Sobre la marcha europea contra la opresión de la mujer en Irán

Desde que regresé de la marcha europea por la abolición de las leyes que atacan a la mujer en la República Islámica de Irán (4-8 de marzo), me he dado más cuenta de su importancia. En este momento histórico (cuando las alternativas que se presentan a millones de personas por todo el planeta son la dominación y devastación imperialista o las teocracias fundamentalistas islámicas), las mujeres iraníes, curdas y afganas que participaron en la marcha se le plantaron a ambas fuerzas reaccionarias, izaron un estandarte y lo ofrecieron a muchos más.

Informé sobre la marcha en un programa en Libros Revolución de Nueva York a finales de marzo, y las muchas preguntas de la discusión me mostraron que no hay mucha claridad sobre lo correcto que es tomar esa postura en este momento, cuando Estados Unidos amenaza con atacar a Irán. Antes del programa, una compañera me mostró un email que recibió. Decía:

“No estoy de acuerdo con [el programa y la marcha]. Celebrarlos en este momento le hace el juego a los monarquistas que se fueron de Irán y quieren regresar y poner en el poder al hijo del sha como títere estadounidense… A nosotras no nos toca cambiar estas cosas, es asunto de las mujeres iraníes, y créanme, lo podrán hacer cuando decidan. Entretanto, estamos ayudando a este gobierno a influenciar a la opinión pública contra Irán… No es hora de que los que estamos fuera de Irán ‘digamos no a los dos lados’ [el imperialismo estadounidense y la República Islámica de Irán], porque esto es nimio comparado con los daños de un ataque contra Irán y el pueblo iraní, y la posibilidad de una tercera guerra mundial”.

Es absolutamente esencial construir en este país el movimiento más fuerte para impedir un ataque estadounidense contra Irán, que sería un monstruoso crimen contra la humanidad. Pero “ayudamos al gobierno” si NO condenamos la opresión de la República Islámica y si no apoyamos a quienes luchan tanto contra la teocracia islámica como contra el imperialismo estadounidense, especialmente las fuerzas revolucionarias. Si no condenamos los ataques contra la libertad de la mujer por la República Islámica de Irán y los ulemas reaccionarios de Afganistán, Irak y otras partes, les cedemos la bandera de defensores de la mujer a los imperialistas, que la aprovecharán para callar a los que se oponen a sus crímenes.

Eso es lo que ocurrió antes de la guerra de Afganistán, poco después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Como dije en una declaración a la marcha: “Un pretexto para atacar y ocupar a Afganistán fue la liberación de la mujer de la opresión de los talibanes. De esa manera, el gobierno atrajo o neutralizó a fuerzas, especialmente mujeres, que hubieran opuesto resistencia a la guerra estadounidense contra el mundo. ¡La hipocresía es increíble! ¡Cómo puede un gobierno que hace todo lo posible aquí para negarle a la mujer el derecho fundamental a controlar su propio cuerpo, y el derecho al aborto, tener la osadía de decir que va a liberar a las mujeres de otra parte! ¡Y qué decir de los gobiernos reaccionarios que Estados Unidos apoya y de los países donde dice que ya ha liberado a la mujer!”

Desafortunadamente, muy poca gente, incluso en el movimiento de la mujer en Estados Unidos, condenó esta vil hipocresía. De hecho, ese silencio (o apoyo) le dio “crédito” a las ridículas y peligrosas afirmaciones de Bush y Cía. de que a ellos les importa el bienestar de la mujer.

Si no apoyamos la lucha contra la teocracia islámica misógina, ¿qué les decimos a las mujeres de Irán, tanto las que viven y luchan en el país como las que están en el exilio? ¿Que deben abandonar la justa lucha contra los que ejecutaron a miles de revolucionarios y que apedrean y dan latigazos a las mujeres? ¿Y qué les decimos a los pueblos del mundo: que el fundamentalismo islámico es la única manera de luchar contra la agresión imperialista?

Las participantes de la marcha (muchas de las cuales pasaron años en las mazmorras de la República Islámica por actividades revolucionarias) entienden claramente que el imperialismo y la teocracia islámica trabajan de la mano para aplastar las aspiraciones y las justas luchas populares. Nada más miren los gobiernos reaccionarios que Estados Unidos apoya hoy, como el de Arabia Saudita, donde la mujer tiene prohibido manejar y tiene que esconderse debajo de un montón de tela cuando salga de la casa. O el de Irak, donde la situación ha empeorado para la mujer (que teme que la violen o maten con una bomba si sale) y toda la población en comparación con el cruel gobierno de Saddam Hussein, que no era ningún amigo del pueblo. O el de Afganistán, donde hoy la opresión de la mujer la imponen señores de la guerra y ulemas apoyados por Estados Unidos, en vez del Talibán.

Hoy, cuando “McCruzada” o “Jihad” parecen ser las únicas alternativas para mucha gente, esta voz de resistencia que se opone a ambos caminos reaccionarios puede contribuir a una reconfiguración de fuerzas en escala global y darle “espacio” a todos los que luchan por un futuro diferente en los países que están en las miras del imperialismo estadounidense y más allá.

Nota a los lectores: Una versión más larga de este artículo, con una sección titulada “En sus propias palabras: Voces de la marcha europea”, de comentarios de los participantes de la marcha, está en revcom.us.

“En sus propias palabras: Voces de la marcha europea”

La Campaña para Abolir todas las Leyes Islámicas Misóginas, de Género y Punitivas en Irán (ver: www.karzar-zanan.com) organizó la marcha del 4-8 de marzo y unió a muchas organizaciones y partidos progresistas y revolucionarios.

Con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, la Organización Femenil 8 de Marzo (Iraní-Afgana), una de las promotoras de la marcha, declaró: “Hoy el gobierno de Bush y sus aliados europeos, por un lado, y la República Islámica, por el otro, están tratando de convencernos de que tenemos que escoger o la esclavitud neoliberal o el fundamentalismo islámico. Pero sabemos que estas dos opciones no se excluyen mutuamente y muchas veces conviven. Declaramos audazmene que no necesitamos ‘salvadores’ como los invasores de Afganistán e Irak. Sabemos que otro mundo es posible y que no llegaremos a él si contamos con los opresores”.

Zaman Masudi, una de las organizadoras de la marcha que trabaja con el Partido LINKS de Alemania, fue a Alemania como estudiante en 1971 y regresó a Irán en 1979 después del derrocamiento del sha. Me dijo que su madre “tenía una vida infeliz en una familia feudal” y murió cuando Zaman era estudiante. “En 1979, me dije que no podía ayudar más a mi mamá, pero que había miles de madres que sí podía ayudar en Irán”. Tuvo que huir del país en 1981 con su esposo y bebé de siete meses. Me contó que le dicen que es mala idea criticar a la República Islámica hoy, cuando Estados Unidos está soltando amenazas nucleares. “Les digo que sufrimos una vez cuando nos olvidamos de la mujer. Cuando el sha cayó apoyamos a Jomeini y nos olvidamos del carácter de la República Islámica. Ahora estamos peleando contra la República Islámica y no vamos a decirle ‘sí’ al imperialismo. Vamos a decirles ‘no’ a ambos”.

Soraia, una militante curda del Partido Comunista de Irán (Komala), tiene 50 años de edad y vive en Suecia. También vio el sufrimiento de su madre debido a la opresión patriarcal, incluso a manos de su padre que una vez le arrancó las trenzas desde las raíces. Sus cinco hermanas se sometieron a matrimonios concertados, pero Soraia no lo aceptó y su madre la apoyó. “Aunque era analfabeta, siempre me decía que no se debe renunciar a los derechos”. Soraia dijo que espera que la noticia de la marcha llegue a todo el mundo y que apoyen la campaña porque “la mujer es la mitad de la especie humana y su lucha por la emancipación no se puede separar de la lucha de la clase obrera… La campaña tiene muchos lemas contra la opresión de la mujer, y mucha gente debe afirmarlos”.

Bayan, una curda de 20 años de edad nacida en Irán, era una de las participantes más jóvenes. Coreaba las consignas con mucha energía en alemán y curdo. Tiene 15 años en Alemania y no puede regresar a Irán debido a las actividades políticas de sus padres. “Es importante que las curdas digan lo que quieren”, me dijo. Recuerda que en Curdistán las mujeres tenían que someterse a los hombres y que su tía casi muere apedreada porque la acusaron de causar la muerte de su esposo enfermo.

Acerca del apoyo de los curdos en Irak a la invasión y ocupación estadounidense, me dijo: “La mayoría de los curdos en Irak dicen que ahora es libre, y que está bien que ahora una pequeña parte de Curdistán nos pertenece a nosotros. Pero yo digo que no, que es un gobierno títere. Teníamos un gobierno malo en Irak [con Saddam Hussein], pero mejor que la intervención estadounidense sería que los iraquíes y los curdos hagan la revolución”.

Bayan dijo que sabe que unas jóvenes curdas en Suecia, otros países europeos y Canadá han muerto a manos del padre porque no aceptan matrimonios concertados. “En Europa en el siglo 21, muchas curdas viven oprimidas por esposos y padres. Todos los días recibimos noticias de jóvenes curdas desaparecidas. Dicen que han regresado a su país, pero sabemos que no es cierto. Las han matado. Esta vieja cultura de hace 500 años tiene que cambiar”.

Le pregunté si quería decirle algo a otras jóvenes y me contestó: “No te quedes en casa pensando que estás sola y que no puedes hacer nada. No hay que pensar así. No, puedes cambiar la situación en que vives. Sé que es difícil, pero no debes aceptar una situación injusta… Una mujer puede vivir sin esposo o padre si decide contar con sí misma”.

La República Islámica odia y teme a esas jóvenes, tanto como a las luchadoras más experimentadas de la marcha, porque su oposición a las tradiciones y relaciones sociales feudales es un desafío directo al estado teocrático… que no ha podido contener.

Envíanos tus comentarios.