Bob Avakian, presidente del PCR,EU
Obrero Revolucionario #1101, 6 de mayo, 2001, en rwor.org
Marx, con mucha ironía, habló de los "albores" del capitalismo. ¿Por qué? ¿Cuáles son los cimientos del sistema capitalista? La esclavitud, la explotación despiadada y el genocidio.
Marx escribió: "El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista". Hoy todo eso se reproduce más profundamente a escala internacional (la "globalización", que le llaman) en esta época en que el monstruo moribundo pero todavía muy mortal del capitalismo marcha a su ocaso.
¿Cuál es la solución a todo eso? ¿Acaso algo menos que la revolución podrá acabar con esa gran opresión, agonía, tortura y tormento? ¡Nel! Solo la revolución podrá tumbar todo eso, aplastar la maquinaria de la dictadura burguesa que domina a las masas por la fuerza de las armas, y después luchar hasta eliminar todas las situaciones que nutren esa tremenda opresión y explotación en la sociedad, y en el mundo entero.
Hace poco el Obrero Revolucionario volvió a sacar un artículo que escribí hace unos años; menciona un escrito de Mao sobre la historia de las rebeliones campesinas en China. Mao concluyó que mientras no existiera el proletariado y su ideología, mientras no existiera una vanguardia proletaria, a la larga las rebeliones campesinas no podían liberar a las masas de su esclavitud.
La historia nos da otros ejemplos, como las rebeliones campesinas de Alemania a principios del siglo 16, que Engels analizó en una de sus obras. Eran una especie de rebeliones "comunistas espontáneas", pero tenían muchas nociones religiosas y tonterías de esa índole. Sin embargo, en forma embrionaria y con las limitaciones de su época, esos campesinos luchaban por una sociedad comunal. Pero esas rebeliones fueron ahogadas en sangre.
Es muy interesante la historia de esa época: ¿quién quería que ahogaran esas rebeliones en sangre? Martín Lutero, el líder de la Reforma protestante. Lutero era un representante perfecto de la burguesía. Por un lado, buscaba romper con la iglesia católica y la sociedad feudal que esta representaba y encarnaba (aunque él no lo tuviera perfectamente claro). Por el otro, era enemigo implacable de las rebeliones de los oprimidos y explotados, e instó a ahogar en sangre las rebeliones campesinas, a hacer lo que hicieron en la antigua Roma: crucificar a los rebeldes, crucificarlos, ¡carajo! Al leer los escritos de Martín Lutero sobre las rebeliones campesinas, está clarísimo... Era el representante perfecto de la burguesía.
No olvidemos que inclusive en la época en que la burguesía era revolucionaria, hizo su revolución sobre las espaldas del pueblo; lo reprimió implacablemente para mantenerlo explotado y oprimido. Y más ahora en esta época, cuando el capitalismo está en su fase imperialista y marcha a su ocaso.
Dicho todo eso, quiero destacar lo siguiente: toda rebelión, todo levantamiento dirigido por otras clases, o sea, todo levantamiento que carece de la dirección del proletariado y su vanguardia comunista, o está condenado a la derrota, a ser ahogado en sangre, o los explotadores lograrán seducirlo y canalizarlo hacia sus propios fines. O si acaso las rebeliones y levantamientos dirigidos por otras clases--y por su concepto de clase y su programa--triunfan temporalmente, y logran tumbar el viejo orden y establecer un nuevo gobierno, tarde o temprano llevarán a las masas de nuevo a la esclavitud, con viejas o nuevas modalidades. Recalcamos: se necesita una auténtica vanguardia comunista, y no es cuestión simplemente de ponerse una etiqueta: se necesita un partido cuya línea, programa y acciones estén al servicio del proletariado revolucionario, y desencadenen a las masas a luchar por esa línea y programa.
Está muy bien que condenemos rotundamente la terrible opresión en que viven las masas del mundo entero bajo el dominio despiadado de los imperialistas, pero no olvidemos el otro aspecto. Me refiero a la lucha en las montañas de Nepal y Perú, y otros países de Latinoamérica; a los maoístas de Irán, Turquía, India, Afganistán; al Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI), que une a fuerzas marxista-leninista-maoístas del mundo entero. En Estados Unidos, nuestro partido y su línea marxista-leninista-maoísta encarnan ese aspecto, o sea, ofrecen a las masas un futuro radicalmente diferente. Este es nuestro deber como partido. La horrenda realidad y futuro de este sistema no es la única realidad ni el único futuro para las masas, precisamente porque existe nuestro partido, existen otras fuerzas marxista-leninista-maoístas del mundo y existe el MRI. Así debemos ver las cosas: debemos comprender que tenemos la responsabilidad muy solemne de ser, como decimos, LA ESPERANZA DE LOS DESESPERADOS porque existe otro camino: el camino que permitirá barrer todos los horrores que este sistema le causa a las masas y que llevará a la liberación del pueblo, en Estados Unidos y el mundo entero.
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