Revolución #244, 28 de agosto de 2011


Alejandro del Fuego, un emancipador de la humanidad

Una celebración profundamente conmovedora de la vida de Alejandro del Fuego tuvo lugar en Houston el 23 de julio. Alejandro (Alex) fue un joven comunista revolucionario que murió trágicamente a la edad de 21, después de una valiente e inspiradora batalla de dos años contra el cáncer.

Una hermosa foto ampliada de Alex, con su incontenible e irresistible sonrisa, saludaba a todos detrás del podium. Al ver la imagen más grande que el mismo Alex —sonriendo, caminando a paso firme con propósito y llevando en el brazo un montón de periódicos Revolución— se me vino a la mente recuerdos cálidos, carcajadas, historias y suaves lágrimas que brotaron de todos los que asistieron.

El programa empezó con canciones de Bob Marley y Outernational —dos de los artistas favoritos de Alex— acompañadas de una hermosa presentación de transparencias con fotos de Alex. Las personas se pararon para hablar, cantar, leer poesía que habían escrito y de otras maneras relataron cuánto significó Alex para sí mismas — y además para millones de personas a través del mundo que nunca tuvieron el placer de haber conocido a Alex; que había vivido su vida demasiado corta con tanto significado, entusiasmo y alegría; lo que habían aprendido de él; su costumbre simpática de ponerles chistosos apodos a las personas a partir de sus nombres reales.

Había personas de diferentes orígenes y diferentes partes del mundo allí; jóvenes y revolucionarios veteranos; personas que viajaron de otras partes de Texas; personas de otras partes del país enviaron mensajes.

Un orador terminó su comentario con estas palabras: “Esta noche estamos ofreciendo una despedida final a un apreciado amigo, cuya muerte es en verdad trágica. Pero grabado en nuestro corazón y mente, nosotros siempre llevaremos un recuerdo vivo y colorido del hermoso y maravilloso ser humano que fue Alejandro del Fuego, un amado camarada, un emancipador de la humanidad”.

La noche terminó al cantar una canción clásica de Nina Simone “I Wish I Knew How it Would Feel to be Free”, otra canción que Alex amaba, iniciada como un poderoso solo, pero pronto se le unieron todos los presentes en un homenaje y adiós sentido y creciente a Alex.

 

Se leyeron las siguientes dos declaraciones en esta celebración de la vida de Alejandro del Fuego:

¡Alejandro del Fuego!

Cada vez que me senté para escribir esto, bregué con cómo empezar. Sin duda debería empezar con la tristeza que comparto con tantos otros por la pérdida de la joven vida de Alejandro. Pero luego, al reflexionar sobre los recuerdos de Alejandro, parece obvio que debería empezar con la alegría de haberlo conocido. Pronto, a ambos sentimientos los abruma la profunda inspiración que su vida despierta y el sentido de responsabilidad que Alejandro nos dejó. De hecho, la tragedia de su muerte dolorosamente temprana es aún mayor por el esplendor de su vida.

Alex vivía de tal modo que hizo que todos los que lo conocieron lo amaran intensamente. Hacía que las personas que acaban de conocerlo sintieran que importaban. Y, de más importancia, fue un joven profundamente comprometido con la revolución comunista cuya manera de vivir le daba prioridad a las necesidades y la vida de miles de millones de personas alrededor del globo a quienes nunca iba a conocer. Alex vivía de manera honrada; cuando aprendiera cosas sobre el mundo que significaban que él tenía que cambiar todos sus planes para la vida, lo hizo. Más de una vez.

Algo que siempre recordaré es la facilidad con que sonreía.

En la conmemoración para Alejandro en Libros Revolución, Lenny Wolff habló de unos recuerdos personales de Alejandro, así como de lo que dijo Bob Avakian sobre qué quiere decir vivir la vida con propósito, de su discurso “Cavilaciones y forcejeos”. Dijo que “la vida humana es finita, pero la revolución es infinita” y recalcó la trascendencia de la contribución de Alex a ese anchuroso río de la revolución que ha gestado los más liberadores capítulos de la historia humana y entraña el potencial de transformar la sociedad humana en las formas más profundas y liberadoras. Pero también recalcó la importancia de realmente valorar y recordar a la persona valiosa y específica que era Alex y la vida que éste eligió llevar.

Con eso en mente, quiero compartir al menos unos sabores de las historias y sentimientos manifestados.

Muchos en la ciudad en que estoy conocimos a Alejandro durante el Proyecto de Verano de la Juventud Revolucionaria en 2009 que contribuyó a lanzar la campaña del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, “La revolución que necesitamos... La dirección que tenemos”. Alejandro estaba muy decidido y rebosante de entusiasmo sobre casi cualquier cosa.

Por lo tanto, muchas historias tratan a el Alejandro que se ofrecía de voluntario: para enseñar al grupo entero cómo desfilar en formación, ir a una protesta contra la guerra para hablar en nombre del proyecto, ir a un multifamiliar nuevo o participar con otro voluntario en un loco viaje de un estado en busca de una reunión de agricultores orgánicos, la que resultó ser una fiesta de estudiantes borrachos de una escuela secundaria. Pero la sorpresa es que Alejandro estaba muy decidido e insistió en que, ya que habían viajado toda esa distancia, tenían que encontrar al menos una persona en la fiesta que estuviera interesada en la revolución y Bob Avakian. (Y la verdadera sorpresa, la cual sólo supe después de la conmemoración, fue que después de todo eso, Alejandro insistió en que volvieran a la casa del muchacho que los invitó y ¡terminaron por ver la charla Revolución de Bob Avakian hasta las tres de la mañana, aunque tenían que tomar un autobús a las 6 am para regresar a Nueva York y no perder la reunión matinal de los voluntarios!)

Muchas historias trataron su amor de la música y su entusiasmo para divertirse, de su insistencia en analizar profundamente “la base científica de la presencia de los ratones en los apartamentos” al brío con que dio brincos durante un concierto de Outernational una noche. Y después, participó no sólo en encabezar a un grupo a tomar el ferry de Staten Island, sino en convencer los compañeros a cantar el himno comunista “Torbellinos de peligro” mientras cruzaban las aguas, ello, de nuevo, a eso de las 3 de la mañana.

Una persona describió que su madre había preparado mucha comida para los voluntarios. De todos los voluntarios, fue Alejandro el único que aprendió su nombre (en lugar de simplemente llamarla la madre de esa persona) y se tomaba el tiempo para hablar con ella y compartir lo que estaba aprendiendo y haciendo para difundir la revolución. La hizo sentir que fuera parte de la revolución aunque tuviera grandes diferencias, en particular sobre la religión. De ahí, probablemente porque él se había ofrecido de voluntario para algo, ella y él se encontraron en una discusión con un dominicano muy reaccionario. La madre escuchaba mientras Alejandro discutía con este señor un rato y en un momento ella intervino con brusquedad, diciendo algo así como: “No estoy de acuerdo con todo lo que dice este joven, pero si estos jóvenes que están aquí haciendo la revolución pudieran quedarse para siempre, este mundo sería un lugar mejor”.

Una joven comunista habló de trabajar con Alejandro para escribir un artículo para el periódico Revolución. Ella describió, y yo no puedo dejar de reírme en voz alta al recordar esto, el primer borrador de su artículo. ¡N’ombre, él denunció en verdad los crímenes y atrocidades de Estados Unidos! Que había desatado masacres y tortura. Y había cometido actos de terror y destrucción. Fíjese, este artículo le daba y le daba y le daba en el grano. Y lo cierto es que Alejandro tenía un justo odio por esos crímenes de este país y una justa insistencia en que otros los conocieran. Pero, en serio, es probable que el artículo no movilizara a las personas que creían de modo distinto a él.

De ahí, ella y yo empezamos a preguntarle cómo llegó a tener esa comprensión que ahora tenía, qué fue lo fundamental que le cambió la forma de pensar, cómo se desarrolló su propia lucha interna. Él compartía abiertamente y nosotros aprendíamos muchísimo. Después de rato, uno de nosotros sugirió: “Creo que debes escribir eso”. Su respuesta fue tan inmediata, tan despreocupada y tan confiada, algo sencillo como “Sale vale, lo voy a enviar en la mañana”, que yo me preocupaba mucho de que él no hubiera entendido la transformación tan radical del contenido que esperábamos.

Pero en la mañana, exactamente como él prometió, recibimos otro borrador. Ninguno de nosotros pudimos dejar de leerlo hasta que lo terminemos. Como recuerdo, solo era necesaria una revisión. Así era él. Él escuchaba y pensaba en serio sobre las ideas que usted le planteaba a él, y consideraba profundamente lo que esas ideas tenían que ver con la realidad. El tomaba en cuenta los comentarios de otros al reflexionar sobre sus propias ideas, sin estar absorto en sí mismo.

Finalmente, mucha gente nos dijo que Alejandro tenía una fogosa pasión por la revolución. Qué tanto quería cambiar el mundo. Qué tan profundamente amaba a Bob Avakian. Qué tanto amaba la autobiografía de BA y la historia de su vida, y qué tanto entusiasmo tenía por adentrarse en la teoría que él ha desarrollado. En particular, qué tanta claridad tenía Alejandro sobre la importancia de dar a conocer la dirección de Bob Avakian en toda la sociedad y particularmente en la nueva generación.

En verdad, eso es lo que yo siempre recordaré de mi último encuentro con Alejandro. Yo tuve la oportunidad de ir a Houston y no lo había visto a él desde que se enfermó. No estaba preparada para el efecto físico ocasionado por el cáncer, al comienzo eso me impresionó mucho. Pero Alejandro se mantuvo tranquilo, con una sonrisa amplia y genuina. Tenía la cualidad especial de expresar calor y ser receptivo del amor de otros y ser fortalecido por dicho amor, y tenía abrazos para todos, al igual que nosotros para él. Después de eso, inspeccionó la comida, contó un par de chistes y se puso en una posición reclinada de donde él entraba y salía del sueño y también de la discusión.

En un momento alguien me preguntó por qué nosotros promovemos tanto a Bob Avakian, la persona. Preguntaron: “¿Por qué no promover solo su trabajo?” Alejandro había estado callado por un rato y no me había dado cuenta que estaba despierto, pero él se sentó y habló con gran claridad. Este es un pasaje de las notas que escribí después de la discusión: "Alejandro planteó que eso no era correcto porque muchas personas quieren saber qué clase de persona es BA y qué lo llevó a él a desarrollar la nueva síntesis. Empezó por comentar todas las cosas que él mismo apreciaba de haber conocido de BA a través de su autobiografía y también de las observaciones que hizo sobre la reacción de otras personas a la autobiografía. Mientras hablaba, desarrollaba su propio argumento. Dijo que negarse a promover a BA, la persona, tiene sus raíces en el individualismo pequeño burgués, en querer que todos sean igual, en vez de reconocer que, por lo que se refiere a dirigir y conceptuar el proceso de la revolución, BA está muy por encima de los demás”.

De nuevo, es difícil escribir esto sin montarse en la montaña rusa de tristeza y alegría y aterrizar en el sentido de inspiración y responsabilidad. Alejandro era muy valioso. Su persona en particular era única y la pérdida de él, yo sé, deja un enorme vacío en el corazón de muchas personas. En el mío también.

Pero, como dijo Bob Avakian: “El contenido de la vida de las personas —la calidad de esa vida, a lo que se consagran y se dedican y en última instancia de lo que se ha vivido, el que la muerte venga tarde o temprano— es lo más importante y da sentido de uno u otro modo a la vida de las personas, por corta que fuese en relación a la existencia infinita de la materia en movimiento”.

Alejandro dedicó su vida a la revolución con tremenda energía y entusiasmo consciente. Eso es algo verdaderamente grandioso, que no se ha apagado ni se ha terminado.

Pensar en la vida de Alex es algo profundamente inspirador… que él hizo, como cantó Nina Simone en “I wish I knew how it would feel to be free”, “dar todo lo que él estaba añorando dar”, que incluso ante la posibilidad de la muerte, él no lo hizo “por sí mismo”, y que actuaba con profunda moralidad, conciencia y convicción… y de nuevo, siempre con el corazón abierto y una amplia sonrisa. Hay mucho que aprender de Alex, incluyendo el desafío que esa brecha deja a otros de su generación y para todos aquellos que quieren un mundo mejor. Aprender de su vida y vivir como él. Como lo hizo él, conocer el mundo y nuestra responsabilidad con éste. Sacar valor de sus convicciones, buscar la verdad y saltar al río de la revolución. Adentrarse profundamente en Bob Avakian, correr la voz sobre esta revolución, satisfacer la necesidad más grande de crear un mundo emancipado.

* * * * *

Tuve la oportunidad de trabajar de cerca con Alex alrededor de un año, desde la distancia. Cuando se enfermó, casi inmediatamente después de volver del Proyecto de Verano de la Juventud en Nueva York, estábamos organizando un equipo nacional de personas que iban a ser parte de promover en línea una charla fundamental de Bob Avakian, Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es. Alejandro amaba esta charla, en sus palabras, es “una brisa de aire fresco”. Y sintió que hacerlo accesible en el Internet podría ser algo grande — tanto internacionalmente como para la juventud de este país. Le echó muchas ganas, con una gran determinación y creatividad. Pasamos mucho tiempo en el teléfono y en el Internet juntos y quiero compartir algunos pensamientos de lo que yo valoraba en Alex y algunas palabras de él que capturan su entendimiento de la grandeza de la revolución y el vértigo de estar vivo.

Alex asumió la responsabilidad de ser parte de iniciar una nueva etapa de revolución comunista muy seriamente — él sentía que tenía que dar a conocer lo que él había logrado entender sobre el mundo, tanto sus horrores, lo que sentía visceralmente, como el hecho que el mundo no tenía que ser así. Con un montón de confianza, él le hablaba a la gente sobre la dirección de Bob Avakian, que había alguien que ha desarrollado una nueva concepción de la revolución y el comunismo y estaba dirigiendo un movimiento para la revolución hoy en el mundo.

En sus palabras: “Sin esta síntesis de Bob Avakian y sin ganar a un número creciente de personas para que sean comunistas sobre esta base, la humanidad no solamente no podrá avanzar en cualquier sentido cualitativo, la destrucción ambiental (como solamente un factor) podría tener efectos devastadores y catastróficos en nuestra especie junto con las demás especies en el planeta y la biosfera”.

Se esforzó por adentrarse en el contenido de todo esto repetidamente y al trabajar juntos, hizo que nos mantuviéramos a la altura de cierto lineamiento.

Después de una llamada telefónica de este equipo, él me volvió a llamar para decir: “Me gustan mucho estos planes pero no creo que estemos adentrándonos en la teoría lo suficiente, creo que si en serio vamos a hacer esto, tenemos que adentrarle más en lo que representa esta charla, la que tiene que ver con la revolución”. Y estaba en lo correcto.

Usted escucha, en su declaración ante el evento del 11 de abril, una gran cantidad de seriedad y aprecio por estos avances teóricos. Él no quería tomar atajos o tomar el camino fácil en el trabajo con la gente pidiendo que hiciera esto o aquello. Quería que la gente diera un salto en su entendimiento como lo hizo él. Me escribió en un momento: “Existe una relación dialéctica entre las personas que están chequeando a Avakian (en particular la charla Revolución) y en esparcir su obra; aunque esto no es automático [aunque él es muy convincente :)], no tendríamos un crecimiento exponencial sin esto y si lo tuviéramos, ¿qué base tendría?”

Aquí, tengo que hacer una pausa y anotar qué tanto disfruté de su inclusión —en este correo muy serio— de una carita feliz… o, en otras ocasiones, que él deletrearía “laterz” con una “z”.

También entendía la importancia de lo que significaba para él dar saltos para ser un comunista y aprender todo lo que pudiera para satisfacer las necesidades ante nosotros. En un momento, escribió una carta dirigida a la gente nueva sobre la charla Revolución en línea. Todo lo que decía a cierto nivel era correcto, pero tengo que decir que yo no creía que realmente iba a conectarse con la gente… Por ello, él y yo hablamos sobre esto, metodológicamente, acerca de hablarles a nuevas personas, qué lo motivó a él si es que estaba llegando a esto por primera vez, él volvió a redactar la carta y resultó genial. Tomó el tiempo para escribirme después para decir: “Gracias por llamarme y trabajar conmigo y no nada más cambiarla por su cuenta”.

Pero él también pasaría de cosas muy serias a cosas dulces y ligeras. Combinaba este sentido elevado de lo que nos proponemos alcanzar, un enfoque muy serio hacia Avakian y lo que eso podría suscitar al dar a conocer su voz en la sociedad y una dulce sutileza que surgió de un sentimiento de unión, colectividad y alegría.

De un correo: “Después de todo… tengo la esperanza de estar fuera del hospital y de trabajar para llevar la posibilidad y la interacción con esta charla y con este líder a un nuevo nivel…”.

O del final de un correo:

“Simón a todos y buenas noches a todos. Lo siento, compañeros, me siento terrible hoy después de la quimioterapia por lo que voy a posponer estos mensajes para mañana temprano.

“Cuídense todos, es magnífico que hayamos manteniendo esta frecuente correspondencia unos a otros, se siente realmente como un equipo :-)”.

También era una persona muy abierta, curiosa y que sonreía con facilidad. Siempre tenía una respuesta para ¿qué estás escuchando, que estás leyendo? Junto con un sentimiento conectado a través de las páginas de Revolución, en un momento, le pregunté de dónde obtiene la esperanza y la inspiración en lo artístico. Me habló de esta fantasía animada que estaba mirando y me envió el enlace. A él le gustaba mucho la cultura que rompe nuevos moldes y aun en maneras muy creativas hasta excéntricas, ayudaba a las personas a pensar en otras formas posibles de relacionarse o de ser.

Luchó por mantener este espíritu en medio de sus condiciones difíciles, luchando con esfuerzos gigantescos. Aunque podría haber sido físicamente más fácil en cierto momento solo soltar la vida, soportó gran dolor físico porque él quería seguir viviendo. Me di cuenta que muy poco antes de que él muriera, cuando recibió unos muy malos resultados de la evaluación, le dijo a alguien: “No quiero morir, el mundo me necesita para ser un emancipador de la humanidad y aún no estoy listo para renunciar”. Quería seguir viviendo y quería seguir luchando.

A través de una tortuosa y dolorosa lucha, Alex mantuvo su amplitud de mente y corazón abierto, su sentido del humor y su profundo sentido de propósito y el fuego para hacer todo lo que él pudiera con todo lo que tenía para llegar lo más lejos posible para hacer la revolución y luchar con otros de su generación para entender su responsabilidad en relación al mundo y el potencial para la humanidad.

A tantos niveles, me siento complacida de haberlo conocido.

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.

Basics
Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es
From Ike to Mao and Beyond