la administración de Obama rechazó una petición de abogados y ex detenidos de detención migratoria para hacer reglamentos ejecutables por ley contra el maltrato (incluido el maltrato médico) de detenidos. La administración argumentó que “hacer reglamentos requeriría mucho trabajo y tiempo, y sería menos flexible” que una revisión general del sistema. Se argumentó que un problema del sistema era que el ICE no estaba ejerciendo su función de supervisión. En octubre se anunció que se centralizaría más, bajo el control y la supervisión del ICE, el vasto y desorganizado sistema de detención, con 400 cárceles a través del país, siendo algunas propiedad de condados y otras propiedad privada. Los documentos hechos públicos revelan que altos funcionarios del ICE están muy enterados de casos de abuso médico y de brutalidad y que aprovechan su control y supervisión para depurar todo rastro de esa información de los expedientes y proteger de la prensa a los centros de detención.
Muertes de migrantes detenidos han sido un secreto bien guardado que el público está descubriendo poco a poquito a pesar de los esfuerzos del ICE de distorsionar las circunstancias y detalles. Desde el 2003, el año que el ICE entró en la jurisdicción del Departamento de Seguridad de la Patria, la cifra oficial de muertes ha llegado a 107, según el ICE. Pero, dado que éste históricamente encubre y minimiza la negligencia y abuso médico, la verdadera cantidad podría ser más alta. Y estas cifras —como han señalado los críticos del ICE— no incluyen las personas liberadas justo antes de morir para no incluirlas en la cifra de muertes en detención del ICE.
La persona nombrada por la secretaria de Seguridad de la Patria Janet Napolitano para dirigir una revisión general de las políticas de detención renunció y publicó un informe bastante crítico del sistema de detención. Desde ese tiempo, el New York Times informó que se ha nombrado una nueva directora, Nina Dozoretz. Son muy reveladoras sus calificaciones: tiene una larga carrera como empleada de salud pública en el ICE y recibió premios por recortar gastos en el cuidado médico de migrantes. Era una participante activa en las “sesiones de estrategia” sobre la mejor manera de lidiar con la prensa tras la muerte de Boubacar Bah.
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Boubacar Bah llegó de Guinea a Estados Unidos desde hace muchos años para trabajar de sastre. Lo acusaron de quedarse cuando se le venció la visa de turista. Por eso sufrió una muerte dolorosa y innecesaria en un centro de detención cruel del ICE. Su muerte es un símbolo del maltrato infrahumano y brutal de migrantes en detención bajo el ICE. Esta situación es un ultraje vergonzoso y un crimen de lesa humanidad al cual hay que desenmascarar y oponerle resistencia.
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