La “historia desconocida” de los nombramientos de jueces por Trump

El relleno de las cortes federales con teócratas y otros fascistas

30 de noviembre de 2017 | Periódico Revolución | revcom.us

 

La idea básica: Trump está llenando las cortes federales de jueces extremadamente fascistas. Lo hace a un ritmo rapidísimo. El objetivo: transformar las cortes en una rama abiertamente fascista del gobierno. Trump en realidad está llevando a cabo una transformación de arriba para abajo de las cortes federales. Su objetivo es convertirlas en un instrumento confiable para la transformación fascista total de la sociedad que es la misión del régimen de Trump y Pence. ¡Y no se ha prestado ni cerca lo suficiente atención a esto!

“Pero eso de los jueces es una historia desconocida; nadie quiere hablar de ella. Pero si uno piensa sobre ella... tiene consecuencias por 40 años, depende de la edad del juez — pero por 40 años”.

— Donald Trump, 16 de octubre de 2017

Esta transformación comenzó con el nombramiento de Neil Gorsuch por parte de Trump el 31 de enero a la Corte Suprema de Estados Unidos. Gorsuch no solo está en la extrema derecha de esta corte mayoritariamente derechista, sino que se ha destacado por impacientarse con los demás reaccionarios de la Corte por actuar demasiado lenta y cautelosamente para destruir las existentes normas democráticas de la sociedad estadounidense.

Pero incluso eso es solo la punta del iceberg. Trump está actuando rápidamente para llenar todos los puestos vacantes en el sistema judicial federal (incluidos los tribunales de distrito y los tribunales de apelación) con fascistas afines. Ya ha nominado a 59 personas para las judicaturas federales, más del doble del número que nominó Obama en su primer año como presidente, lo que constituye más del 5 por ciento del total de las judicaturas federales. Si Trump permanece en el poder, la cantidad podría aumentar a cientos durante su mandato.

Los tribunales federales ejercen un poder tremendo en el sistema estadounidense. Fallan sobre la constitucionalidad de las acciones, leyes y políticas de las otras ramas del gobierno federal, y de los estados y ciudades. Toda ley que el Congreso apruebe, toda orden ejecutiva del presidente, las podrían revocar los tribunales federales.

Estos tribunales no están “por encima” de la sociedad, no representan una “justicia” abstracta. Son un instrumento del gobierno del sistema capitalista imperialista, e históricamente han defendido la esclavitud, el Jim Crow, el internamiento de japoneses en la Segunda Guerra Mundial, la criminalización de las personas LGBTQ, y todos los demás horrores que este sistema ha impuesto sobre la gente en Estados Unidos y todo el mundo.

Pero Trump está encabezando una “renovación extrema” de esta sociedad que ya es extremadamente opresiva, una renovación que requiere destrozar y pisotear las reglas, normas e incluso derechos constitucionales previos que han proporcionado un marco para el funcionamiento de este sistema hasta ahora. Las cosas como la separación de los poderes, el estado de derecho, la separación entre la iglesia y el estado, el derecho a la libertad de expresión y la libertad de prensa, los derechos civiles y la igualdad ante la ley para personas de todas las nacionalidades, incluido el derecho al voto, los derechos reproductivos de las mujeres, los derechos LGBTQ, y más, son obstáculos intolerables para la visión de Trump de “Hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza”.

Los jueces federales tienen mandatos de por vida, lo que significa que la mayoría de los jueces se nombraron antes de que las fuerzas fascistas en la clase dominante llegaran a ser dominantes. Muchos de estos se orientan hacia el ala no fascista de la clase dominante, el que se resiste a gran parte del programa de Trump. También se nombraron muchos jueces derechistas en las últimas décadas, pero incluso algunos de ellos tienden a aceptar y operar dentro de las normas y protocolos básicos que han prevalecido en Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial y la década de 1960.

Por lo tanto, muchos de estos tribunales no están completamente “de acuerdo con el programa” y han planteado obstáculos significativos para partes clave de la agenda de Trump. Esto se expresó fuertemente con respecto a la Prohibición Musulmana de Trump, las versiones 1.0, 1.1 y 1.2. Varios tribunales federales bloquearon completa o parcialmente todas estas versiones de la prohibición.

Trump ha despotricado contra los tribunales, calificando algunos de “llamados jueces” y cosas así. Y si llegara un momento decisivo, Trump podría usar su dominio del Congreso y los militares, así como su fuerte influencia entre la policía y otros cerdos de calaña semejante, y las turbas fascistas que lo adoran y lo siguen, para atacar, anular o hasta disolver tribunales que se nieguen a acceder a sus exigencias. Pero medidas como ese serían peligrosos para el régimen, por lo que, por ahora, Trump se centra en llenar los tribunales con personas que estén de acuerdo con todo su programa.

Echemos un vistazo a algunos de los ya nominados que están avanzando sin problemas por el proceso de confirmación del Senado, incluidos los cuatro nominados declarados “no calificados” por el Colegio de Abogados de Estados Unidos.

Brett Talley, nominado al tribunal de distrito de Alabama, ha sido abogado durante tres años y nunca ha presentado un caso en un juicio. Sus únicas “calificaciones” para ser un juez federal son que se graduó de una facultad de derecho... y que es un lunático fascista. Talley es ferviente partidario de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) que durante décadas se ha transformado de una “asociación de deportistas” en un centro neurálgico de terror racista y fascista. Talley dijo sobre la NRA, “Rezo para que en la batalla venidera por nuestros derechos, salgan victoriosos”. Cuando un lector respondió que “Tendremos que recurrir a las armas” para “producir los resultados deseados”, Talley respondió: “Concuerdo completamente”.

Amy Coney Barrett, nominada a la Corte de Apelaciones del 7mo Circuito, pertenece a “People of Praise” [Personas de la Alabanza], un grupo católico que, según el New York Times, sostiene que “los maridos son la cabeza de sus esposas, y deben tomar autoridad sobre la familia”. Los miembros “toman un juramento de lealtad de por vida”, y a las mujeres se les asigna una asesora personal, llamada “la criada”, que las guía en todos los aspectos de su vida.

Jeff Mateer, nominado al Tribunal del Distrito Este de Texas, una vez describió a los niños transgénero como parte del “plan de Satanás”.

Damien Schiff, nominado para el Tribunal Federal de Reclamaciones, escribió que “no está de acuerdo con un histórico fallo que despenalizó la sodomía” (incluido el sexo gay).

John Bush, confirmado ante el Tribunal de Apelaciones del Sexto Circuito, “comparó la decisión de Roe contra Wade que despenalizó el aborto con la infame decisión de Dred Scott que afirmó el derecho a poseer esclavos”. (Respecto a Barrett, Mateer, Schiff y Bush, vea el Christian Science Monitor, 2 de octubre de 2017).

Dos corrientes fascistas entrelazadas definen a estos nominados. Una es el “originalismo”, la doctrina legal según la cual se debe “interpretar” la Constitución de Estados Unidos de acuerdo con la “intención original” de los “fundadores”. Recordemos que los “fundadores” eran propietarios de esclavos o defensores de la esclavitud; la Constitución “original” sostenía que los negros no eran plenos seres humanos, les negaba el derecho al voto a mujeres y personas sin propiedades, y bajo esa Constitución los hombres podían golpear y violar legalmente a sus esposas. ¡La “intención original” de los fundadores era la supremacía blanca y el patriarcado desenfrenado!

La segunda corriente es el fascismo cristiano. Estas personas creen que se debe “interpretar” la Constitución de acuerdo con la “intención original”... del maldito Antiguo Testamento, en el que las mujeres eran propiedad y las personas homosexuales eran condenadas a muerte.

Y como Ilya Shapiro del libertario Instituto Cato dijo al Christian Science Monitor, Trump quiere “evitar” nombrar a candidatos que están “restringidos demasiado judicialmente”. Definitivamente ha habido un esfuerzo para identificar a las personas que estén seriamente comprometidas con doctrinas y modos de análisis en lugar de simplemente ser vistos como conservadores o republicanos”. (Énfasis añadido). En otras palabras, Trump no solo quiere jueces “derechistas”, sino que quiere jueces que no sean limitados por los precedentes legales, las sutilezas constitucionales, ni siquiera lo que generalmente se considera una decencia básica — que no sean impedidos a llevar a cabo la fascista “renovación extrema” de la sociedad estadounidense.

El relleno de las cortes con estos fascistas dementes es una “historia desconocida” y un suceso extremadamente ominoso, que subraya la gran urgencia de expulsar este régimen del poder lo antes posible.

 

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