Mineápolis/Saint Paul, Minnesota:
Miles siguen visitando el sitio donde George Floyd fue linchado
| revcom.us
El sábado 6 de junio, miles de manifestantes protestaron frente a la mansión del gobernador en St. Paul, vinculando el asesinato de George Floyd con las horripilantes condiciones en las prisiones y el creciente horror debido a la pandemia de la Covid-19. Muchos de los manifestantes blancos dijeron que en cierto sentido han sabido por mucho tiempo de la brutalidad que enfrenta el pueblo negro, pero que esta vez no podían hacer la vista gorda. Escucharon —y realmente captaron, por primera vez en muchos casos— la agonía de los padres que hablaron con valentía de sus hijos asesinados salvajemente por la policía o encarcelados bajo condiciones inhumanas en prisión.
Cuando habló Carl Dix, les pidió a los manifestantes que multiplicaran por millones el dolor que acababa de ser compartido con ellos por aquellos que han perdido seres queridos a manos de la policía o la bárbara crueldad de la encarcelación en masa. Le dio a la multitud una idea de la magnitud de lo que habían logrado las protestas y el levantamiento y del crucial momento ante nosotros, con las feroces amenazas lanzadas por el “Inflado Bolo de Heces Fascistas” que está en la Casa Blanca, citando la poderosa declaración de Avakian. Dix exhortó a la gente a que recogiera el guante que arrojó Trump y que se lo arrojara de vuelta intensificando la lucha en las calles y explorando profundamente la solución fundamental que es una revolución real y la extraordinaria dirección para ella de parte de Bob Avakian. Profundos vítores y gritos de “que se joda Trump” resonaron y cientos de personas agarraron las pancartas de Rechazar el Fascismo/RefuseFascism.org distribuidos por la Gira Nacional Revolución que exigían “¡Trump y Pence Fuera Ya!” Los organizadores acogieron eso y, sin descuidar el enfoque principal de las prisiones y el asesinato policial, invitaron a la Gira Revolución a dirigir a la multitud en corear consignas en contra de Trump a lo largo de la marcha y a pronunciar más sobre la necesidad de expulsar del poder al régimen fascista en nombre de la humanidad.
El domingo 7 de junio, más de 1000 personas se reunieron en el parque Powderhorn en el sur de Mineápolis para escuchar discursos y una decisión de miembros del consejo municipal para recortarle fondos (“defund”) al departamento de policía. Todavía no está del todo claro, ni para los miembros del consejo, lo que esto implicará y cómo se va a desenvolver.
Mientras tanto, durante todo el día miles de personas seguían visitando el sitio donde George Floyd fue linchado. Dejaron flores, lloraron, leyeron los nombres de otras personas asesinadas por la policía, rezaron, corearon el nombre de George Floyd, o participaron en otras de las muchas expresiones organizadas y espontáneas de luto, furia y debate sobre cómo proceder. La Gira Nacional Revolución montó una mesa varias veces en varios lugares durante la marcha, haciendo agitación a la multitud y entablando conversaciones más profundas alrededor de la mesa.
Otras protestas, pequeñas y grandes, continuaron en toda la ciudad, demasiados como para saber de todos.