Revolución en línea, 14 de septiembre de 2009
CAVILACIONES Y FORCEJEOS
Sobre la importancia del materialismo marxista, el comunismo como una ciencia, el trabajo revolucionario con sentido y una vida con sentido
Parte 12
[Nota de la redacción: A continuación presentamos la duodécima y última parte del texto de una charla que dio Bob Avakian anteriormente este año, la que empezó a salir en el número 163 de Revolución. Las partes 1-11 salieron en números 163-167, 169 y 171-175. La undécima parte contiene el comienzo de la sección titulada “Forcejeando más en torno al trabajo revolucionario con sentido” y la duodécima contiene el resto de esta sección (con tres subtítulos: “La importancia vigente de la lucha ideológica — librada correctamente”; “Dar expresión plena al poder atrayente de todo lo que representamos”; y “Un conocimiento aún más profundo y la realidad viva a ‘Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución’”) y la última sección de la charla, “Forjar un movimiento para la revolución y nada menos”. En preparación para su publicación se le hicieron revisiones y se le agregaron notas. Las demás partes de la charla están en línea en http://revcom.us/a/162/ruminations-TOC-es.html.]
La importancia vigente de la lucha ideológica — librada correctamente
Una vez más, es crucial poner énfasis en la dimensión ideológica y la lucha ideológica con las amplias masas — con las masas básicas en general pero también con gente de otras capas sociales. Respecto a las masas básicas en particular y como cuestión de orientación fundamental en general, si bien es importante, como es sabido, unirse con aquellos que tienen creencias religiosas pero que toman una posición (o que se les puede ganar a tomar una posición) en contra de varias formas de opresión —y si bien es importante reconocer que ganar a una gran masa de personas para abandonar esas creencias religiosas será un largo proceso de lucha—, no se puede ni se debe aplazar esa lucha ni dejarla a un lado hasta algún momento del futuro; existe una necesidad decisiva y constante, incluso en el contexto de unirse en la lucha práctica, de luchar tajantemente contra la religión en todas sus formas — y librar esa lucha de manera viva y convincente, que no sea dogmática ni que desprecie en los hechos a las masas sino que manifieste en realidad un respeto estratégico hacia ellas y que encarne el entendimiento de que ellas pueden liberarse, y estratégicamente tienen que liberarse, de esa traba mental de la religión, enfrentar la realidad tal como es y transformarla, y ser parte de un creciente movimiento revolucionario de masas para enfrentar la realidad tal como es y transformarla.
También tenemos que oponernos de frente a la mentalidad de un pueblo vencido y degradado, especialmente cuando se aplica a las personas en las zonas urbanas marginadas. Además, tenemos que luchar férreamente contra el engaño ajeno y propio relacionado con la elección de Obama y su presidencia, incluida la noción patéticamente falsa —en el pleno sentido concreto de la palabra “patéticamente”— de que “ya hemos tenido nuestra revolución, hoy es un nuevo día en Estados Unidos”, lo cual realmente no es más que la mentalidad puesta al revés de un pueblo vencido: prepara a las personas para más derrotas y, para colmo, para alistarlas en los crímenes de este sistema al mismo tiempo que el sistema comete aún más crímenes en su contra.
Debemos acordarnos de los comentarios que hizo William Bennett la noche de los comicios de que “ya no debería haber más excusas” 1 y constantemente poner al descubierto lo que eso significa en realidad y en lo que se van a convertir todas esas “grandes esperanzas e inspiraciones” que surgen de las falsas ilusiones sobre Obama, cuando el sistema reafirma su verdadera naturaleza y dinámica y no le permite a la gente ni siquiera hacer realidad las aspiraciones que les nacen espontáneamente bajo este sistema — y cuando el sistema hace lo que hace a las masas, en particular a las masas de los ghettos y barrios, y para colmo les echa la culpa de su situación y como si eso fuera poco les dice: “Ya no tienen más excusas pues miren a Obama”. Realmente necesitamos captar bien la dura realidad de las falsas ilusiones de las masas sobre Obama y cómo será aprovechada esta realidad vilmente en su contra.
También existe la necesidad de librar una lucha ideológica para que la gente pueda romper con la “mentalidad del buscavidas” y la espontaneidad que acompaña la vida de muchas de las masas en los multifamiliares de vivienda pública y las zonas oprimidas urbanas en general.
Hay que librar toda esa lucha ideológica dura y a veces hasta férreamente. Pero en términos de nuestra postura y orientación básica, permítanme recalcar de nuevo que hay que librarla “poniendo el brazo sobre el hombro de las masas”, como lo he expresado anteriormente, captando firme y claramente el potencial revolucionario real de estas masas.
Tenemos que luchar vigorosamente con la gente —y aquí me refiero especialmente al pueblo negro básico y a otras masas básicas— para que su mentalidad, y las acciones que surgen de ésta, no sean las de un pueblo vencido... ni tampoco de un pueblo engañado. Así como dijimos en nuestro número especial, “La opresión del pueblo negro, los crímenes de este sistema y la revolución que necesitamos”2, hay que hacer frente conscientemente a la realidad de ser un pueblo oprimido, y su transformación en un pueblo revolucionario.
Y por supuesto hace falta una lucha ideológica librada fuerte y convincentemente, entre otros sectores del pueblo, en particular entre la juventud educada y la intelectualidad en general, en particular una lucha fuerte contra las formas en que se expresan el individualismo burgués y las ilusiones y prejuicios democrático-burgueses entre estos sectores; lucha contra el idealismo y varias formas de relativismo y “ultra-igualitarismo” pequeño burgués, lo que incluye sus manifestaciones de oposición al liderazgo. De fondo, ese “ultra-igualitarismo” es otra forma de la ideología de “primero yo” — es una versión de la pretensión de ser “el primero entre iguales”, que en última instancia sirve para perpetuar este sistema con sus profundas desigualdades y relaciones fundamentales de explotación y opresión.
Me acuerdo que, hace décadas cuando abrimos la discusión y el debate público sobre nuestro Programa anterior, un anarquista nos escribió una carta con los típicos argumentos anarquistas contra el liderazgo de vanguardia: por un lado declaró que apoyaba soltar a los prisioneros políticos de la cárcel a la hora de la revolución… pero si ponen en peligro a sus hijas los “asesinos, violadores y psicópatas” entre los encarcelados, pues se valdrá del adiestramiento que recibió como soldado yanqui en Vietnam para matar al que fuera una amenaza a sus hijas. De repente abandonó la idea de que debe haber derechos garantizados para las personas (en que había insistido vigorosamente) en cuanto se invocó un posible peligro para su propiedad — en este caso, para sus hijas, a las que trataba esencialmente como su propiedad. En ese aparente giro de 180 grados —que viró desde principios dizque elevados sobre la protección contra la autoridad arbitraria, hasta el crudo individualismo mezquino y el “vigilantismo”— vemos un ejemplo muy clásico (si bien algo extremo) del punto de vista de un patriarca y un pequeño propietario: se nos revela muy marcadamente la naturaleza fundamental de ese punto de vista “ultra-igualitario” (que en ese caso expresa no solo el individualismo extremo sino también el patriarcado bastante marcado y agresivo).
Ésta es —para invocar de nuevo las formulaciones muy importantes de Marx que cité anteriormente— otra expresión del punto de vista de la pequeña burguesía y específicamente del demócrata pequeño burgués: aunque imagina que está expresando algún principio universal sobre la sociedad ideal y algo que represente el camino hacia la emancipación general de la sociedad, esto solo representa la noción ilusoria de rehacer el mundo a la imagen de la pequeña burguesía y en realidad lleva a perpetuar este sistema dominado por la burguesía no solo con sus profundas desigualdades sino las relaciones fundamentales de explotación y opresión que son sus cimientos y su modo de funcionamiento.
Dar plena expresión al poder atrayente de todo lo que representamos
En oposición directa a todo eso —y como algo que debemos plantear de una manera viva, contundente, convincente y con sentido— está el punto de vista y los objetivos radicalmente diferentes y verdaderamente liberadores de la revolución y el comunismo. Tiene mucha importancia reconocer plenamente —y actuar de acuerdo con ese reconocimiento— el poder atrayente positivo de todo lo que realmente representamos: nuestras metas y sobre todo el objetivo final del comunismo pero también nuestro punto de vista, métodos y moral. En ese respecto es muy instructivo leer el artículo de Sunsara Taylor en el número 152 de Revolución, “Reflexiones sobre la importancia de Bob Avakian en forjar un movimiento revolucionario”, en el cual habla precisamente del poder atrayente de todo lo que representamos y qué tan radicalmente diferente es a las otras cosas en la sociedad: el contenido liberador de eso y la manera en que inspira a la gente al mismo tiempo que suscita muchas preguntas y discusiones que debemos desear y acoger, como ella recalca, porque también son parte del proceso por medio del cual vamos a ganar a la gente a todo lo que representamos.
Como he enfatizado antes, por muchos medios diferentes y en muchas esferas diferentes, es muy importante alentar una cultura radicalmente diferente —entre la juventud y en todos los sectores del pueblo— una cultura de desafío, resistencia y sobre todo, revolución, imbuida del espíritu y moral de los emancipadores comunistas de la humanidad. Cabe repetir que para hacer eso, se requerirá una lucha decidida y sí, a veces hasta férrea, que se oponga directamente a la cultura (y las “sub-culturas”) prevalecientes que reflejan y en última instancia sirven al actual sistema de cosificación, dominación, explotación y opresión. Y eso requerirá desencadenar la iniciativa y la creatividad de las masas atraídas al punto de vista de los emancipadores de la humanidad.
Realmente debemos llamar y cada vez más necesitamos llamar a la juventud (y a otros) a utilizar y dar expresión a su creatividad para desarrollar y popularizar esta cultura, en muchas maneras diferentes y en todas las esferas — difundir esta cultura, en particular el núcleo comunista de ella, en el arte y en todas las diferentes formas de expresión popular, en el Internet y las mil maneras que se puede desencadenar a la gente para asumir cuando ésta empieza a captar de manera básica el potencial liberador de todo lo que representamos. Si bien hace falta una lucha consecuente para que tenga cada vez mayor influencia el punto de vista comunista dentro de todo esto, no deberíamos pretender aplicar un control estricto sobre esto sino procurar desencadenarlo, y cabe repetir, “ponerle el brazo sobre el hombro” y tratar de dirigirlo hacia el objetivo comunista, lidiando con las contradicciones que inevitablemente se plantearán, sobre todo para poder tener un proceso vivo, cosa que realmente necesitamos a una escala mucho mayor.
Además del papel de ciertos camaradas como voceros y representantes públicos del partido, particularmente su papel de alentar una cultura de aprecio, promoción y popularización de nuestro presidente, su conjunto de obras, método y enfoque —con el periódico como el centro, el eje y el “andamiaje” organizativo del movimiento revolucionario en general—, hacen mucha falta propagadores de la línea del partido que lo hacen de manera convincente, y en el sentido correcto, luchadores y organizadores a favor de esa línea: personas que consideran que sea su misión, y que se guían por la visión y la línea del partido, salir a la sociedad y luchar en serio por esta línea, ganar a otras personas hacia ella, organizarlas en el movimiento revolucionario y luchar para que ellas se conviertan en comunistas y luego que ingresen al partido una vez que hayan dado ese salto a ser comunistas, y el papel de estos voceros y representantes del partido por un lado y el de estos propagadores, luchadores y organizadores de su línea por otro se coinciden de maneras importantes. Incluso con un aumento relativamente pequeño en las filas de las personas que se hayan ganado firmemente a hacerlo, podríamos hacer avances importantes y cambios importantes en la construcción del movimiento por la revolución. Necesitamos tener una orientación consciente en torno a esto y prestarle una atención sistemática dentro y fuera de las filas del partido. Es necesario alentar esto cada vez más dentro del partido mismo y entre los que más simpatizan y toman posición con el partido en cualquier momento dado, pero también entre las personas de los movimientos y luchas más amplios que están avanzando y se les está ganando por primera vez a la posición comunista revolucionaria por medio de nuestro trabajo sistemático basado en la línea de nuestro partido.
Hace falta plantear el reto mucho más directamente, en especial a la juventud pero también a otros que son atraídos a nuestro partido y a su línea comunista revolucionaria —incluso antes de dar el salto de ingresar al partido pero como un aspecto crucial de ir en esa dirección—, de que tienen que ir más allá de ser atraídos por la idea de la revolución y contemplar “desde fuera” si creen que se puede ganar a más personas a esa idea y convertirla en una fuerza política realmente poderosa — tienen que dar el salto de ponerse a la altura del reto y asumir ellos mismos la responsabilidad de construir el movimiento revolucionario, desempeñando un papel enérgico en determinar cómo hacer que esto suceda y hacer que ocurra en los hechos. De aquí en adelante es necesario que la dirección del partido y el partido en conjunto le presten más atención seria y sistemática a esto — y desarrollen y pulan más un enfoque básico al respecto.
Un conocimiento aún más profundo y la realidad viva de “Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución”
En vista de todo eso, deberíamos captar más plenamente todo lo que encarna la orientación estratégica: “Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución”. Nos hace falta un conocimiento más profundo de esta orientación y su aplicación más consecuente y sistemática: de parte del propio partido; por lo que se refiere a la orientación y la actividad práctica de los “Club Revolución”; y en un sentido general. Ésta no es una consigna simplemente para la resistencia. Por otro lado, tampoco es una consigna que tiene por objeto alentar discusiones escolásticas en abstracto (en un sentido negativo) de cómo el mundo podría ser diferente y cómo la gente tiene que cambiar o la idea de que en primer lugar tenemos que cambiarnos a nosotros mismos antes de que podamos cambiar el mundo. Todo lo contrario. Nos hace falta cambiarnos a nosotros mismos —y una creciente cantidad de personas tiene que participar en cambiarse a sí mismas y a otra gente— en el contexto y en el proceso de hacer la revolución y cambiar el mundo. De eso se trata “Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución” — y la unidad dialéctica de los distintos aspectos y la lucha que todo esto conlleva. Todo eso tiene por objetivo y se prepara para la revolución.
Cuando las masas quieran desafiar y luchar contra la opresión, les debería quedar claro —y esto tiene mucho que ver con el trabajo revolucionario con sentido— sobre todo para las masas que en cualquier momento dado son atraídas hacia el partido y a lo atractivo de todo lo que representa, que hacia esto es a donde deberían ir: hacia la vanguardia, hacia el movimiento en torno a la vanguardia. Cuando quieran bregar con los problemas, las contradicciones y las dificultades de cómo las propias personas van a cambiarse a sí mismas para poder llegar a ser revolucionarias y para ponerse a la altura de hacer la revolución, hacia esto es a donde van: hacia la vanguardia y el movimiento revolucionario a su alrededor. No se trata de ir a ninguna otra parte ni de hacer ninguna otra cosa para resistir la opresión del sistema y para hacer de esa resistencia una parte de forjar un movimiento para eliminar este sistema y avanzar hacia el objetivo final del comunismo, sino de lo que se trata es de ir con este partido y con el movimiento para la revolución con este partido en el centro.
El partido en su conjunto tiene que interiorizar esto además de luchar por ello y ganar a ello a una creciente cantidad de personas que son atraídas al partido. Como he venido recalcando, ellas mismas tienen que asumir esto —no como “un acto de fe” sino sobre la base de estar convencidas por medio de lucha con sustancia y ciencia— de pasar “desde afuera” y desde el agnosticismo a entrar al proceso y asumir ellas mismas con energía el reto de forjar este movimiento para la revolución con el partido al centro de todo eso.
Tenemos que darle a todo eso una expresión organizada — no con fines económicos y no con una “cultura económica” (“El movimiento lo es todo, el objetivo final no es nada”) sino con una cultura revolucionaria y con propósitos comunistas revolucionarios. Tenemos que darle varias formas de esta expresión organizada sobre la base de aplicar esta línea comunista revolucionaria y ninguna otra de manera consecuente y sistemática y de luchar por la misma, y de luchar constantemente para facilitar que esta línea y ninguna otra esté en la posición dirigente y guía en un sentido general. Tenemos que llevar a cabo enérgicamente el proceso de preparar mentes y organizar fuerzas —para la revolución— y ganar a otras personas a reconocer esta necesidad decisiva.
Forjar un movimiento para la revolución y nada menos
Con esto retomemos la respuesta a la pregunta: ¿y ahora qué hacemos? Hacemos la revolución: “Luchamos contra el poder, y transformamos al pueblo, para la revolución”; llevamos a cabo el conjunto general del “quéhacerismo enriquecido” con las dos piedras angulares; formamos a luchadores para esta revolución, que tengan una misión de ganar a otros a la línea de este partido y de organizarlos en torno a esta línea y en este movimiento revolucionario con el partido en el centro, con la guía de esta línea y ninguna otra; tenemos que preparar mentes y organizar fuerzas para la revolución. Eso es lo que estamos haciendo y lo que deberíamos estar haciendo ahora mismo y a lo largo del proceso general de acelerar mientras que aguardamos el surgimiento de una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario de millones y millones. No lo digo en el sentido de que ahora mismo y en ausencia de las condiciones objetivas y de los millones de personas preparadas para luchar por esto, tengamos en la mira la toma del poder, sino en el sentido de que todo lo que hacemos no es sino forjar un movimiento hacia el objetivo de la revolución, la verdadera revolución.
Es decisivo que nos mantengamos firmemente fundamentados y que apliquemos de manera consecuente nuestra estrategia del Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado. Que quede muy claro: el hecho de que esta charla recalca tanto la importancia del análisis de clases —un análisis materialista dialéctico y no un “análisis de clases” reificado y reduccionista— no quiere decir que lisa y llanamente debemos “aceptar” y en los hechos seguir a la cola de los puntos de vista espontáneos de otras fuerzas de clase (¿qué esperas? —así es la gente de la pequeña burguesía— no se puede hacer nada al respecto”) y no luchar en su contra, ni, por otra parte, que debemos asumir una actitud sectaria hacia las fuerzas pequeño burguesas y otras personas que espontáneamente se acercan a ese punto de vista y de plano “descartarlas” — que, cabe reconocer, es una situación en que hoy se halla la gran mayoría de la gente, incluida la mayoría de las masas básicas. No, lo importante de todo eso es fortalecer nuestra comprensión del materialismo dialéctico y nuestra capacidad de aplicarlo de manera viva y tener una apreciación más plena y más profunda de la estrategia del Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado y de la relación correcta entre los dos aspectos: el Frente Unido, y la Dirección del Proletariado. Pero esto solamente es importante, y correcto, precisamente como una estrategia para la revolución —una revolución que tiene como objetivo final el comunismo— y ninguna otra cosa. Ejecutar esta estrategia supone forjar amplios movimientos de masas y organizaciones de masas en que las personas abordan las cosas desde diferentes puntos de vista y con diferentes objetivos específicos, en particular en torno a las principales concentraciones de las contradicciones sociales (por ejemplo vea al respecto, “Puntos esenciales de orientación revolucionaria — en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución”3). Esto supone el proceso de unidad-lucha-unidad y a lo largo de este rico proceso, cómo se puede llevar a primer plano los intereses revolucionarios del proletariado —en el sentido más completo y no en un sentido limitado y reificado— y preparar el terreno para la revolución.
Volviendo a un tema que se repite en esta charla, en un sentido fundamental una u otra clase va a tomarse las riendas; y esa clase, dirigida por sus representantes políticos principales, va a trabajar para forjar soluciones que considera que concuerdan con su manera de ver los problemas, de acuerdo al punto de vista, los intereses y las aspiraciones típicos de esa clase. La única manera en que se podría llevar a primer plano los intereses revolucionarios del proletariado y por fin tomarse las riendas, y forjar la solución concreta que concuerde con los intereses de la gran mayoría de las personas y a la larga toda la humanidad, es que los comunistas se mantengan firmemente fundamentados en todo eso y a lo largo de la complejidad general de unidad-lucha-unidad y la ejecución general de la estrategia del Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado, luchen constantemente para llevar a primer plano estos intereses y objetivos revolucionarios y de esta forma sienten las bases —en los frentes político, ideológico y, sí, organizativo, preparar mentes y organizar fuerzas— para cuando se dé la situación en que se pueda librar la lucha por la toma del poder, cuando se desarrolle una situación revolucionaria en los hechos, cuando una crisis revolucionaria llegue a ser muy aguda y cuando surja un pueblo revolucionario de millones y millones (tal como señala Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, que incluye “Sobre la posibilidad de la revolución” y “Puntos esenciales de orientación revolucionaria — en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución”).
A lo largo de todo eso, deberíamos tener firmemente en mente la cuestión fundamental de que el partido en sí es la expresión más importante y decisiva de organización de las masas, que en los hechos encarna los intereses más elevados del proletariado como clase y a la larga la emancipación de la humanidad.
Además del partido, las otras organizaciones y entidades que siguen la línea del partido tienen importancia, como los “Club Revolución” y las librerías revolucionarias. Además, se necesita desarrollar otras formas que den expresión al movimiento para la revolución y una cultura de desafío, resistencia, revolución y comunismo. De nuevo, un elemento importante de todo esto debería ser desencadenar la creatividad de una cantidad creciente de personas de muchas formas y dimensiones diferentes, en especial las y los jóvenes pero también otras personas —en un sentido general sobre la base de la línea comunista revolucionaria del partido y con esa guía— con la finalidad de crear nuevas formas de lucha además de nuevas formas de organización que en conjunto contribuyan al proceso de forjar un movimiento para la revolución.
* * * * *
Así que a manera de conclusión: hemos hablado del “retorno a las montañas Chingkang”4. Hemos hablado de volver a fundamentar aún más plenamente nuestro partido en una línea y orientación comunista revolucionaria, de aplicar esa línea en los hechos y de transformar la realidad sobre esa base, por medio de todas las curvas, giros y vaivenes que inevitablemente eso supondrá. Como se ha recalcado anteriormente —pero que se tiene que seguir recalcando—, en primer lugar lo importante es hacer la revolución, transformar radicalmente el mundo y avanzar al comunismo en todo el mundo. Todo esto no tiene ningún otro propósito. No debemos orientarnos a ninguna otra cosa, pues tenemos que entender claramente que las demás cosas (las demás ideas y programas, etc.) que se presenten como diversión —o que objetivamente constituyen una diversión o distracción— del camino revolucionario y de nuestro objetivo de avanzar al comunismo, son cosas que tenemos que abordar, sí, pero luchar para quitar del camino en un sentido fundamental. Pues, si no lo hacemos y si no se hace la revolución, las masas seguirán sufriendo innecesariamente las horrendas consecuencias de vivir bajo el dominio de este sistema que desde hace mucho ha caducado. Aunque, como señala de manera clara y poderosa la Constitución de nuestro partido, la situación no tiene que ser así, y sin que hagamos la revolución, la situación permanecerá así —esta ironía cruel seguirá atormentando y torturando a las masas populares y a toda la humanidad—, se perpetuará este horror cuando en realidad hace mucho que pasó el momento en que se debiera haber barrido del escenario de la historia.
Como dice el Manifiesto de nuestro partido:
Ha habido revueltas y sublevaciones, rebeliones de masas, conflictos armados y hasta revoluciones en que sociedades y las relaciones entre distintas sociedades se transformaron de maneras importantes. Han caído imperios, se han eliminado monarquías, han sido derrocados esclavistas y señores feudales. Pero, por cientos y miles de años, mientras que muchas vidas se sacrificaban en estas luchas, por voluntad o sin ella, siempre resultaba que al dominio de un grupo de explotadores y opresores lo reemplazaba el de otro — de una forma u otra, una pequeña parte de la sociedad seguía monopolizando la riqueza, el poder político y la vida intelectual y cultural, dominando y oprimiendo a la gran mayoría y en repetidas ocasiones librando guerras contra estados e imperios rivales.
Pero una vez más esto ya no es necesario. La situación no tiene que ser así, y el que siga así por generaciones —o el que se hagan adelantos radicales importantes y que se haga todo lo posible en cada momento para avanzar hacia el objetivo del comunismo— depende de nosotros y de las otras personas que se ganen hacia el punto de vista y los objetivos comunistas y que los asuman. Y todo eso y ninguna otra cosa es lo que debe motivarnos e importarnos en lo fundamental en todo lo que hagamos.
1. Vea el artículo de Bob Avakian, “Después de las elecciones, un punto básico de orientación: A las masas… con la revolución”, en Revolución #149, 30 de noviembre de 2008, en línea en http://revcom.us/a/149/avakian_on_election-es.html. [regresa]
2. Revolución, número especial 144, en línea en http://revcom.us/a/144/BNQ-es.html. [regresa]
3. “Puntos esenciales de orientación revolucionaria — en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución”, Revolución #102 (23 de septiembre de 2007), en línea en revcom.us/a/102/crucial-points-es.html y en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, 1º de mayo de 2008. [regresa]
4. La frase “retorno a las montañas Chingkang” es del título de un poema de Mao Tsetung y se usa en este contexto en referencia al proceso de revitalizar y revigorizar el Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, como vanguardia comunista revolucionaria que emprenda plenamente sus responsabilidades como tal. [regresa]