Obrero Revolucionario #1237, 25 de abril, 2004, posted at http://rwor.org
En respuesta al debate público sobre la película "La pasión de Cristo" y a la promoción del fundamentalismo cristiano, un nuevo grupo de escritores revolucionarios de Chicago estudió las obras de Bob Avakian, presidente del PCR, sobre la religión e hizo una selección de pasajes para publicar en el Obrero Revolucionario.Los siguientes pasajes sobre el "impulso religioso" son de las obras "Liberación sin dioses"; "Predicando desde un púlpito de huesos: Necesitamos la moral pero no la moral tradicional"; "Grandes objetivos y gran estrategia"; "Sobre la guerra y la revolución, sobre ser revolucionario y cambiar el mundo: Habla Bob Avakian, entrevistado por Carl Dix".
Es muy importante comprender a fondo que el aparente "ascenso de la religiosidad" en varios sectores de la sociedad estadounidense no es simplemente el resultado de la cruzada de la clase dominante para fomentar la religión, aunque evidentemente dicha cruzada la alimenta y fomenta. La religiosidad se da en parte como consecuencia de una necesidad que amplios sectores de la población sienten espontáneamente ante su propia situación (en el sentido estrecho) y ante los grandes cambios y trastornos en el mundo y en el mismo Estados Unidos, como la inestabilidad, incertidumbre y ansiedad producidas por la economía (descrita por el escritor "conservador" Edward Luttwak como "turbo capitalismo", que podría ser una metáfora apropiada). Asimismo, acontecimientos trascendentales, como el derrumbe de la Unión Soviética y su bloque --y la ofensiva ideológica que proclamó la derrota, el fracaso y la muerte del comunismo-- han estimulado la religiosidad. Y desde luego, la clase dominante busca "despellejar dos veces al buey" (sacarle doble provecho) ideológica y políticamente, fomentando la religión, de varios tipos, como solución a las inquietudes, ansiedad, incertidumbre y los anhelos de algo más noble y elevado que la incesante búsqueda de gratificación material instantánea, que la dinámica del sistema capitalista imperialista produce en forma concentrada y a gran escala hoy por hoy.
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BA: en respuesta a un comentario de Carl Dixsobre el hecho de que la influencia de la religióndisminuyó entre los negros con los levantamientos revolucionarios de los años 1960:"con la revolución amanece un nuevo día; el pueblo capta lo que antes no comprendía".
¡Simón! Porque la neta la religión jala a la gente, por decirlo así, porque se siente desanimada y derrotada, al no poder deshacerse de la opresión que la agobia. No lo capta necesariamente en esos términos, pero creo que sí le afecta mucho cierto abatimiento, cierta sensación de derrota. Es lo opuesto de la consigna que mencionaste -- "con la revolución amanece un nuevo día; el pueblo capta lo que antes no comprendía"--: cuando se dan derrotas temporales, la gente pierde fe en las masas y su capacidad de comprender y cambiar el mundo. Y encima está toda la locura de la sociedad actual, y parece que no hay manera de comprenderla ni mucho menos contrarrestarla. Además, el sistema de educación no da las más mínimas bases, ni siquiera los principios científicos elementales como la teoría de la evolución. E instituciones como la iglesia inculcan nociones metafísicas, idealistas y místicas, nociones que la propia realidad --la historia y los conocimientos científicos-- desmienten. Digo, la Biblia no es verídica; la contradicen principios científicos elementales, por ejemplo, lo que dice sobre el origen de la Tierra --que dios la creó antes de las estrellas, cuando se sabe que las estrellas existieron por mucho tiempo antes de la Tierra-- y cosas por el estilo.
Pero la gente no tiene esos conocimientos básicos; el sistema de educación no da las bases ni los medios para adquirirlas. Y ante tanta locura, las tradiciones jalan.
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.si uno cree que fuerzas y poderes míticos (que en realidad no existen) o un dios omnisciente, omnipresente y todopoderoso controla el mundo, no puede captar el mundo tal y como es ni transformarlo completamente. Así que existe una contradicción: hasta cierto punto las ideas religiosas motivan a luchar contra la opresión, pero en última instancia son un obstáculo porque dicen que los seres humanos no tenemos el juicio ni la capacidad para cambiar la situación.
Es una contradicción importante que evidentemente no tiene solución a corto plazo. O sea, la gente solo dejará atrás la religión --y sí tiene que dejarla, pero no podemos obligarla--, digo, solo la dejará cuando se hayan barrido las cosas que la empujan hacia ella: la opresión y la información deformada que le inculcan sobre el mundo, el universo, la sociedad, y las fuerzas motrices elementales.
Por nuestra parte, la intención no es deslindar campos sobre la religiosidad, pues lo decisivo es luchar al lado del pueblo contra la opresión. Pero el gran peligro político del fenómeno fundamentalista es que la clase dominante sí deslinda campos: proclama que "la religión es primordial", sobre todo la religión fundamentalista, y que hay que "asociarse, unirse o oponerse a gente de acuerdo a si `cree en el Señor'". (O en alá en el caso del Islam, que es otro fenómeno, y a lo mejor no es el momento de entrarle a fondo, pero está cobrando fuerza, por ejemplo, en las comunidades negras, sobre todo en las últimas décadas cuando mucha gente ha cambiado el cristianismo por el Islam. Claro, en el fondo es igual. Evidentemente no está en el mismo renglón que el fundamentalismo cristiano, pero filosófica e ideológicamente es el mismo fenómeno).
Todo eso es parte del entorno político actual y, repito, el movimiento fundamentalista representa un gran peligro político: aparte de ser una fuerza fascista, busca ganarse a los oprimidos para que se opongan a sus propios intereses. Considero que debemos tenerlo muy presente y ver cómo lidiar con él.
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Las convicciones y las doctrinas religiosas tienen efectos contradictorios en el mundo de hoy. A algunos, sus creencias religiosas los motivan a desafiar los sistemas sociales opresivos y las relaciones opresivas del mundo. Simultáneamente, la religión organizada y buena parte de las doctrinas religiosas se usan para reforzar la opresión de las grandes masas, para predicar sumisión antes las autoridades establecidas y su gobierno opresivo: como dijo Lenin, todo orden reaccionario necesita de dos funciones, la del verdugo y la del cura, pues van de la mano y se complementan.
Así que, ¿cuál debe ser nuestra posición ante la religión y los creyentes religiosos de varios tipos? Debemos buscar unidad, a los niveles que sea posible, con todos aquellos a quienes sus creencias religiosas los llevan a ponerse del lado de los oprimidos contra los opresores. Por otro lado, debemos oponernos firmemente a quienes sus creencias religiosas los llevan a ponerse del lado de los opresores y a ser los apologistas y capataces del orden reaccionario y sus crímenes. Y debemos rechazar la doctrina religiosa --toda doctrina religiosa-- propiamente dicha, por la simple razón de que no es verdad. O sea, debemos rechazar su afirmación de que es la verdad revelada por dios, porque eso no existe. Además, es necesario y crucial librar una lucha ideológica, de muchas formas, contra las ideas y nociones religiosas, porque ellas nos impedirán avanzar hasta donde tenemos que llegar: a la completa liberación de las masas populares, y en última instancia de la humanidad misma, por todo el mundo.
El anhelo de una moral universal y trascendental se manifiesta intensamente en la sociedad contemporánea. En gran medida eso se debe a que el mundo está pasando por una gran transición y a que la acompañan crisis ideológicas.
En Estados Unidos se siente que ha habido una "desviación moral" y una "decadencia moral". Eso está vinculado con importantes aspectos de tal transición: la mayor participación de la mujer, de amplios sectores, en la población activa y el impacto que eso ha tenido en las relaciones tradicionales entre el hombre y la mujer y en la familia; cambios significativos en la inmigración y su impacto demográfico; y el desplazamiento de grandes cantidades de trabajadores no especializados, especialmente los negros y otros habitantes de los centros urbanos, y la amenaza de mayores desplazamientos. Todo esto se relaciona con el fenómeno de "asuntos no resueltos", especialmente en las esferas cultural e ideológica, como la moral, que surgieron en los años 1960 y que siguen pendientes.
Hay que reconocer que la "fuerza" de la "moral tradicional" (que se presenta como una moral trascendental y que se alimenta de la costumbre y la convención) aumentó en algunos sectores en relación más o menos directa a las derrotas que ha experimentado la revolución comunista en las últimas décadas, a la proclamada "muerte del comunismo" y a la confusión ideológica que han fomentado y difundido en torno a todo esto.
Por otro lado, los cambios económicos en Estados Unidos y por todo el mundo están socavando importantes aspectos de la base material de la "moral tradicional". Incluso la "muerte del comunismo" y el "fin de la guerra fría", y la concomitante "racionalización" de las fuerzas armadas, han contribuido a crear cierta "inquietud" e "incertidumbre" y a escisiones de las convenciones ideológicas dominantes. Esto ha tenido consecuencias contradictorias en la "moral tradicional", reforzándola y a la vez socavándola.
En consecuencia, hay agudos conflictos en torno a la "moral tradicional". La clase dominante se ve en la necesidad de reafirmarla agresivamente, aunque no concuerda con la dirección que tiene que tomar la sociedad para resolver los problemas más fundamentales. Por otro lado, todavía no existe la base de una moral fundamentalmente distinta capaz de derrotar y reemplazar esta "moral tradicional" en la sociedad. Esta contradicción persistirá durante mucho tiempo, a menos que se resuelva de una manera sumamente reaccionaria (por medio de medidas fascistas para imponer la "moral tradicional" cabalmente desde arriba) o por medio de un cambio revolucionario cabal (en que los de abajo, unidos a amplios sectores, tumben el orden establecido y creen una nueva sociedad con una moral radicalmente diferente). Así que el papel de la moral comunista y la batalla entre esa moral y la "moral tradicional", en todos los sentidos, es y seguirá siendo un tema central de lucha.
En The History of God (La historia de dios), un libro que examina las religiones monoteístas más importantes --cristianismo, judaísmo e islam-- y su desarrollo histórico, Karen Armstrong presenta el familiar argumento de que en toda la historia humana, desde las primeras sociedades humanas (incluyendo las sociedades comunales en las que no existían clases ni la opresiva división del trabajo entre la mujer y el hombre), se encuentran indicios de creencias religiosas, y que eso debe indicar que los seres humanos tienen un impulso religioso universal. Lo dice de esta manera: "El estudio que he realizado sobre la historia de la religión revela que los seres humanos son animales espirituales. De hecho, se puede argumentar que homo sapiens es también homo religioso".(Introducción, p. xix)
Al mismo tiempo, Armstrong reconoce que la religión es, y no puede ser de otra manera, pragmática: "Todas las religiones cambian y evolucionan; de no hacerlo se volverían obsoletas". (p. 84) Armstrong intenta resolver esa contradicción --que la religión supuestamente representa la palabra de un dios (o dioses) que están más allá de la existencia humana y que no dependen de las relaciones ni convenciones sociales humanas, pero que tiene que cambiar o volverse obsoleta-- planteando una esencia inefable de dios a la que la religiosidad humana se acerca, pero jamás puede abarcar ni comprender totalmente.
Pero como hemos visto, a lo largo de la historia y hoy mismo, los diferentes grupos sociales, las clases, tienen una concepción diferente sobre lo que es "natural" y lo que constituye "la naturaleza" de los seres humanos (por ejemplo, eso se ve en la manera radicalmente diferente que los esclavistas y los esclavos ven esa "naturaleza"); asimismo, hemos visto que personas con diferente posición de clase interpretan la Biblia de maneras muy diferentes (por ejemplo el "evangelista cristiano" Jim Wallis, por un lado, y el "evangelista cristiano" Pat Robertson). Además, y yendo más a fondo, hemos visto lo que Engels indicó: que, por primera vez en la historia, la humanidad ha alcanzado el punto en que hoy es completamente innecesario que la sociedad siga dividida en clases, que eso es una barrera al desarrollo global de los seres humanos y de toda la sociedad, y que las creencias religiosas de todo tipo también se han vuelto barreras al desarrollo.
Engels dice que hasta este punto del desarrollo humano ha habido un "consenso general" entre los pueblos de la Tierra de que existen fuerzas sobrenaturales y dioses (o un dios), pero (Engels señala) eso no es prueba de la existencia de dios o dioses ni de una "necesidad interior" de los seres humanos de creer en dios. Más bien, es una manifestación del hecho de que, hasta la época actual, los seres humanos y la sociedad humana no habían llegado a donde fuera posible una concepción del mundo y metodología científicas que permitieran conocer las fuerzas motrices de la naturaleza y de la sociedad (y de la gente). Pero, Engles señala, ya se ha llegado a ese punto: esa concepción y metodología ya existen, y están desarrollándose. Esa concepción del mundo y esa metodología son el comunismo marxista.
¿Por qué ha persistido la religión, hasta hoy en día, cuando se ha probado que importantes pilares de ella son erróneos y falsos --como por ejemplo las versiones cristianas (e islámicas) de "la creación"-- además de otros tipos de errores y descripciones falsas, tal como los que he señalado en este artículo? Esto también tiene dos razones básicas:
1. Las autoridades políticas reaccionarias han reconocido la importancia de la religión para mantener su orden opresivo, y han utilizado todos los medios a su disposición --entre ellos el poder político y el control de los medios de información-- para fomentar y propagar alguna forma de religión.
2. En una sociedad en que las relaciones sociales son antagónicas, se genera espontáneamente un "impulso religioso". ¿Qué es este "impulso religioso"? Es buscar una ayuda sobrenatural para lidiar con fuerzas al parecer abrumadoras. Es buscar consuelo en tiempos de desespero, ayuda en tiempos urgentes, firmeza en tiempos de inseguridad e inestabilidad. Es la vaga sensación de "vacío espiritual" que sobreviene cuando uno adquiere riquezas de manera parasítica. Es buscar consuelo en condiciones de opresión o ayuda para luchar contra tales condiciones --ayuda más allá de las limitaciones humanas. La sed de sustento espiritual en un mundo que parece tan frío. La necesidad sentida de encontrar un escape a la frustración, o de una transformación momentánea de angustia en alegría, por fugaz que sea. La humanidad de conjunto no podrá echar a un lado este "impulso religioso" totalmente --no podrá reconocer lo que es y rechazarlo voluntariamente a sabiendas de que ya no es necesario, de que es un obstáculo en vez de una ayuda-- hasta que la sociedad humana ya no avance mediante relaciones sociales antagónicas; hasta que se eliminen la explotación y opresión; hasta que la organización social y las relaciones sociales humanas ya no oculten la realidad de las fuerzas que operan en la naturaleza y la sociedad ya no obstaculice a sus miembros captar y responder a las verdaderas fuerzas motrices de la naturaleza y la sociedad.
Pero para avanzar la sociedad humana hasta ese punto, los explotados y oprimidos --que representan el poder potencial de revolucionar la sociedad-- deben esforzarse por conocer el mundo y la existencia humana tal como son real y fundamentalmente, y tal como se pueden cambiar fundamentalmente. Especialmente los elementos de las masas de inclinaciones revolucionarias deben dar el salto a echar a un lado las trabas mentales de la religión y emprender y empuñar el arma del materialismo marxista.
Este materialismo no tiene nada que ver con el hambre insaciable de riqueza material y la frenética y despiadada batalla por adquirirla. Eso es para los explotadores y sus apologistas --sobre todo el sistema capitalista. El materialismo marxista se funda en la verdad básica de que toda la existencia es material, que todo consiste de materia en movimiento, y que no hay ninguna existencia más que la verdadera existencia material.
El materialismo marxista no niega la importancia de las ideas (ni los sentimientos, las emociones, etc.), ni su papel en la meta de influenciar a la gente y a la sociedad. Muy al contrario. El materialismo marxista reconoce que las ideas desempeñan un papel sumamente importante, especialmente en la transformación revolucionaria de la sociedad y de la gente. Reconoce la relación dialéctica --y la influencia mutua y la interacción y juego mutuo-- entre las ideas y la realidad material que da pie a esas ideas. Reconoce que todas las ideas arrancan en última instancia de la realidad material de la naturaleza y la sociedad (y que el cerebro humano en sí y su proceso de pensar consta de materia en movimiento, de procesos y cambios químicos y eléctricos, etc.). Las ideas son correctas en la medida en que reflejen correctamente la realidad material -en su proceso de movimiento y cambio. El materialismo marxista --el materialismo dialéctico-- le adjudica suma importancia a las ideas que reflejan la realidad más correctamente, y por ende, que pueden ayudar y acelerar la transformación de la naturaleza y de la sociedad, sobre todo las transformaciones revolucionarias.
Es por eso que el materialismo marxista se opone a toda forma de idealismo y metafísica --a todas las nociones de la realidad que se colocan en un plano independiente y aislado de la realidad material; toda pretensión de que las ideas (o espíritu) son la fuerza creadora y motriz del universo, de que las ideas no tienen base en la realidad sino que al contrario moldean la realidad según su voluntad; toda idea de que existe un orden incambiable o de seres enteros, completos, perfectos y sin contradicción; toda afirmación de que las cosas son como son por mandamiento sobrenatural y que nunca pueden cambiar ni jamás cambiarán. En oposición a todas estas nociones --y entre ellas figuran las doctrinas y creencias religiosas-- el materialismo marxista es de hecho la guía para la transformación revolucionaria más cabal de la sociedad y de la naturaleza: para permitir la eliminación cabal de la explotación, opresión, divisiones de clase y antagonismo social; para emancipar a la humanidad de todo eso y seguir avanzando la sociedad humana.