Dinamitazos de clínica en Atlanta: Un cruel llamado a despertarse

Mary Lou Greenberg

Obrero Revolucionario #891, 26 de enero, 1997

El 16 de enero dos explosiones sacudieron una clínica de salud de la mujer en Atlanta. La primera bomba destruyó gran parte de la clínica Atlanta Northside Family Planning Services, ubicada en un edificio de cinco pisos en Sandy Springs, un suburbio. La segunda estalló una hora después en un lote de estacionamiento al lado e hirió a varias personas.

Este vil ataque al derecho de la mujer al aborto ocurrió pocos días antes del 14 aniversario del fallo Roe vs. Wade de la Suprema Corte, que legalizó el aborto. El movimiento contra el aborto siempre ha aprovechado ese aniversario para redoblar sus ataques.

Los dinamitazos de Atlanta subrayan el hecho de que se sigue librando una guerra contra la mujer en este país. Michael Bray, condenado de dinamitar una clínica y partidario del "homicidio justificado" de médicos que hacen abortos, le dijo al periódico Atlanta Constitution que los dinamitazos le hicieron sentir "alivio" porque son una "señal de resurgimiento".

De hecho, la violencia reaccionaria contra los proveedores de aborto ha aumentado en los últimos meses. El 18 de diciembre, apuñalaron al Dr. Calvin Jackson 15 veces frente a una clínica de Nueva Orleans; casi le arrancan la oreja. El mismo día, arrestaron a un hombre que blandía un cuchillo frente a una clínica de Baton Rouge y lo acusaron del ataque al Dr. Jackson. En diciembre, trataron de quemar tres veces la clínica A-Z Women's Center de Phoenix, Arizona, y hubo un robo armado en una clínica de Dallas. El 1º de enero una clínica de Tulsa, Oklahoma, fue atacada con cocteles molotov; nadie resultó herido porque estaba cerrada.

Después del dinamitazo de Atlanta, los medios corrieron a decir que "ha disminuido un poco la violencia" contra las clínicas. Pero la neta es que por todo el país las clínicas siguen bajo sitio y sufrieron muchos ataques en 1996. Las clínicas de Planificación Familiar experimentaron un promedio de cinco casos de hostigamiento o violencia cada mes, más que en 1995. Un estudio del grupo Mayoría Feminista demostró que aunque disminuyeron algunas formas de ataque en 1996 (acecho y amenazas de muerte), otras aumentaron (dinamitazos, ataques con sustancias químicas y amenazas de incendios). Las amenazas y el hostigamiento continúan. Además, los oponentes del aborto siguen bloqueando las entradas de clínicas, a pesar de la ley FACE (Libertad de Acceso a las Entradas de las Clínicas), que supuestamente lo impide. El 7 de diciembre, por ejemplo, arrestaron a 11 personas que montaron una barricada frente a la clínica de Planificación Familiar en Rochester, Nueva York. Bloquearon todas las entradas y echaron pegamento en las cerraduras. Estacionaron un carro viejo sin ruedas contra la puerta principal y seis personas se encadenaron en una caja grande frente a la entrada de los trabajadores.

Otra señal de lo seria que es esta guerra contra la mujer son nuevas estadísticas que demuestran que está disminuyendo la cantidad de abortos en el país. Eso se debe a una atmósfera que hace sentir a la mujer culpable por terminar un embarazo, a las barreras legales impuestas por el gobierno y a los ataques a las clínicas (algunas de las cuales han tenido que cerrar). En estas circunstancias, es mucho más difícil abortar en un estado con leyes para menores de notificación/consentimiento de padres y en zonas rurales, donde casi no hay clínicas ni servicios de aborto. En en por lo menos el 84% de los condados del país no hay servicios de aborto.

De acuerdo con un informe del Departamento de Salud de Pensilvania que salió en enero, la cantidad de abortos disminuyó un 6,2% en 1995 en comparación con 1994. Y 1995 fue el año de menos abortos desde que se empezaron a dar estadísticas. En Pensilvania, nuevas leyes restrictivas obligan a las menores a notificar a sus padres (lo que muchas no pueden o no quieren hacer) y requieren un período de espera entre la primera visita a una clínica y el aborto. Eso significa que una mujer tiene que ir dos veces a una clínica, lo que puede ser muy difícil para las que viven lejos.

Lo que no se necesita

Después de los dinamitazos de Atlanta, los políticos corrieron a vocear su indignación y su fe en que el Departamento de Justicia y la policía encuentren a los culpables. Además, varias figuras nacionales del movimiento en defensa de los derechos reproductivos han pedido más protección policial y federal. ¡Pero miremos la situación sin trampa ni cartón!

Primero, de 1977 a 1996 ha habido 41 dinamitazos, 108 incendios y 69 tentativas de dinamitazos/incendios en clínicas de aborto, más centenares de casos de entrada a la fuerza, destrucción de propiedad, amenazas de muerte y de dinamitazos, etc. Las autoridades solo han "resuelto" una pequeñísima fracción y acusado a un puñado de personas. Los medios han mencionado apenas muy pocos incidentes. El 16 de enero no fue el primer dinamitazo de Northside Family Planning Services. Una bomba incendiaria estalló en la clínica en 1984, y una semana después tiraron un coctel molotov en Marietta Planned Parenthood Clinic, otra clínica cercana. No arrestaron a nadie por esos ataques. Las leyes y la policía no han impedido los ataques y asesinatos de médicos y trabajadores.

No, apoyarse en el sistema no llevará a más seguridad en las clínicas, más tranquilidad para los médicos ni más acceso al aborto. Solo la fuerza de las masas puede derrotar a los enemigos del aborto. Apoyarse en el gobierno solo le arrebata la iniciativa al movimiento popular.

Sea cual sea su motivación, cuando líderes del movimiento pro aborto piden más protección de los tribunales, la policía y el gobierno federal, solo desmovilizan a la gente y promueven la falsa y peligrosa ilusión de que podemos apoyarnos en las autoridades para defender el aborto. Históricamente, el FBI ha espiado al movimiento popular y ha hecho todo lo posible por destruirlo. Pedir la ayuda de las autoridades les da más oportunidades para investigar y hostigar a los que están bajo ataque, sembrar divisiones en el movimiento para alejar a los elementos "radicales", y desalentar la movilización para defender las clínicas.

Después de tres bombas incendiarias en una clínica de Everett, Washington, en 1983-84, la policía le echó la culpa a los trabajadores de la clínica y dio a entender que querían el dinero del seguro. Otro ejemplo más reciente se vio después de la racha de ataques incendiarios en iglesias negras. ¡Empezaron interrogando a los feligreses de las iglesias destruidas! Una declaración sobre esos incendios que circuló ¡Rehusar & Resistir!, y que firmaron muchos proveedores y activistas en defensa de los derechos de la mujer, decía:

"Existen conexiones entre los actos terroristas, los grupos que predican el odio y la manera en que las agencias policiales llevaron a cabo sus investigaciones. Al igual que a los miembros de las iglesias negras, a nosotros también nos han venido a interrogar mientras que a los perpetradores obvios no los interrogan sino hasta que es demasiado tarde. A nosotros también nos acusan de quemar nuestros edificios, aunque capturan y condenan a docenas de incendiarios, que son enemigos del aborto. Jamás han podido acusar oficialmente de incendio ni a un solo proveedor de aborto. El Departamento de Justicia nos niega justicia, aunque si se cometieran esos mismos crímenes contra un banco u otro tipo de negocio pequeño, actuaría sin demora...".

Un nuevo espíritu de resistencia

Estos ataques coinciden con un nuevo espíritu de resistencia en el movimiento pro derecho a escoger. En octubre, la Coalición Nacional de Proveedores de Aborto lanzó una campaña para desestigmatizar el aborto y alentó a las clínicas a abrir sus puertas al público la semana del 22 de enero para "recordarle al público que el 22 de enero de 1973 fue un día de liberación para millones de mujeres".

El 26 de octubre de 1996 se celebró el primer Día Nacional de Aprecio a los Proveedores de Aborto, durante el Mes de Resistencia oranizado por ¡Rehusar & Resistir!. En muchas ciudades, les rindieron honor a las clínicas y a los proveedores. Vicki Saporta, Directora Ejecutiva de la Federación Nacional del Aborto, dijo que fue "un evento sin precedentes que generó apoyo para los proveedores y alentó el activismo pro derecho a escoger por todo el país".

Esos son importantes pasos iniciales en el proceso de cambiar el clima y el nivel de resistencia. Pero se necesita mucho más. La mayoría de los proveedores siguen sintiéndose vulnerables a los ataques de los enemigos del aborto y estigmatizados en la sociedad. Incluso en el seno del movimiento "pro derecho a escoger", hay quienes opinan que el aborto es un "mal necesario" y que los proveedores hacen un "trabajo sucio". Esa es una consecuencia directa de la ofensiva reaccionaria ideológica y política contra el aborto.

Desafortunadamente, muchos del movimiento pro derecho a escoger aplauden la reelección de Clinton. Aunque deberían ser más sensatos, dicen que Clinton es "pro derecho a escoger". Pero su declaración de que el aborto debe ser "seguro, legal y poco común" concuerda perfectamente con los que dicen que el aborto es un mal que hay que restringir y eso refleja el punto de vista anticientífico de que un feto es un niño y el aborto es matanza. En realidad, un feto no es un niño sino hasta que nace y tiene una existencia social separada de la mujer. Como he dicho antes, ¿por qué debe ser el aborto "poco común" si es absolutamente necesario que la mujer controle su propia reproducción para tener igualdad y liberación? Debe estar disponible tantas veces como sea necesario, y una mujer no debe tener que defenderse ni pedir disculpas.

El Día de Aprecio desencadenó un espíritu de apoyarse en los esfuerzos propios para defender el aborto. Tenemos que reforzar ese espíritu, alentarlo y desencadenarlo más en la defensa de los proveedores y en oposición a las amenazas y los ataques. Es difícil, pero sumamente importante, oponernos al maremoto de llamados a confiar en el sistema. Tenemos que proteger las clínicas y a los proveedores por todos los medios necesarios, apoyándonos en el pueblo y creando una atmósfera liberadora en que la mujer no tenga que pedir disculpas por sus decisiones y procesos reproductivos, en que tenga dignidad y no tema por su seguridad o su vida.


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