Vencer la cuesta
¿Qué se necesita para deshacernos de este sistema obsoleto?
Bob AvakianObrero Revolucionario #930, 2 de noviembre, 1998
Quisiera examinar la cuestión de la "muerte del comunismo", "el fin de la guerra fría", "la victoria del Occidente en la guerra fría", "el triunfo del capitalismo sobre el comunismo", etc., etc., toda esa cháchara. Para analizarla a fondo es necesario abordarla desde una perspectiva histórica amplia, además de examinar su interrelación con los grandes cambios que experimenta actualmente la economía y la política mundial.
Este fenómeno, que los imperialistas y los reaccionarios llaman felices la "muerte del comunismo", es una parte importante del terreno político y está ligado a cambios en la "estructura de fuerza" militar estadounidense, además de otros cambios. Es decir, la tan sonada "revolución tecnológica"--y es cierto que se están operando grandes cambios tecnológicos--antes estaba en cierta forma "bloqueada" y no podía desenvolverse como ahora debido a la configuración o alineación internacional de fuerzas producto de la "guerra fría", la contradicción entre los imperialistas y la confrontación de los bloques encabezados por Estados Unidos y la Unión Soviética.
Si bien no ha habido una restructuración y expansión de la economía semejante a lo que ocurrió después de la II Guerra Mundial, el "fin de la guerra fría"--el derrumbe de la Unión Soviética y su bloque--ha estimulado ciertas tendencias en la operación del capital a nivel internacional, además de ciertos cambios tecnológicos que obviamente ya estaban desarrollándose. Los imperialistas estadounidenses, y también otras potencias del bloque, tienen la oportunidad de hacer ciertas cosas que antes no podían por las exigencias políticas y geoestratégicas de la confrontación con el bloque soviético. (Por el otro lado, es decir, el de los soviéticos, es obvio que también se han experimentado cambios muy dramáticos, pero no los voy a tocar en esta entrega.)
Abolir la sociedad de clases
en todo el mundoAl abordar esta cuestión desde una perspectiva histórica, salta a la vista una contradicción y es imprescindible reconocerla: hablando en un sentido histórico-mundial, el sistema capitalista-imperialista es obsoleto y hace mucho dejó de jugar un papel positivo en los asuntos humanos y en la historia mundial, pero se necesitará toda una época histórica para eliminar tal sistema y su base material y social a nivel mundial. No se puede negar el hecho material e histórico, valga la redundancia, de que se necesitará toda una época histórica para abolir la sociedad dividida en clases y su base material e ideológica a nivel mundial.
Tenemos que considerar los dos aspectos de la contradicción; no basta con considerar el hecho de que desde un punto de vista histórico-mundial el sistema capitalista-imperialista no tiene futuro y ya no puede jugar ningún papel positivo en los asuntos humanos o el progreso de la sociedad. Claro, esa es una realidad estratégica muy poderosa; y hay que entender que no es simplemente una idea: es un hecho material. El otro aspecto de la situación histórica es secundario pero también es un hecho material poderoso: se necesitará una larga, complejísima y tortuosa época histórica de lucha para eliminar este sistema. De hecho, cada día lo captamos más clara y cabalmente: acabar con este sistema y su base material y social en todo el mundo ha de requerir un proceso de lucha sumamente profundo.
Un aspecto particular muy importante de lo anterior es el hecho innegable de que es imposible alzarnos ahora mismo y tumbar el sistema aquí en Estados Unidos, uno de los principales baluartes del sistema, no importa cuántas ganas tengamos, porque la verdad es que la oportunidad de hacerlo depende principalmente--no totalmente pero principalmente--de cambios cualitativos en la situación objetiva.
Digo principalmente, no totalmente, porque también debemos reconocer que un factor sumamente importante de la situación mundial son los cambios suscitados por las luchas revolucionarias, no solo los cambios en la economía o cosas por el estilo. Es decir, el proletariado no tiene una posición o papel pasivo al respecto.
Quisiera señalar un punto que hemos recalcado antes y necesitamos captar firmemente: mientras en un país dado no existe una situación revolucionaria, en muchas partes del mundo otros países pueden estar experimentando crisis y lucha revolucionarias muy agudas o el avance de una guerra popular prolongada. Así que no se trata de algo estático o uniforme: cuando se habla de una situación que no es revolucionaria, siempre es relativa, sobre todo si se considera el mundo de conjunto. También es relativa porque siempre hay factores revolucionarios en la situación en un país dado, aun cuando no exista una situación revolucionaria. Es decir, no se puede decir que una situación carece totalmente de elementos revolucionarios aun cuando la situación revolucionaria no esté madura o no se haya producido el salto cualitativo a una situación revolucionaria de a de veras.
Sin embargo, en un país como Estados Unidos lo primario que hace falta es un cambio cualitativo en la situación objetiva (dentro del país y en el contexto de la situación internacional) para poder lanzar una lucha armada que tenga posibilidades de ganar. No hay ninguna garantía de triunfo--y jamás debemos esperar que exista--pero se requiere una situación que realmente ofrezca posibilidades de ganar, "en las entrañas de la bestia" y también en otros poderosos baluartes imperialistas.
En general, también en los países del tercer mundo donde se libra la guerra popular prolongada se requieren cambios en la situación objetiva para que se pueda tomar el poder nacional. Es decir, para alcanzar la victoria total harán falta cambios objetivos y también subjetivos, pero también es cierto que el mismo avance de la guerra popular prolongada suscitará grandes cambios. Esa es una aplicación del materialismo dialéctico a la situación de esos países.
Bien, volviendo a los países imperialistas, es cierto--pero en una forma diferente que en el tercer mundo--que la posibilidad de tomar el poder depende principalmente de cambios cualitativos en la situación objetiva, y muy especialmente en el caso de enfrentar al imperialismo estadounidense es su propio "baluarte". Sin embargo, de nuevo hay que tener bien presente que un factor muy importante de la situación objetiva son los cambios suscitados por las luchas revolucionarias en el mundo y, secundariamente--pero sin restarle su gran importancia--, nuestro trabajo revolucionario general aquí en este país. Recalco, nuestro papel no es pasivo; no somos deterministas mecanicistas. Es decir, no pensamos que todo eso se vaya a resolver por sí mismo ni que podamos sentarnos de brazos cruzados, vivir al estilo burgués o sobrevivir como se pueda, hasta que llegue el momento propicio cuando se pueda entrarle y hacer la revolución. Si no trabajamos constantemente por la revolución, no vamos a reconocer la oportunidad de hacerla cuando se presente ni vamos a estar dispuestos y ansiosos de aprovecharla.
La neta sobre los factores
objetivos y subjetivosEs muy importante captar que los factores objetivo y subjetivo forman una unidad de contrarios. En general, lo objetivo es principal, pero existe una interpenetración constante y cada uno de los dos aspectos se transforma en su contrario; es decir, lo objetivo se transforma en lo subjetivo y lo subjetivo se transforma en lo objetivo. Por "objetivo" entendemos las condiciones producto de la situación mundial y de la situación económica, política y social de un país dado; "subjetivo" se refiere en particular al factor subjetivo, es decir, al trabajo y lucha políticos de los revolucionarios conscientes de clase dirigidos por el partido. Así que hablamos de una unidad de contrarios--los factores objetivo y subjetivo--y existe una constante interpenetración y transformación de cada uno en su contrario.
El trabajo que hacemos cambia la situación objetiva, se transforma en parte de la situación objetiva; asimismo, el factor objetivo se transforma en subjetivo porque influye al partido--su punto de vista, su línea, sus pautas de acción--y establece las condiciones de la situación objetiva que nos toca transformar. Este es un principio general importante del materialismo dialéctico y es importante aplicarlo para entender la relación entre la situación objetiva y el factor subjetivo (específicamente nuestro partido y su lucha revolucionaria y trabajo político conscientes junto con las masas).
Subrayo este punto porque a veces recalcamos un aspecto y no el otro. Es decir, a veces hablamos con las masas, hacemos nuestro trabajo político y planteamos nuestra línea, y presentamos un aspecto de la realidad, el aspecto estratégico e histórico-mundial: que el sistema es obsoleto, que hay que eliminarlo, que es posible hacerlo y así resolver todos los problemas que el sistema no puede resolver. Bueno, todo eso es verdad y es de suma importancia, y para nada quiero restarle su debida importancia. La verdad es que debemos plantearlo más, no menos; pero también debemos plantear el resto de la realidad, y cabe decir que las masas en cierta forma y espontáneamente están muy conscientes de ella.
Saben muy bien que no va a ser fácil hacer lo que nos proponemos. Es cierto que ven las dificultades unilateralmente o no ven su esencia, porque espontáneamente no lo entienden bien, pero sí entienden muchos aspectos. Saben que eso no se hace en un dos por tres y que hay que enfrentar "todo eso", como lo vean.
Eso también forma parte de la realidad material; esta no se limita al hecho de que el sistema tiene su contradicción fundamental, que se está expresando en forma muy aguda en ciertos países y a escala mundial, y que se requiere urgentemente la revolución proletaria para resolverla. Todo eso es muy cierto y es una verdad muy poderosa; de hecho es una parte importante, el aspecto estratégico, de la realidad material. Sin embargo, el otro aspecto de la realidad material es que se necesitará todo un proceso histórico para deshacernos de este sistema y en un país como Estados Unidos hacen falta mucho trabajo, mucha lucha y muchos cambios en la situación objetiva antes de que sea posible tumbar el sistema.
No podemos hacer la revolución en Estados Unidos ahora, pero sí podemos hacerla
Eso hay que decirlo a las masas en forma simple y llana; más que decírselo tenemos que involucrarlas en discusión y lucha para llegar a entender cómo vamos a resolver esa contradicción por medio de todos los pasos y etapas del proceso revolucionario. No debemos ocultar este problema a las masas; al contrario, hay que plantearlo abierta y directamente para que sepan que reconocemos esa contradicción y no pensamos que sea fácil. Tampoco pensamos que se pueda hacer ahora mismo, pero sí pensamos, mejor dicho, sabemos que podemos hacerlo. Hay que reconocer y decirles que se trata de una tarea gigantesca y sumamente difícil; hay que decirlo sin pelos en la lengua ¡para que no vayan a pensar que estamos locos!
Estaba escuchando una grabación de un foro en una zona proletaria de Los Angeles y a la hora de la discusión un hombre se paró y dijo: "Están hablando de la revolución y cosas por el estilo, pero el enemigo tiene esto y aquello. ¡Carajo! ¡Ustedes están relocos!". Ahora, cuando nos plantean algo así, no podemos dar la impresión de que pensamos que se puede hacer la revolución ahora mismo ni que será fácil hacerla. No se respondió de esa forma simplista en el foro. Sin embargo, lo que dijo ese hombre refleja lo que las masas entienden (y también lo que no entienden). Necesitan saber, se podría decir, que nosotros entendemos esa cuestión, que estamos tomando en cuenta las grandes dificultades. Es decir, el hecho de que estamos propagando la urgencia y la posibilidad de hacer la revolución no implica que ignoremos lo difícil que será ni que subestimemos la complejidad del proceso. Todo lo contrario: tenemos una apreciación muy a fondo de lo que enfrentamos y no obstante sabemos que sí se puede. Las masas necesitan entender eso; hay que explicárselo, sintetizárselo.
Así que es necesario ver eso con las masas para que lo capten muy bien y tengan una comprensión dialéctico-materialista de por qué no se puede hacer la revolución ahora mismo en este país pero, estratégicamente hablando, sí se puede. Es decir, se necesitará toda una época histórica para alcanzar el comunismo, pero sí podemos librar la lucha histórica para alcanzarlo finalmente.
Bocado por bocado
Respecto a la lucha en Estados Unidos también debemos aplicar el método de consumir una comida bocado por bocado, aunque no de la misma forma que en los países cuyo camino es la guerra popular prolongada. Al respecto, Mao dijo que no es posible derrotar el enemigo de golpe; hay que derrotarlo pedazo por pedazo. Planteó la analogía (o metáfora) de consumir una comida bocado por bocado para ilustrar el proceso de librar una lucha prolongada--en ese caso una guerra prolongada--y desgastar al enemigo para finalmente rematarlo. Nuestro camino no es el de la guerra popular prolongada; sin embargo, debemos adoptar ese mismo método. Es decir, hay que reconocer que no nos podemos tragar toda la comida así no más: hay que adoptar un método sistemático que nos conduzca por distintos pasos y saltos hasta llegar al punto en que las fuerzas revolucionarias puedan aprovechar los cambios en la situación objetiva para lanzar la lucha armada--una ia/gc (insurrección armada seguida de guerra civil)--que tenga una verdadera posibilidad de ganar.
Las masas necesitan entender esto.
En conclusión, hemos visto un punto fundamental: cómo manejar correctamente los dos aspectos de una contradicción importante. Como hemos dicho, el sistema capitalista es obsoleto y hay que tumbarlo y reemplazarlo por el comunismo a nivel mundial, pero eso requerirá toda una época histórica de lucha. Más aún, no es posible ahora--hacen falta cambios cualitativos en la situación objetiva--lanzar la ia/gc para tomar el poder en Estados Unidos. Se trata de una cuestión teórica de alcance histórico-mundial, pero influye muy directamente en todo nuestro trabajo, especialmente la propaganda, la agitación y todo nuestro trabajo general con las masas.
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