La controversia de Middlebury: Puntos de orientación
27 de marzo de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us
Universitarios de Middlebury College le dan la espalda a Charles Murray durante su conferencia en Middlebury, Vermont, el 2 de marzo. Su libro, The Bell Curve, no solo justificó toda una historia de vil persecución racista de pueblos enteros, sino que muy directamente sirvió a un programa actual de satanización, criminalización y encarcelación de dichos pueblos, junto con la rescisión de todo programa diseñado para superar algunos de los efectos de esa opresión histórica y continua, y la imposición de severos recortes en las instituciones de educación, atención médica, etc., que servía a esos pueblos. (Foto: AP)
El 2 de marzo, universitarios de Middlebury College en Vermont interrumpieron y cerraron una conferencia de Charles Murray. Un grupo estudiantil del colegio Middlebury College, el club American Enterprise Institute, invitó a Murray to dar conferencia en el plantel. Murray es coautor de The Bell Curve, un libro muy influyente en los medianos de los años noventa, que sostiene que las personas negras, latinas e indígenas son intrínsecamente inferiores en inteligencia. El libro utilizó la pseudociencia racista para dar crédito a sus argumentos — “ciencia” que ya se había refutado una y otra vez y se refutó una vez más cuando la publicación del libro y su promoción estilo “sabor del mes” en la vida intelectual estadounidense.1 Aparte de ser completamente erróneas y absolutamente falsas, esas ideas tienen una historia larga y repugnante, especialmente pero no solamente en Estados Unidos — se han valido de obras que son en esencia iguales a la de Murray para justificar la esclavitud, la restricción de la inmigración (incluso de inmigración europea durante un período cuando servía a la clase gobernante de este país clasificar a europeos sureños y judíos de “razas” interiores), y la esterilización de personas que no salieron bien en la test de cociente intelectual (examen de inteligencia)2.
Pero eso no evitó que los medios de comunicación y el mundo académico hayan promovido enormemente el libro. De hecho, el racismo especioso que sostiene e imbuye el libro entero es la razón POR QUÉ recibió semejante promoción. The Bell Curve no solo justificó toda una historia de vil persecución racista de pueblos enteros, sino que muy directamente sirvió a un programa actual de satanización, criminalización y encarcelación de dichos pueblos, junto con la rescisión de todo programa diseñado para superar algunos de los efectos de esa opresión histórica y continua, y la imposición de severos recortes en las instituciones de educación, atención médica, etc., que servía a esos pueblos.
Desde que cerraron del discurso, se han dado gran controversia y mucha crítica — no dirigidas a Murray ni al grupo universitario que lo invitó y le dio una plataforma, sino a los propios estudiantes. Y ante eso, hay mucha falta de claridad entre personas progresistas e incluso radicales. Por lo que es importante demarcar claramente aquí lo correcto y lo incorrecto.
1) Es absolutamente correcto protestar, cerrar y tratar de expulsar del plantel a un individuo como Charles Murray, que tiene una mala fama por The Bell Curve. Los estudiantes de Middlebury que lo interrumpieron ahora confrontan una gran controversia y fuertes críticas por sus acciones justificadas. ¡Hay que apoyar y defenderlos!
NO es una cuestión de la primera enmienda. De hecho, la primera enmienda de la Constitución de Estados Unidos declara lo siguiente:
“El Congreso no podrá hacer ninguna ley con respecto al establecimiento de la religión, ni prohibiendo la libre práctica de la misma; ni limitando la libertad de expresión, ni de prensa; ni el derecho a la asamblea pacífica de las personas, ni de solicitar al gobierno una compensación de agravios.” [nota de traducción: Wikipedia page]
Estos estudiantes no hicieron una ley prohibiendo que Murray hablara. No trataron de encarcelarlo. No tienen el poder estatal. No hay ninguna necesidad de “proteger” a un reaccionario como Murray de la libre práctica por parte de los estudiantes de su derecho a protestar y a rechazar su extensión y legitimización de ideas reaccionarias concretamente dañinas.
En contraste, los estudiantes, que carecen del poder concreto y del respaldo de instituciones poderosas, sí necesitan que se los defiendan y se los protejan de represalias, y eso es muy importante ahora.
2) Los oponentes de los estudiantes dicen que los estudiantes, y las demás personas en la sociedad, deben tener la oportunidad de aprender y evaluar conceptos y posiciones de todo tipo por medio de la libre contestación de ideas opuestas, de “comparar y contrastar”, que incluye tener la oportunidad de escuchar una amplia variedad de puntos de vista opuestos, planteados por sus defensores más elocuentes y apasionados. Sostienen que por lo tanto, ¿no hubiera sido mejor escuchar sus argumentos de Murray para después discutir y criticarlos en vez de sacar a él sumariamente?
Este punto, planteado en su forma más conocida por John Stuart Mill, sí es muy importante por cuestión de principios, pero no se puede tratarlo o aplicarlo como un “absoluto” supremo en todas las situaciones y circunstancias. Especialmente, este principio es de importancia crítica para la diseminación y evaluación crítica de ideas pocas conocidas y/o impopulares en general, y especialmente si las fuerzas y relaciones dominantes de la sociedad (que incluye el aparato estatal dominante) desfavorecen dichas ideas y trabajan activamente para desacreditar, contener y suprimirlas.
Se puede dar muchos ejemplos de esas distinciones. En realidad, ¿necesitan más plataformas los negadores del cambio climático, los negadores del Holocausto, los Nazis, los KKK, los antiabortistas, los supremacistas blancos, los creacionistas y otros de esa índole… necesitan más invitaciones respetuosas para extender sus puntos de vista? Bajo las normas prevalecientes en esta sociedad y bajo este sistema, ya gozan de muchas plataformas y el respaldo ideológico de fuerzas poderosas e influyentes, y de toda una tradición de ideas dominantes en Estados Unidos. ¿Middlebury tenía que ayudar más a Murray para promocionar su mensaje?
Una figura como Charles Murray es lo más alejado de alguien que tiene que batallar “hasta para recibir una audiencia” para sus ideas: sus libros los publican y los promuevan editoriales establecidos grandes, tiene entrada en instituciones académicas y otras de todo tipo, y es un hecho que las ideas planteadas en The Bell Curve fueron diseminadas muy ampliamente — cabe repetir, fuerzas poderosas de la clase dominante (principalmente dentro y alrededor del Partido Republicando) utilizaron ese libro muy extensamente como una base ideológica para atacar y recortar despiadadamente programas sociales, con implicaciones mortíferas, hasta genocidas — y además, muchos ya han entrado en los argumentos falsos en ese libro, y sí, también los han criticado y refutado contundentemente ya.
Bob Avakian escribió durante el tiempo en que salió The Bell Curve que “Una tras otra, la prensa grande difunde y legitima toda clase de ‘teorías’ e ‘investigaciones’ que dizque demuestran que existen diferencias innatas e inmutables entre las razas, los géneros y los grupos sociales, y que explican por qué unos se merecen posiciones de privilegio y otros no. Luego afirman que eso es ‘prueba científica’ de que los programas que se proponen nivelar esas desigualdades están condenados al fracaso y hay que eliminarlos. Pero la verdad es que lo único que prueban esas ‘teorías’ y esas ‘investigaciones’ es el innegable descrédito de un sistema y una clase dominante que están abandonando hasta la apariencia de poder superar enormes desigualdades, y más bien tienen que inventarse ‘profundas razones’ por las que no pueden superarlas. Y en todo eso, aunque los ‘liberales’ tienen un papel que desempeñar, los ‘conservadores’ tienen la iniciativa”. De Predicando desde un púlpito de huesos: Lo que no dice `Virtudes' de William Bennett o, necesitamos moral, pero no la moral tradicional.
¿Sus palabras no son iguales de acertadas hoy?
Podría ser perfectamente apropiado desmentir los argumentos muy falsos y socialmente dañinos de Murray (en The Bell Curve) en el contexto de una clase universitaria o hasta un foro desacreditador de argumentos supremacistas blancos y eugenistas. Pero no era así la situación en Middlebury, donde incluso si un profesor o algunos estudiantes quisieran retarlo en el escenario o en la sesión de preguntas y respuestas, lo que principalmente ocurría era que invitaron a este reaccionario supremacista blanco promotor de la inferioridad genética de nacionalidades oprimidas, como un conferencista bienvenido y respetado (aunque controvertido), y de esa manera lo LEGITIMIZARON.
Cabe repetir, sus ideas reaccionarias dañinas han tenido muchas plataformas y mucho “respaldo” oficial y no oficial durante años. Eso no es lo mismo que un orador con ideas controvertidas o impopulares o poco conocidas, o ideas a las que los poderes fácticos se oponen, que tiene que batallar arduamente simplemente para ser escuchado y discutido. No es lo mismo que los estudiantes de la secundaria New Trier High School que trataron de organizar un foro sobre derechos y civiles y lo atacaron un grupo de padres reaccionarios que exponen ideas reaccionarias del tipo que recibe mucho “respaldo” actualmente de las estructuras dominantes del poder en la sociedad y que exigen que den “el mismo tiempo” a dichas ideas. En esa situación en New Trier, los que necesitan que los defendían y los protejan son los estudiantes y maestros que batallan para recibir una audiencia y organizar su programa, para que logren hacerlo.
Sería una situación diferente si Charles Murray, en los años después de la publicación de The Bell Curve, hubiera REPUDIADO todos los argumentos vilmente dañinos y demostrablemente falsos que promovió ahí. Si hubiera dicho, “Estuve mal. Me equivoqué y me arrepiento, y estoy haciendo todo lo que pueda para reparar el daño que hizo, pero hoy quisiera venir a hablar de otra cosa… un nuevo libro que escribí sobre un tema diferente”. SI hubiera hecho eso, eso sería otra situación. Pero no lo hizo. De hecho, 20 años después insiste que la ciencia comprueba sus conclusiones. En “‘The Bell Curve’ 20 years later: A Q&A with Charles Murray” (“’The Bell Curve’ 20 años después: Preguntas y respuestas con Charles Murray”) en la página web de American Enterprise Institute, Murray dijo de lo que publicó en The Bell Curve: “Esos eran nuestras conclusiones declaradas confiadamente sobre la diferencia entre negros y blancos en la Cociente Intelectual, y ningunas de ellas eran controvertidas científicamente”.
3) Esas ideas no son simplemente “ideas controvertidas” en un vacío. Exactamente porque ideas de ese tipo tienen tanto “respaldo” de las instituciones tradicionales y antiguas de la sociedad, sirven concretamente para reforzar y alentar medidas sociales concretamente muy dañinas de toda índole. No se puede pasar esquivando la realidad de que la supremacía blanca y las ideas de que el pueblo negro en especial (así como otros de color en general) no sean “plenos seres humanos” o de su bajeza inherente o su inferioridad genética en general, han sido características distintivas que definen la sociedad estadounidense y sus instituciones dominantes durante su historia ENTERA, desde los días de la esclavitud, pasando por la época segregacionista “Jim Crow” hasta la fecha con la época del Nuevo Jim Crow y ahora el régimen fascista en el sentido literal que trabaja agresivamente, a diario y como parte de todo un programa estratégico, para reafirmar e intensificar la idea de que ser “blanco, masculino, ciudadano nativo y cristiano” es, y debe seguir siendo, el núcleo de la identidad nacional estadounidense y su “grandeza”, y que se debe seducir u obligar a cualquier persona que no cuadre con dicha categoría a que acepte esos términos, o si no, será degradada y deshumanizada y sometida a la violencia directa.
Se puede trazar una línea directa entre las ideas falsas en un libro como The Bell Curve y el respaldo oficial para la idea de que negros y mexicanos de las capas básicas tienden más a ser “matones y criminales”, que más probablemente merecen la encarcelación o la deportación que la educación y el empleo, y que por supuesto se debe simplemente recortar y eliminar a la acción afirmativa, los programas extraescolares, Medicaid y varios otros programas sociales de la red de seguridad, etc. ¡Una conexión DIRECTA! Entre más avanzan las cosas por ese camino, más facilita a los fascistas emprender el camino de la Solución Final. Cabe repetir, Estados Unidos ya tiene toda una historia de la esterilización forzada de minorías y la promoción de estrategias eugenistas, que de hecho inspiraron a los Nazis hitlerianos… y todo eso puede llevar directamente al punto de vista de que la sociedad sería mejor exterminando por completo esos supuestos “parásitos defectuosos y peligrosos”. La vil pseudociencia de un Charles Murray desemboca en ESTO en última instancia (y en algunas instancias no tan últimas).
Por lo que, no, no se trata de la “libre expresión de ideas” simplemente, desconectadas de consecuencias sociales perjudiciales. Por lo tanto, sí es absolutamente correcto no sólo protestar la presentación de una figura como un Charles Murray en Middlebury sino ¡expulsar del plantel!
4) Es más, es muy equivocado pensar que la libre contestación de ideas opuestas y la oportunidad de pensar críticamente y “comparar y contrastar” SOLO ocurre por medio de la actividad ordenada y respetuosa: En casos en que, ante una desproporción de poder, influencia y respaldo oficial de un lado de la contestación (por ejemplo, Murray que tiene el respaldo de la administración universitaria y se apoya en las ideas prevalecientes de las instituciones dominantes de la sociedad), el otro lado (en este caso los estudiantes, relativamente sin poder) eligieron expulsarlo en vez de discutir de manera respetuosa y ordenada, eso puede de hecho resultar en MÁS discusión muy vigorosa de las ideas contestadas en el período subsecuente. En otras palabras, ¿no es posible que al estallar una controversia como ocurrió en Middlebury, muchas personas que ni siquiera estaban presentes o no sabían nadita sobre los puntos de vista de Murray, sentirían el compromiso de informarse y adentrarse en las cuestiones, que incluye comparar y contrastar, para mejor discutir y evaluar los temas relevantes con sus amigos y profesores, etc.? ¡Por supuesto que sí! Definitivamente una protesta correcta puede alentar más discusión y contestación, y ¡es un mito que eso sólo sirve para “suprimir” las ideas!
5) Sobre el argumento de que ahora más que nunca debemos escuchar a los que tienen desacuerdos con nosotros: sí y no. Sí debe darse la amplia investigación, discusión, debate y teorización sobre las causas y el carácter de los problemas ante nosotros y la solución para esos problemas; esto es un asunto de vida y muerte, de una gran y hasta extraordinaria urgencia ahorita. Pero no se puede tolerar ideas que se han comprobado una y otra vez de ser totalmente incorrectas y además, que son herramientas de un fascismo virulento emperrado con consolidarse en este mismo momento que usted lee estas palabras. (Y no podemos hacer caso omiso de la realidad de que semejantes ideas en general refuerzan la vil opresión de pueblos enteros que ha sido el fundamento de Estados Unidos durante siglos hasta la fecha.) De hecho, necesitamos confrontar tajantemente a los que tienen esas ideas metidas en el coco, y lo que pasó en Middlebury no requiere que se disculpe para nada — y mucho menos que se condene.
1. Algunas refutaciones importantes de The Bell Curve de Charles Murray las hicieron Stephen Jay Gould in “La falsa medida del hombre,”; R.C. Lewontin en Not in Our Genes: Biology, Ideology, and Human Nature y una colección en ensayos en un libro titulado The Bell Curve Wars: Race, Intelligence, and the Future of America de Steven Fraser.
También se debe notar que Charles Murray sostuvo que la mujer es inferior al hombre — que el hombre es mejor en el pensamiento abstracto que la mujer. En un ensayo que escribió en 2005 titulado “The Inequality Taboo”, dijo, “ninguna mujer ha sido pensador original importante en ningunas de las grandes tradiciones filosóficas del mundo”. [regresa]
2. Un estudio tras otro ha comprobado que el test de cociente intelectual (CI) es incapaz de evaluar una calidad no cuantificable, multifacética y no estática de “inteligencia natural” (una categoría que en sí no tiene sentido), y que es sesgado culturalmente. Lo único que mide un test de CI es el entrenamiento culturalmente determinado de un individuo específico para tomar ese examen en un día específico. [regresa]
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