Obrero Revolucionario #1158, 14 de julio, 2002, posted at http://rwor.org
Con gran entusiasmo el Obrero Revolucionario brinda a los lectores esta entrevista y diálogo entre Bob Avakian, el presidente de nuestro partido, y Carl Dix, nuestro vocero nacional.
Esta es la tercera parte y en los próximos números publicaremos otras partes de esta importante entrevista, que abarca una gran variedad de temas. En el futuro, la entrevista se publicará en su totalidad y estará disponible en la Internet.
La entrevista tiene leves cambios editoriales.
En tiempos de grandes retos, el pueblo requiere "armas" extraordinarias que lo preparen para asumir tales retos, y lo que les brindamos aquí es verdaderamente extraordinario: una nueva arma política para los que nos oponemos a la ofensiva de guerra y represión de los imperialistas yanquis, que elevará nuestra conciencia y nos permitirá asumir retos y entrarle de lleno a la lucha por cambiar el mundo. El Obrero Revolucionario brinda a los lectores una importante entrevista con Bob Avakian, el líder del Partido Comunista Revolucionario, EU.
Tuve el gran honor de entrevistar a Avakian. De antemano, sabía que a mucha gente le hubiera gustado plantearle cuestiones muy candentes, pues a mí me las han venido planteando cuando divulgo el Borrador del Programa del partido y cuando platicamos de "la guerra ilimitada" que la clase dominante imperialista de Estados Unidos ha desatado contra el mundo. Así que sabía que iba a tener la responsabilidad y la oportunidad de plantearle esas cuestiones en nombre de todos.
Fue una experiencia fenomenal, difícil y a la vez muy divertida. Hace mucho tiempo que no tenía la oportunidad de platicar así con Bob Avakian, pero lo encontré igual, el mismo camarada "encendido" (para usar una frase de Peter Tosh) que ha dado liderazgo decisivo al movimiento revolucionario en tantas coyunturas cruciales en el pasado. Estaba totalmente al tanto de los acontecimientos en Estados Unidos y el mundo, y le entraba con el mismo entusiasmo inagotable a las cuestiones histórico-mundiales de la revolución proletaria. Pasamos varios días juntos haciendo la entrevista, que abarcó una gran variedad de temas, tales como la situación actual, la religión y lo que lo ha sostenido a lo largo de muchos años como líder revolucionario. Y al terminar "la jornada", lo pasábamos hasta muy noche platicando de básquetbol, cine y más.
Ojalá que los lectores disfruten tanto de la entrevista y aprendan tanto de ella como yo en el proceso de elaborarla.
Carl Dix
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Carl Dix: Bien, quisiera entrar más a estas cuestiones de la revolución y la transformación completa de la sociedad, pero primero me gustaría tocar nuevamente algunas cuestiones relacionadas con la construcción del movimiento de resistencia a la guerra y represión que son importantes en sí y además tienen mucho que ver con la revolución, o sea, cómo hacer la revolución y todo eso. Un sector importante de la resistencia son los jóvenes que han participado en el movimiento contra la globalización y, como mencionaste, ese movimiento fue muy importante antes del 11 de septiembre y muchas de esas fuerzas se están oponiendo a la guerra, a la vez que siguen luchando contra la globalización. Pero tienen distintos enfoques y puntos de vista sobre el enemigo. Si bien ese movimiento nació en respuesta a los horrores que el sistema imperialista impone a las masas del mundo, algunas fuerzas ven que el enemigo son las trasnacionales y no un sistema imperialista integrado. ¿Cómo lo ves? O sea, para ti, ¿cuáles son las implicaciones de ese enfoque para captar la naturaleza del enemigo y para la estrategia que necesitamos para vencer?
Bob Avakian: Desde luego existen muchas corrientes, líneas y análisis políticos en el movimiento contra la globalización capitalista, y no es factible examinar todo eso aquí; o sea, en este momento no está a nuestro alcance analizar todas esas líneas y destacar lo esencial de cada una. Pero, como señalaste, existen ciertas corrientes y tendencias, así como posiciones teóricas, que no reconocen, o rechazan , el concepto del sistema imperialista integrado y tampoco la importancia del estado imperialista y de los estados imperialistas, y consideran que el problema es simplemente que las corporaciones tienen operaciones comerciales globales y se imponen a través de instituciones internacionales o crean sus propias instituciones de poder y dominio. Entonces hay dos cosas: primero, no reconocen, o rechazan , la naturaleza y el papel del sistema imperialista integrado; y segundo, no captan el papel del estado en todo eso. Son dos cuestiones muy importantes que hay que examinar, y esos análisis no concuerdan con la realidad ni identifican correctamente la naturaleza del problema.
Nuestro enemigo es el sistema imperialista integrado, en el cual el estado juega un papel muy importante, como comprueban los acontecimientos actuales. ¿Acaso las compañías petroleras y las trasnacionales organizan sus propias fuerzas policiales y las despachan a distintos puntos del globo para imponer su voluntad? No, lo que vemos concretamente es que la clase dominante de Estados Unidos defiende e impone sus intereses a través del estado -el aparato político, las burocracias y especialmente las fuerzas armadas- y sí, esa clase tiene muchas trasnacionales, y de hecho la definen y la encabezan grandes trasnacionales como los bancos, las compañías de seguros y otras corporaciones que operan y compiten en todo el globo, pero que coinciden políticamente y a las cuales representan las instituciones y estructuras del gobierno de la sociedad estadounidense (y de otras sociedades imperialistas: Francia, Alemania, Japón, Rusia, etc.). La concentración de esos intereses, el medio para imponer esos intereses, son las fuerzas militares, que defienden no simplemente los intereses particulares de esta o aquella corporación sino los intereses de la clase dominante y el sistema. Eso es precisamente lo que vemos en una forma masiva, muy concentrada y muy destructiva en la actual ofensiva imperialista.
Es cierto que algunas instituciones internacionales como el FMI y el Banco Mundial concentran la explotación global, pero es preciso captar que son instrumentos de dominación imperialista y, simultáneamente, instrumentos de contienda entre los países imperialistas. No están por encima de los estados imperialistas ni los reemplazan, ni eliminan la rivalidad, competencia y contienda entre imperialistas que se concentra en la contienda entre esos estados. Estos buscan dominar y controlar dichas instituciones, pero en gran medida Estados Unidos es la fuerza dominante actualmente. Para recapitular: son instituciones e instrumentos de dominación imperialista y de contienda imperialista, o sea, de contienda entre los imperialistas.
Asimismo, es cierto que el sistema imperialista es un sistema de explotación global que depende cada día más de la superexplotación de vastas regiones más allá de las fronteras de los países imperialistas, pero no es un sistema uniforme, obviamente. Existen grandes disparidades en el nivel de vida y los salarios en distintas partes del mundo, y eso ha sido motivo de protestas del movimiento contra la globalización. En los países imperialistas los salarios son mucho más altos por un trabajo equis que en México, por ejemplo, y ni hablar de Haití o Pakistán. Así que a pesar de las tendencias hacia mayor globalización, el sistema no es uniforme en el plano internacional sino que entraña grandes divisiones.
Una división clave es la división entre un puñado de estados imperialistas, que suelen llamarse países tecnológicamente avanzados o estados capitalistas avanzados, pero que en realidad son estados que explotan y dominan a otros (es decir, son estados imperialistas), por un lado, y por el otro, las vastas regiones del planeta que estos explotan y saquean, que comúnmente se conocen como el tercer mundo (los países oprimidos por el imperialismo en las vastas regiones del mundo donde el nivel de vida y la situación de las masas, los salarios, la vida y todo son muy inferiores, se mantienen en un nivel muy inferior, y de hecho el imperialismo tiene que mantenerlos en ese nivel para funcionar, para prosperar)... Además de esa gran división entre los estados imperialistas y las vastas regiones del tercer mundo, existe la contienda entre los imperialistas, y no solo las corporaciones imperialistas, sino en forma concentrada entre los estados imperialistas. Y vuelvo a repetir que eso lo vemos en la ofensiva imperialista actual. Además de librar una guerra contra Afganistán y despachar tropas a otros países oprimidos, Estados Unidos aprovecha... y utiliza esos mismos medios para aventajar a los demás imperialistas y ponerlos en su lugar, por decirlo así, y fortalecerse como primera potencia mundial.
Y ciertamente lo es por el momento, pero también es cierto que los imperialistas seguirán compitiendo, y los rivales de Estados Unidos competirán con él y pretenderán usurpar su posición. La historia universal, la historia del siglo pasado, nos enseña lo mismo. Por ejemplo, en un momento Inglaterra (el imperialismo británico) fue la primera potencia imperialista pero, a través de una serie de guerras, la desplazó el imperialismo yanqui, que llegó a ocupar su posición. Y, claro, Inglaterra sigue siendo una potencia imperialista, pero como mencioné antes, es un lacayo, un perrito que corre al lado del perro grande (el imperialismo yanqui), no en el mismo sentido que los gobiernos del tercer mundo, pero sí ha sido rebajada a una potencia imperialista de segunda. La misma naturaleza del sistema imperialista, la contienda entre los imperialistas y la dinámica del sistema, producirán desafíos al imperialismo yanqui de otras potencias imperialistas. Y si examinamos la historia veremos que muchas veces esos desafíos son inesperados o provienen de potencias aparentemente abatidas. Ciertos giros de los acontecimientos mundiales les dan una oportunidad a potencias "menores" para lanzarse a conquistar una posición dominante, y de hecho así ha sido la dinámica de las guerras mundiales hasta la fecha.
Así que la noción de que vivimos en un sistema global uniforme o que... los países y estados nacionales ya no tienen importancia, esas ideas no corresponden a la realidad. De hecho, la situación actual demuestra todo lo contrario. Este problema ha sido analizado muy a fondo, por ejemplo en Imperialismo (escrito por Lenin hace 100 años), que describe los rasgos esenciales del sistema imperialista (que siguen vigentes y ejercen mucha fuerza hoy). Si lo leemos de nuevo, veremos que es un análisis muy penetrante: aunque algunos rasgos específicos del imperialismo han cambiado, los rasgos esenciales que identificó Lenin (tales como el dominio de los monopolios en las economías de los estados capitalistas desarrollados y avanzados, sus operaciones internacionales y la mayor competencia entre los carteles de capital internacional, y más, la contienda entre imperialistas que desemboca en guerras entre los estados imperialistas y concentra el conflicto entre las formaciones de capital) están vigentes y se imponen con mucha fuerza hoy. Nuestro partido ha profundizado ese análisis con America in Decline (América en decadencia) y los Apuntes sobre economía política que sacamos hace un par de años, que resumen los sucesos de la década de los 80 y lo que se llama comúnmente la resolución de la guerra fría o la victoria del Occidente en la guerra fría, y lo que suscitó.
Es preciso que sigamos analizando la dinámica del sistema imperialista y la lucha contra él, pero para eso tenemos que partir de un análisis básico de la naturaleza del sistema, o sea, de nuestro enemigo: el sistema imperialista en sí, que se encarna en estados imperialistas y su actividad, los conflictos entre ellos y la lucha que todo eso suscita. Es indispensable partir de ahí para profundizar nuestro análisis concreto de sus manifestaciones y de lo que suscita en el mundo en un momento dado.
Lenin destacó el rasgo fundamental del imperialismo: es la fase última y superior del capitalismo; es capitalismo, pero no es igual al capitalismo en su fase anterior. Demostró con precisión que es un sistema internacional de explotación que aumenta las contradicciones del capitalismo y la necesidad de hacer la revolución, y que fortalece la tendencia hacia la revolución, especialmente hacia una revolución que lleve al socialismo y a la larga al comunismo mundial. He aquí un planteamiento muy importante de aplicación universal y a la vez muy pertinente a la situación actual en el mundo.
La meta es una sociedad y un mundo sin desigualdades pero,"¿Cómo alcanzarla?"
CD: Claro, y eso nos lleva de vuelta a la cuestión de la revolución y transformación de la sociedad, que me parece un tema importantísimo, sobre todo dado que el partido ha estado haciendo mucho trabajo con una amplia gama de fuerzas sobre el Borrador del Programa y lo hemos divulgado a muchos segmentos de la sociedad: a los proletarios, a los jóvenes que se han unido a la resistencia y lucha contra el sistema, a los intelectuales que han examinado y condenado en sus escritos diversos aspectos del sistema. En particular, respecto a los jóvenes, quisiera empezar con algunas cuestiones que ellos han planteado. O sea, estos chavos han brindado un nuevo elemento a la situación política con la resistencia que se prendió en Seattle y desde entonces. Pero algunos han planteado ciertas cuestiones relacionadas con el Borrador del Programa acerca del liderazgo y nuestro concepto del liderazgo, y de hecho preguntan si los llevará por el camino correcto o si es parte del problema con el cual hay que lidiar. Todo eso se centra en la cuestión de la dictadura del proletariado. Así que quisiera que abordaras esta cuestión: ¿por qué necesitamos liderazgo para tumbar al sistema explotador y opresor, y para transformar toda la sociedad una vez que tumbemos al imperialismo y para barrer la opresión y explotación en el mundo?
BA: Me parece que en este caso también es preciso, es fundamental captar la naturaleza de la bestia con la cual trabamos combate. Los movimientos y luchas de jóvenes contra la globalización han sido muy pujantes y muy positivos, y cuanto más capten correctamente la naturaleza del sistema, cómo trabar combate con él y cómo eliminar los grandes problemas que causa, tanto más pujantes y positivos serán. Porque en última instancia compartimos, por decirlo así, un objetivo común. Se habla de una sociedad sin líderes. Compartimos ese objetivo en este sentido: queremos alcanzar una sociedad en la cual el conflicto (o la contradicción) entre líderes y seguidores, o administradores y trabajadores, ya no exista, se haya superado; una sociedad en la cual tanto esas divisiones como las profundas disparidades que caracterizan el mundo de hoy (entre países imperialistas y oprimidos, entre diferentes nacionalidades, entre hombres y mujeres, y entre los que hacen trabajo intelectual y los que hacen trabajo manual) se han transformado, superado y eliminado, y tengamos un mundo en que no existan esas divisiones y entonces tampoco exista la necesidad ni la base para que algunos dirijan y otros sigan. Así que tenemos la meta común de eliminar toda la explotación y opresión y todas esas disparidades y divisiones. Pero entonces se plantea el interrogante: "¿Cómo alcanzarla?".
Para contestarlo, hay que partir de la naturaleza del enemigo, porque solo al analizar que se trata de un sistema integrado y fuerte, cuyo poder se concentra en el poder del estado, el aparato represivo, la policía, las cortes, la burocracia y especialmente las fuerzas armadas, solo al analizar eso tenemos la base para captar qué necesitamos hacer para luchar contra ese sistema y a la larga tumbarlo y barrerlo de la faz de la tierra, y transformar la sociedad para eliminar la base de tales sistemas y de las relaciones de explotación y opresión. Y una vez que se capte que el poder del enemigo se concentra en el liderazgo político y las instituciones de poder (sobre todo las fuerzas militares) de la clase dominante, se capta que hay que lanzarse contra él y derrotarlo, y que para derrotar a un poder altamente concentrado y organizado, se necesita una fuerza con la capacidad de hacerlo.
Nuestra fuerza no radica en la tecnología, ni mucho menos en la explotación y opresión del pueblo, o sea, no nos enriquecemos ni tenemos tecnología y armas porque explotamos al pueblo. Nos apoyamos en las masas y las movilizamos. Como señalé antes, lo más importante, o ciertamente algo muy clave para la revolución, es contar con un pueblo revolucionario porque es la fuerza principal que permite tumbar al sistema, y transformar la sociedad y el mundo entero. Pero esta sociedad crea y refuerza todo tipo de divisiones en el pueblo; así que además de que el enemigo tiene mucho poderío, una de las contradicciones más fuertes que se nos plantea es que tenemos que lidiar con una situación en que la gente cuyo interés fundamental es hacer la revolución, tumbar y transformar toda la sociedad -los proletarios, los de abajo cuya explotación es la base de la sociedad- no tiene... o sea, las grandes masas no tienen la oportunidad (precisamente por la forma en que son explotadas y oprimidas en este sistema) de captar la naturaleza de la bestia que se alimenta de su sangre. Y para poder hacer la revolución, necesitan captarla y necesitan que algunos las organicen y dirijan a partir de ese reconocimiento.
Las disparidades entre los que tienen mayor preparación y oportunidades de desenvolverse en la esfera de las ideas, por un lado, y las masas, por el otro, no las inventamos los comunistas. No existen por nuestra voluntad ni porque dijimos: "Queremos un monopolio de las ideas; queremos que las masas se queden en la ignorancia para hacer la revolución sobre sus espaldas". Al contrario, surgen por la naturaleza del sistema, y todo el que se mete al movimiento con el tiempo necesita la teoría revolucionaria de una clase u otra; incluso los que dicen oponerse a la teoría, paradójica o irónicamente (o como quiera que digamos), elaboran teorías porque no es posible desarrollar un movimiento serio y luchar consecuentemente, ni mucho menos tumbar y transformar la sociedad, sin elaborar teorías. Así que la cuestión no es en realidad si debemos tener teoría o no, porque todo mundo elabora teorías y lucha por persuadir a los demás de su punto de vista, sino ¿qué clase de teoría, qué clase de línea política e ideológica, como decimos, qué programa realmente concuerda con los intereses de las masas, sobre todo los proletarios que tienen que ser la columna vertebral de la revolución? El reto que se nos plantea es precisamente este: ¿Cómo movilizarlos a asumir esa línea y programa en aras de sus propios intereses, y desencadenar más y más su actividad consciente?
Así que existen divisiones que el desarrollo histórico de la sociedad ha suscitado y el capitalismo refuerza, espontáneamente y a través de la clase dominante y las instituciones de poder. Y la única forma de superarlas es que las fuerzas avanzadas que captan la naturaleza fundamental del problema y la solución se unan en una vanguardia y movilicen a las masas en torno a esa línea y programa. A falta de eso, puede haber otros que elaboren teorías pero no habrá revolución, y cualquier cambio que se logre dejará de un lado a las masas. Se puede hablar "en nombre de las masas" y todo el rollo, y maldecir el liderazgo en su nombre o por otros principios, pero en realidad, si no reconocemos que el liderazgo es necesario precisamente debido a las contradicciones de la sociedad que buscamos tumbar y transformar, no vamos a movilizar a las masas y no habrá una revolución que lleve a la emancipación de las amplias masas. Por todas esas razones se necesita una vanguardia. Todo esto encierra contradicciones que llegan a ser muy agudas, pero no surgen de los deseos de las fuerzas de vanguardia de cabalgar sobre las espaldas de las masas sino de la naturaleza y las contradicciones del sistema.
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