Puntos sobre el socialismo y el comunismo
Una clase de estado radicalmente nueva, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad
Revolución #037, 5 de marzo de 2006, se encuentra en revcom.us
Nota de la Redacción: A continuación publicamos partes de una charla que dio Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, a un grupo de militantes y partidarios el año pasado (2005). A esta edición se le agregaron subtítulos y notas al pie de página.
¿Por qué queremos el poder estatal? ¿Por qué necesitamos el poder estatal?
Vayamos al grano, a un punto sumamente esencial. ¿Por qué hablo del poder estatal al principio de "Escalar las alturas y volar sin red de seguridad"1? ¿Por qué insisto en que queremos el poder estatal?
Empecemos con la respuesta básica: es correcto querer el poder estatal. Es necesario querer el poder estatal. El poder estatal es algo bueno --es algo excelente-- en manos de las personas debidas, de la clase debida, al servicio de las metas debidas: superar la explotación, la opresión y la desigualdad social, y forjar un mundo, un mundo comunista, en que los seres humanos puedan desarrollarse más y mejor que nunca antes.
Para ver esto con claridad, basta con pensar en lo que sufren las masas hoy. Voy a hablar un poco de esto ahora y lo volveré a abordar más adelante. Piensen en todo lo que sufren las masas y en lo que se podría hacer para eliminar ese sufrimiento con el poder estatal revolucionario, y en lo que no se puede hacer porque no tenemos ese poder estatal. Piensen en las continuas humillaciones, malos tratos, violencia y muerte que sufren los que viven en los ghettos y barrios pobres a manos del actual poder estatal, en particular de la policía. Por otra parte, piensen qué pasaría si el poder estatal estuviera en manos de las masas populares y las respaldara para acabar con todos los vestigios de esos atropellos y para abordar de una forma completamente distinta los problemas que surgen en el seno del pueblo, con el poder estatal de su lado.
Piensen en el problema de la violación, un problema enorme, profundamente enraizado en las relaciones fundamentales de esta sociedad. Piensen en lo que se podría hacer sobre eso, inclusive a muy corto plazo, tan pronto como se derribe el capitalismo y se establezca un estado socialista: usando el poder estatal de una forma revolucionaria y comunista (con dirección y objetivos comunistas), se puede reducir en gran medida la cantidad de violaciones, hacer que algo que hoy ocurre todo el tiempo suceda muy raramente y avanzar con toda firmeza hacia su eliminación total.
Podemos recorrer la larga lista de todo lo que sufren las masas populares del mundo porque no tienen el poder estatal: el sufrimiento en el que viven, las enfermedades y la desnutrición; lo que Marx resumió magistralmente con el término "tormentos de trabajo"; la pobreza y la violencia abrumadoras que acompañan y refuerzan esta realidad de miles de millones de personas por todo el mundo; la cantidad de infamias y de sufrimiento innecesario debido a que el poder estatal está en las manos de sus explotadores y opresores, y no en sus propias manos.
Nadie debería llamarse comunista si en este momento de la historia no quiere el poder estatal, si no lo ansía y si no sabe qué hacer con él cuando lo consiga. Esto entraña muchas complejidades; pero ya es hora de descartar todas las excusas por querer el poder estatal; es hora de rebasar las dudas y las vacilaciones existenciales de si es bueno o no que haya estados proletarios. Es algo muy bueno. Les recomiendo que estudien la charla que está dando Raymond Lotta en varias universidades con el proyecto "Pongamos las cosas en claro" sobre la historia del ejercicio del poder en manos del proletariado2 para ver lo que se logró hacer, inclusive con serios defectos, cuando los proletarios ejercieron el poder dirigidos por sus vanguardias comunistas. Si le ponemos una gota de ciencia al asunto, veremos que ninguna de esas cosas positivas y de importancia histórico-mundial se hubieran podido lograr sin el poder estatal. Podremos ver todas las cosas que hay que hacer en el mundo para eliminar los horrores que sufren las masas y para avanzar hacia una etapa de la sociedad en que ya no existan ni haya base para tales injurias, y veremos claramente por qué el poder estatal es algo muy bueno y muy necesario.
Naturalmente, hay que considerar las cuestiones fundamentales de orientación: ¿para quiénes y para qué queremos este poder estatal? Pero con la orientación correcta, querer el poder estatal y tener el deseo y la capacidad de dirigir al pueblo hacia ese objetivo es imprescindible para las masas populares, para su emancipación y, en última instancia, para la emancipación de toda la humanidad.
El balance
Hoy, quizá más que nunca, las calumnias y las tergiversaciones de la historia de la sociedad socialista y del poder estatal proletario son enormes. Y sin una perspectiva honesta y científica no es posible captar correctamente los grandes logros ni las importantes deficiencias de esta experiencia, ni captar la nueva síntesis3 que se requiere para "hacerlo mejor" en la próxima ronda de revoluciones proletarias y de estados proletarios que establezcan.
Primero que todo, pongamos los hechos en la balanza; hagamos un balance. Sopesemos lo que sabemos de la experiencia histórica de la Unión Soviética y de China cuando eran socialistas (y con eso quiero decir de 1917 a 1956 en la Unión Soviética y de 1949 a 1976 en China). Veamos cómo se trataban los problemas y las necesidades del pueblo, y pongámoslo en un platillo de la balanza; pongamos las deficiencias en el otro platillo. ¿Cuál pesa mucho más? Pongamos en la balanza lo que se hizo para superar la explotación y la opresión de las masas en esos países, para crear nuevas relaciones sociales, una nueva cultura, nuevas formas de pensar, nuevas relaciones internacionales. Pongamos eso en la balanza y comparémoslo con el manejo incorrecto (impugnado o real) de algunos problemas, cuyas consecuencias conllevaron el sufrimiento de ciertas personas, por ejemplo artistas e intelectuales.
¿Tiene importancia que hacia 1970 las masas populares de China no se morían de hambre, que por primera vez en miles de años China resolvió básicamente el problema del hambre en 20 años de sociedad socialista? ¿Tiene importancia que por primera vez cientos de millones de campesinos tenían servicios médicos? ¿Tiene importancia para alguien? ¿Tiene importancia que sus habitantes podían levantarse y salir a la calle sin temor a la policía (ni a los demás) porque un nuevo poder estatal hacía posible crear nuevas relaciones sociales? ¿Tiene importancia que por primera vez en la historia de China (y en la historia universal en esa escala) hayan estimulado y guiado a las masas populares a encargarse de los asuntos del estado, y a debatir la dirección de la sociedad y la situación y las luchas de los pueblos del mundo. ¿Tiene importancia?
Así que si se quiere sacar un balance, sí, está mal que se hayan cometido errores e inclusive excesos durante la Revolución Cultural, y hay que tomarlos en cuenta y analizarlos científicamente, junto con todo lo demás; pero no perdamos la perspectiva ni la noción general de lo que ocurría. Varios artistas que vivieron en China en esa época dicen: "No nos dejaban hacer ciertas obras durante la Revolución Cultural". En efecto, hubo problemas en ese sentido, y hay que analizarlos profundamente y desde todos los ángulos; además, repito, necesitamos una nueva síntesis que nos permita manejar todo eso mucho mejor la próxima vez que se presente. Pero, por otro lado, como orientación fundamental, pongamos eso en la balanza y comparémoslo con el hecho de que, por primera vez en la historia de China (y en contraste con toda sociedad del mundo en que el proletariado no tiene el poder estatal, incluido Estados Unidos), las masas populares no tenían que trabajar como esclavos en las fábricas, supervisados por un gerente, trabajar a destajo, a toda velocidad y todo lo demás, y por el contrario eran cada vez más los amos de la sociedad. ¿Tiene importancia eso? ¿Cómo evaluar esto con relación al hecho de que, por ejemplo, durante la Revolución Cultural no se podían organizar ciertas producciones de danza en China?
Recuerdo que oí hablar a Baryshnikov de su experiencia de venir de la Unión Soviética a Estados Unidos, y eso sucedió cuando ambos países eran capitalistas: uno era revisionista (socialista de nombre, pero capitalista en la práctica y en esencia) y el otro, como sabemos, abiertamente capitalista. Baryshnikov fue bastante honesto y dijo que vino a Estados Unidos porque en la Unión Soviética no se podían representar las coreografías de Balanchine, pero por otra parte, si un joven tenía inclinación al ballet y cierto talento, recibía todo el apoyo del estado desde temprana edad y contaba con todos los recursos para aprender ballet. Por lo menos tuvo la honestidad de decir que él aprovechó todo eso hasta que llegó a ser muy bueno para representar las coreografías de Balanchine, y entonces se vino a Estados Unidos, donde sí podía hacerlo. También señaló que la mayoría de los bailarines que conocía aquí a duras penas se las arreglaban para vivir; muchos trabajaban como meseros y en trabajos similares, y no se podían dedicar de tiempo completo a su arte. Recordemos que lo que existía en la Unión Soviética era revisionismo, no socialismo. Pero digamos que en un país socialista no dejaran representar a Balanchine. ¿Tenemos que llegar a una mejor síntesis de eso? Sin duda. Pero, al hacer una evaluación precisa y científica de los hechos, es importante no pasar por alto ni subestimar los tremendos logros y avances de la Revolución Cultural: logros políticos y también artísticos, como en el campo del ballet y la danza.
Una de las cosas que se critica y se calumnia mucho hoy es que durante la Revolución Cultural mandaron a los intelectuales al campo. Como he dicho en varias ocasiones, nadie les preguntó a los millones de campesinos de China si ellos querían ir al campo. ¿Es esta la respuesta completa a la manera en que se trató a los intelectuales durante la Revolución Cultural? No. Necesitamos otro gran paso, necesitamos una síntesis más avanzada y nueva. Pero si tenemos que comparar la importancia de estas cosas, ¿cuál es nuestro punto de partida para esa nueva síntesis? ¿De dónde partimos? ¿Dónde estamos situados? ¿Cuál es nuestra postura básica? ¿Tomamos como punto de partida a las masas populares, sus necesidades e intereses, la meta de revolucionar toda la sociedad y el mundo, la meta de emancipar a toda la humanidad (incluidos los intelectuales y otras capas sociales) de los grilletes de una sociedad dividida en clases y de todas sus consecuencias? No en un sentido burdo de contraponer a las masas y a los intelectuales, no en ese sentido economicista, ni en el sentido de revancha contra los intelectuales y otras capas sociales que han ocupado un lugar de mayor privilegio (aunque no son los gobernantes del sistema ni los explotadores ni los opresores de las masas populares), sino en el sentido de identificar las necesidades y los intereses fundamentales de las masas populares, y de revolucionar todo el mundo y emancipar a toda la humanidad.
¿Cuál es nuestro punto de partida? ¿Partimos del individuo y de las preocupaciones individualistas? ¿O partimos de asuntos fundamentales relacionados con las masas populares y las relaciones económicas, sociales y políticas esenciales de la sociedad, y del mundo, y avanzamos hacia una síntesis partiendo de esa base? Es fundamental que nuestro punto de partida sea el correcto. He afirmado varias veces que nuestra orientación no debe ser pisotear los derechos de los individuos y la individualidad, sino procurar que se desarrollen con más plenitud en la gran mayoría de la sociedad, y en última instancia de la humanidad del mundo entero; pero por otra parte, no podemos darle más peso a las preocupaciones de individuos particulares que a las cuestiones generales de cómo extirpar de raíz toda explotación y opresión, y cómo avanzar hacia la emancipación de toda la humanidad. Volveré a tocar esto, pero hay mucho más trabajo por hacer y no podemos tener una orientación estrecha e ignorante; para hacer lo que necesitamos no debemos fomentar en las masas la ignorancia, el economicismo ni el revanchismo; si realmente deseamos la emancipación de toda la humanidad, como debe ser, nos toca cortar enteramente con todo eso; pero no retrocediendo a la democracia burguesa ni al individualismo burgués, sino avanzando hacia una nueva síntesis, una síntesis más elevada de esto, cimentada en la meta de un mundo comunista, donde todas las relaciones de explotación y opresión se superen y queden enterradas en el pasado.
La forma correcta de entender "Defiendo firmemente, pero no quiero vivir allá"
Ahora quiero hablar de la forma correcta de entender y de aplicar la afirmación de un camarada del movimiento comunista internacional con la que he expresado fuerte acuerdo: "Defiendo firmemente la experiencia de la revolución socialista hasta la fecha, pero no quiero vivir en esos países"4. Esto se puede entender mal y malinterpretar, y así ha sucedido. Hay personas que deberían ser más claras al respecto, que son partidarias de la causa del comunismo pero que se han dejado influenciar o desorientar por el crescendo aparentemente inagotable y ensordecedor de ataques al comunismo, y han aprovechado esta declaración para decir: "Uff, por fin nos podemos quitar de encima todo el rollo de Stalin; ya no tenemos que hablar de eso. Inclusive podemos deshacernos de Mao y decir ‘no, no, nosotros no somos así; nosotros tenemos una nueva síntesis, no queremos vivir allá, así que no somos responsables de eso’". Eso es una distorsión total de lo que quiere decir "defiendo firmemente, pero no quiero vivir allá".
Para empezar, ¿qué quiere decir "defiendo firmemente"? ¿Y cuál es el aspecto principal de esto? El aspecto principal, desde una perspectiva histórica, es defender firmemente. Los grandes logros de la experiencia histórica del socialismo han sido algo sin precedente y muy positivo; por otra parte, también ha habido deficiencias, a veces muy serias, que no queremos repetir y que no tenemos que repetir, a pesar de toda la necesidad que se nos va a presentar. Deberíamos ser capaces de dar grandes saltos y de ir más allá a través de rupturas, al menos en las esferas cruciales. Pero aquí viene la pregunta esencial: cuando decimos "Defiendo firmemente, pero no quiero vivir allá", la pregunta que surge es: ¿comparado con qué?Esta declaración se ha malinterpretado. No es comparado con la sociedad burguesa, NO. Repito, pongamos las cosas en la balanza: si tengo que elegir entre vivir en una sociedad burguesa o en un país donde el proletariado tenía el poder estatal, ni siquiera tengo que empacar mis maletas; ya mismo salgo para donde el proletariado tenía el poder. [risas]Esa no es la comparación. Esa es una distorsión total. "No quiero vivir allá", ¿comparado con qué? Comparado con lo que podemos y tenemos que alcanzar la próxima vez. Eso es lo central. Partir de eso, pero saltar más allá, a través de rupturas, y, sí: hacerlo mejor. De manera que el punto de referencia es: comparado con lo que es necesario y posible alcanzar la próxima vez. Eso es lo que significa la afirmación "defiendo firmemente pero no quiero vivir allá", que claramente busca sembrar discusión.
Hay que ver con mucha claridad cuál es el aspecto principal. Lo principal es defender firmemente,no porque es lo que nos gusta, por "acentuar lo positivo". No, es porque es verdad, porque concuerda con la realidad objetiva. Si la primera ronda de estados socialistas y revoluciones proletarias fuera principalmente negativa, tendríamos que decirlo. Tendríamos que confrontarlo, tendríamos que analizar profundamente por qué fue así, y tendríamos que dar a conocer ese análisis y evaluación. Pero cuando no es así, portarse como si lo fuera, simplemente porque es más fácil acatar los prejuicios burgueses espontáneos y la propaganda anticomunista, es una traición a nuestra causa. No es verdad que esta experiencia histórica haya sido principalmente negativa. Eso no es real. Acatar las ideas espontáneas de la propaganda y el condicionamiento anticomunistas lleva, como dijera Lenin, al pantano. Si tratamos de moldear y adaptar todo lo que decimos para no ofender los prejuicios de los que están siendo golpeados (y no es exageración, golpeados y bombardeados) con propaganda, mentiras y tergiversaciones anticomunistas, acabaremos hundiéndonos. El anticomunismo es toda una industria artesanal en la actualidad. Para dar otro ejemplo de la cultura popular actual, es como apostar al póker. "Mao mató a 10 millones", dice uno. "Acepto esos 10 millones y doblo otros 10 millones". [risas]Eso es lo que están haciendo los seguidores intelectuales del imperialismo, y lo que se está tragando demasiada gente que debería saber que no es así y que no lo aceptaría si no desconectara el pensamiento crítico cuando se trata de ataques al comunismo. Mucha gente de buenos sentimientos (y esto incluye a mucha gente del mundo artístico, intelectual y académico) se está tragando esto.
El escritor Jared Diamond es un ejemplo que he mencionado. Su libro Guns, Germs and Steel tiene ciertos aspectos mecanicistas y faltos de rigor científico, pero en general es un libro muy bueno; sin embargo, de repente dice las cosas más ridículas e ignorantes sobre China y la Revolución Cultural, y va y lo repite en sus charlas en librerías. En el programa televisivo Book TV dijo: "y en medio de eso, en la Revolución Cultural de China, unos idiotas decidieron cerrar el sistema educativo". Me dieron ganas de estirar el brazo, sacarlo de la TV y decirle: "Jared, ¿qué te pasó? Te esforzaste por aplicar la ciencia a fondo con toda seriedad para investigar por qué hay tanta disparidad en el mundo, y cuando llegas a esto te olvidas de la ciencia, repites el ataque de moda, le haces el juego a los prejuicios del momento o tú mismo los aceptas. Vamos, Jared, sé sistemático, sé científico de principio a fin. Y de paso, hablemos un poco de marxismo, para que puedas ser sistemáticamente científico". Por cierto, creo que él sabe un poco de marxismo; por ejemplo, dudo que no haya leído El origen de la familia, la propiedad privada y el estado de Engels. Él también es de los años 60. Pero eso es lo que está pasando hoy; lo que circula es este anticomunismo, así que mucha gente ha olvidado lo que sabía o se ha convencido (con fundamentos chafas) de que lo que sabía estaba mal.
Platicando con una camarada, yo preguntaba una y otra vez: "¿cómo pueden hacer eso; cómo pueden hacer un trabajo bastante científico y, de repente, BLAM, es como si pasaran a otro universo?". La camarada me contestó: "Bueno, tienes que entender que no son como tú, no piensan como tú. Sí, aplican la ciencia, pero han aceptado la idea de que decir esas cosas anticomunistas no es más polémico que hablar del Holocausto. No creen que ninguna persona razonable, que merezca ser oída, va a refutar esas cosas", esas calumnias contra el comunismo. Han pasado a ser "sentido común"; mejor dicho, están profundamente integradas en la cultura, tan profundamente que se aceptan sin cuestionarlas. Por eso una de las grandes metas del proyecto "Pongamos las cosas en claro" es sacar a la luz esas preguntas, hacer que se cuestionen otra vez, poner a pensar en esto: no, eso no es un veredicto definido y, en realidad, no es verdad.
La intención de "Pongamos las cosas en claro" es confrontar esas calumnias de frente y decir: "estas son las mentiras que les han dicho, esta es la verdad... y lo podemos probar".Pero no lo saben. En general, en los círculos intelectuales, artísticos y académicos dan por hecho que esos veredictos son firmes: el socialismo y el comunismo son un fracaso, un desastre, una catástrofe; llevan a la tiranía, al totalitarismo. Al llegar al tema, desconectan el pensamiento crítico porque aceptan ciertas suposiciones. Es cierto que no podemos aplicar el pensamiento crítico a todo todo el tiempo, así que uno acepta ciertas cosas que "están más o menos resueltas". Hoy, se están volviendo a cuestionar muchas cosas que estaban resueltas, como la evolución. Quién sabe qué seguirá: ¿el sistema de Copérnico? Más adelante volveré a este tema.
Pero en los campos que mencioné, muchos piensan que ese veredicto negativo sobre el comunismo es algo resuelto. Para la mayoría, sacar un balance de la experiencia de los países socialistas no es su campo de trabajo, pero otros lo han hecho y "todo mundo sabe cuál es la verdad y el veredicto". Por eso tenemos que darles una sacudida: "Un momentico, no han investigado esto. Están pronunciando un dictamen, pero no tienen ninguna base para esos dictámenes. Si una persona fuera a su salón de clase e hiciera lo mismo con la materia que ustedes enseñan, le dirían que se fuera a estudiar el tema antes de ponerse a dar dictámenes. Pero ustedes están haciendo exactamente lo mismo". Esas son las condiciones objetivas, en general y específicamente con "Pongamos las cosas en claro". Si aceptamos eso, nos va a llevar la fregada y lo más fundamental es que no vamos a hacer lo que debemos hacer: conocer el mundo como es en la realidad (y conocer la historia como ha sido en la realidad) a fin de transformar el mundo, conforme a su tendencia y conforme a los intereses de las masas populares de todo el mundo.
De modo que tenemos que defender audazmente y criticar audazmente la experiencia de la revolución socialista y de la sociedad socialista hasta la fecha, pero el aspecto principal es defender audazmente; no porque a priori y con un método idealista dimos la vuelta y decidimos tautológicamente que es así, sino porque, como materialistas y con un método dialéctico, esa es la verdad: el aspecto positivo de esta experiencia efectivamente es el aspecto principal. Como Mao nos enseñó, el aspecto principal en un momento dado determina la esencia de algo, no el aspecto secundario. El aspecto secundario puede ser real, puede ser muy importante, puede ser muy necesario investigarlo y estudiarlo, examinarlo y sintetizarlo minuciosamente, pero no es el aspecto decisivo y determinante. Por eso, cuando digo "defender firmemente" o "defender audazmente" la experiencia de la revolución socialista y de la sociedad socialista hasta la fecha, cuando digo que el aspecto positivo de esta experiencia es el aspecto principal, lo digo porque es verdad. Y porque, a fin de conocer y transformar el mundo como hay que conocerlo y transformarlo, necesitamos una base científica. Sí, hay verdades dolorosas, y no debemos evadirlas ni evadir nuestra responsabilidad de estudiarlas a fondo. Pero no es verdad (dolorosa o no, no es verdad) que la experiencia de la dictadura del proletariado y de la sociedad socialista hasta la fecha haya sido una catástrofe, un desastre, un reino infinito de tiranía, una pesadilla totalitaria, y ni siquiera, principalmente (o remotamente) algo negativo. Es todo lo contrario. Como materialistas, como personas científicas, debemos captar esto y aplicarlo, y hacerlo audazmente en ambos aspectos: defender audazmente, como aspecto principal, y criticar audazmente las deficiencias secundarias pero muy reales e importantes.
Volviendo a la pregunta con que empecé: ¿por qué queremos el poder estatal? Porque es absolutamente necesario pasar a la próxima etapa de la historia humana, porque es esencial para la liberación de la abrumadora mayoría de la gente del planeta y en última instancia de toda la humanidad. Es absolutamente esencial. Si quieren entender esto a fondo, piensen en todas las atrocidades sobre las que no pueden hacer nada ahora: lo que le pasa a la gente que cruza la frontera; lo que le pasa a la gente de los ghettos y colonias pobres; lo que le pasa a la gente en las maquiladoras; lo que le pasa a los niños que trabajan en Paquistán o Haití; lo que le pasa a la gente de África que se muere de hambre o se mata para beneficio de los explotadores y opresores; la violación, maltrato, humillación y degradación de las mujeres. Pasen lista y piensen en todo lo que detestan, en todo lo que los llevó al convencimiento de que se necesita un cambio radical, y verán por qué el poder estatal es algo bueno y por qué debemos ansiarlo; y sí, en el sentido correcto, entendiendo correctamente qué es y para quién es, por qué debemos desear la grandeza en este respecto.
Notas
1. "Escalar las alturas y volar sin red de seguridad", serie publicada en el Obrero Revolucionario del #1195 (20 de abril de 2003) al #1210 (17 de agosto de 2003).
2. "El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor" (en Revolución Nos. 25-33 y 35, del 28 de noviembre de 2005 al 13 de febrero de 2006).
3. Además de lo que dice al respecto en esta charla, Bob Avakian habla de esa nueva síntesis en "Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo", una charla que se publicó del #1250 (22 de agosto de 2005) al #1264 (16 de enero de 2005) y en el libro Observations on Art and Culture, Science and Philosophy (Insight Press, 2005).
4. Bob Avakian citó esta declaración por primera vez en la charla "Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo", Parte 2: La ley de la mafia y otras realidades de la democracia estadounidense, Obrero Revolucionario #1251, 29 de agosto de 2004.