Revolución #277, 12 de agosto de 2012
¿Son chistosas las bromas acerca de la violación?
Una versión levemente modificada de un artículo que apareció originalmente en el portal OpEdNews.com.
Desde hace una semana ya, en el internet se ha generado mucha controversia acerca de una broma malísima que hizo el comediante Daniel Tosh en un espectáculo de cómicos repentistas. De lo que se sabe, estaba en el escenario hablando de bromas acerca de la violación cuando una mujer del público le espetó: "Las bromas acerca de la violación nunca son chistosas". En ese momento, Daniel Tosh contestó: "¿No sería chistoso si cinco hombres ahora mismo violaran a esa muchacha?"
No, Daniel Tosh, eso no sería chistoso. La violación es un horroroso, denigrante, invasivo y duradero acto de violencia. Es una de las formas de violencia más comunes y más destructivas contra la mujer.
Además, su broma acerca de la violación tampoco era chistosa, ni para las personas a quienes les importa la mitad de la humanidad nacida femenina.
Es muy positivo que mucha gente en el internet y en la comunidad de los comediantes haya entrado a esta controversia. Una de mis respuestas favoritas es aquella en que el comediante Curtis Luciani describe una sociedad en que las mujeres les cercenan los penes a los hombres y de ahí le pide al lector imaginarse qué tan malo sería el que una comediante femenina hiciera bromas acerca de esto en el escenario.
Sin embargo, en lo principal, se han tergiversado los términos de esta controversia. En lugar de verlo como un problema de bromas misoginias (odia-mujeres), muchos debaten si existe la necesidad de censurar a los cómicos o si los cómicos deberían de atreverse a ir al límite. He aquí lo que escribió el New York Times: "Que quede claro: Existen tantas bromas acerca de la violación porque ese tema provoca risas. Como el Señor Tosh ya sabe, contarlas lleva un costo potencial, pero también lo tiene el proceso de cambiar el etos de los clubes de comediantes en los cuales se vale decir cualquier cosa con tal de que provoque la risa del público" (17 de julio de 2012).
No, no se trata de que los comediantes debieran tener la libertad de decir lo que quisieran y de ofender o de que se debiera censurarlos con tal de "proteger al público de ser ofendido". Insistir en nunca ofender a nadie crearía un ambiente muy sofocante y estéril ¡y un mundo muy aburrido para el cómico¡ Algo grandioso de la buena comedia es la manera en que hace ver desde nuevos ángulos lo que uno había aceptado por mucho tiempo, incluso mucho que se debería tirar en el basurero de la historia. Piense en cómo George Carlin se burlaba de la creencia en dios o de los muchos números de Richard Pryor que ponían de relieve el abuso y denigración cotidianos sufridos por los negros, incluyendo la brutalidad policiaca constante.
Se trata de lo que es lo principal en los hechos, lo que el New York Times y otros ocultan: el contenido de la broma y a grandes rasgos a quién y qué ofende una broma "insultante". ¿Ofende a los que están conformes con el statu quo de las guerras constantes, la enajenación social, la encarcelación en masa, la cacería contra los inmigrantes y la epidemia de la violencia contra la mujer? ¿U ofende a las víctimas de esos crímenes y a los que entienden el daño que causan?
En el caso específico de la violación, ¿la broma pone en ridículo y critica duramente la manera en que esta sociedad ha normalizado la violencia y la denigración en contra de la mujer? Eso podría ser muy refrescante y posiblemente muy chistoso. ¿O la broma denigra a la mujer y refuerza esa violencia y denigración, toma a la ligera el crimen de la violación y denigra más a sus víctimas y las humilla más?
Además, rechazo la manera en que casi todo el mundo dice que esa mujer que desafió a Daniel Tosh nada más le acosaba. He aquí una definición del diccionario de una persona que acosa: "persona que interrumpe a un orador para molestar".
Esa mujer no le acosaba a Daniel Tosh; no lo insultó ni dijo nada sobre su carácter. Sus comentarios no eran impertinentes. Se portaba con conciencia y con mucho valor. En respuesta, un comediante de renombre aprovechó la oportunidad y sus talentos para evocar el espectro de un ataque y violación de parte de cinco hombres ante un gran público.
¿Y dónde están las protestas contra lo que esa clase de humor lo hace para sofocar a las mujeres quienes de otra manera pudieran atreverse a desafiar una cultura de misoginia? ¿Dónde están las protestas contra los cientos de versiones del mensaje a los muchísimos millones de mujeres violadas, incluidas las "bromas" como la del Sr. Tosh, que dice que "no tiene tanta importancia" y que deberían "dejar de molestarse"?
De nuevo sobre lo que dijo el New York Times, las bromas que le restan importancia a la violación o que la celebran "provocan risas" (para los que las consideran chistosas) porque vivimos en una sociedad en que se prefiere cerrarse los ojos en el caso de la violación y la opresión de la mujer. Por un lado, existen relaciones de poder reales y opresoras en que la mujer es objeto constante de la violación, la muerte, los golpes, el menosprecio y la denigración. Por otro lado, nos dicen que la mujer se ha "ganado la igualdad" y que los puntos de vista abiertamente misóginos ya no se aceptan entre "la gente educada". En otras palabras, existe una profunda contradicción entre la supuesta "igualdad de la mujer" y la realidad de la subyugación y denigración grotesca y omnipresente.
Pero el que le parezca divertido a uno reírse de la violación depende de su manera de resolver esa contradicción. ¿Deberíamos abandonar la idea de que la mujer debería ser igual, y rebajarse abiertamente a odiar a la mujer? Si uno piensa de ese modo, considerará muy chistosas las bromas acerca de la violación, sobre todo porque sabe qué tanto le ponen el dedo en la llaga a la vida de la mujer. ¿O deberíamos desenmascarar las condiciones opresoras y horrorosas que enjaulan a las mujeres y luchar para obtener una plena y verdadera liberación? En este caso, esas bromas no serán chistosas porque uno entiende que, siempre que la misoginia sea una piedra angular de la cultura, los hombres nunca podrán considerar a la mujer como plenamente humana y las mujeres nunca podrán alzarse la cabeza.
Les dejo con un pasaje corto de una entrevista, larga y muy profunda que abarca varios temas, a Bob Avakian, el presidente del Partido Comunista Revolucionario. A. Brooks (un revolucionario de la generación joven que le hizo la entrevista) le preguntó a Bob Avakian cómo ha conservado su sentido del humor durante muchas décadas en la lucha revolucionaria. En su respuesta, BA no solamente señala lo que está mal con esa clase de humor que he venido criticando, sino también señala la necesidad y la enorme base para una cultura mucho más liberadora, inspiradora y llena de humor como parte de la lucha para hacer una revolución y emancipar a la humanidad:
"Si uno lucha en serio por la emancipación de la humanidad, existe — mira, la vida está llena de cosas graciosas. Bien, las personas distintas consideran que cosas distintas son graciosas, según sea su punto de vista. Fíjate que alguien contará una broma racista, y tú dirás: ‘Oye, eso está jodida’, y te contesta: ‘Sólo es una broma’. No, no es graciosa. No es graciosa porque conocemos el daño que hace y porque conocemos cómo contribuye a reforzar siglos de opresión brutal. Se da lo mismo con las bromas sexistas. Lo mismo con las bromas que denigran a los gay. Y así sucesivamente. Hacen daño. Refuerzan la opresión. Así que distintos grupos de personas consideran que distintas cosas son chistosas o no son chistosas, según sea su punto de vista y sus aspiraciones — qué tipo de mundo, en palabras sencillas, quieren y por el que luchan. Pero, en todo caso, aquellos que luchamos por un mundo libre de la explotación y la opresión y de los conflictos antagónicos entre la masa de la humanidad sin duda deberíamos ser capaces de encontrar —deberíamos encontrar de manera natural, en cierto sentido— muchas cosas de las que reírse y las cuales expresar en el humor y otras formas de cultura dinámica, aunque tengamos muchísima seriedad".
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