Las implicaciones genocidas de la solución de “un solo estado” de Trump para Palestina

25 de febrero de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

En una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, Donald Trump dijo: “Estoy mirando a una solución de dos estados y de un solo estado, y me gusta la que les guste a las dos partes. Puedo vivir con cualquiera de las dos. Estaba pensado que la solución de dos estados sería la más facil de las dos, pero honestamente, si Bibi (Netanyahu) y los palestinos, si Israel y los palestinos están felices, estoy contento con que ellos estén felices”.

A pesar del tono frívolo, fue una ruptura importante con lo que ha sido la política de Estados Unidos por más de 40 años. Tiene implicaciones ominosas y genocidas para el pueblo palestino. Y se entrelaza con toda una agenda fascista para la agresión estadounidense (e israelí) en todo el mundo.

En resumen: La “solución de dos estados” promete establecer un “estado” pequeño, indefenso, discontinuo (descompuesto) para el pueblo palestino que fue expulsado de sus tierras natales mediante la limpieza étnica para crear el estado de Israel. Jamás se propuso poner fin a la opresión del pueblo palestino. La solución de “un solo estado”, tal como la concibe Trump, es peor. Además, institucionalizaría la condición del pueblo palestino con menos derechos que los que tiene ahora. Anularía cualquier posibilidad de obtener un estado palestino de cualquier tipo, y descartaría cualquier aspiración del pueblo palestino a la liberación. Los términos “dos estados y un solo estado”, están enmarcados de tal manera que mantienen a Israel como un capataz de los intereses del imperio estadounidense en un momento de intenso conflicto entre el imperialismo occidental y la yihad islámica fundamentalista.

Por el pueblo palestino y por la humanidad, hay que romper con ese paradigma por completo.

La realidad de la solución de “dos estados”

Israel fue establecido después de la II Guerra Mundial, a través de la limpieza étnica de Palestina. Solo en 1947 y 1948, expulsaron con matanzas, bombardeos, violaciones y torturas a casi un millón de palestinos (la mitad de la población en ese entonces) de sus granjas, pueblos y ciudades. Los palestinos huyeron con lo que podían cargar. (“¿Bastión de ilustración O matón para el imperialismo? El caso de ISRAEL”, Revolución, 10 de octubre de 2010”). Desde entonces, las potencias mundiales del mundo —por medio de resoluciones de la ONU y otros acuerdos— le han prometido al pueblo palestino algún tipo de “estado”. Lo cual nunca ha sucedido.

Hoy en día, toda Palestina está esencialmente ocupada por Israel en diferentes formas: los territorios que han sido declarados parte de Israel; los territorios que son administrados por la “Autoridad Palestina” bajo el poder de Israel; y los territorios prometidos a los palestinos pero ocupados directamente por Israel (los “Territorios Ocupados”).

La limpieza étnica de Palestina y el continuo y creciente genocidio del pueblo palestino es un crimen histórico mundial. Ninguna “solución” ofrecida por Estados Unidos o que sirva sus intereses o los de Israel ha sido, o podría ser, algo que ponga fin a la opresión del pueblo palestino, o que cambie la naturaleza fundamentalmente ilegítima del estado de Israel. Y eso incluye cualquier versión de la “solución de dos estados”.

La “solución de dos estados” según Israel ni siquiera es un plan para un “estado”. En la conferencia de prensa, Netanyahu dejó en claro las condiciones que Israel ha establecido para una “solución de dos estados”. Dijo que requeriría “el reconocimiento del estado judío y que la seguridad de Israel y de toda la zona esté bajo su control”. “El reconocimiento del estado judío” significa que cualquier entidad palestina que acepte este acuerdo, aceptaría la legitimidad de Israel como una teocracia judía, con la consagración legal de ciudadanos de segunda clase para los palestinos (que son principalmente musulmanes, con una importante minoría cristiana). “El control de la seguridad sobre toda la zona” significa que a Israel se le concedería el derecho de imponer un reinado de terror contra los palestinos y su “estado” indefenso.

Además, los términos de cualquier “solución de dos estados” han sido definidos en práctica por la rápida y vasta expansión de los “asentamientos” israelíes en territorios que tendrían que ser parte de cualquier “estado” palestino viable. Estos asentamientos han significado la continua y creciente limpieza étnica de Palestina impuesta por cientos de miles de israelíes fuertemente armados, respaldados por la violencia del gobierno israelí. Y han sido parte de la división de la sociedad palestina en áreas separadas, amuralladas, encerradas y aisladas unas de las otras.

La “solución de un solo estado”, una luz verde para el genocidio

El paradigma de “dos estados” reconoce, al menos formalmente, las aspiraciones del pueblo palestino por la autodeterminación. Al cuestionar la “solución de dos estados”, y favorecer la “solución de un solo estado”, Trump dio luz verde para eliminar incluso ese reconocimiento formal. Esto presagia algo peor — para un genocidio mucho más intenso e inminente y rápido contra el pueblo palestino.

Esta “solución de un solo estado” no otorgará derechos formales (como una persona, un voto) para los palestinos y los israelíes. Institucionalizaría la discriminación extrema y abierta en el trabajo, la educación y otros ámbitos de la sociedad. Cómo sea que se la aplique, la “solución de un solo estado” desautorizaría formalmente cualquier responsabilidad ante el derecho internacional que supuestamente protege los derechos de los pueblos ocupados.

La “solución de un solo estado” sería una declaración genocida de que no hay nación palestina, ni pueblo palestino. Legitimaría el mito genocida de que (antes que las olas de judíos, abrumadoramente de Europa, se establecieran allí), Palestina era una “tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”. La imposición de la “solución de un solo estado” daría lugar a alguna forma de apartheid al estilo de Sudáfrica, o algo parecido al sur de Estados Unidos bajo el viejo sistema Jim Crow, en formas aún más crueles que las que existen hoy en día.

La “solución de un solo estado” institucionalizaría aún más el estatus del pueblo palestino como pueblo subyugado en su propia tierra, con aún menos derechos de los que tiene ahora. Sería un salto hacia descartar aún más las aspiraciones y la lucha del pueblo palestino por la liberación.

La “relación especial” que impone un mundo de horrores

Todo representante de los gobernantes de Estados Unidos e Israel —de todas las bandas políticas— afirma una y otra vez que la alianza entre Estados Unidos e Israel es una relación única y especial. Tienen razón. Durante cinco décadas, Israel ha sido una fuerza esencial para los intereses del imperio estadounidense no sólo en Oriente Medio, sino también en todos los continentes. Como un estado militar de alta tecnología armado, Israel mantiene a toda la región bajo el chantaje nuclear. Su ejército y agentes realizan invasiones, asesinatos y bombardeos contra sus vecinos, y más allá. En parte, esas acciones son impulsadas por los propios intereses de Israel, pero fundamentalmente sirven a los intereses del imperio estadounidense. (Véase Revolución #213, 10 de octubre de 2010, “Estados Unidos… Israel… y crímenes por todo el mundo”).

       

En este momento, el imperialismo estadounidense se encuentra enmarañado en un enfrentamiento feroz con la yihad islámica fundamentalista. Es un choque entre dos polos reaccionarios en el mundo. Pero desde la perspectiva de los gobernantes de Estados Unidos, esto hace que la “relación especial” con Israel sea más esencial que nunca. Estados Unidos tiene otros aliados en la región además de Israel, como Egipto y Arabia Saudita. Pero esos regímenes son inestables. Son odiados por las grandes mayorías en esos países. Y son amenazados por fundamentalistas yihadistas islámicos. Por otro lado, los gobernantes sionistas de Israel tienen una base grande y relativamente estable (por lo menos por ahora) de apoyo entre la población judía — en su abrumadora mayoría gente de ascendencia colonialista europea. E Israel no es tan solo una potencia militar feroz, tiene una poderosa economía de alta tecnología, un alto nivel de vida, y sus ciudadanos judíos disfrutan de los privilegios de tener una posición alta en la “cadena alimentaria” imperialista en un mundo de maquiladoras y tugurios.

Todo esto explica por qué Israel sigue siendo miembro del equipo yanqui aunque le causa problemas al dueño del equipo. “Problemas” en el sentido de que Estados Unidos tiene que lidiar con toda la indignación global que esto genera, incluyendo cómo los fundamentalistas yihadistas islámicos manipulan esa indignación y la desvían hacia su lado del paradigma del “choque de civilizaciones”, cual paradigma une tanto el imperialismo occidental como el fundamentalismo islámico. Y “miembro del equipo” en el sentido de que Israel es un aliado indispensable en este momento.

Hasta ahora, los gobernantes de Estados Unidos han lidiado con la contradicción entre Israel como “miembro de su equipo” y fuente de “problemas” por medio de un masivo apoyo militar, económico y diplomático, en combinación de vez en cuando con unas críticas públicas, por ejemplo tras un crimen israelí especialmente atroz contra los palestinos que cause una indignación mundial que ponga en aprietos al imperio. El mensaje de Trump sobre una “solución de un solo estado”, todo el tono y el contenido de su conferencia de prensa y toda su campaña representan el abandono del elemento de “crítica pública” del paquete y dan a Israel luz verde para llevar a cabo mayores crímenes.

Cerca del final de la administración Obama, Estados Unidos hizo algo que casi nunca hace y se negó a vetar una resolución de la ONU que criticó los asentamientos israelíes. Trump estalló. Tuitió: “Antes tenían un gran amigo en Estados Unidos, pero.... ya no. ¡El comienzo del fin fue el horrible acuerdo con Irán, y ahora esto (ONU)! ¡Mantente fuerte Israel, el 20 de enero [el día de la toma de posesión de Trump] se avecina rápidamente!” Una vez en el poder, Trump designó a David Friedman para ser embajador ante Israel. Un comentarista israelí dijo que Friedman “quizás encaje” en uno de los partidos israelíes extremistas, “pero sólo en los márgenes derechistas”.

ROMPIENDO los términos impuestos por los reaccionarios de TODA calaña

Ni la “solución de dos estados” ni la “solución de un solo estado” pueden liberar a Palestina. Pero la legitimación de la “solución de un solo estado” por Trump es una pieza de una agenda fascista, nacional y globalmente, y la supervivencia misma del pueblo palestino se ve radicalmente amenazada aun más.

Trump ha declarado que “erradicará” el terrorismo islámico radical... completamente de la faz de la tierra”. Eso pone al pueblo palestino en la mira, junto con los musulmanes del mundo entero (los palestinos no son todos musulmanes, pero la mayoría lo son, y a los ojos de los trumpistas, todos están en el campamento del enemigo). Esto sólo puede causar mayor sufrimiento enorme en el mundo entero, y atiza el ascenso de más yihad islámica fundamentalista.

Trump exige una enorme expansión de las fuerzas armadas estadounidenses, incluyendo la expansión de su arsenal nuclear. Él parece estar ansioso por usar armas nucleares. Ya ha impuesto nuevas sanciones a Irán. A la luz de todo este paquete, el apoyo de Trump de la “solución de un solo estado” durante la rueda de prensa con Netanyahu adquiere un significado aún más ominoso.

Y aquí, el componente fascista cristiano del régimen de Trump y Pence se manifiesta de manera determinante. Los fascistas cristianos ven el enfrentamiento con la yihad islámica fundamentalista como la continuación de un conflicto histórico mundial entre el oeste judeocristiano blanco y todo el islam, con Israel como “punta de lanza” de ese choque de civilizaciones. Es un actor central y clave en el régimen de Trump y Pence.

Al otro lado de este enfrentamiento, la yihad islámica fundamentalista se presenta como una “alternativa” al imperialismo occidental. En relación con Palestina, estas fuerzas, partiendo de su propia agenda reaccionaria, condenan la colaboración entre la Autoridad Palestina y los gobernantes de Estados Unidos e Israel. Hoy en día, controlan la Gaza, y se han ganado seguidores en toda la región y más allá. Pero su “solución” es como el reflejo al inverso en un espejo de la de los fundamentalistas cristianos fascistas, aunque las aspiraciones de los yihadistas islámicos fundamentalistas de explotar y oprimir a otros son minúsculas en comparación con el alcance real de los crímenes del imperialismo occidental. Al igual que los fascistas cristianos, están en guerra contra el método científico, contra la mujer y todo disentimiento o inconformidad que desafía su ideología obscurantista y opresiva. Las sociedades que ellos controlan se basan en la explotación y en la imposición de una locura fundamentalista que aplasta el espíritu.

Todo este conjunto infernal de “alternativas” clama porque se forje otro camino. Y esa manera radicalmente diferente y mucho mejor para la humanidad existe, basándose en cómo la sociedad humana se ha desarrollado hasta el momento actual y, sobre esa base, a través de los caminos que el trabajo de Bob Avakian ha abierto para la emancipación de la humanidad. Pueden encontrar ese trabajo, y ese liderazgo revolucionario, en este portal: revcom.us. Hay un urgente necesidad de que cobre fuerza esta alternativa concreta a los polos de opresión en contienda aquí, en el Medio Oriente y en el mundo entero.

En este momento, la promoción de otro camino exige que la gente enfrente y resista las terribles implicaciones de la postura de Trump de intensificar mucho más la opresión del pueblo palestino. Y, más allá de eso, exige expulsar el régimen fascista de Trump y Pence ahora — por el bien de la humanidad.

 

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