28 de agosto de 2005 | Periódico Revolución | revcom.us

Tres alternativas para el mundo

 

De Observations on Art and Culture, Science and Philosophy; esta selección es de la charla Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo, que está en la internet en revcom.us.

 

Veo básicamente tres posibles alternativas de cambio en el mundo actual y en el proceso de cambiarlo, especialmente en cuanto a la transformación socialista de la sociedad. La primera es el mundo tal y como es. ¡Ni hablar! [risas].

La segunda es en cierto sentido voltearlo, casi textual y mecánicamente, voltear la tortilla. Es decir, los explotados de hoy no serán explotados de la misma manera y los que dominan la sociedad no podrán dominar o influenciar la sociedad de modo significativo. La estructura económica básica de la sociedad y algunas de las relaciones sociales y estructuras del dominio político cambiarán, además de algunas formas de cultura e ideología, pero fundamentalmente las masas no se incorporarán cada día más y a saltos en el proceso de transformar la sociedad de veras. En realidad, esta visión corresponde a una sociedad revisionista. ¿Recuerdan la Unión Soviética cuando ya era revisionista, en lo esencial capitalista e imperialista pero todavía socialista de nombre? A las críticas por violaciones supuestas o reales de los derechos humanos, en muchas ocasiones los soviéticos respondían: “¿Cómo van, ustedes del Occidente, a criticarnos por violaciones de los derechos humanos? En sus sociedades, ¡miren no más a todos los desempleados! ¿Acaso hay un derecho humano más elemental que el derecho al trabajo?”

¿Tenían razón? Sí, hasta cierto punto, pero en lo fundamental lo que planteaban y la visión de la sociedad que proyectaban era de una sociedad de asistencia social en que el papel básico de las masas es igual que en la forma clásica del capitalismo. Los derechos del pueblo no deben limitarse al derecho a un empleo y un ingreso, por elemental que sea. ¿Nos proponemos transformar la sociedad para que en todo aspecto (no solo económica sino social, política, ideológica y culturalmente) sea superior a la sociedad capitalista? ¿Nos proponemos una sociedad que, además de responder a las necesidades del pueblo, se caracterice más y más por la expresión e iniciativa consciente de las masas?

Esta es una transformación más fundamental que una sociedad de asistencia social, socialista de nombre pero en lo esencial capitalista, en que el papel de las masas se limita en gran parte a producir riqueza, no a debatir y definir los asuntos del estado, el rumbo de la sociedad, la cultura, la filosofía, la ciencia, las artes, etc. El modelo revisionista es una visión del socialismo limitada y economista. Limita la actividad de las masas a la esfera económica de modo muy estrecho, simplemente a su bienestar económico. No contempla transformar la concepción del mundo de las personas mientras ellas, a su vez, cambian el mundo.

No es posible crear una nueva sociedad y un nuevo mundo con el punto de vista que nos inculcan en esta sociedad. ¿Acaso habrá una transformación revolucionaria de veras, la abolición de las relaciones sociales, económicas y políticas desiguales, si las personas siguen viendo el mundo de la manera sumamente limitada y estrecha en que las condicionan a verlo ahora? ¿Acaso podrán emprender la tarea de cambiar el mundo conscientemente mientras tengan el mismo punto de vista y sigan viéndolo igual a como lo ven en este sistema? ¡Imposible! Esa situación solo puede reproducir las grandes desigualdades en toda esfera de la sociedad que he venido señalando.

La tercera alternativa es una ruptura radical de veras. En el Manifiesto ComunistaMarx y Engels plantearon que la revolución comunista representa una ruptura radical con las relaciones de propiedad tradicionales y con las ideas tradicionales, y que no es posible hacer una ruptura sin la otra. Se refuerzan mutuamente, de una manera u otra.

En una sociedad en que el papel fundamental de la mujer es parir y criar niños, ¿acaso habrá igualdad entre el hombre y la mujer? ¡Claro que no! Sin atacar y arrancar de raíz las tradiciones, la moral y demás factores que refuerzan ese papel, ¿acaso se van a poder transformar las relaciones entre hombres y mujeres, y abolir las profundas y arraigadas desigualdades que entraña la división de la sociedad en opresores y oprimidos, explotadores y explotados? ¡Imposible!

Por eso, la tercera alternativa es una ruptura radical a fondo en toda esfera, en otras palabras, una síntesis radicalmente diferente, es una sociedad y un mundo en el cual las grandes mayorías quisieran vivir. Una sociedad en que no viven al día, preocupadas por cómo van a tener de comer o qué harán si se enferman y no tienen para pagar al médico —por importante que sea eso—, pero es una sociedad en que aborden más y más todas las diversas esferas de la sociedad, las debatan y lleguen a dominarlas.

Alcanzar ese tipo de sociedad y de mundo es un reto muy grande, algo mucho más profundo que simplemente cambiar unas cuantas formas de propiedad de la economía y así garantizar el bienestar social, pero aún existe la situación en que unos pocos se encargan de eso para las masas, y la ciencia, las artes, la filosofía y demás esferas siguen siendo básicamente el campo de esos pocos, y el proceso de tomar las decisiones políticas también sigue siendo el campo de esos pocos.

Dar ese gran salto es la monumental lucha histórico-mundial en que nos hemos embarcado a partir de la revolución rusa (sin incluir la experiencia muy breve y limitada de la Comuna de París). Esa lucha alcanzó su cumbre más alta con la revolución china, y especialmente la Revolución Cultural, pero ahora hemos sufrido un revés temporal.

Tenemos que hacer un balance muy profundo de toda esa experiencia y dar otro salto, y tenemos que hacerle frente a algunos problemas muy serios y complejos para poder avanzar y aprender de lo mejor del pasado, y avanzar más allá y hacerlo mejor en el futuro.

 

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