Revolución #194, 7 de marzo de 2010
Carl Dix sobre la luz verde del sistema dada por el Departamento de Justicia para el asesinato policial de Sean Bell
¡Asesinato policial, encubrimientos gubernamentales y la verdadera salida de esta locura!
El 17 de febrero el Departamento de Justicia de Estados Unidos publicó una declaración que decía que no iban a procesar a los policías que mataron a Sean Bell. Su razón: “Un equipo de fiscales expertos y agentes del FBI determinaron que no había suficiente evidencia para probar más allá de toda duda razonable que los policías que balacearon a Sean Bell, Joseph Guzman y Trent Benefield actuaron deliberadamente…. Ni el accidente, ni la equivocación, ni el miedo, ni la negligencia ni el error bastaría para sustentar una violación criminal federal de los derechos civiles”.
¿Hablan aquí del homicidio policial de Sean Bell? ¿Hablan de los policías que siguieron a Sean y sus amigos hasta llegaron a su coche, que lo rodearon con pistolas en mano y mataron a Sean y hirieron gravemente a Guzman y Benefield en una lluvia de 50 balas? ¿Quién esposó a Guzman y Benefield, a pesar de sus graves heridas, y los forzó a “asumir la posición”, tendidos bocabajo en el suelo? ¿Y quién esposó el cuerpo sin vida de Sean a una cama en el hospital por unas horas?
Esto no fue un accidente ni una equivocación ni un error sino unos policías que acribillaron a hombres negros jóvenes en las calles de una ciudad norteamericana. Esto sucede todo el tiempo. Desde 1990 el Proyecto Vidas Robadas de la Coalición del 22 de octubre ha documentado cientos de estos asesinatos cada año. También ha documentado que la abrumadora mayoría de estas víctimas de la policía eran negros o latinos y que la mayor parte de ellos no estaban armados y no estaban haciendo nada malo cuando los mataron. Casi nunca se procesa a estos policías asesinos por sus crímenes, y en los pocos casos cuando sí lo hacen, casi siempre salen impunes.
A veces se llama al Departamento de Justicia para hacer investigaciones de derechos civiles en casos cuando en las cortes locales absuelven a los policías que matan a personas, especialmente cuando se presenta una indignación generalizada ante la absolución de los policías. Estas investigaciones suelen acabar igual como el caso de los policías que mataron a Sean Bell. Continúan por meses o hasta años, y luego los federales anuncian que no van a procesarlos. Algunos pensaron que esta vez, porque un procurador general negro en el Departamento de Justicia de Obama presidía la investigación, habría resultados diferentes. Pero nada cambió en lo fundamental, era otro caso donde balacearon a un hombre negro inocente y desarmado, otro caso donde los policías quedaron impunes por un asesinato. Como dijo William Bell, el padre de Sean Bell, en una declaración que publicó como respuesta a la decisión del Departamento de Justicia:
“¿De qué están hablando? ¿Tenían todo este tiempo para armar los argumentos para el caso, y eso es el resultado? Me engañaron, eso es lo que hicieron….
“Tres veces ya me han dado una bofetada en la cara. Primero cuando mataron a mi hijo, de nuevo cuando la corte dejaron en la impunidad a los policías que lo mataron y ahora otra vez con la decisión del gobierno federal de no procesarlos...
“Es como cuando nos ahorcaban. Lo hacen de manera diferente ahora pero se reduce a la misma cosa, antes era la soga de linchamiento y ahora son los policías y los 50 balazos”.
Esto ha continuado ya demasiado tiempo: Un sistema que trata a una generación entera de jóvenes como criminales, considerados culpables mientras no se demuestre su inocencia, si pueden sobrevivir para demostrar su inocencia; un sistema cuyos policías matan a nuestros jóvenes y cuyo sistema de justicia criminal deja en la impunidad a estos policías asesinos, ha existido ya demasiado tiempo. Los homicidios de esta clase son horrorosos ultrajes que claman por que se acabe con este sistema por medio de la revolución y luego por construir una sociedad completamente nueva en lugar de la actual que está de la patada y forjar una nueva autoridad estatal revolucionaria.
Si esto es lo mejor que pueda hacer este sistema, es decir, matar a nuestros jóvenes y dejar impunes a los asesinos vez tras vez, pues tienen que quitarse del camino. Una sociedad revolucionaria trataría los jóvenes de una manera completamente diferente que lo hace esta sociedad.
Una sociedad revolucionaria no sometería a tantos jóvenes a una vida atrapados en ghettos y barrios desprovistos de oportunidades y esperanzas en el futuro. No limitaría las oportunidades para tantos oprimidos que hoy tienen que inscribirse en el ejército y convertirse en asesinos despiadados del sistema o ir a dar a la cárcel. No trataría a los jóvenes como si fueran criminales. No tendría los policías que patrullan las ciudades como un ejército de ocupación en territorio hostil, imponiendo las condiciones que existen allí por medio de la brutalidad. No trataría de justificar ale trato que les da a las masas tratando de convencerlos a ellos y otros de que tengan toda la culpa.
Las instituciones encargadas con la seguridad pública en una sociedad revolucionaria funcionarían de manera radicalmente diferente a los cerdos [policías] de este sistema. Sus miembros se sacrificarían la vida propia antes de poner en peligro la vida de una sola persona. Cualquier caso en que haya acusaciones contra miembros de las fuerzas de seguridad pública de violar los derechos del pueblo o de brutalizar o matar a alguien sería investigado minuciosa y seriamente. En caso de comprobar las acusaciones, los transgresores recibirían un castigo rápido y adecuado.
En una sociedad revolucionaria, la autoridad buscaría cada oportunidad para desencadenar a los jóvenes para que ayudaran a resolver los problemas que enfrenta la nueva sociedad. Los incorporaría en la administración de la nueva sociedad, además de debates, discusiones y el disentimiento que una sociedad socialista tendría que alentar para llegar a tener un entendimiento de la realidad tan profundo como fuera posible a fin de continuar la transformación de la sociedad y la humanidad hasta que se eliminen todas las relaciones de explotación y degradación y las maneras de pensar reaccionarias que las mantienen en pie. También recurriría a su creatividad y osadía para ayudar a solucionar problemas como las divisiones entre las personas de diferentes nacionalidades, la subyugación de la mujer o el enorme abismo entre la vida y condiciones de los de abajo de la sociedad y los sectores acomodados. Trabajaría para eliminar las barreras que han impedido que tantos jóvenes, especialmente los jóvenes negros y latinos, tengan oportunidades de trabajar con la mente, y les daría espacios para experimentar con nuevos enfoques en la cultura y otros aspectos de la sociedad.
Este tipo de sociedad es uno en que la gente querría vivir. Para forjarla, se necesitaría una revolución, la eliminación de esta estructura estatal y la construcción de una sociedad completamente nueva. Todavía no ha llegado la hora para hacer este tipo de revolución. Los que están en el poder no están suficientemente divididos entre sí, y el pueblo no está listo para arriesgarlo todo para la revolución.
Ya es hora y desde hace mucho ya es hora para hacer todo lo que podamos para acercarnos al día cuando podemos hacer este tipo de revolución. Esto significa difundir en todas partes el mensaje de que el sistema capitalista es el problema y que la revolución es la solución. Significa trabajar para forjar un movimiento revolucionario y un pueblo revolucionario. Significa conectar a la gente con Bob Avakian, el líder que tenemos para esta revolución. Significa movilizar a las personas a luchar contra el poder y a transformarse a sí mismas y a otros para la revolución. Nosotros en el Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, ESTAMOS FORJANDO un movimiento para la revolución. Hemos forjado las soluciones básicas para cómo lidiar con este sistema. Si usted odia lo que le hicieron a Sean Bell, si odia la opresión, si ama al pueblo y no le importan un bledo las probabilidades, tiene que entrarle a esto, apoyarlo, forjarlo y ser parte de ello.
La clase de brutalidad que concentra el asesinato policial de Sean Bell es el pan de todos los días en la sociedad norteamericana, a tan extremo que ha llegado a ser la norma para demasiados jóvenes. Tenemos que abrirles los ojos a la realidad que las cosas no tienen que ser así, que no tenemos que tolerar estos asesinatos y brutalidad oficiales, ni ninguna otra cosa vil que este sistema le hace a la gente, que podemos realizar un mundo diferente y mucho mejor por medio de la revolución.
¡TODOS SOMOS SEAN BELL!
¡TODO EL MALDITO SISTEMA ES CULPABLE!
¡EL SISTEMA CAPITALISTA ES EL PROBLEMA Y LA REVOLUCIÓN ES LA SOLUCIÓN!
Oficina de Carl Dix, Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, Box 941, Knickerbocker Station, Nueva York, Nueva York 10002-0900, 866.841.9139, extensión 2670
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