Revolución #197, 4 de abril de 2010


La batalla sobre la reforma de salud… La reacción fascista… y el potencial para una revolución REAL

Como un teatro de sombras, donde se proyecta el movimiento de las marionetas sobre una pantalla más grande, el enfrentamiento sobre la reforma de salud reveló y representa divisiones sociales profundas y volátiles tanto en los corredores del poder como en la sociedad en su conjunto. Y esto reveló el potencial de que los conflictos en la cima y la base de la sociedad se salgan del control y creen posibilidades inesperadas para que algo realmente radical irrumpa.

* * *

Cuando miles de manifestantes "patrioteros reaccionarios teabaggers" descendieron sobre el Capitolio para protestar por la reforma de salud, llamaron "nigger" al representante John Lewis (un afroamericano y veterano del movimiento de los derechos civiles). Al representante Barney Frank lo llamaron un "maricon" (quien es abiertamente gay). Escupieron sobre el representante James Clyburn, quien dijo a los reporteros: "Escuché a la gente decir cosas que no había escuchado desde el 15 de marzo de 1960, cuando estaba marchando para tratar de salir de la parte de atrás del autobús".

El Comité Nacional Republicano sacó un llamado a recolectar fondos que incluía una fotografía de Nancy Pelosi, la representante de la Casa Blanca, rodeada en llamas, mientras el presidente del comité declaró que era hora para ponerla a ella sobre "la línea de fuego".

Sarah Palin, la nominada vicepresidencial republicana del 2008 quien se proyecta como candidata seria para la presidencia, twitereó: "¡No se repliegue, al contrario: VUELVA A LA CARGA!" Y circuló un mapa que muestra los distritos representados por los congresistas demócratas que votaron por la reforma con la mira de un rifle sobre sus distritos.

Los demócratas que votaron por el proyecto de ley empezaron a recibir amenazas de muerte: se dejó un ataúd en el césped de uno y a otro se le dijo que francotiradores iban a matar a los hijos de los legisladores que han votado a favor. Las oficinas regionales de varios demócratas fueron objeto de ataques vandálicos y se cortó la tubería de gas de una casa que según los "patrioteros reaccionarios teabaggers" era la casa del representante Tom Perriello.

Invocación de una "guerra civil"

En un mitin de los "patrioteros reaccionarios teabaggers" en la capital, el representante republicano de Iowa, Steve King, gritó: "Si yo pudiera fundar un país con un grupo de personas, serán aquellos que han estado con nosotros estos últimos días. ¡Ojalá que no tengamos que hacer eso! ¡Apaleemos a golpes al otro lado! Eliminémoslos. Cacémoslos. ¡Habrá un juicio!"

Respecto a las palabras de King, un columnista del periódico The Des Moines Register escribió: "¿Dónde hemos oído ese sentimiento antes? El grito en pro de la secesión, el grito en pro de la violencia, la referencia a cazarlos a 'ellos'. Lo único que no mencionó King para completar el vínculo con la guerra de Secesión fue la raza. Pero otros del movimiento que King defiende han estado menos moderados, hasta escupen sobre congresistas afroamericanos y usan la palabra N en su contra".

Es significativo que un comentarista de la prensa establecida invoque paralelos a preparativos para la guerra de Secesión de Estados Unidos. Reconoce algo real. Para aquellos que desean un cambio real, esto encierra implicaciones serias que hay que entender correctamente y hay que actuar con la urgencia y enfoque apropiado.

¿Todo esto por causa de la reforma de salud?

Todo esto por causa de un proyecto de reforma sanitaria que promete tan poco (ver el recuadro "¿Qué hay en el proyecto de ley de reforma de salud?"). La pregunta es: ¿Qué hay realmente detrás de todo esto?

 

¿Qué hay en el proyecto de ley de reforma de salud?

Cuando Barack Obama se postuló para la presidencia, dijo que los servicios de salud "deberían ser un derecho para todo estadounidense". Suena a una propuesta modesta, algo semejante a lo que otros países capitalistas avanzados prometen, como Canadá, Japón y la mayoría de los países europeos.

Con las reformas, en tres meses, los padres podrán suscribir un seguro para sus hijos y para sí mismos con "condiciones preexistentes" mediante la subvención de un programa de seguros de alto riesgo, y en cuatro años habrá más opciones. Como dijo el cineasta Michael Moore: "Es posible, me entienden, que mueran de 20 a 40 mil personas más en el ínterin de aquellas que en otra situación hubieran recibido ayuda si hubiéramos eliminado la estipulación de condiciones preexistentes para todos los ciudadanos". Con el paso del tiempo, en un lapso de diez años, el proyecto de ley llegará a cubrir con un seguro de salud a 32 millones de estadounidenses que hoy no tienen seguro, a condición de que casi todos compren un seguro mediante intercambios privados.

Pero la situación general para los servicios de salud en Estados Unidos seguirá siendo un horror. No hay restricciones sobre los aumentos de los precios de las aseguradoras. La mitad de todas las personas que se declaran en bancarrota personal serán producto de la falta de recursos para pagar las galopantes cuentas de servicios médicos.

Por debajo de la erupción de furia por la aprobación de la ley de reforma de la asistencia sanitaria existen dos concepciones dentro de la clase dominante de este país que se oponen y se enfrentan sobre cómo mantener el "contrato social" en los Estados Unidos.

Ese "contrato social" requiere que una parte suficientemente grande de las personas están convencidas de que el gobierno representa sus intereses, que la sociedad es relativamente cohesionada y estable y por lo menos amplios sectores de la "clase media" aceptan la legitimidad de este sistema capitalista. Y requiere que el uso de la fuerza por la estructura de poder (y sólo la estructura de poder) es visto como legítimo. Un elemento fundamental para que el sistema mantenga el poder es el aparato represivo que hoy encierra a millones de personas en las cárceles, hace cumplir las condiciones de un estado policial en los centros urbanos y espía y reprime el disentimiento y a los disidentes.

El tejido social que una vez mantenía cohesionado a los Estados Unidos viene deshilachándose. Desde el colapso de la antigua Unión Soviética en 1991 y desde que los EE.UU. se convirtió en la única superpotencia en el mundo, se han operado cambios radicales tanto en el mundo como en la economía de EE.UU. Éstos incluyen la desaparición (o el desplazamiento) de millones de empleos relativamente bien remunerados en el área de la manufactura que proporcionaban "el estilo de vida americano" para grandes sectores de personas. Y la crisis económica actual está en gran medida intensificando esto. En varios estados, los niveles de desempleo están aproximándose a aquellos que se vieron durante la Gran Depresión de la década de 1930. Esto es lo que contribuye más a un sentimiento generalizado de inestabilidad e inseguridad.

Y la crisis económica ha tenido un impacto mucho peor sobre las personas negras y latinas. Hoy, por ejemplo, la riqueza media de las mujeres solteras blancas en los EE.UU. es de $ 41.000 (la mitad de todas las mujeres blancas solteras tienen más de $41.000 y la mitad tiene menos). Por el contrario, la riqueza media de las mujeres solteras latinas es de $120 y la de las mujeres afroamericanas es de $100.

Y ha habido otros grandes cambios sociales. La posición de la mujer en la fuerza de trabajo ha cambiado radicalmente en las últimas décadas. Las actitudes hacia las lesbianas y los gays han cambiado. Ha habido grandes cambios demográficos en la composición de la sociedad y pronto la mitad de todos los niños nacidos en los EE.UU. no serán blancos.

Estos cambios están teniendo lugar en una sociedad donde las personas negras y de otras nacionalidades oprimidas lograron avances reales aunque limitados durante los movimientos por los derechos civiles y de liberación negra. Éstas y otras concesiones que dio el sistema durante y después de los años 60, como la acción afirmativa, los cambios en lo que se enseñaba en las escuelas y el derecho al aborto están bajo asedio. En muchos casos, estas concesiones han sido brutalmente truncadas. Pero estos cambios han sido factores de desestabilización que deshilacharon la cohesión social tradicional de la supremacía blanca y masculina en Estados Unidos.

Junto con estos problemas internos, la ocupación estadounidense de Irak y la guerra en Afganistán han creado serios problemas para el imperio de EE.UU. Bush y compañía creían que pudieran golpear con relativa facilidad el Medio Oriente hacia la subyugación completa. Pero los EE.UU. se han empantanado en Irak durante más de siete años. Y están profundamente atascados en Afganistán. Estas dificultades han creado posibilidades para que las potencias rivales y aliados maniobren y busquen opciones para ampliar su rol e influencia a expensas de los EE.UU.

Por un lado: una agenda fascista...

La naturaleza extrema de la situación se refleja y se revela en la extrema refundación de la sociedad norteamericana por la que clama el sector de la clase dominante identificado con el Partido Republicano.

Para ellos, la iglesia y la familia —y la religión cristiana fundamentalista tradicional y los valores represivos draconianos de la familia— deben asumir un papel radicalmente mayor en el funcionamiento de la sociedad. Dios, armas (en manos de los racistas, vigilantes anti-inmigrantes y fascistas) y la religión se afirman de manera vengativa.

En muchos sentidos, en el corazón de esta agenda está el tipo de racismo virulento que se desató abiertamente en contra de los congresistas negros y el tipo de vil imposición de los roles de género tradicionales que hicieron al único congresista abiertamente gay el blanco de este veneno en particular.

Como un componente crítico de este reaccionario re-cohesión de los EE.UU., estas fuerzas demandan una afirmación del virulento individualismo perro-que-se-come-a-perro que busca ser #1, mientras desvarían contra el "gran gobierno". En su página web Sarah Palin proclama: "La protección de la buena salud es en gran medida una cuestión de responsabilidad personal". (Piense en las implicaciones crueles y desquiciadas de esa declaración en un mundo de lugares de trabajo tóxicos, epidemias mundiales, una inminente catástrofe ambiental planetaria por un lado, y por el otro enormes recursos que podrían movilizarse para curar enfermedades y mejorar la salud de las personas.)

Cuando los estudiantes a través de California protestaron contra los recortes draconianos en la educación pública, el reaccionario locutor Glenn Beck declaró: "[La educación] no es un derecho. La Constitución no menciona eso. Permítanme aclarar: La Constitución de los Estados Unidos no menciona eso. Pero hay algunas constituciones que sí lo mencionan, como la soviética. Déjame ayudar a 'salvar la educación': los derechos no provienen del gobierno, provienen de Dios".

Un elemento clave en todo esto es la introducción de los fascistas cristianos y la política reaccionaria en el funcionamiento del ejército de los EE.UU — que históricamente ha "estado por encima de" conflictos particulares de la clase dominante. En febrero de 2009, un episodio del programa de Glenn Beck en el noticiero Fox, llamado "Sala de guerra: 'El efecto Bubba' — Ley marcial, saqueos, hiperinflación, depresión, caos, Estados Unidos implosiona", planteó una situación de un levantamiento fascista armado para "recuperar a Estados Unidos" y restaurar sus raíces blancas, cristianas... y su destino... tal como ordenó Dios. Una parte importante de esta situación proyectaba que este levantamiento fascista contaría con el apoyo, y no con la oposición, de los militares de EE.UU. (busque en YouTube "Glenn Beck" y "Bubba Effect").

Durante muchos años, estas fuerzas han estado forjando organización en las fuerzas armadas de EE.UU. a través de redes de evangélicos fundamentalistas cristianos y movimientos que reclutan a soldados en servicio activo, policías y ex combatientes para desobedecer las órdenes que consideren ilegales o en contra de la Constitución (tal como la han reinterpretado radicalmente los fascistas cristianos).

Los demócratas — los mismos objetivos básicos... diferencias reales

Es importante no subestimar a qué grado la agenda que domina el Partido Republicano requiere de la ruptura con las ideas, estructuras y valores que en general han mantenido a los "Estados Unidos juntos" desde su fundación. Los republicanos quieren destripar y reescribir el contrato social forjado por los fundadores de los Estados Unidos en la Constitución — y en particular el concepto de tener a los EE.UU. como una nación secular.

Los demócratas están convencidos de que este programa —de una teocracia fundamentalista cristiana basada en el individualismo extremo y la represión brutal— no es un camino viable para mantener a los EE.UU. como la superpotencia dominante del mundo. Tampoco ven esto como un camino viable para volver a cohesionar la estabilidad social interna en los EE.UU.

Si bien los desacuerdos sobre la política exterior no están surgiendo con fuerza en este momento, hay diferencias importantes y potencialmente explosivas entre estas dos facciones de la clase dominante sobre cómo (pero no si) desplegar el ejército de los EE.UU. para imponer los intereses del imperio de EE.UU.

Hay una crisis económica importante. Y hay una sensación generalizada de inseguridad y desorientación en la sociedad. Los demócratas insisten en que para mantener este país, es necesario que haya un gobierno secular y un sentido básico de seguridad económica y de servicios sociales básicos. Se informa que hubo una tensa reunión entre la presidenta de la Cámara Nancy Pelosi, que jugó un papel clave en impulsar el proyecto de reforma sanitaria en el Congreso, y el Jefe del Gabinete de la Casa Blanca, Rahm Emmanuel (que al parecer estaba aconsejando a Obama para dar marcha atrás sobre la reforma de asistencia sanitaria). Justo antes de esto, Pelosi emitió un comunicado que decía: "No podemos decirle [al pueblo estadounidense], al final del día, bueno, tuvimos una idea, tuvimos una visión, teníamos una mayoría, pero el proceso no nos permitió hacer un cambio para sus vidas". En esencia, Pelosi dijo, en un mensaje que parecía estar dirigido a la Casa Blanca y otros líderes demócratas, que estaban en juego la credibilidad de éstos y la legitimidad del sistema1.

Pero para los demócratas, se define en términos limitados el mantenimiento de una red mínima de protección social. Incluye sistemas de escuelas públicas y uno que otro papel del gobierno en materia de seguros de salud, pero no aborda las profundas desigualdades en este sistema. La justicia social "no está en la agenda".

Un ejemplo fuerte de los términos de lo que hoy se erige como la agenda de la clase dominante liberal es el mensaje transmitido en una serie de reuniones celebradas en la Casa Blanca con el Rdo. Al Sharpton, entre otros. En un artículo sobre el papel de Sharpton, el Wall Street Journal resumió: "El Sr. Obama se ha resistido a los llamados de orientar un programa económico a los afroamericanos, diciendo que los programas que ayudan a la economía en general 'llenan todos los molinos'". Tales formulaciones como "llenan todos los molinos", que se oponen a reconocer o tratar la historia y la realidad de la discriminación contra las personas negras, los latinos, los indígenas norteamericanos y otros, tradicionalmente han sido las consignas de la "derecha" y de los republicanos. El papel de Sharpton como punta de lanza de la Casa Blanca en esto es particularmente escandaloso.

En una palabra, hay dos agendas aguda y duramente en contienda dentro de la clase dominante que se reventaron cuando se aprobó la reforma sanitaria, y la rebelión de los patrioteros reaccionarios del Tea Party.

Ellos no tienen las cosas bajo su control... otro camino es posible

Los contornos emergentes de los conflictos sociales sísmicos no auguran nada bueno para el pueblo, por no decir otra cosa. Las fuerzas fascistas teocráticas están movilizando su base de racistas, fascistas y lunáticos religiosos con la retórica incendiaria que estalló en forma de ataques físicos a raíz del proyecto de ley de salud. En contra de ellos, en la alineación actual de fuerzas, los demócratas están decididos a forjar un estado "adelgazado y formidable" que administre servicios sociales mínimos. Ambas visiones son horrores en que las masas no tienen ningún interés.

Un elemento poderoso en toda esta ecuación es la subyugación del pueblo negro y su continua resistencia. Los republicanos exigen la re-afirmación abierta de la fea supremacía blanca norteamericana. Los demócratas promueven la diversidad en la cúpula —ponen rostros morenos y latinos en altos puestos— al tiempo que mantienen la supremacía blanca estructural en todos los ámbitos de la sociedad desde los trabajos hasta la vivienda, la educación y la cultura. Y hacen esto, mientras que culpan a la gente oprimida de su propia opresión. Y la agenda de los demócratas mantiene el régimen de almacenamiento inconstitucional, ilegal y desmedido de cientos de miles de jóvenes latinos y negros en las cárceles.

Incluso con la integración de algunos afroamericanos dentro de la clase media y unos pocos en posiciones de poder de la clase dominante (incluyendo hoy en la Casa Blanca), siguen siendo desesperadas las condiciones de las personas negras — especialmente los "de abajo" de la sociedad en los barrios pobres de las ciudades. Ésta es una contradicción aguda para los que gobiernan este país, la cual plantea la posibilidad de salirse del marco en el que la clase dominante la pueda contener. Eso es algo que tiene el potencial de contribuir a una revolución. Y los que mueven los hilos de los fascistas del Tea Party reconocen ese potencial también, pues ven este potencial como una profunda amenaza a toda su agenda.

Retos complejos y serios

La gran mayoría de las personas en este país no tienen ningún interés en mantener este sistema de opresión. Sin embargo, sí tienen un interés en la defensa de los derechos de las personas y en oponerse al racismo desenfrenado y a la imposición de los valores opresivos que están fomentando los tipos como los del Tea Party.

Hacer esto será un reto complejo y desafiante. Bob Avakian, el líder del Partido Comunista Revolucionario, ha bregado profundamente con estos retos. Hace poco, recalcó: "Puede surgir la necesidad, y de hecho es casi seguro que surgirá la necesidad, de que las fuerzas revolucionarias conscientes tomen la delantera para oponerse a ciertas iniciativas fascistas que toman la forma, cuando menos en un grado significativo, de ataques contra derechos y normas democrático- burgueses y, quizás en ciertos casos, hasta de ataques a ciertas figuras identificadas con la democracia burguesa y el liberalismo; sin embargo, déjenme subrayar, esto no se debe hacer de modo que promueva y defienda la democracia burguesa y los líderes políticos democrático-burgueses, sino al contrario, se debe hacer de modo que redefina radicalmente esto y lo dirija contra todo el sistema de dominio burgués, es decir la dictadura burguesa (que en realidad es lo que representan las estructuras políticas dominantes de este país) y el sistema capitalista imperialista que ese dominio impone" ("Contradicciones todavía por resolver, fuerzas que impulsan la revolución", en línea en revcom.us).

Nada en el mundo se desarrolla en una línea recta y un conflicto que se inicia con una serie de términos y "alternativas" podría experimentar una ruptura y llegar a ser un tipo diferente de conflicto con un resultado diferente, revolucionario. A medida que los conflictos entre los sectores rivales de la clase dominante se intensifican e incluso desembocan en enfrentamientos abiertos, podría ponerse en tela de juicio la legitimidad general del viejo orden entero.

Cuando dos sectores de la clase dominante estén como perro y gato, cuando se deshilachen las normas sociales en que la gente se ha acomodado, cuando se ponga en juego la forma general en que la sociedad está organizada... la gente intentará (y agotará) todo tipo de caminos y programas. Pero en medio de eso, podría nacer una alternativa revolucionaria real. Esto sería posible si, al comienzo de esa situación, millones de personas supieran de los revolucionarios y su programa. Sería posible si, al inicio de tal crisis, millones de personas estuvieran conscientes de la dirección revolucionaria. Y sería posible si hubiera un núcleo revolucionario alrededor del cual la gente pudiera aglutinarse. En esas circunstancias, se podría arrebatar de la situación un poder estatal revolucionario completamente nuevo.

Cualquier resolución de la situación actual supondrá gran dislocación, sufrimiento y sacrificio. La pregunta es: ¿llevará todo eso simplemente a una reconfiguración del sistema actual de explotación y opresión? O bien, ¿será posible arrebatar de esta situación una solución revolucionaria?

Nota

1. Otros comentaristas se han centrado en las intervenciones hechas por Barack Obama en el sentido de decir que la reforma del sistema sanitario debería ser aprobada, ya sea popular o no, porque es lo correcto. Pero esos comentarios fueron hechos para el consumo público, después de que la posición de Pelosi fue establecida y parecía probable que el proyecto de ley sería aprobado. Por otro lado, Pelosi hizo sus comentaros con más franqueza para sus compañeros en el liderazgo del Partido Demócrata. [regresa]

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