Revolución #242, 14 de agosto de 2011
Entrevista de Revolución a Raymond Lotta
El debate sobre el tope del endeudamiento, la crisis global y la despiadada austeridad
Revolución: Raymond, estamos conversando en el momento en que el presidente Obama y los líderes del Congreso de los bandos republicano y demócrata han alcanzado un acuerdo tentativo que recortaría millones de millones de dólares de gastos del gobierno federal en los próximos diez años. Pronto, el Congreso votará sobre el aumento de dicho tope. Hay muchas cuestiones importantes que podríamos tratar pero empecemos con algunos puntos básicos. ¿Qué es el tope del endeudamiento?
Raymond Lotta: El tope del endeudamiento es el límite impuesto sobre el monto de dineros que el gobierno federal puede pedir prestado para cubrir sus actuales obligaciones financieras. Tales obligaciones abarcan los gastos militares, los programas como Medicaid y Medicare, la administración y los salarios del gobierno, y los pagos del principal y del interés de la deuda a los inversionistas tenedores de los certificados de la Tesorería federal. Un aumento del tope permitirá que el gobierno pida prestado más dinero. Cuando el gobierno erogue más dineros de lo que recibe por concepto de impuestos, la diferencia se llama el déficit.
La deuda nacional es de más de 14 millones de millones de dólares, la cual se ha acumulado para cubrir los anteriores déficit presupuestarios.
Se aumenta el tope cuando se acaben los dineros del gobierno para cubrir sus obligaciones. Cuando el gobierno no tenga para pagar a sus acreedores, está en moratoria o cesación de pagos.
Revolución: ¿Por qué tiene el gobierno una deuda tan grande?
RL: Tres factores rigen el enorme aumento del endeudamiento público de los últimos años.
Primero, la severa contracción de la economía de 2008 a 2009. La disminución de la actividad económica condujo a un fuerte descenso de los ingresos del gobierno. La continuación del lento ritmo de la economía ha reducido el monto de los impuestos que el gobierno recauda y ha aumentado el monto de dineros que el gobierno eroga para cosas tales como el seguro de desempleo, vales canjeables por alimentos y demás.
Segundo, los recortes fiscales adoptados bajo George W. Bush en 2001 y 2003 pusieron límites sobre el monto de los impuestos que el gobierno podía recaudar.
Tercero, las guerras de conquista imperial de Estados Unidos en Afganistán e Irak han aumentado el endeudamiento. En la última década, el gobierno destinó más de un millón de millones de dólares para estas guerras. La ocupación militar de Afganistán, con el aumento de soldados bajo Obama, cuesta unos 2 mil millones de dólares al mes.
El presupuesto militar es uno de los “sórdidos secretos” de esta crisis del erario. No se dice mucho al respecto. Ni se habla de su verdadera magnitud. En el caso del presupuesto de 2012, más el presupuesto complementario para las guerras de Irak y Afganistán, el presupuesto militar es de unos 700 mil millones de dólares. Pero eso no da una idea precisa de lo que el gobierno destina a los rubros de las fuerzas armadas y la seguridad. En realidad, el monto es mucho mayor, de unos 1.2 millones de millones de dólares, o cerca del 40% del presupuesto del gobierno, al incluir cosas como el presupuesto de la CIA y de la Agencia de Seguridad Nacional, la investigación en armamento nuclear del Departamento de Energía, la amortización de la deuda de las anteriores guerras y los sistemas de armamento. Todo ello para mantener el dominio estadounidense sobre el planeta.
Y en el momento en que empezaba a caldearse el debate sobre la deuda y el presupuesto en el Congreso, Obama abrió un nuevo frente militar: en Libia.
El déficit federal de Estados Unidos hoy es de cerca de 9 a 10 por ciento del producto nacional bruto… que es aproximadamente tres veces el promedio de los últimos 30 años.
Revolución: Así que ésos son los principales factores que rigen la deuda. Pero, por otra parte, está en marcha un gran debate.
RL: Las personas tienen cierta forma de ver todo esto, y tienen muchas interpretaciones erróneas. Eso no es un accidente. Los medios de comunicación, los políticos y los llamados expertos lo han presentado de cierta forma, y muchas personas se han dejado llevar por ello. Hablo de la idea de que existe una “división partidista” egoísta en Washington que es necesario zanjar para el “bien común del país”. Hablo del mantra de Obama de que todos por igual tienen que hacer sacrificios por el bien común del país y que los ricos tienen que pagar su proporción justa de los impuestos, y ese populismo tuvo cierto atractivo por un tiempo. Se declara con chovinismo que le sería terrible a la “posición de Estados Unidos” que éste cesará los pagos de su deuda.
Todas esas ideas o no son ciertas en absoluto o en realidad no van a la esencia de lo que pasa en los hechos. En efecto, las personas no entienden los puntos de acuerdo y de desacuerdo de los republicanos y los demócratas ni sobre qué están peleados. Aquí me cabe poner en claro desde el principio que este acuerdo “de compromiso” que alcanzaron fue un acuerdo mutuo entre dos programas que en AMBOS CASOS no correspondían a los intereses del pueblo.
Revolución: Bueno, ¿cuál es la esencia de lo que pasa?
RL: La lucha sobre el tope del endeudamiento es una expresión de los profundos problemas que tiene el imperialismo estadounidense. Hablo de los efectos de la crisis de la economía mundial… un entorno económico internacional en un estado de fluctuación… y las contradicciones y limitaciones presupuestarias concretas que acompañan la gigantesca acumulación del endeudamiento público y privado.
A la vez, poderosas fuerzas de la clase dominante han aprovechado el fantasma de una cesación de pagos para continuar e intensificar un embate sin precedentes contra el gasto social del gobierno para cosas tales como la educación, la salud y los programas de ayuda social como el Seguro Social. Están aprehendiendo el momento para acelerar la ofensiva ideológica con el objeto de movilizar opinión pública en apoyo a la idea de que “el gobierno vive por encima de sus posibilidades”, que las erogaciones para programas sociales se han salido de control, el reaccionario argumento de que todos tenemos que dejar de pedirle cosas al gobierno, que el gobierno no debería estar dando “dádivas” a aquellos que no las merecen y que están viviendo a expensas del gobierno.
Revolución: Hablan mucho de apretar el cinturón y hacer sacrificios.
RL: ¿Sacrificios? Pues, casi uno de cada seis trabajadores está desempleado o subempleado o ha dejado de buscar trabajo porque hay tan poquitos trabajos… y la duración media del desempleo es hoy más larga que en cualquier momento desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
¿Sacrificios? La Fundación Pew acaba de publicar un estudio sobre lo que le pasó entre 2005 y 2009 a la riqueza de las familias en Estados Unidos, tal como se mide en términos de casas, coches, ahorros y demás. Los negros, latinos y otras personas de color sufrieron el mayor golpe. El valor neto de los hogares latinos cayó en un increíble 66% y el de las familias afroamericanas cayó en un 53%. La riqueza de un tercio de las familias negras y latinas está en cero.
El grueso de esta pérdida de riqueza es el resultado del colapso del valor de las casas y la crisis hipotecaria subprime. Millones de personas fueron seducidas por préstamos supuestamente asequibles. De ahí, millones de personas terminaron por estar en moratoria hipotecaria. Los préstamos hipotecarios chuparon los ahorros y futuros ingresos de millones de personas. De ahí, combinaron los préstamos en instrumentos financieros exóticos y los vendieron en los mercados globales.
He aquí el funcionamiento del mercado. Transforma una necesidad humana básica, la vivienda, en un objeto de inversión y especulación. Luego, la cosa se vino a pedazos. Millones de casas están desocupadas, porque es más importante que los bancos ejerzan sus derechos de propiedad que las personas tengan vivienda.
El mes pasado, 25 millones de personas buscaban trabajo de tiempo completo. De 8 a 10 millones de familias viven la amenaza de una ejecución hipotecaria. La desigualdad de ingresos entre familias blancas, y familias negras y latinas, está a su mayor nivel desde hace décadas. De ahí, cometen la obscenidad de pedir que la gente haga sacrificios a fin de rescatar a un sistema que destruye vidas, que perpetúa y aumenta la desigualdad social. Como se sabe, presentan todo eso como si todos “pusieran de su parte”.
Revolución: Es obvio que la premisa aceptada del debate sobre el tope del endeudamiento, y sobre todo en estos momentos en que parece que se han amarrado un acuerdo, es que es necesario recortar fuertemente los programas públicos relacionados con la salud, educación, vivienda, etc.
RL: Durante semana tras semana, hemos estado escuchando este debate sobre la deuda y los plazos. No obstante, en todo el debate, una gran parte de la población ha resultado excluida del discurso: los pobres y los desempleados. Es como si, para la clase dominante, se hubiera eliminado la palabra “pobreza” del diccionario. La cantidad de trabajadores sin empleo ha disparado a niveles no vistos desde la Gran Depresión de los años 30. Pero, citando el título de un artículo del 9 de julio del New York Times, de Catherine Rampell: “De alguna manera, los desempleados se han vuelto invisibles”.
En la marcha de los acontecimientos, Obama ha llegado a ser el paladín líder de la austeridad fiscal, de enormes recortes del presupuesto público para programas sociales. Con la falsa superioridad moral del “compromiso bipartidista”, presentó a los republicanos un plan para reducir el déficit que agregaría un dólar de nuevos impuestos por cada cuatro dólares de recortes presupuestarios.
Revolución: ¿Y qué del acuerdo alcanzado el 31 de julio?
RL: De lo que he leído en la prensa, al parecer el acuerdo tentativo recortará tres millones de millones de dólares del gasto interno durante los próximos diez años, lo que incluye lo que gastan los organismos federales. Abarca diferente tipos de gastos sociales y sus efectos iniciales afectarán la educación, vivienda pública, sistemas de transporte público, protecciones ambientales y el programa Medicaid. De ahí, se aplicará por etapas una nueva ola de recortes después de las elecciones de 2012.
Revolución: Una buena parte de todo eso golpeará muy duro a los pobres.
RL: Tienes razón. Veamos las consecuencias. A fines de junio, el American Journal of Public Health publicó los resultados de un estudio muy aleccionador. Cuantifica cuántas muertes son el resultado de la pobreza, bajos niveles de educación y otros factores sociales en Estados Unidos. Descubrió que en el año 2000 de la muestra, 176.000 personas murieron debido a la segregación racial y 133.000 debido a la pobreza individual. Esas son muertes innecesarias. Se trata de las condiciones de la vivienda y del trabajo; de un reducido acceso a chequeos de salud, a servicios de salud de calidad; y de no estar en posibilidades de conseguir un seguro de salud.
Ahora, el nuevo plan de reducción del endeudamiento augura recortes de Medicare y Medicaid. ¿Qué clase de sistema pone la vida de los seres humanos en una subasta de austeridad fiscal? Esa es la lógica del capital. Este sistema no puede actuar al servicio de los intereses del pueblo. No lo puede hacer porque opera de acuerdo a la regla de las ganancias al mando.
De ahí, están tomando medidas para reorganizar dramáticamente el gasto público. La gente piensa que Obama se vendió o se rajó ante los republicanos, pero existe un consenso bipartidista sobre la necesidad de los recortes, a la vez que tienen desacuerdos sobre cómo hacerlo.
Revolución: Pero hemos presenciado un debate tan enconado sobre los recortes y el tope del endeudamiento.
RL: Un sector de la clase dominante, principalmente los republicanos de derecha, quiere ir a mayores extremos. Este sector quiere disolver cualquier apariencia de un estado que destine el gasto a programas sociales. Esto tiene muy poca relación con el déficit. Fíjese que George W. Bush aumentó el tope en siete ocasiones distintas. Pero para estos republicanos, el mayor endeudamiento no tenía gran importancia por lo que se refiere al financiamiento de las guerras de mayor imperio de Estados Unidos, pues lo estimaban aceptable dejar la pérdida de recaudaciones tributarias, debido a los recortes de impuestos de Bush, para el futuro, mediante un mayor endeudamiento.
Su irritación por el “gran gobierno” es ideológica. Es un ataque a la propia idea de que la sociedad tenga alguna suerte de responsabilidad organizada para con el bienestar del pueblo. Es una insensibilidad institucionalizada: “Si uno no tiene trabajo, es su culpa”; “Si usted no tiene servicios de salud, pues eso es su problema”.
El Wall Street Journal sacó un artículo la semana pasada que sintetiza algunos aspectos del embate ideológico que están librando las fuerzas conservadoras. Sostiene que no se trata meramente de Obama… el problema se remonta a Franklin Delano Roosevelt y esta llamada “cultura de ayuda social” y “el ismo de la redistribución”. Está sosteniendo que ahora es el momento de arreglar cuentas. El Partido del Té le da un barniz de indignación popular contra “los excesos del gobierno”.
El análisis de Bob Avakian sobre “la pirámide del poder” en Estados Unidos arroja mucha luz sobre lo que pasa. He aquí una situación en que la clase dominante estadounidense está fuertemente dividida en la cima, otra vez, algo parecido a los demócratas y los republicanos. Ese sector de la clase dominante que corresponde aproximadamente a los republicanos ha estado a la ofensiva y ha estado encaminando la sociedad cada vez más en una dirección fascista. Los demócratas tienen fuertes divergencias con los republicanos sobre algunos elementos de cómo mantener la dominación global de Estados Unidos y cómo mantener “el orden social en el frente interno”. Pero no tienen divergencias sobre si hacer eso… en lo fundamental están de acuerdo sobre eso.
Esta dinámica está en juego en las riñas intestinas de la clase dominante sobre la manera de manejar la deuda. Está en marcha una aguda lucha en que figuran como grandes factores las agendas política e ideológica. Los republicanos han tenido la iniciativa y siguen teniéndola en esta batalla sobre la deuda.
Una crisis seria se compenetra con un embate ideológico
Revolución: ¿Cómo ves la relación entre el embate ideológico y la economía subyacente de la crisis presupuestaria?
RL: Primero, quisiera señalar que la mayoría de las críticas progresistas y radicales están argumentando que lisa y llanamente se ha confeccionado esta crisis de la deuda como una forma de promover agendas político-ideológicas. Considero que esa argumentación es incorrecta. El asunto tiene más complejidad que eso… pero en lo más fundamental, ESTÁ EN MARCHA una crisis económica global que constituye el marco más amplio de todo esto.
Lo que pasa en realidad es que está en marcha una crisis seria que se está compenetrando con un embate ideológico y que lo está alimentado más, embate que está relacionado con el establecimiento de nuevas normas de control social y represión.
Sería incorrecto concluir que la atención que la clase dominante está prestando a los déficit y la deuda es simplemente una cuestión de manipulación política. El capital tiene imperativos concretos para recortar costos y realzar la competitividad. Existen limitaciones concretas sobre los gastos públicos expansivos. Todo eso tiene que ver con “las reglas del juego” del capitalismo. Éste es un sistema de producción en pos de las ganancias basado en la explotación de la mano de obra asalariada. Éste es un sistema de acumulación competitiva en que las grandes potencias aspiran a tener ventajas y dominio en la chancha global.
La crisis evoluciona y presenta nuevos y grandes desafíos
Revolución: Bueno, adentrémonos más en la economía política.
RL: Es necesario poner la situación en perspectiva y poner esta emergencia fiscal en su marco global y rastrear la evolución de la crisis económica global mayor.
A fines de 2008, el núcleo financiero-privado del imperialismo estadounidense, hablando de los grandes bancos trasnacionales, estaba ante la amenaza de un colapso. Estos bancos padecían grandes pérdidas por préstamos insostenibles, no podían obtener capital y no estaban dispuestos a hacer préstamos a otros bancos. Rebasa el ámbito de la entrevista analizar todo esto aquí pero ésa fue una expresión de la anarquía del capitalismo. Estos bancos estaban creando instrumentos financieros cada vez más complejos para sacar ganancias y pasarles los riesgos a otros bancos. Para repetir, se trataba de las reglas del capitalismo en juego; recomiendo que vean un análisis de todo esto en un artículo que escribí en octubre de 2008: “Huracán financiero azota a capitalismo mundial: Quiebra del sistema y la necesidad de la revolución” (Revolución #145, 19 de octubre de 2008).
Esta turbulencia amenazaba con extenderse y socavar el sistema financiero global. El estado imperialista de Estados Unidos, como guardián de los intereses del capital, rápidamente entró al quite. El Banco de la Reserva Federal inyectó enormes cantidades de capital en la banca. El estado se convirtió en acreedor, prestando dinero a bajo interés a los bancos. Fomentó fusiones y consolidaciones en los niveles superiores de la banca privada. Propició que, de manera rentable, Citigroup, JPMorgan Chase y Bank of America incorporaran, adquirieran los activos de los bancos quebrados o en quiebra.
Además, existe una dimensión estratégica. La banca de Estados Unidos, con sus extensos y profundos mercados de crédito, y el dólar, que es la principal divisa de la economía mundial, son los ejes de la hegemonía imperial estadounidense sobre el sistema capitalista mundial. A la vez, Estados Unidos está ante nuevos desafíos, como el surgimiento de la Unión Europea como bloque más consolidado, y China, como potencial rival.
En 2009, esta situación ya había entrado a una segunda fase. La crisis financiera había evolucionado hacia un bajón económico generalizado que afectaba la economía mundial entera, y constituía la peor crisis económica desde la Gran Depresión de los años 30. Cayó bruscamente el volumen del comercio entre los países. Cayó la producción industrial mundial. Disminuyó el ritmo de la economía estadounidense. La bancarrota amenazaba a la Cía. General Motors. Disparó el desempleo.
El gobierno de Obama respondió emprendiendo un programa presupuestal con gastos públicos para bienes y servicios, varios proyectos infraestructurales y de energía, créditos tributarios, ampliaciones del seguro de desempleo y alguna ayuda financiera para los estados. El programa tuvo por objeto estimular el mayor crecimiento pero no lo logró.
Revolución: Se trata de una situación complicada con fenómenos económicos y políticas conscientes, moldeada por agendas ideológicas y políticas.
RL: La enormidad de la crisis financiera ha seguido presentando nuevos desafíos para los encargados imperialistas de la política. Las medidas que se han tomado generaron nuevas tensiones sobre las finanzas públicas. Un gran desafío para la clase dominante hoy es cómo hacer disminuir el endeudamiento de modo que no cause grandes trastornos en la economía mundial. Es una situación muy inestable. Y la manera en que Estados Unidos maneje y financie el endeudamiento público tendrá grandes efectos sobre la economía mundial.
Por ejemplo, el estado de la economía mundial: el hecho de que no se ha recuperado de la crisis financiera y el fuerte bajonazo de 2008 a 2009. Existen agudas presiones competitivas en la economía mundial.
De la batalla sobre el déficit, se pregunta: ¿por qué no se puede hacer que las corporaciones paguen más impuestos? Bueno, en medio de la crisis, las impuestos que pagan las gigantescas corporaciones capitalistas que son una parte clave de la economía estadounidense y del crecimiento económico de Estados Unidos pueden limitar su capacidad de ganar posiciones y ventajas competitivas en la lucha global por mercados, por nuevas tecnologías y por tener la capacidad de adquirir otras empresas.
Pero hay más gatos encerrados. Ésta es una economía mundial en transición; grandes realineaciones están en marcha en la economía mundial. Éste es un tema muy amplio y, para conseguir un conocimiento y análisis más completos de todo esto, recomendaría que lean la serie de cuatro partes que escribí, “Cambios y grietas en la economía mundial y la rivalidad entre las grandes potencias” (Revolución Nos. 136-138 y 141, 20 y 27 de julio, 3 y 24 de agosto de 2008). Pero aquí les puedo presentar algunos contornos básicos de la situación.
Al surgir la crisis económico-financiera, China salió como la segunda economía del mundo, y pronto superará a Estados Unidos como el mayor fabricante del mundo. Hoy, China es el mayor tenedor extranjero de la deuda pública de Estados Unidos. Se ha reciclado en los mercados financieros de Estados Unidos lo que China percibe por concepto de exportaciones, sobre la base de la mano de obra superexplotada en vastas zonas industriales. Hoy, crece el apalancamiento de China en la economía mundial.
Si China y otros grandes tenedores de la deuda de la Tesorería estadounidense palparan cierta inestabilidad y empezaran a transferir sus activos dolarizados a otras monedas e instrumentos de inversión, eso podría ejercer enormes presiones sobre el dólar. Podría desatar una enorme fuga desde el dólar hacia otras monedas. Si los acreedores extranjeros vieran riesgos en tener la deuda largoplacista de Estados Unidos, éste tendría que pedir prestado bajo un cronograma más corto. Eso haría que Estados Unidos fuera más vulnerable a trastornos e incertidumbres financieros.
Como señalé, el papel internacional del dólar le da enormes ventajas e influencia a Estados Unidos en la economía mundial. En esta coyuntura, ninguna otra moneda es capaz de sustituir al dólar como moneda principal del mundo. Pero se está erosionando la posición del dólar de Estados Unidos. Enfrenta nuevas amenazas competitivas.
Todo eso restringe el margen de maniobra del imperialismo estadounidense, a la vez que condiciona las respuestas de la política oficial y el debate al interior de la clase dominante.
Lo que se inició como una crisis de la banca se ha metamorfoseado hacia una crisis de la deuda pública de largo plazo en Estados Unidos y en otras economías capitalistas occidentales. Y la economía mundial todavía tiene profundos problemas económicos.
Los imperialistas estadounidenses enfrentan una gran contradicción. Están agobiados por enormes y crecientes deudas. La economía estadounidense no está creciendo. En la historia, una de las maneras que han lidiado con este problema es mediante el aumento del gasto público con el fin de estimular la economía. Pero eso genera mayores déficit y endeudamiento del gobierno.
Revolución: Hemos tratado muchos temas. ¿Estimas que más personas vayan a resultar insatisfechas con Obama, incluyendo aquellos que han estado apoyándolo? ¿Habrá más receptividad al cambio fundamental?
RL: Durante el último año, ha crecido un sentimiento de amargura y traición. Creo que este episodio sobre el presupuesto está suscitando más de ese sentimiento. Dicho sentimiento tiene profundas raíces en un creciente sector de la población. Eso tiene algo de peso en el actual ambiente. Pero, ¿adónde llevará?
De ahí, se recalca la importancia de lo que Bob Avakian ha estado planteando, de que no existe ninguna necesidad permanente de que las condiciones sean así. La situación no tiene que ser así. Hace poco, el Partido Comunista Revolucionario publicó la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto), la que expone una visión inspiradora y medidas concretas para construir una nueva sociedad. Se trata de una sociedad socialista. Se tendría un sistema económico que NO se basara en la explotación y las ganancias sino en satisfacer las necesidades del pueblo, superar las grandes desigualdades sociales de la sociedad, proteger el planeta y contribuir al avance de la revolución mundial. Una sociedad que trabajaría para alcanzar el objetivo final de un mundo comunista en que los seres humanos de todas partes estarían libres de la explotación, la opresión y los conflictos antagónicos destructivos, en que los seres humanos podrían ser dignos guardianes de este planeta.
Esta visión puede desempeñar un papel ideológico con enorme fuerza en el actual terreno. Propagar esta visión es una parte crucial de construir un movimiento para la revolución que podría gestar tal nueva sociedad.
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