Un punto de vista comunista revolucionario sobre el aborto y la liberación de la mujer

Mary Lou Greenberg

Obrero Revolucionario #897, 9 de marzo, 1997

Debatir si la mujer debe tener el derecho al aborto o no es como debatir si los negros deben ser esclavos o no. Así de fundamental es.

Es un tema de vida o muerte. Ambos lados de las barricadas tienen opiniones muy firmes sobre esta cuestión precisamente porque plantea interrogantes más grandes sobre a las relaciones sociales entre el hombre y la mujer, y sobre la organización general de la sociedad. Pero hay un lado correcto y un lado incorrecto del argumento.

Las fuerzas que se oponen al aborto dicen que es matanza porque, según ellos, el "feto es un niño que todavía no ha nacido". Dicen que lo crucial es la "vida del feto". Pero eso es mentira.

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La historia enseña que una de las principales formas de controlar a la mujer en las sociedades opresivas es controlando su reproducción. Desde que la sociedad se dividió entre los dueños de propiedad y los que no poseen nada, y desde que se impuso el dominio del hombre sobre la familia y la sociedad, a la mujer se le quitó el derecho de tomar decisiones sobre la reproducción. La iglesia y el Estado dictan la subordinación de la mujer al hombre. La religión, las instituciones políticas, las leyes y el peso de la ideología reaccionaria trabajan en sincronismo y ejercen su peso coercitivo sobre ella. Así y todo, la mujer jamás ha dejado de luchar contra esta coerción.

El Estado dice que es su "interés inalienable" proteger la vida de los estadounidenses "por nacer". ¿Qué "interés inalienable" será ese? ¡No es un interés por los niños en general! En Estados Unidos millones de niños no tienen servicios médicos adecuados y padecen de desnutrición, no se les ofrecen guarderías, educación, etc., por culpa del sistema. Y millones de niños por todo el mundo sufren las terribles consecuencias de la política imperialista de Estados Unidos, ya sea el hambre o la guerra. Así que, ¿qué es ese "interés inalienable"? Solo puede ser un interés en controlar la vida y acciones de la mujer.

Esto muestra nítidamente que el meollo del asunto del aborto son las relaciones de propiedad, que también son el meollo de la sociedad capitalista. Para los patriarcas que mandan la mujer es propiedad y quieren dominarla. Y el feto se ha vuelto una propiedad muy conveniente ideológica y políticamente para someter a la mujer.

Un feto no es un niño

La mujer se hace un aborto por muchas razones, y todas son válidas. Ninguna mujer debe sentirse culpable por terminar un embarazo no deseado. Y ninguna mujer debe prestarle la menor atención al argumento de que el aborto es "egoísta".

Tener un hijo puede ser una fuente de alegría para una mujer. Pero también puede ser una pesadilla para la que por cualesquiera que sean las razones no quiere tener un hijo en ese momento o en determinadas circunstancias. Así que obligar a una mujer a continuar el embarazo es sumamente cruel y sádico. Afectará su vida entera y a nadie se le debe trastornar la vida de esa manera. Ningún niño debe nacer si no es deseado. Ninguna mujer debe ser obligada a escoger entre la maternidad involuntaria y un aborto chapucero.

Prohibir el aborto equivale a una violación¾la violenta declaración del dominio masculino y de la sociedad machista sobre la mujer, el violento control del cuerpo de la mujer al nivel más personal. La prohibición del aborto es la supresión de la mujer dictada por la ley y el Estado. Es la violencia institucionalizada contra la mujer.

Hoy el aborto sigue siendo legal en Estados Unidos. Pero los estados han aprobado leyes restrictivas y los grupos contra el aborto siguen llevando a cabo sus ataques, así que es más y más difícil valerse de ese derecho. Además, hay menos médicos dispuestos a practicar abortos. Como resultado, en vez de ir a tiempo a hacerse un trámite médico simple y sin riesgo, muchas mujeres tendrán que hacerse abortos más difíciles o tener hijos no deseados.

El aborto es algo común que le da a la mujer control sobre su vida y no tiene por qué sentirse a la defensiva. No importa lo avanzado que esté el embarazo, no importa si puede vivir fuera del cuerpo, un feto NO es un niño y el aborto NO es matanza.

La "vida" es algo característico de todo lo que en el planeta puede crecer, desarrollarse, transformar su ambiente, reproducirse, etc., o sea de todo animal, planta y célula. Un huevo fertilizado está "vivo", lo mismo que un óvulo, una célula de esperma humano, ¡o una célula de la piel! Obviamente, no todo lo que vive debe o tiene que ser preservado.

El embarazo es un proceso que dura nueve meses. Durante ese tiempo, el huevo fertilizado se desarrolla y pasa por una serie de transformaciones antes de ser un niño, un ser humano, cuando nace. ANTES de nacer, no es un niño ni una persona con existencia independiente. Es una masa de tejido en desarrollo ligada a la biología de la mujer. Es parte de la mujer y no tiene existencia social aparte. Tiene el potencial de ser un ser humano, pero no es un ser social al que le corresponden derechos sociales propios. Para tenerlos debe incorporarse a la sociedad por separado, o sea tiene que nacer.

Ese es el meollo de la lucha por el aborto: Mientras la reproducción se dé en la mujer existe la base para que el control social de la reproducción oprima a la mujer. Precisamente por eso, el bienestar físico y social de la mujer debe tener prioridad sobre todos los procesos subordinados, como la reproducción. Claro que se trata de la salud de la mujer pero, lo que es más, se trata del derecho de la mujer a incorporarse plenamente en la sociedad.

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Obligar a una mujer a tener un hijo contra su voluntad es violarla y degradarla en cuerpo y espíritu. Por otro lado, la mujer que puede controlar su reprodución, que puede decidir si tener o no tener un hijo y cuándo, será más fuerte, más independiente y estará mejor capacitada para desenvolverse en el mundo, fuera de los confines de la familia. Estará mejor capacitada para levantar la cabeza, soñar e imaginarse cómo PODRA SER el mundo. Y estará mejor capacitada para forjar en los hechos esos sueños. La mujer fuerte será una combatiente más fuerte, para ella misma, para sus hijos, para todas las mujeres, hombres y niños oprimidos por todo el mundo.


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