Carta

Un día triste en el Parque Central

Obrero Revolucionario #1062, 16 de julio, 2000

Por medio de la presente aprovecho para dirigirme a los lectores sobre un tema candente: el incidente ocurrido en el Parque Central de Nueva York hace unas semanas.

Un millón de personas asistieron al desfile del Día de Puerto Rico el 11 de junio y, a diferencia de otros años, los organizadores lo dedicaron a Pedro Albizu Campos, héroe del movimiento independentista, y al movimiento de protesta contra el bombardeo a Vieques. ¡Qué bueno que se adoptara esa justa posición antiyanqui! Las autoridades de Puerto Rico se horrorizaron y se desató una controversia, pero los organizadores no se rajaron y una gran multitud boricuas (y otros) de toda la costa este, además de la isla manifestó su orgullo por Puerto Rico.

Pero ahora el Día de Puerto Rico se ha manchado en la prensa a raíz de un incidente que ocurrió al final del desfile, cuando miles de personas iban saliendo del Parque Central al metro. Mucha gente pasaba la tarde en el parque, buscando una escapadita del calor sofocante: los niños se bañaban en las fuentes, se rociaban con agua, etc. De repente, grupos de jóvenes rodearon a docenas de muchachas, las empaparon, las manosearon, les quitaron la ropa y las atacaron sexualmente. Para colmo, cuando ellas acudieron a la policía una fuerza muy nutrida de 4000 agentes no les hicieron caso: se burlaron de ellas, les dijeron que no se pusieran "histéricas", que se fueran a casa para que se calmaran.

Desde entonces, las autoridades y la prensa, además de líderes comunitarios y grupos femeninos, han condenado la indiferencia de la policía y clamado que "cumpla su deber" y que "se haga cumplir la ley"; la policía ha arrestado a más de 29 jóvenes (la mayoría se entregó) y afirma que ha identificado a otros 17 mediante videos filmados por aficionados. Esas imágenes han salido en la prensa y en la Internet en una página web, titulada "Se busca". Hasta la fecha, les han retirado las acusaciones a dos jóvenes por falta de evidencia y a otro al comprobar que, lejos de ser culpable de un ataque sexual, protegía a una joven. A los detenidos les pusieron una fianza de miles de dólares.

Esto se parece a la situación que surgió hace 10 años a raíz de la violación de una mujer que corría en el Parque Central. Las autoridades hablan de "conspiración" y de "un cabecilla", aunque en realidad los atacantes no se conocían. Emplean palabras despectivas y racistas, como "lobos" y "jauría", y se hacen los grandes defensores de las víctimas con el fin de expandir y "mejorar" las fuerzas policiales, y así alentar la represión y asesinato policial que ha costado la vida de muchísimos jóvenes oprimidos, y que los zampa a la cárcel aquí en Nueva York y en todo el país.

Sin embargo, la situación no es la misma que hace 10 años, pues desde entonces el país ha sido testigo de la golpiza a Rodney King y la rebelión de Los Angeles de 1992, una declaración heroica que comprobó la verdad recalcada por Mao Tsetung: donde hay opresión, hay resistencia. Además ha surgido un movimiento nacional contra la brutalidad y el asesinato policial y, en vez de sentir vergüenza por la penosa muerte de sus seres queridos, los familiares de las víctimas le han entrado con gran valor a la lucha por justicia por sus hijos, hijas, padres y hermanos. En fin, aunque el sistema busca criminalizar y zampar a la cárcel a toda una generación, ha nacido un movimiento de resistencia.

Mucha gente se pregunta: ¿Por qué ocurren esa clase de ataques sexuales y cómo los paramos? ¿A quiénes debemos culpar? ¿Cómo se les ocurre a esos tipos cometer semejantes barbaridades?

Es justo repudiar los ataques a las víctimas del Parque Central. Vivimos en una sociedad odiamujeres, ¡de cabo a rabo! El Presidente del PCR, Bob Avakian, afirma:

"En Estados Unidos una de cada cuatro mujeres será víctima de un ataque sexual durante su vida. ¡Una de cada cuatro!, y se prevé que la cifra aumentará a una de cada tres. Nada más con eso, incluso si esta `civilización’ no produjera ninguno más de la lista aparentemente infinita de afrentas y monstruosos crímenes... que produce; aun si lo que representa esa cifra fuera lo único podrido de este sistema, con eso bastaría para alzarse contra él y no cesar hasta derrocarlo, y poner en su lugar algo mejor".

Por cierto, los videos del Parque Central me dieron la sensación de haber visto todo anteriormente y, al pensarlo, claro, me recordaban los reportajes de MTV y MSNBC sobre jovencitas en las playas durante las vacaciones escolares, así como el programa de VH1 sobre chicas que se enloquecen por figuras de la música pop, y cómo la industria musical las cultiva y explota. Otro ejemplo son las groserías machistas del locutor Howard Stern que se transmiten a diario.

Entonces sí me cayó el veinte, pues eran las mismísimas imágenes: muchachas empapadas, concursos de camiseta mojada que acaban quitándose la camiseta, jóvenes rodeadas por tipos que las manosean, se desgañitan y piden que se desnuden. El columnista del New York Daily News Jim Dwyer tenía toda la razón: "Los jóvenes no más seguían las indicaciones oficiales de cómo divertirse... como si las caras juveniles salieran de la pantalla de televisión para cometer esos actos y luego regresaran ahí: unas vacaciones 100% `americanas’".

En los últimos 20 años, la tasa de delitos graves ha disminuido dramáticamente, pero la de violaciones ha permanecido igual o ha subido. Actualmente, la humillación y degradación de la mujer impregna toda la cultura popular, y no es nada nuevo, pues se trata de un rasgo fundamental de esta sociedad. El libro Our Guys (Nuestros muchachos) de Bernard Lefkowitz relata la violación de una joven retrasada mental por un grupo de jugadores de fútbol de una prepa de Glenridge, New Jersey, en 1989. Pone al descubierto la espantosa realidad: una y otra vez las autoridades hicieron oídos sordos a ataques sexuales porque los atacantes eran "buenos muchachos que nada más se divertían un poquito" y, desde luego, deportistas importantes de la comunidad (y uno era hijo del jefe de la policía).

Asimismo, han ocurrido un sinnúmero de incidentes de hostigamiento y ataque sexual a todo nivel de las fuerzas militares: los ataques sexuales a docenas de mujeres en la reunión de Tailhook, la violación y asesinato de mujeres por soldados yanquis, etc., además del hostigamiento sexual que se conoció en las audiencias del nombramiento del juez de la Suprema Corte Clarence Thomas, de las acusaciones de violación y asesinato contra personajes prominentes como los Kennedy, de violaciones y ataques sexuales en los cruceros, etc.

Por espantoso que sea el incidente del Parque Central, no es excepcional sino una manifestación horripilante de la explotación sexual y el machismo del sistema capitalista, que fomenta de mil maneras que el hombre vea a la mujer como objeto sexual. Es común que los universitarios salgan con una chica y la violen, etc., etc. Entre los jóvenes oprimidos se fomenta la lógica del machismo: que para "ser hombre" hay que dominar a la mujer. En la presente carta no tengo la oportunidad de profundizar ese tema, sumamente extenso; basta decir que el machismo, la hostilidad contra la mujer y la lógica de una turba de linchamiento que estallaron en el Parque Central son muy propios de esta sociedad, pues se desprenden precisamente de las relaciones sociales, económicas e ideológicas del capitalismo. Por eso, se podría decir que hemos presenciado la crónica de un incidente anunciado.

Tampoco es de sorprenderse que los policías no les hicieran caso a las víctimas. Para ellas esa fue una nueva humillación, pero para la policía fue muy gracioso, pues su verdadero deber es mantener el status quo, es decir, proteger a los acomodados y los poderosos, y por eso la mentalidad de la policía concentra las opresivas relaciones sociales de una sociedad que deshumaniza a los de abajo. Recordemos, por ejemplo, a Mark Fuhrman, el policía testigo en el juicio de OJ Simpson que se jactó del racismo y machismo del LAPD. Asimismo, hace unos años, un grupo de policías borrachos manosearon a mujeres en los hoteles durante un congreso policial en Washington, D.C. Otro ejemplo: las cifras que indican que los policías son muy dados a golpear a la esposa.

Hasta hace poco, era común que los tribunales y la policía no les creyeran a las víctimas de violación, y las trataban con un desprecio total. En algunos departamentos de policía, esas actitudes siguen institucionalizadas: véase el OR No. 1059, que informa que en Filadelfia la policía tira a la basura la tercera parte de las denuncias de violación, sobre todo las de las negras. Como menciona el artículo: "El sistema y sus guardianes no pueden resolver los problemas del pueblo; al contrario, los empeoran".

Lo que sí es sorprendente es que el incidente del Parque Central saliera a la luz; ¡es el colmo de la hipocresía que las autoridades se las den de indignadas por la actitud indiferente de la policía hacia las víctimas! ¡Pura basura! Aquí hay gato encerrado y tienen sus propios motivos muy siniestros.

No es casual que las autoridades y la prensa expresen su alarma por la "baja moral" y la "apatía" de la policía. El año pasado le achacaron a las protestas contra la brutalidad y el asesinato policial el ligero aumento en la tasa de homicidios; en particular, dijeron que fue un error haber frenado a las Unidades contra Crímenes Callejeros, una de las cuales asesinó a Amadou Diallo. Ahora nuevamente dicen que las protestas contra la brutalidad policial están perjudicando el desempeño de la policía, e inclusive afirman que esta no confrontó a los jóvenes negros y latinos en el Parque Central por temor a provocar un "incidente" explosivo.

¿A poco la policía mostró una actitud "moderada" o "pasiva" ante el desfile del Día de Puerto Rico? Los noticieros informaron que 4000 efectivos apostados en la zona multaron a 686 personas por tomar bebidas alcohólicas, etc., dos veces más que el año pasado. (En la Nueva York del alcalde Rudolph Giuliani, él que recibe una multa tiene que presentarse ante el tribunal y si se encuentra "alguna irregularidad", termina en el bote.) Asimismo, confiscaron 2600 botellas y latas, en comparación a 200 en el desfile de San Patricio (donde ha habido muertos en riñas y peleas). Cercaron y acorralaron a los asistentes al desfile del Día de Puerto Rico. ¿A poco demostraron una actitud "pasiva"?

En los últimos años, mucha gente de clase media ha visto lo que sufren las víctimas de la brutalidad policial y está cuestionando los planteamientos básicos de esta sociedad. ¿Cómo es posible que absuelvan a los policías que mataron a un joven inmigrante africano en la entrada de su edificio? ¿Por qué el joven Patrick Dorismond acaba muerto por el simple hecho de decir no a policías vestidos de civil que le pidieron droga? ¿Por qué siguen las ejecuciones a pesar de que han exonerado a muchos condenados a muerte, y a pesar de que se ha comprobado que la pena de muerte es racista e injusta? ¿Quiénes son los verdaderos criminales?

La estructura de poder se apoya en la lealtad de las grandes capas de la clase media; así que es muy peligroso para el sistema y muy positivo para los de abajo que la clase media empiece a darse cuenta del verdadero costo humano de nuestro "modo de vivir", y a rechazarlo.

Por otra parte, en la sociedad de clases las causas de la opresión de la mujer se ocultan, y se dice que los problemas entre hombres y mujeres son problemas "personales" que tienen soluciones individuales. Por eso, mucha gente, sobre todo la mujer de las clases medias, se deja engañar por las "soluciones" del sistema y la policía, cuando en realidad el mismo sistema y sus valores chuecos espolean la opresión de la mujer. Pensándolo bien, ¿a poco esos matones van a solucionar todos los problemas sociales que produjeron el horripilante incidente del Parque Central?

Sí existe una solución a la opresión de la mujer y a toda opresión, pero no es la policía. Al contrario, se necesita la revolución proletaria, que unirá a todos los que se pueda unir contra el sistema y acabará con toda la opresión, y particularmente con la sistemática opresión, sofocación y mutilación de la mujer, en cuerpo y alma. Esa es la única solución, pues es la única forma de eliminar la causa fundamental de la opresión.

Es doloroso para el proletariado y el pueblo que jóvenes de las mismas clases oprimidas adopten la actitud machista del sistema y la lleven a la práctica en incidentes como el del Parque Central. Como parte de nuestra lucha revolucionaria hoy y mañana para conquistar el poder y transformar la sociedad, tenemos que transformar las relaciones en el seno del pueblo, es decir, debemos luchar por nuestra cuenta, colectivamente, con los hombres para que no abusen ni hostiguen a las compañeras. El que humilla a la mujer, le hace el juego al sistema.

En las palabras del Presidente Bob Avakian: "Queremos un mundo libre de toda forma de explotación, opresión, discriminación y degradación entre las masas populares. No lo queremos, no es la concepción del mundo de nuestra clase y no ofrece ningún consuelo digamos para el hombre disponer de alguien a quien pueda maltratar y a quien pueda tratar despóticamente. Nuestra clase, la clase obrera, va a levantarse y va a recrear al mundo entero de acuerdo a nuestra imagen y avanzar la Humanidad hasta una etapa completamente nueva en que nadie es dueño de nadie ¡de ninguna manera! Y si vamos a hacer esto, no podemos romper todas nuestras cadenas menos una; no podemos romper todas nuestras trabas mentales menos una. ¡Tenemos que romper, aniquilar y sepultarlas todas para siempre!".


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