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Revolución #139, 10 de agosto de 2008
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Juegos Olímpicos, Pekín:
Están a punto de arrancar los Juegos Olímpicos de Verano 2008 en Pekín, China, del 8 al 24 de agosto. Habrá muchas grandes exhibiciones de atletismo, pero también están altamente politizadas. Si bien nos van a inspirar con emocionantes competencias y maravillosas hazañas, habrá una dosis de política e ideología que lo acompaña todo, a veces de manera sutil, a veces abierta.
En distintos momentos y formas, se expresan la relación y la rivalidad entre las potencias del mundo por medio de los Juegos Olímpicos. En los juegos de Pekín, la compleja relación entre la China ascendente y los Estados Unidos como potencia única del mundo está sentando las bases para la manera en que se está desenvolviendo todo esto en la cancha y fuera.
La China ascendente no es un país socialista. Fue un país socialista de 1949 a 1976 y durante esos años, no fue parte de los circuitos globales de la explotación capitalista. Pero hoy es un país capitalista, profundamente enredado en el capitalismo global y de algunas formas un elemento crucial del mismo. Los juegos de Pekín coinciden con la entrada de China a las filas de las potencias del mundo, y representan una dimensión importante de eso.
El hecho de China es anfitrión de los juegos refleja la geopolítica global. Refuerza la ascendente posición de China en el mundo. Cuesta imaginar que el Comité Olímpico Internacional hubiera aprobado la celebración de las justas en Pekín sin la aprobación de los gobernantes de Estados Unidos. Los gobernantes de China tienen sus propios objetivos estratégicos para lo que se proponen obtener de su patrocinio de los juegos, lo cual analizaremos en el próximo número de Revolución.
Es esta dinámica compleja la que da el contexto y la base para desentrañar la propaganda y los comentarios de los medios estadounidenses sobre los juegos. En Estados Unidos, esta propaganda se centra en los temas que representan los intereses del país con relación a China, los cuales se están promoviendo para entrenar a la población para ver la relación entre Estados Unidos y China desde el punto de vista de los gobernantes de Estados Unidos. He aquí los temas:
Examinemos la realidad y los intereses que ocultan estos temas.
La reciente nota de fondo del San Francisco Chronicle sobre los juegos empezó así: “Mientras la República Popular China se prepara para ser anfitrión de los Juegos Olímpicos 2008, sus 1.3 mil millones de habitantes pueden estar orgullosos de lo que han logrado en las tres décadas desde que botaron la ideología maoísta y abrazaron las fuerzas del mercado para desarrollar su economía” (“Chinese Making a Great Leap Forward”, de Sam Zuckerman, 3 agosto 2008).
China ha tenido una tasa de crecimiento económico extremadamente alta. Es una potencia política y económica mundial ascendente. Pero ha tenido ese crecimiento gracias al trabajo de cientos de millones de esclavos asalariados en las ciudades y pueblos y al costo de la devastación del campo. Se ha dado en el marco del imperialismo global que ha deformado y distorsionado el desarrollo económico de China. Si bien China es una potencia económica ascendente, su corazón económico aún late al ritmo del orden mundial dominado por el imperialismo estadounidense. Las inversiones imperialistas entran, y salen las ganancias exprimidas a aquellos que minan el carbón y arman los juguetes e iPods para la gente en los países imperialistas.
En las ciudades de China, prospera una creciente clase media, pero en las fábricas, son comunes las jornadas de 16 horas, los salarios apenas alcanzan para el alquiler y comida, la mano de obra infantil es endémica, la seguridad en los centros laborales es espantosa, y reprimen con la violencia las huelgas y protestas. Más de 700 millones de personas viven en el campo empobrecido del país, muchas de ellas con menos de dos dólares al día. El campo se caracteriza por enormes y crecientes brechas entre ricos y pobres.
La naturaleza de la sociedad se manifiesta en el enorme costo humano para los Juegos Olímpicos de Pekín: 1.5 millones de personas han quedado sin hogar, pues para construir los estadios olímpicos y estructuras afines, las autoridades arrasaron sus casas. Los trabajadores de construcción reciben 50 dólares a la semana para una jornada de nueve horas al día, siete días a la semana, para levantar el llamativo Estadio Nacional, llamado “El Nido” (por la única construcción de pilares entretejidos de cemento y andamiaje metálico). Antes de la apertura, las autoridades expulsaron de Pekín a millones de trabajadores migrantes del campo, a fin de dar la mejor cara del país al mundo. Además, ha habido una racha de represión contra protestas.
Para el imperialismo estadounidense, los juegos representan una oportunidad para aumentar sus intereses políticos y económicos en China, a la vez que los gobernantes chinos maniobran por una mayor tajada de los negocios. General Electric (GE), la empresa dueña de la NBC (la red con derechos de transmisión estadounidenses exclusivos para los juegos) aumenta agresivamente sus inversiones en China, a un potencial nivel de diez mil millones de dólares en 2010. GE está metida en más de 300 proyectos relacionados con los juegos, como la tecnología para el Estadio Nacional. El ejecutivo en jefe de GE cuenta con que los juegos generen “décadas de buena voluntad en China” (ver “Networks Fight Shorter Olympic Leash”, New York Times, 21 julio 2008).
No siempre ha sido así. De 1949 a 1976, China fue socialista, una sociedad que derrocó, e iba arrancando de raíz, la explotación y las ideas que la sustentan. Han vilipendiando vilmente a esos años, a la época de Mao, y en el marco de los juegos de Pekín, están repitiendo esos ataques ampliamente en la sociedad. En este y futuros números, Revolución detallará los antecedentes de la experiencia concreta de este período trascendental de la historia, de la revolución comunista de China, en que los oprimidos tuvieron el poder de 1949 a 1976. Pero hemos aquí, en pocas palabras, la historia básica que no escucharán en la tele.
En víspera de la revolución comunista china, dirigida por Mao Tsetung, en promedio, una persona tenía una esperanza de vida de 32 años. Menos de uno de cada seis personas podía leer y escribir. Las hambrunas periódicas causaron muertes en masa. El pueblo chino estaba enterrado debajo de lo que Mao llamó las tres montañas: el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático (el capitalismo chino al servicio del imperialismo extranjero). Se impuso esta subyugación económica mediante agresiones militares y la represión política y cultural del pueblo por el imperialismo.
La revolución socialista de China liberó al país de las cadenas del imperialismo mundial y trajo grandes mejoras en la vida del pueblo. Entre 1949 y 1976, la esperanza de vida se duplicó, a 65 años. A inicios de los años 70, la tasa de mortalidad infantil de Shanghai era menor que en la ciudad de Nueva York de entonces. A mediados de los 70, de 80 a 90% de la población sabía leer. Trajo cultura, política, servicios médicos de bajo costo o gratuitos, y educación al campo largamente olvidado. Las mujeres dieron grandes pasos hacia la realización de la igualdad. (Ver “Logros sociales y económicos de Mao” en revcom.us.)
El punto álgido de este proceso fue la muy vilipendiada Gran Revolución Cultural Proletaria, en que las masas subieron al escenario político, participaron en grandes debates, protestas y lucha política a un nivel a que ninguna sociedad jamás se haya aproximado, antes o desde entonces. Mediante todo eso y con dirección revolucionaria, bregaron por identificar y arrancar de raíz los elementos que quedaban y que volvían a surgir de la sociedad explotadora en la economía, la política y las ideas de la población. (Una respuesta a las preguntas frecuentes hechas sobre la Revolución Cultural se halla en “La verdad sobre la Revolución Cultural” en Revolución #139, 10 agosto 2008 y en revcom.us.)
Mao era comunista y comprendía que la revolución y el socialismo de China eran parte del proceso de llegar al comunismo.
¿De qué se trata la revolución comunista? Empieza con el poder estatal revolucionario, para arrebatar la propiedad y el control de la sociedad a la vieja clase dominante capitalista imperialista. De inmediato toma medidas para satisfacer las necesidades más apremiantes de la población y solucionar los problemas que no tienen remedio en el capitalismo. Lo hace al servicio de la revolución mundial y como parte de la misma, con el fin de emancipar a toda la humanidad. Los estados socialistas se basan en la actividad consciente de las masas y emprenden diversas luchas para arrancar de raíz la explotación y opresión en toda la sociedad, de la producción a las instituciones y el modo de pensar de la población. Todo eso ocurre mediante un proceso de enormes cambios, forcejeo social vibrante y diversidad.
En este proceso, el pueblo transforma al pueblo, y al hacerlo, se transforma a sí mismo, y de manera muy importante, todo eso es una parte integral de la revolución mundial. El objeto del poder estatal revolucionario es y tiene que ser nada menos que una sociedad en que de veras se libere al pueblo, una sociedad comunista que haya ido más allá de la división de la población en clases y todas las relaciones opresivas entre los individuos y las ideas que sustentan las divisiones de clase.
Durante toda la transición socialista habrá lucha de clases, entre la continuación del avance revolucionario hacia el mundo comunista o la revocación de la revolución y la restauración del capitalismo.
Poco después de la muerte de Mao en 1976, algunas fuerzas en el Partido Comunista dieron un reaccionario golpe de estado y derrocaron al socialismo. Metieron a la cárcel a decenas de miles de revolucionarios, como los seguidores más estrechos de Mao, y ataron de nuevo a China a las cadenas del imperialismo global como país oprimido. Desde entonces China ha sido capitalista.
La revolución china fue compleja y, sí, contradictoria, al igual que toda hazaña nueva. Pero, sobre todo, en realidad, fue un avance inspirador a que estudiar y sintetizar y del cual aprender, y sobre esa base, trazar la siguiente etapa de la revolución mundial. Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, ha estado haciendo este trabajo (una introducción concentrada de su obra se halla en “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad” en revcom.us. Puedes descargar el audio en inglés de los discursos y entrevistas de Avakian en bobavakian.net.)
Por otra parte… para el imperialismo global y sus lacayos, la revolución comunista de China fue lo peor. Arrebató a un cuarto de la humanidad a las sinapsis de la explotación y opresión globales y representó un contrapeso poderoso al poder económico, político y militar del imperialismo. Se alegraron cuando el socialismo fue derrocado y no tardaron en inundar de inversiones a China.
Los imperialistas estadounidenses están sacando al buey dos cueros: tienen los colmillos clavados profundamente en China, hacen enormes inversiones ahí y le exprimen enormes ganancias al trabajo del pueblo, y señalan las condiciones de la China de hoy, las cuales reflejan y sirven al capitalismo, y afirman que son producto del socialismo y del comunismo. A menudo lo hacen señalando algunas cosas que supuestamente quedan de la época de Mao.
Los Juegos de Pekín simbolizan la entrada de China al círculo de potencias políticas y económicas mundiales, pero en un mundo en que el imperialismo estadounidense es la única superpotencia. Raymond Lotta escribió en la segunda parte de su ensayo, “Cambios y grietas en la economía mundial y la rivalidad entre las grandes potencias: Lo que está pasando y qué consecuencias podría traer”:
“La dinámica del ascenso de China es compleja. No obstante, hay una contradicción que la delimita: su dependencia y su creciente fuerza económica. China depende del capital y de los mercados extranjeros. A pesar de eso, ha surgido en el mundo como una potencia económica y un centro manufacturero. Ha acumulado enormes reservas de divisas y se ha ganado una influencia financiera considerable... y cada vez más, sobre el dólar. Busca más agresivamente mercados del tercer mundo e invierte capitales fuera de sus fronteras”.
A su vez, ocurre el ascenso de China en un mundo en el que, agrega Raymond Lotta:
“Estados Unidos aún ocupa la posición primaria en la economía mundial imperialista. Es la mayor economía; el pegamento financiero de todo el sistema mundial; y el ‘garante’ político-militar de un orden mundial del que se benefician todas las grandes potencias, al menos por ahora.
“La posición económica de Estados Unidos en el mundo ha estado en declive. Pero el imperialismo estadounidense tiene un poderío militar sin paralelo en relación a sus rivales y aspirantes a rival. Desde 2001, ha estado aprovechando esta ventaja lanzando una ofensiva militar mundial, centrada en Irak y Afganistán, para amarrar un dominio indiscutible para décadas por venir” (“El desarrollo capitalista de China y su ascenso en el sistema imperialista mundial: Naturaleza e implicaciones”, Revolución #137, en revcom.us).
La relación entre Estados Unidos y China se expresa y se debate en medio del ruido de fondo de los Juegos Olímpicos de Pekín. Explica por qué Estados Unidos (mediante maniobras diplomáticas y propaganda mediática) varía el volumen de sus acusaciones sobre el apoyo de China al gobierno del Sudán y las masas en Darfur, o su relación con el régimen de Mugabe de Zimbabwe.
La naturaleza de la relación, y la contienda, entre Estados Unidos y China influyen en la clase y el tenor de las denuncias en los medios estadounidenses acerca de los actuales horrores en China, tal como los míseros salarios y condiciones laborales de las fábricas, la pobreza extrema en el campo y la represión del debate y el disentimiento.
Con estos mensajes, quieren dar el mensaje que China no es digna de ser socio al lado de las “grandes potencias” ni sería un socio confiable, y que tiene que cambiar, o sea, aceptar los términos que Estados Unidos está imponiendo. Todo esto ocurre en un marco imperialista, y la manera en que el papel de China contiende en todo ello. Presentan las condiciones de China como producto de una cultura de amiguismo y desbocada corrupción debido al monopolio del poder político del “llamado” Partido Comunista. Estos términos tienden a reforzar la posición de China en un orden mundial dominado por Estados Unidos y ocultan la verdadera fuente de la enorme pobreza y represión en China. En realidad, son productos del capitalismo y de la posición de China como país oprimido.
De nuevo, cabe señalar, las denuncias y condenas estadounidenses a China por explotar a los obreros, hambrear a los campesinos y reprimir el disentimiento son muy hipócritas. Estados Unidos habla de la vergüenza del trato que da China a los tibetanos pero pasa por alto la situación de los negros en su propio territorio, donde uno de cada nueve jóvenes negros está preso. Habla con indignación de las condiciones de los migrantes del campo chino (que, seg’un la ley, son ilegales), pero explota vilmente y aterroriza a más de diez millones de inmigrantes indocumentados en redadas del ICE. El gobierno estadounidense monitore’o ilegalmente los patrones de llamadas telefónicas de millones de sus ciudadanos, pero tiene el colmo de criticar el monitoreo y control de la Internet por el gobierno “autoritario” de China.
* * * * *
Cuatro mil millones de personas verán los Juegos Olímpicos 2008. En el mundo de hoy, estos juegos presentan una dolorosa dicotomía entre hazañas atléticas inspiradoras y asombrosas que te dejan sin respiro, y el hecho de que se celebran en el marco de maniobras por ventaja entre potencias en contienda, así como una fuerte dosis de ideología venenosa. En eso, en estos juegos, se está desenvolviendo la rivalidad entre Estados Unidos y China en la cancha y fuera.
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Revolución #139, 10 de agosto de 2008
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De un lector:
Estaba pensando en los Juegos Olímpicos que se acercan y que sería un verdadero avance si gente en Estados Unidos no apoyara a cada estadounidense y equipo estadounidense, en particular el “equipo de sueño” del baloncesto. Al pensar en esto, escuché la charla de Bob Avakian, “The NBA: Marketing the Minstrel Show and Serving the Big Gangsters” (La Asociación Nacional de Baloncesto: Racismo disimulado al servicio de los grandes gángsteres”), en que habla de cómo se entrena a la gente por medio de los deportes a pensar sin ojo crítico, y a no ver el mundo tal como es, y cómo eso se hace por medio de entrenar a la gente a “apoyar al equipo de casa”. Todo eso acaba sirviendo al imperialismo estadounidense.
He aquí lo que yo digo sobre “Estados Unidos es #1”. Es número uno en librar guerras contra los pueblos del mundo y en matar a cientos de miles de personas en estas guerras; en usar armas nucleares contra civiles; en torturar; en espiar y encarcelar a la población en su propio territorio; en crear un planeta de ciudades miseria; en destruir el medio ambiente de la tierra; y es el país número uno odiado por las masas del mundo. Así que cuando oigas el coro “USA, USA”, acuérdate de lo que realmente significa. |
Avakian usa la NBA como ejemplo de cómo funciona este entrenamiento. Señala que cuando se declara un foul a un equipo y la repetición muestra que realmente no hubo un foul, los comentaristas dirán: “Bueno, si eres hincha del equipo fauleado, es una gran decisión, pero si eres hincha del equipo que hizo el foul, es una decisión horrible”. Ya que verdaderamente no fue un foul, este método—que refleja un enfoque filosófico que se llama “relativismo”—se usa para impedir que la gente conozca el mundo real. En realidad, una decisión mala es una decisión mala, no importa el equipo que quieras que gane. Pero los comentaristas deportistas quieren que creas que una decisión mala es realmente una decisión buena si favorece al equipo a que apoyes.
Y este “alentar al equipo de casa” está al servicio de una agenda política. Primero, te entrenan a apoyar al equipo de casa, y el siguiente paso será los Juegos Olímpicos y apoyar a los estadounidenses. Fuera de los deportes, debes apoyar a los soldados en Irak u otro lugar; apoyar al imperialismo estadounidense—al “equipo de casa”.
Y gran parte de esto se hace de manera que la gente ni siquiera lo reconozca. Cuando se tome esta “decisión buena/decisión mala”, ni siquiera estás consciente de que se te están adoctrinando a ver las cosas de una manera que distorsiona la realidad, y que hace más fácil que respondas cómo la clase dominante quiera.
Esto ya está ocurriendo a gran escala acerca de estos juegos, y ni siquiera han empezado. Por ejemplo, veamos los ataques contra Becky Hammon y Chris Kaman, dos jugadores profesionales estadounidenses de baloncesto que van a jugar para otros países—Kaman para Alemania y Hammon para Rusia. Los han tachado de todo, de traidores a mercenarios u oportunistas. Por otro lado, estos tipos retrógrados y los comentaristas deportistas que están atacando a Kaman y Hammon estarán brincando en sus asientos alentando a Bernard Legat, un keniano que corre para el equipo estadounidense en las carreras de 1.500 y 5.000 metros. No lo llamarán traidor ni mercenario.
El feo norteamericanismo, “mi país es lo mejor no importa lo que haga”, va a estar por todas partes en estos juegos. Los medios estadounidenses nos van a empapar con “la vida en Estados Unidos es mejor que la vida en China”. Los medios estadounidenses alentarán a los atletas estadounidenses. Ya vayas a ver. Escucha con cuidado el tenor e inflexión de sus voces cuando gane un estadounidense y compáralo con cuando gane alguien de otro país. Van a tener mucho más entusiasmo por los ganadores de Estado Unidos que los otros. O cuando los estadounidenses pierdan, van a decir cuán triste es que los estadounidenses estén fuera. Y van a estar machacando cuál país tiene más medallas de oro y medallas en total, Estados Unidos o China, no más para que enfoques en la nación “tuya” versus la nación “suya”.
También habrá ese feo “Estados Unidos es #1”, en toda oportunidad, van a mostrar a los ganadores estadounidenses hablando de lo grande que es Estados Unidos y dándole las gracias a Dios (que no existe) por sus logros. He aquí lo que yo digo sobre “Estados Unidos es #1”. Es número uno en librar guerras contra los pueblos del mundo y en matar a cientos de miles de personas en estas guerras; en usar armas nucleares contra civiles; en torturar; en espiar y encarcelar a la población en su propio territorio; en crear un planeta de ciudades miseria; en destruir el medio ambiente de la tierra; y es el país número uno odiado por las masas del mundo. Así que cuando oigas el coro “USA, USA”, acuérdate de lo que realmente significa.
En su charla sobre la NBA, Avakian aprovecha el ejemplo de Wimbledon (el campeonato de tenis en Inglaterra) para mostrar otra forma en que el chovinismo nacional se presenta en los deportes. Tras la eliminación de los tenistas estadounidenses en Wimbledon, los comentaristas siempre se quejan: “Ay, qué horrible, ya no hay más estadounidenses en Wimbledon”. Bueno, ¿a quién le importan un comino los tenistas estadounidenses? Más vale querer ver un buen partido de tenis, ya. En las Olimpiadas, es posible que veamos buen tenis, pero no de parte de los estadounidenses.
Tengo esperanzas de que Rafael Nadal de España y Roger Federer de Suiza, quienes jugaron en Wimbledon, califiquen para los finales olímpicos, porque así tendremos partidos de tenis de alta calidad con un desempeño inspirador.
Me acuerdo de los juegos de 1972 de Montreal, cuando Mac Wilkins, el lanzador de disco estadounidense ganador, le dio un fuerte abrazo a Wolfgang Schmidt de Alemania oriental, quien con su lanzamiento final le superó a John Powell del equipo estadounidense para ganar el segundo puesto. Wilkins había conocido a Schmidt ese año durante otra competencia y entablaron una conversación amistosa sobre Vietnam, el muro de Berlín y otros temas.
La exlanzadora de bala Maren Seidler, que tiene el récord estadounidense, vio eso y dice: “Fue uno de esos incidentes raros en que las Olimpiadas cumplieron con la publicidad... El respeto de un individuo por el esfuerzo tenaz de otro trascendió la nacionalidad y la ideología. ¿Y qué pasó? El público se ofendió. Se ofendió”. (“The Old Men and the Discus”, Sports Illustrated Vault, 25 julio 1988) La prensa estadounidense se arremetió contra Wilkins porque le felicitó a un alemán oriental que le ganó a su propio paisano, y debido a ese gesto de amistad perdió toda oportunidad de contratos de promoción de productos. Para mí, cuando vi eso, pues me fue aún más dulce porque sabía que John Powell era un policía de San José, ¡y odio a los polis! Fue una maravillosa muestra de internacionalismo y de amistad entre dos atletas.
Los que somos proletarios internacionalistas, que ansiamos emancipar a todos los oprimidos del mundo y a la larga a toda la humanidad, y los que nos oponemos a cualquier forma de chovinismo nacional, queremos ver grandes actuaciones atléticas inspiradoras y de alta calidad en las Olimpiadas, y no tener que escuchar una bola de jingoísmo de “USA, USA”. De hecho, voy a apagar el sonido de mi televisor, para que los locutores no tengan la oportunidad de estropear el disfrute aún más que lo harán esos atletas estadounidenses que corretean por todas partes con banderitas estadounidenses en la mano.
Al seguir y mirar los Juegos Olímpicos, ¿vas a alentar a ciegas al equipo de casa? ¿O, vas a ver cómo te están embaucando y a pensar críticamente sobre lo que los locutores estadounidenses dicen y disfrutar los juegos por la belleza y el asombro que los deportes pueden traer?
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Revolución #139, 10 de agosto de 2008
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Millones de personas creen que Barack Obama es el candidato anti-guerra/anti Bush. En realidad, Obama está resultando el candidato más efectivo para hacer que demasiados “líderes” del movimiento anti-bélico se callen y más aún, insten a otros a acceder a las guerras por imperio.
Con el propósito de hacer que Obama sea elegido, se está desmovilizando el movimiento anti-bélico, y se está silenciando la firme oposición a la “guerra contra el terrorismo”.
En mayo, los activistas anti-bélicos de Chicago trajeron a Scott Ritter, John Mearsheimer, Stephen Kinzer y Doug Cassel para hablar en una reunión del cabildo del consejo de la ciudad y todos esperaban que el consejo aprobaría una resolución al día siguiente contra un ataque sobre Irán. Pero antes de que esto pudiera pasar, el alcalde Daley se opuso diciendo: “Aprobar una resolución como esta pone mucha carga sobre la candidatura [de Obama] y le inyecta algo que no se debería inyectarle” a la campaña presidencial. Desde entonces, los concejales y algunos activistas que proclaman personalmente apoyar la resolución pero que han aceptado la lógica de Daley, han archivado la resolución.
Y ahora que la Convención Nacional Demócrata se aproxima a fines de agosto en Denver, gente como Leslie Cagan de Unidos por la Paz y la Justicia está echando agua fría sobre los intentos de construir una sólida protesta política. Recientemente sugirió que el movimiento anti-bélico no más “abandone la idea de una gran marcha el domingo 24 de agosto” y ha insistido que “mientras hay mucho que criticar sobre el liderazgo del Partido Demócrata, NO quisiéramos que la gente vea esto como una protesta contra el partido Demócrata”.
Pero ¿es verdad que bajarle la protesta y la crítica anti-bélica con el fin de elegir a los demócratas, puede darnos buenos resultados?
Vale la pena recordar cómo una lógica similar se impuso en 2006.
En octubre de 2006, apenas unas semanas antes de las elecciones intermedias, los demócratas se juntaron a los republicanos en el Congreso para aprobar la “Ley de comisiones militares” de Bush. Aunque esta ley hacía trizas el habeas corpus y legalizaba la tortura, muchos “progresistas” disculparon a los demócratas argumentando que tenían que apoyar esta ley con la finalidad de no parecer “débiles contra el terrorismo” y de allí perder las elecciones. Al mismo tiempo, había un movimiento creciente para interpelar o destituir al presidente basado en evidencia contundente del espionaje ilegal del régimen de Bush y los crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos en Irak. No obstante, cuando Nancy Pelosi, y poco después John Conyers, insistían que interpelar al presidente no estaba “sobre la mesa”, muchos líderes anti-belicistas refrenaban sus críticas. Otra vez, argumentaban que tales “compromisos” fueran necesarios con la finalidad de hacer elegir a los demócratas.
¿Recuerdan cuánto júbilo había en la gente en todo el país cuando los demócratas ganaron? Entonces, recuerdan cómo, una vez que tuvieron a más gente “razonable” en el Congreso, estos líderes “anti-belicistas” le entraron de lleno, convocando en toda la nación al abandono de clases de los colegios por los estudiantes, protestas callejeras y asambleas de cabildos en los pueblos más importantes, para aplicar su bien conocida “presión”? ¿Y cómo, después de eso, los demócratas inmediatamente cortaron los fondos para la ocupación de Irak y empezaron a traer las tropas de regreso a casa, mientras al mismo tiempo se abrían investigaciones y se juzgaba por crímenes de guerra a los más altos funcionarios del gobierno que le habían MENTIDO al pueblo al lanzar esa guerra?
Ah, espérame. Eso no es como las cosas sucedieron. Tan pronto como los resultados de las elecciones salieron, Nancy Pelosi empezó a reinterpretar la voluntad de la gente que había votado. Una y otra vez repetía la mentira de que “el pueblo norteamericano votó para restaurar la integridad y honestidad en Washington, D.C.”
Y después, el nuevo Congreso bajo control demócrata, incluyendo a Obama, aprobó cada una de las leyes para financiar la guerra en Irak. Este Congreso bajo control demócrata “más inclinado a escuchar al pueblo”, incluyendo a Obama, legalizó el espionaje de las telecomunicaciones sin autorización judicial de Bush. Este Congreso bajo control demócrata secretamente le dio autorización a Bush para que condujera operaciones especiales, incluyendo el uso de fuerza letal, dentro del territorio soberano de Irán.
A lo largo de todo el camino, estos “líderes anti-belicistas” no estuvieron llamando a que la gente saliera a las calles para ejercer su tan prometida “presión”. Mas al contrario, han estado ocupados manteniendo la energía de la gente enfocada en la más larga carrera presidencial de todos los tiempos. Ante escándalo tras escándalo, continúan dejando la construcción de una verdadera oposición popular para un futuro lejano, haciéndole a la gente permanecer pasiva al mismo tiempo que la tortura y la guerra se incrementan.
En lugar de “mover a los demócratas hacia la izquierda”, esta estrategia terminó movilizando al movimiento “anti-bélico” a aceptar cada vez más la monstruosa “política de lo posible” y, a pesar de la existencia de un creciente sentimiento anti-bélico en el país, a volverse menos visible y menos efectivo. No se puede captar más vivamente lo que Bob Avakian escribió contra eso cuando dijo: “Si caes en la orientación de intentar hacer que los demócratas sean algo que no lo son, y nunca lo serán, terminarás volviéndote más en lo que los demócratas realmente son”.
¿Por qué esto es así? En lo fundamental, es porque la esencia de este país no es democracia sino dictadura capitalista. Una clase dominante de capitalistas, que se sientan encima de toda una red global de explotación y saqueo, monopoliza el poder político. Es esta clase la que controla el ejército al que envía a pelear guerras por recursos naturales y ventaja geoestratégica sobre sus rivales. Es esta clase la que controla las elecciones y esta clase la que los partidos políticos más importantes, demócratas y republicanos, son representantes. Cuando estos partidos difieren, algunas veces bastante agudamente, lo hacen sobre cómo mejor defender los intereses de su sistema en un mundo de grandes retos y mayor volatilidad.
Este es el caso con las críticas de Obama a la guerra de Irak, a la presidencia de Bush y a su oponente McCain. Desde su primer discurso “anti-bélico” hasta hoy, Obama ha dejado bien en claro que su oposición a la guerra de Irak emanaba de su creencia de que había debilitado la fuerza económica, política y militar de los EE.UU. Quiere retirar algunas tropas de Irak con la finalidad de incrementar la guerra en Afganistán. Mientras tanto, promete su voluntad para actuar con fuerza, incluyendo el potencial de usar bombas nucleares, contra Irán y que está dispuesto a lanzar operaciones militares dentro de Pakistán. No elaboró ninguna de estas posiciones con la finalidad de reflejar los intereses de la mayoría, sino que son parte de su intento de convencer a la clase dominante de que sería el mejor comandante en jefe para los intereses imperialistas yanquis.
La clase dominante no usa las elecciones como un medio por el cual se toman decisiones básicas, sino principalmente con el propósito de legitimar su sistema, sus decisiones y sus políticas. Por tanto, las elecciones le permiten a quienquiera que gane proclamar que tiene un “mandato popular”. Pero recuerda el año 2006, y nota bien la lección: ellos te dicen lo que tu voto, y su supuesto mandato, significan. Así como vimos en 2006 y lo vemos repetirse otra vez con Obama, las elecciones son una manera en que este sistema y sus representantes canalizan y confinan la actividad política de la gente en un callejon sin salida y sin sentido.
Para traer la clase de cambio que la humanidad necesita, la gente tiene que alejarse y oponerse al marco político oficial en este país. En lo fundamental, esto significa hacer una revolución, ir más allá del sistema que está enraizado en las más brutales y degradantes formas de opresión, violencia reaccionaria y explotación aquí y en todo el mundo y a través de su historia, y liberarnos completamente de los términos y las elecciones que este sistema usa como parte de su manera de gobernar.
Los “líderes” de estos movimientos no solo caen en la trampa de las elecciones, ciclo tras ciclo, sino que arrastran a otros hacia lo mismo, y tratan de silenciar a aquellos que sí quieren montar protestas reales. Pese a lo que personalmente crean o entiendan, estas fuerzas retratan a los crímenes de Bush como una traición de los ideales norteamericanos y no una extensión, aunque a veces extremas y de muchas maneras sin precedente alguno, de lo que este país siempre ha representado, fundado en la esclavitud y el genocidio y empapado de la sangre de la gente de Latinoamérica a Sudáfrica rebanada por regímenes represivos respaldados por los EE.UU. Según su deseo de “perfeccionar”, y no derrocar ni trastornar, el sistema de democracia norteamericana, repetidamente pretenden enfriar cualquier cosa que salga de los cauces oficiales.
Pero también hay otros, que ven claramente algo podrido en la médula del sistema de los EE.UU., y no obstante insisten que los revolucionarios deberían apoyar a Obama. En un intercambio de correos electrónicos reciente, un amigo mío insistía en que “estaba de acuerdo de que Obama era parte del sistema, y que necesitamos una revolución. Pero a menos que la revolución esté a la vuelta de la esquina, tenemos que ser realistas y apoyar a Obama”.
Eso está equivocado.
Nadie puede prometer que una situación revolucionaria esté a la vuelta de la esquina. Pero lo que se puede decir con certeza es que muy frecuentemente en la historia, las oportunidades revolucionarias han emergido súbitamente y aparentemente de la nada. Tales oportunidades se dan principalmente debido en lo fundamental a la naturaleza y al funcionamiento del sistema mismo, a la manera en la cual las subyacentes “grietas” políticas y sociales puedan súbitamente abrirse. Pero lo que los revolucionarios hacen en el período que lleva a eso tiene mucho que ver con la manera en que la propia situación se presenta. Y si los revolucionarios no están trabajando todos los días hacia eso y no están midiendo todo lo que hagan con respecto a acelerar el surgimiento de una situación revolucionaria y a gestar un pueblo revolucionario…si “no están preparando mentes y organizando fuerzas” para tan rara oportunidad…, pues no serán capaces de reconocer, sin mencionar siquiera aprovecharse de una situación revolucionaria cuando finalmente emerja.
La revolución no es solo una idea en la cual “hay que creer” en abstracto y después ponerla de lado, mientras sigamos en nuestras cositas en el mundo tal como está. Hay que luchar por ella activamente a través de un conjunto de actividades revolucionarias, luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución. Un aspecto importante es confrontar, y decirle a otros la verdad y no encubrir, la verdadera naturaleza de las elecciones burguesas como un vehículo para ejercitar y ocultar la dictadura burguesa, y lo que la humanidad realmente necesita es una revolución comunista y un sistema totalmente diferente. También significa la construcción de una resistencia política masiva a las principales formas en que, en un momento dado, el carácter explotador y opresivo de este sistema se centra en las políticas y acciones de la clase dominante y sus organismos. En este momento, esta resistencia incluye presentarse durante la Convención Nacional Demócrata y protestar contra las guerras, la represión y los demás elementos importantes del programa a que hay que oponerse y derrotar.
Pues, NO se trata de que algo menos que la revolución, o que para aquellos que no están de acuerdo con la necesidad o la conveniencia de la revolución, que no hay nada que podamos hacer sino aceptar el “mal menor”. La elección que tenemos no está entre Obama y McCain. Nuestra elección está entre aceptar el ofrecimiento de la clase dominante, de Obama a McCain, como los límites de lo que es posible, o rechazar todo ese marco y librar una resistencia política masiva que importa a toda la dirección fascista a la que están arrastrando las cosas.
Cuando la gente se soltó en un masiva protesta política en 2002 y 2003 en el período previo a la guerra de Irak, importaba mucho. Dio esperanzas a todo el mundo, de saber que el pueblo de este país se oponía a lo que su gobierno estaba haciendo y estaban actuando para detenerlo. Estas protestas, a las que luego se sumaron millones de personas en todo el mundo, despojaron de legitimidad a Bush que no obstante lanzó la guerra. Cuando la guerra empezaba a ir de mal en peor, el reto que se le había planteado ante la gente por esas protestas siguió influyendo en su pensamiento en general ya que cada vez más se volvieron contra la guerra y el presidente.
¿Quién hubiera sabido, en la medida en que la gente lo hace, sobre los crímenes de guerra y la tortura llevados a cabo en esta guerra, si no fuera por los actos de valentía y desafío de la gente? No se trataba de los demócratas, sino de los soldados y excombatientes anti-bélicos que valientemente dieron un paso al frente para denunciar los crímenes de guerra en Irak. No se trataba de los funcionarios elegidos y los compromisos que hicieron con el fin de ganar las elecciones, sino de los funcionarios que respondieron a su conciencia y sacrificaron su carrera quienes dieron la alerta sobre la tortura. No fue por la campaña, sino los plantones y las negativas a moverse, que los padres que perdieron a hijos en esta guerra ilegal capturaron los corazones de millones de personas e hicieron despertar a millones mas.
Desde el momento de las protestas de un tamaño sin precedente en el mundo, la indignación y repugnancia por el programa de Bush y sus guerras sólo han crecido más profunda y generalizadamente. Pero ahora, ¿en qué se convertirá toda esta indignación? ¡Permitir, o ayudar a que todo eso sea canalizado en apoyo a Obama, cuando éste está ocupado diciéndote que quiere continuar mejor las guerras del imperio, es la idea más irrealista que hay!
Sí, millones votarán a favor de Obama creyendo, o al menos diciéndose a sí mismos, que él va a traer el cambio que quieren ver. Pero a medida que las acciones de un imperio criminal avancen, de una u otra forma bajo la próxima administración (con el supuesto de que Bush permita que las elecciones prosigan adelante), ¿estas personas se desmoralizarán y se desmovilizarán, o van a radicalizarse y se llenarán de energía?
La respuesta a esa pregunta tiene MUCHO que ver con lo que el movimiento contra la guerra hace ahora. ¿El que le bajemos el tono al mensaje para que, como Leslie Cagan dice, no sea “como una protesta contra el Partido Demócrata”, y no ofenda a los delegados, o que plantemos un polo de oposición real ahí mero contra las despistadas esperanzas de la gente que se proyectarán en la Convención Nacional Demócrata?
En un momento en que están pacificando y acorralando en un callejón sin salida a decenas de millones de personas que tienen el potencial y la fuerza para poner fin a esta guerra, ¿qué sentido tiene llamarse a sí mismo “anti-bélico o estar contra la guerra” si no se está protestando fuera de la convención? Cualquier persona seria que quiera parar toda esta dirección de guerra injusta, tortura y represión fascista debe estar en las calles.
La elección que tenemos no está entre Obama y McCain. Nuestra elección está entre aceptar el ofrecimiento de la clase dominante, de Obama a McCain, como los límites de lo que es posible, o rechazar todo ese marco y librar una resistencia política masiva que importa a toda la dirección fascista a la que están arrastrando las cosas.
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Revolución #139, 10 de agosto de 2008
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Pongamos las Cosas En Claro
Los medios, los políticos y los libros de historia convencionales constantemente nos bombardean con el mensaje de que “el comunismo ha muerto” y grandes distorsiones sobre el socialismo y el comunismo, China fue un país auténticamente socialista de 1949 a 1976. Al aproximarse y al desarrollarse los juegos Olímpicos de Beijing, habrá un chorro de ataques contra Mao Tsetung, el socialismo y la Revolución Cultural.
Los actuales gobernantes de China tienen una “etiqueta comunista” pero después de la muerte de Mao en 1976, fue derrocado el socialismo y restaurado el capitalismo en China. Lo que vemos hoy en China NO es socialismo. Es una sociedad capitalista caracterizada por la explotación en maquiladoras, destrucción ambiental y enormes disparidades sociales.
El proyecto Pongamos las Cosas En Claro lleva cuatro años refutando las mentiras y tergiversaciones sobre las revoluciones socialistas en el siglo 20. Por ejemplo, publica hojas de datos que se pueden usar en salones, colocar en la red y circular en actos y foros públicos.
A continuación presentamos de nuevo una hoja de datos del proyecto sobre la Revolución Cultural. Puedes contactar al proyecto en thisiscommunism.org.
La Revolución Cultural de China es tan controvertida. La pintan como una gran purga que hizo Mao, sediento de poder, contra la oposición y que hundió a China en el caos. ¿Qué fue en realidad?
La Gran Revolución Cultural Proletaria de 1966 a 1967 fue un levantamiento revolucionario en que participaron cientos de millones de personas. Fue una especie de “revolución dentro de la revolución”.
En 1949, la revolución obrero-campesina tumbó al viejo orden. Estableció un sistema político y económico socialista que dio poder a las masas y trajo muchos beneficios para el pueblo (vea “Pongamos las cosas en claro: Logros sociales y económicos de Mao” OR #1248). A pesar de eso, quedaban disparidades económicas y sociales importantes. Además, ocurría algo muy peligroso: surgió una nueva élite privilegiada que tenía su centro político-organizativo en el seno del Partido Comunista, y crecía su influencia política e ideológica.
A mediados de los años 60, esos altos dirigentes seguidores del camino capitalista (los llamaron así porque eran altos líderes del partido que aguaban el marxismo a fin de justificar medidas político-económicas que llevaran a la restauración del capitalismo) estaban maniobrando para tomar el poder. Querían reinstalar los sistemas de explotación y abrir las puertas a la dominación extranjera; en resumen, ¡querían convertir a China en el “paraíso de maquiladoras” que es hoy en día!
La Revolución Cultural, lejos de ser una “pugna de palacio”, fue una lucha aguda y profunda para determinar qué camino seguiría el país y quiénes lo dirigirían: los trabajadores o una nueva clase burguesa.
Mao y las fuerzas revolucionarias del Partido Comunista movilizaron a las masas a levantarse para impedir que los seguidores del camino capitalista tomaran el poder y para sacudir los altos niveles del partido que estaban adoptando un molde burocrático-burgués. Sin embargo, la Revolución Cultural fue mucho más que eso. Las masas realizaron transformaciones revolucionarias de la economía, las instituciones sociales, la cultura y los valores de la sociedad, y hasta revolucionaron el partido. Mao llamó este proceso continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado1 .
En realidad, ¿se puede llamar eso un levantamiento popular? Más que todo, se oye que fue una horrible “limpieza” de la sociedad.
La Revolución Cultural no fueron “redadas” ni meter a la gente en “campos de trabajos forzados” ni obligar a todos a pensar igual. Los métodos de la Revolución Cultural fueron muy distintos. Los trabajadores, los campesinos y gente de diversas capas sociales participaron en críticas de masas a los círculos oficiales corruptos. Debatieron los planes económicos, el sistema de educación, la cultura y la relación entre el Partido Comunista y las masas populares. Mao no quería “purgas” políticas. Quería que las propias masas tomaran medidas para derrotar a los enemigos de la revolución. A continuación, unos ejemplos de cómo se libró la Revolución Cultural:
¿No se cometieron muchos actos violentos durante la Revolución Cultural en que sufrió mucha gente inocente?
Las historias típicas del Occidente dan la impresión de que los ataques violentos a las personas y la eliminación física de la oposición contaban con el beneplácito de Mao, y que la violencia política era muy común, fuera la política oficial o no. Nada de eso es verdad.
La orientación de Mao respecto a la Revolución Cultural se especificó en documentos oficiales muy difundidos. En la Decisión de 16 Puntos, decía: “Donde hay debate, se debe proceder mediante la razón y no la fuerza”3. Otras declaraciones dieron instrucciones más detalladas. Por ejemplo, los Guardias Rojos no podían portar armas, hacer arrestos ni juzgar a nadie.
Mao exhortó a las masas a “cañonear el cuartel general” y derrocar al puñado de seguidores del camino capitalista que querían arrastrar a China de nuevo al capitalismo. Se trataba esencialmente de levantamientos políticos. Debate de masas, crítica y movilización política de masas: estas fueron las principales formas que tomó la lucha de clases durante la Revolución Cultural. A los líderes y a los funcionarios del partido se les dio la oportunidad de reformarse y participar en la lucha; al máximo se expulsó al 3% de los militantes del partido, lo que dista mucho de ser una gran “purga”.
¿Hubo violencia? Sí. Era una lucha de clases profunda y turbulenta. Con un movimiento de masas sin precedentes y de gran escala (más de 30 millones de jóvenes activistas)... y en un país de tal tamaño (en ese entonces, 800 millones de habitantes)... sería difícil imaginar que fuera diferente. Inevitablemente, en cualquier gran movimiento social para corregir injusticias habrá excesos. Aquí hay que poner de manifiesto tres hechos:
Primero, la violencia que ocurrió fue limitada y esporádica, e involucró solo una minoría del movimiento.
Segundo, cuando se dieron actividades dañinas —por ejemplo, si los estudiantes de los Guardias Rojos atacaron físicamente o humillaron a funcionarios, o si aprovecharon el movimiento para saldar cuentas u ofensas personales—, la dirección maoísta condenó, criticó y luchó contra esas actividades. Veamos un episodio muy importante poco conocido de la Revolución Cultural. Por ejemplo, en Beijing los obreros que seguían la línea de Mao entraron a las universidades a parar las peleas entre diferentes facciones estudiantiles y a ayudarlos a resolver sus diferencias4 .
Tercero, los altos dirigentes seguidores del camino capitalista azuzaron mucha de esa violencia para defender sus puestos. Si se les criticaba, movilizaban a grupos de obreros y campesinos a atacar en nombre de la Revolución Cultural. ¡Incluso crearon grupos conservadores de Guardias Rojos que iban de una parte a otra causando caos! Querían desacreditar la Revolución Cultural y desviar las críticas hacia otras personas.
Al final, en 1976 los seguidores del camino capitalista lograron derrocar el poder proletario, y fueron ellos quienes desataron la violencia reaccionaria del ejército contra las protestas de estudiantes y obreros en la plaza Tiananmen en 1989.
¿Qué dicen sobre el tratamiento a los artistas e intelectuales, y la política de mandar a gente al campo?
No atacaron a artistas, intelectuales o profesionistas como grupo o capa social. Al contrario, les animaron a participar en el movimiento revolucionario, mirar sus obras desde la óptica de la lucha para crear una nueva sociedad y examinarlas para ver si contribuían al avance de la revolución o lo retrasaban. Una meta de la Revolución Cultural fue alentar arte revolucionario protagonizado por las masas que las ayudara a impulsar la historia.
Otro objetivo era acabar con el desequilibrio cultural que existía en el país. Los artistas, intelectuales y profesionistas vivían mayormente en las ciudades y su trabajo estaba divorciado de la sociedad en general y en particular del 80% de la población que vivía en el campo. Por toda la sociedad, la Revolución Cultural suscitó debates sobre la necesidad de reducir las desigualdades entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, entre las ciudades y el campo, entre la industria y la agricultura, y entre hombres y mujeres.
Se exhortó a los artistas, médicos, trabajadores técnicos y científicos y a la gente educada a unirse a los obreros y campesinos: aplicar sus conocimientos a lo que la sociedad necesitaba, convivir con la gente trabajadora, compartir conocimientos y aprender de ella. Grandes cantidades de jóvenes y profesionistas respondieron al llamamiento de Mao de “servir al pueblo” e ir al campo.
Para que los cambios sociales echaran raíces, era necesario también establecer nuevas normas sociales. Por ejemplo, se requirió que los egresados de las prepas pasaran un mínimo de dos años en las aldeas o en las fábricas antes de seleccionar a cuáles entrarían a la universidad. Así que hubo un elemento de coacción (es decir, las normas se hicieron cumplir), pero hay que preguntarse: ¿te opondrías, por ejemplo, a la integración racial simplemente porque es ley? Para muchos intelectuales, dejar atrás sus privilegios e integrarse con las masas del campo fue una experiencia fantástica5.
Los ataques contra la Revolución Cultural por “destruir vidas” y “arruinar carreras profesionales” en el fondo representan oposición a sus radicales medidas sociales antielitistas.
A menudo se dice que la práctica de mandar al campo a médicos, ingenieros, intelectuales y otras personas capacitadas fue una forma de “castigarlas”. No es cierto. Hay que mirar eso en el contexto socio-económico mayor: la China maoísta buscaba un desarrollo equilibrado e igualitario. En el tercer mundo hay una crisis de urbanización caótica y desarrollo desequilibrado: con ciudades gigantescas, insostenibles en términos medioambientales, y rodeadas de crecientes barriadas de miseria; migración masiva de campesinos a la ciudad en busca de trabajos que no hay; medidas económicas, y sistemas educativos y de salud que benefician a los acomodados de las ciudades a expensas de los pobres de la ciudad y del campo.
A propósito, el gobierno maoísta rechazó los modelos occidentales de sobrepoblación urbana; al contrario, quería integrar el desarrollo industrial y el desarrollo agrícola, descentralizar la capacidad productiva y superar las disparidades regionales. Dicha estrategia prestaba atención al bienestar del campo y daba prioridad a las necesidades de los explotados y olvidados.
Pero he leído muchas historias de personas que vivieron durante la Revolución Cultural y hablan de gran sufrimiento personal.
Las diferentes clases sociales y sus representantes literarios tienen nociones distintas de qué es “justo” e “injusto”, de qué es “horrible” y qué es “liberador”. El hecho de que alguien “lo vivió” no cambia nada de esto; no necesariamente le da a esa persona un conocimiento objetivo de los hechos.
Muchos profesionistas privilegiados de la ciudad pensaban que la Revolución Cultural los “trató mal”. Tenían que aguantar críticas, se les desbarató su mundito, perdieron sus privilegios: esas fueron las “heridas” que sufrieron... y que cuentan con bastante exageración. No es de sorprenderse que en Estados Unidos se elogian efusivamente y se promocionan esos libros, y en China también (pues los enemigos de la Revolución Cultural llegaron al poder en 1976). Las reseñas e “historias personales” que presentan una visión positiva de la Revolución Cultural generalmente no se publican.
Piénsalo. ¿A qué conclusión llegarías sobre la revolución francesa si leyeras puras historias escritas por la vieja aristocracia? ¿Qué pensarías de la guerra de Secesión si hablaras solo con los terratenientes de las plantaciones? ¿O de la lucha por la acción afirmativa si hablas con una persona blanca que se queja de “opresión” porque no lo aceptaron en la facultad de derecho que quería? Es lógico pensar que tales “historias personales” están muy predispuestas contra el cambio social.
Lo mismo con la Revolución Cultural. Las capas sociales más privilegiadas ven, y distorsionan, la Revolución Cultural desde cierta óptica. Esto no quiere decir que nada se aprenderá de esas historias ni niega que se cometieron errores. Pero esas narraciones muy personales tergiversan los acontecimientos, el movimiento de masas y las principales tendencias de la Revolución Cultural. Impiden ver claramente los intereses de clase y los programas sociales que estaban en conflicto.
¿Tuvo logros concretos la Revolución Cultural?
Para empezar, la Revolución Cultural conservó el poder en manos del proletariado e impidió por 10 años (1966 a 1976) la restauración capitalista. Además, llevó a profundos cambios sociales e institucionales, y popularizó la orientación de una sociedad organizada según el principio de “servir al pueblo”. He aquí unos ejemplos:
En conclusión...
La Revolución Cultural fue un movimiento histórico sin precedentes. Con el sistema socialista ya establecido, Mao y los revolucionarios del Partido Comunista de China movilizaron la actividad consciente y la creatividad de las masas para impedir la restauración del viejo sistema e impulsar la revolución socialista hacia el comunismo: hacia la eliminación de las clases y de toda relación de explotación. En toda la historia, jamás se ha visto un movimiento de masas o una lucha de esa magnitud, guiada por una política y unos principios tan revolucionarios. Jamás se ha visto un esfuerzo tan radical por transformar relaciones económicas, instituciones políticas y sociales, cultura, costumbres e ideas.
¿Hubo errores y deficiencias durante la Revolución Cultural? Sí, y a veces bastantes serios. Pero en el contexto de los enormes logros, y en comparación con los horrores de la sociedad capitalista, esos problemas eran secundarios.
Pero la revolución comunista no debe estancarse. Los revolucionarios tienen que aprender críticamente de la experiencia, sin temor a interrogarse, seguir adelante y llegar más lejos cada vez. Bob Avakian ha desbrozado nuevos terrenos del marxismo-leninismo-maoísmo que nos capacitan para hacer eso.
Bob Avakian plantea una visión vibrante del socialismo y el comunismo. Ha profundizado el conocimiento de cuáles son las tareas y las contradicciones de la dirección revolucionaria, y de cómo desencadenar a las masas a gobernar y transformar la sociedad. Ha hablado del papel indispensable del disentimiento en la sociedad socialista, sobre todo de su contribución al espíritu de crítica que debe imbuir toda la sociedad. Ha señalado la importancia de las esferas intelectuales y culturales en el socialismo, resaltando que la sociedad socialista necesita —y debe fomentar— gran efervescencia, creatividad y experimentación intelectuales10 .
Si anhelas un mundo diferente... tienes que explorar la verdad de la Revolución Cultural... tienes que explorar las obras visionarias de Bob Avakian.
Notas
1 Bob Avakian, Las contribuciones inmortales de Mao Tsetung (Chicago: Liberation Distributors, 1991), capítulos 6 y 7. [back]
2 Mobo C. F. Gao, “Debating the Cultural Revolution: Do We Only Know What We Believe”, de Critical Asian Studies , tomo 34, No. 3 (2002), p. 428. [back]
3 “Decisión del Comité Central del Partido Comunista de China sobre la Gran Revolución Cultural Proletaria” (adoptada el 8 de agosto de 1966), de Importantes documentos de la Gran Revolución Cultural Proletaria (Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1970). [back]
4 Han Suyin, Wind in the Tower (Boston: Little, Brown, 1976), parte II, capítulos 3-5. [back]
5 Por ejemplo, Xueping Zhong, et al., Some of Us: Chinese Women Growing Up in the Mao Era (New Brunswick: Rutgers University Press, 2001). [back]
6 Dongping Han, The Unknown Cultural Revolution: Educational Reforms and Their Impact on China's Rural Development (Nueva York: Garland Publishing, 2000), p. 88; Suzanne Pepper, “Education”, en Roderick MacFarquhar y John K. Fairbank, compiladores, The Cambridge History of China , tomo XV (Cambridge: Cambridge University Press, 1991), p. 416; Ruth Gamberg, Red and Expert: Education in the People's Republic of China (Nueva York: Schocken, 1977). [back]
7 Gao, “Debating the Cultural Revolution”, pp. 427-430. Gao, quien participó en la Revolución Cultural, describe así el impacto de la nueva cultura en las aldeas: “Los campesinos organizaron por primera vez grupos de teatro y montaron obras que combinaban el contenido y la estructura de las ocho óperas modelo de Pekín con la lengua y la música de la localidad. Además de divertirse, aprendieron a leer y escribir. También organizaron competencias deportivas con otras aldeas. Todas esas actividades eran una oportunidad para conocer a otras personas, comunicarse, enamorarse. Les daban disciplina y organización, y creaban una esfera pública de reuniones fuera de la familia y los clanes tradicionales. Eso nunca había sucedido antes y no ha vuelto a suceder después”. [back]
8 Stephen Anders, China's Industrial Revolution (Nueva York: Pantheon, 1977). [back]
9 Science for the People, China: Science Walks on Two Legs (Nueva York: Avon, 1974). [back]
10 Por ejemplo, Bob Avakian, “Empeñarse en la revolución, promover la producción — Cuestiones de concepción y método“; “Escalar las alturas y volar sin una red de seguridad“; y “Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo“. Todos están en revcom.us. [back]
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Revolución #139, 10 de agosto de 2008
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Un artículo del 2 de julio del New York Times, “China inspiró interrogatorios en Guantánamo”, dijo que en diciembre de 2002 entrenadores militares en la bahía de Guantánamo basaron una clase entera de interrogatorio en una gráfica que mostraba los efectos de “técnicas coercitivas”. Estas técnicas incluyeron privar de sueño, exponer a condiciones extremas, y colocar en posición de estrés prolongado. Según el artículo, se copió la gráfica de un estudio de 1957 de la fuerza aérea sobre las técnicas de los comunistas chinos usadas en la Guerra de Corea para obtener confesiones de prisioneros yanquis. El New York Times también alega que esta gráfica es “la evidencia más reciente y vívida de cómo los métodos de interrogación comunistas que Estados Unidos ha definido por mucho tiempo como tortura llegaron a ser la base para interrogatorios del ejército en la bahía de Guantánamo, Cuba y de la Agencia Central de Inteligencia”.
Pero la verdad es que desde el punto de vista histórico, Estados Unidos ha sido NÚMERO UNO en cuanto a desarrollar, refinar y exportar las técnicas de tortura, como el electrochoque y el submarino que los interrogadores yanquis han estado usando contra presuntos “terroristas”. Sobre las políticas y actividades concretas de la China maoísta respecto a los prisioneros de guerra yanquis durante la Guerra de Corea, los hechos son muy distintos a lo que ha propagado y repetido el gobierno yanqui, los medios tradicionales y las historias convencionales. A diferencia de la tortura, “lavado de cerebro” y trato infrahumano, los comunistas chinos centraron su trato a los prisioneros de guerra en la educación política. Abordaré este tema en la siguiente entrega de esta serie.
La parte 1 de esta serie (Científicos locos y laboratorios criminales) sacó a la luz cómo la CIA y el ejército yanqui directamente concibieron, financiaron y utilizaron los experimentos crueles e inhumanos, usando a conejillos de indias humanos, para desarrollar técnicas de tortura crueles e inhumanas, tales como electrochoque, privación sensorial y drogas alucinógenas. La parte 2 trata cómo, al comienzo del siglo 20—antes de que existiera algún gobierno comunista— Estados Unidos llevó a cabo como rutina lo que ahora se llama el submarino, en las Filipinas.
* * * * *
Inducen el pánico y sufrimiento inclinando la cabeza de la víctima hacia atrás y vertiendo agua en la boca y nariz. La persona no puede respirar ni expectorar el agua, se hunden los pulmones, y los senos y la tráquea se llenan de agua. De esta manera, el sujeto está “ahogado desde adentro”. Mantienen el pecho y los pulmones más altos que la cabeza para que la tos saque el agua hacia arriba y la meta en los pulmones mientras se evite la asfixia total.
Esta es la descripción del submarino, la técnica de tortura usada por interrogadores yanquis contra presuntos “terroristas” tras el 11-S, al comienzo del siglo 21.
Ahora lee esta descripción:
“Tiraron al suelo a un hombre y tres o cuatro hombres se sientan o se paran encima de sus brazos y piernas y lo sujetan; y le meten el cañón de una pistola, fusil o carabina o un palo del tamaño de una cabilla, es decir, de una pulgada de circunferencia, en la boca bruscamente y le jalan para atrás la mandíbula, y, si es posible, le ponen un tronco de madera o una piedra debajo de la cabeza o nuca, para poder sujetarlo con firmeza. En el caso de los muy viejos, he visto caérseles los dientes, es decir cuando lo hacen de manera dura. Simplemente lo sujetan y de una jarra le vierten agua sobre la cara y por la garganta y nariz; y eso sigue hasta que el hombre dé alguna señal o se desmaye. Cuando se desmaye, simplemente lo voltean a un lado, lo que lo permite recobrar el conocimiento. En casi todo caso, les han dado un trato un poco brusco. Los han volteado a un lado bruscamente, para que expulsara el agua. Un hombre sufre tremendamente, de eso no hay duda. El sufrimiento debe ser el de un hombre que se ahoga, pero no puede ahogarse…”.
Esta cita es del teniente estadounidense Grover Flint de hace 100 años, al comienzo del siglo 20. Describe la “cura de agua”, una técnica de tortura usada por soldados yanquis en la Guerra Filipino-Estadounidense que empezó en 1898.
En 1896, tras 300 años del colonialismo español, la Revolución Filipina estalló contra España, y cuando empezó la Guerra Hispano-Estadounidense en 1898, se intensificó la lucha armada de guerrillas contra el dominio colonial español. El poder español se derrumbó en todo el archipiélago. Pero mientras tanto, el imperialismo yanqui maniobraba para convertirse en los nuevos amos coloniales en las Filipinas. Se llevaron a cabo negociaciones secretas diplomáticas entre Estados Unidos y España, y el 13 de agosto de 1898, se montó un simulacro de batalla para justificar la entrega de las Filipinas a Estados Unidos por España. Después de unos disparos simbólicos España se rindió, y el 18 de diciembre de 1898 Estados Unidos “se compró” las Filipinas a España por 20 millones de dólares.
Menos de dos semanas después, tropas yanquis lanzaron un ataque sorpresa contra las fuerzas revolucionarias filipinas cerca de la capital de Manila y mataron a por lo menos 3.000 filipinos. Así empezó la Guerra Filipino-Estadounidense. Las masas del pueblo filipino libraron una lucha resuelta para resistir al imperialismo estadounidense. Pero Estados Unidos ganó esta guerra en 1902, tras mandar 126.000 tropas a las Filipinas. Los yanquis persiguieron y a veces encarcelaron a los filipinos que rehusaron jurar lealtad a la bandera estadounidense. Torturaron los rebeldes filipinos y suprimieron las organizaciones de trabajadores y campesinos. Para cada baja yanqui, murieron 50 filipinos. Se calcula que entre 250.000 y un millón de filipinos murieron en la Guerra Filipino-Estadounidense.
Algunos oficiales yanquis que dirigieron la invasión de las Filipinas habían tomado parte en la matanza de 1891 de 350 hombres, mujeres y niños amerindios lakotas en Wounded Knee. Llevaron a cabo la conquista y “pacificación” del pueblo filipino con el mismo pensamiento y justificación racistas que había sido una parte tan integral del genocidio de los amerindios. Las fuerzas estadounidenses calificaron a los filipinos de “niggers”, “bárbaros” y “salvajes”.
Al comienzo del siglo 20—antes de que existiera algún gobierno comunista— Estados Unidos llevó a cabo como rutina lo que ahora se llama el submarino, en las Filipinas. Inducen el pánico y sufrimiento inclinando la cabeza de la víctima hacia atrás y vertiendo agua en la boca y nariz. La persona no puede respirar ni expectorar el agua, se hunden los pulmones, y los senos y la tráquea se llenan de agua. De esta manera, el sujeto está “ahogado desde adentro”. Mantienen el pecho y los pulmones más altos que la cabeza para que la tos saque el agua hacia arriba y la meta en los pulmones mientras se evite la asfixia total. |
El historiador William Lorenz Katz lo explicó así: “De la Casa Blanca y el alto mando estadounidense a los oficiales de campo y los soldados rasos, el mensaje fue ‘este pueblo no está civilizado’ y Estados Unidos lanzó una aventura gloriosa en el extranjero contra ‘salvajes’. Animó a los oficiales y soldados rasos, y a los medios, a ver el conflicto por el lente de la ‘superioridad blanca’, tal como vieron sus victorias sobre los amerindios y afroamericanos. La ocupación filipina ocurrió durante la marea alta estadounidense de segregación, linchamiento y una ideología triunfante de supremacía blanca.”
¿Cómo pusieron esto en práctica los soldados yanquis?
El general estadounidense Franklin Bell ordenó la destrucción de “seres humanos, cosechas, reservas de alimentos, animales domésticos, casas y barcos”. El general Jacob Smith, que luchó en Wounded Knee, definió al enemigo en las Filipinas como cualquier persona “de diez años o más”, diciéndoles a sus hombres: “No quiero tener presos. Quiero que maten y quemen, cuanto más maten y quemen, más me gustará”.
En un discurso en Estados Unidos para generar apoyo para la guerra, el general Frederick Funston se jactó de que personalmente ahorcó sin juicio a 35 filipinos sospechosos de haber apoyado a las fuerzas rebeldes. El mayor Edwin Glenn informó que había forzado a un grupo de 47 presos filipinos a arrodillarse y a “arrepentirse de sus pecados” antes de matarlos a bayonetazos y porrazos. El general William Shafter declaró en California que tal vez fuera necesario matar a la mitad de la población filipina a fin de llevar la “justicia perfecta” a la otra mitad.
Como parte de todo esto, de rutina soldados yanquis aplicaron lo que llamaban la “cura de agua” a los presos. Se documentó esto en testimonio del congreso, cartas de soldados, consejos de guerra e informes de periódicos.
Cartas de soldados estadounidenses a sus familias, con los pormenores horrorosos de la cura de agua, a veces salieron en los periódicos locales. En una carta que luego se divulgó, un soldado escribió que usó la cura de agua contra 160 personas y solamente 26 habían sobrevivido.
El sargento Charles S. Riley, uno de los soldados que entraron al pueblo filipino de Igbaras el 27 de noviembre de 1900, describió lo que pasó. En una carta a su familia, publicada en el Daily Herald de Northampton, Riley describió cómo torturaron a Tobeniano Ealdama, el presidente del pueblo, con la cura de agua.
Riley dijo que ataron a Ealdama y le llenaron de agua por la fuerza. A su garganta “la sujetaron de manera que no podía evitar que se tragara el agua, así que tenía que dejar que el agua entrara en su estómago”. Luego, “lo obligaron a expulsar el agua pisándole la barriga con el pie o con las manos [de un soldado]”.
Un grupo de cinco o seis soldados yanquis administraron dos rondas de esta tortura a Ealdama, quien entonces confesó ser capitán en la insurgencia y ayudó a los soldados yanquis a buscar a las fuerzas rebeldes. Ordenó prender fuego al pueblo de Ibgaras, de 400-500 casas. Riley explicó que eso “se debió a lo que el tratamiento hizo que Ealdama revelara sobre la situación”.
Después de denuncias públicas contra este crimen de guerra, el ejército estadounidense se vio obligado a llevar a cabo un consejo de guerra al capitán Edwin Glenn, el oficial que había estado al mando de los soldados en Ibgaras. Durante el juicio, Glenn defendió la “cura de agua”, diciendo que fue “un ejercicio legítimo de fuerza bajo las leyes de guerra”, que “se justificó por la necesidad militar”.
A Glenn lo sentenciaron a una suspensión de un mes y una multa de 50 dólares.
*****
Esta es la verdadera historia de cómo Estados Unidos desarrolló y adoptó la tortura de agua. Esta es la verdadera historia de los orígenes del submarino usado por los interrogadores estadounidenses en la “guerra contra el terror”. Estos son los verdaderos orígenes de esta técnica de tortura horrorosa, que ha recibido una luz verde de la Casa Blanca, la oficina del procurador general, la Corte Suprema y el Congreso, de Estados Unidos.
Fuentes:
Benevolent Assimilation: The American Conquest of the Philippines, de Stuart Creighton Miller, 1982
“U.S. Water Boarding, 1899 Style”, de William Loren Katz, 6 noviembre 2007
Secretary Root’s Record: Marked Severities In Philippine Warfare: An Analysis Of The Law And Facts Bearing On The Actions And Utterances Of President Roosevelt And Secretary Root, de Moorfield Storey y Julian Codman
“The Water Cure. Debating torture and counterinsurgency—a century ago”, de Paul Kramer, The New Yorker, 25 febrero 2008
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Revolución #139, 10 de agosto de 2008
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¡CONTRIBUYE YA!
Los próximos meses estarán altamente cargados. De los juegos Olímpicos a las elecciones… de las dos guerras por imperio que siguen ardiendo y moliendo a Irak y Afganistán a la amenaza de una posible tercera, en Irán… de motines de alimentos en el tercer mundo a asesinatos brutales por la chota, viles redadas contra los inmigrantes, y el creciente espectro de mayor pobreza en los propios Estados Unidos… de la difusión de la religión a toda esfera de la sociedad a la reafirmación, muy relacionada, de valores patriarcales opresivos en la sociedad estadounidense… el tumulto sigue.
Se están planteando grandes preguntas:
¿En qué clase de sociedad queremos y estamos dispuestos a vivir?
¿Qué clase de futuro tendremos?
¿Y qué clase de cambio se requiere?
¿Es una cuestión de hacer ajustes a lo que ya existe, retocando (para ser franco) los arreglos ensangrentados del imperio? ¿O necesitamos urgentemente el cambio fundamental y radical? ¿Y es posible un mundo mejor, un futuro verdaderamente digno de seres humanos?
¿Todavía osaremos soñar con la revolución?
¿Y hay una visión viable de qué es esa revolución, y una dirección para indicar el camino adelante?
Este otoño, una serie de iniciativas de alto perfil, así como el trabajo en curso de este periódico, Revolución, abordarán estas preguntas.
¡RCP Publications anuncia una nueva obra muy importante de Bob Avakian! Hoy, se aclaman ampliamente los ideales de la democracia jeffersoniana, a tal punto que aun muchos que se consideran radicales o revolucionarios oran en esta “capilla de la democracia”, y parece que casi toda demanda de cambio social llega “empaquetada” en esos términos. De hecho, esto señala una pobreza de análisis que ha trabado seriamente la visión de los movimientos de hoy, una pobreza de análisis que exige que se someta a una crítica seria.
Ante esto, Avakian confronta los ideales del jeffersonianismo, y de manera convincente ubica aun sus “aspiraciones más elevadas” en las relaciones sociales de explotación y opresión, las relaciones sociales de las cuales crecieron esos ideales, y a que servían y siguen sirviendo. En este proceso, recurre a una amplia gama de investigación académica, y confronta de manera polémica a los defensores contemporáneos de la democracia jeffersoniana. Avakian demuestra por qué y cómo estos ideales de democracia coexistían con la esclavitud del pueblo negro y las profundas raíces de la supremacía blanca en el cuerpo político y la psique ideológica de Estados Unidos, y que, efectivamente, estos ideales surgieron a partir de esos fenómenos.
Pero va más allá: no solamente demuestra por qué los sucesos salieron de esta manera, sino por qué estos mismos ideales solamente podían y pueden generar y servir las relaciones de explotación y división, y la polarización, del pueblo en clases antagónicas… opresora y oprimida. Además, indica de manera convincente el camino a una visión y un futuro que verdaderamente representan la emancipación, a una visión de la libertad mucho más radical y cabal que nada que se puede imaginar en el marco de los restringidos horizontes del jeffersonianismo. En este proceso, Avakian incluye una crítica devastadora al “libre mercado de las ideas”, contrastándolo con una búsqueda de la verdad sin trabas de a de veras, y muestra qué clase de sistema económico y político sería necesario para que florezca eso.
Durante el frenesí de la campaña electoral y las esperanzas específicas, y las ilusiones dañinas, planteadas por la candidatura de Obama, El comunismo y la democracia jeffersoniana debe circular ampliamente en toda la sociedad.
En agosto RCP Publications publicará la nueva Constitución del PCR, EU, la que explicará la misión y la visión de una nueva etapa de la revolución comunista, informada de la nueva síntesis de la teoría comunista de Bob Avakian. La constitución expondrá esta visión de manera muy accesible, y explicará los principios de organización y la base teórica del partido. Incluirá un importante apéndice sobre la teoría comunista como teoría revolucionaria y científica.
Esta constitución será una declaración audaz de que sí existe un partido, en las entrañas del imperialismo estadounidense, con la determinación y el análisis estratégico para hacer una revolución… y la visión, el método y el conocimiento de la sociedad y la historia para asegurar que sea una revolución que valga hacer.
Este otoño, el PCR, EU lanzará un comunicado importante, un manifiesto para nuestros tiempos.
Las últimas décadas han presenciado cambios en el mundo verdaderamente sin precedentes. El revés de la revolución en China después de la muerte de Mao en 1976… la caída de la Unión Soviética y el ascenso de Estados Unidos como superpotencia única en el mundo… el surgimiento del fundamentalismo islámico como importante fuerza contendiente en el mundo en los frentes ideológico y político… y las transformaciones reaccionarias radicales del papel mundial de Estados Unidos, y de la política en el frente interno. Todos estos han presentado importantes retos al movimiento comunista internacional, y ha surgido lucha en el movimiento sobre cómo abordarlos.
¿Se pondrá el movimiento a la altura de esos retos? ¿O se volverá un residuo del pasado, atrapado en un dogma que se está apagando, o cautivado por los horizontes de la democracia burgués? Este nuevo manifiesto explicará y contrastará de manera puntual los caminos contendientes ante el movimiento revolucionario, analizará profundamente la dirección y las implicaciones de cada uno, y presentará claramente una línea que pueda llevar a un futuro revolucionario.
Si tienes alguna esperanza, alguna aspiración, al cambio social fundamental y radical, tienes que leer este manifiesto y ayudarnos a difundirlo en todos los rincones de la sociedad.
De los compartimientos de carga de los barcos negreros a las prisiones bajo encierro y la desesperación en las calles hoy, la amarga opresión del pueblo negro, y la lucha contra esta opresión, han sido una parte central de la historia y la realidad actual de esta sociedad. Pero ahora algunos alegan que todo eso es un asunto del pasado lejano. Otros tal vez reconozcan las condiciones desesperadas de la mayoría de los negros, pero les echan la culpa a las masas mismas por la situación. Algunos van al extremo de decir que con la nominación de Barack Obama “se han transcendido las razas” en Estados Unidos. Mientras tanto, la opresión moledora y horrorosa del pueblo afroamericano sigue. Veamos un ejemplo indignante: uno de cada nueve jóvenes negros está preso, y las crisis como la quiebra del mercado hipotecario y la nueva epidemia de los sin hogar pegan más duro a las comunidades minoritarias.
En medio de todo esto, Revolución publicará un número especial sobre la emancipación de la humanidad y la lucha por la liberación del pueblo negro. Analizará profundamente la historia y la realidad actual del pueblo negro en Estados Unidos, e incluirá un comunicado importante del partido que abordará las cuestiones principales de esta lucha hoy, con un argumento a favor de la necesidad… y la posibilidad… de la revolución.
Como señalamos al principio, este otoño será un tiempo altamente cargado en los frentes ideológico y político. Exigirá que todas las semanas siga saliendo el periódico Revolución, y una verdadera expansión de su difusión. Se necesitan urgentemente fondos para llevar a cabo y desarrollar el trabajo de este periódico. Fondos para enviar a corresponsales a cubrir sucesos importantes en la sociedad y el mundo. Fondos para ampliar la distribución del periódico, por ejemplo, a prisioneros. Fondos para mantener y extender nuestra capacidad de imprimir a color y tener mejores fotos. Y más.
* * * * *
La situación de hoy encierra peligros extremos y muy claros, pero está lejos de ser desesperanzadora. Mucha gente se está levantando la cabeza y, en una forma u otra, está abordando cuestiones políticas. No es una exageración decir que la actual situación volátil tiene el potencial de que florezcan muchas cosas en el terreno político.
Por supuesto, todo eso puede ir en una dirección muy buena, o muy mala. El chiste es: para los miles y los millones que empiezan a cuestionar la situación, que empiezan a buscar una manera de conocer el mundo y de resistir las atrocidades, que están impulsados a preguntarse por qué cuando descubran que las esperanzas son ilusiones… ¿podrían esos millones encontrar estas ideas revolucionarias y una manera de conectarse con este movimiento? ¿Y a la gran conversación de la sociedad la cambiará un proyecto de liberación que NO está encerrado en la complicidad de la llamada “política de lo posible”?
La respuesta depende de ti. Todas estas iniciativas requieren tu apoyo urgente e inmediato. Muchas personas hicieron generosas donaciones a nuestra campaña de fondos del año pasado; pero este gran esfuerzo de difundir con audacia “un camino diferente” y las iniciativas específicas de eso, requieren muchos fondos adicionales. Ayuda a ver que esto ocurra. Dona con generosidad a RCP Publications.
GENEROSA DONACIÓNSi quieres que estas ideas, este punto de vista, este partido, este líder y este periódico estén recorriendo la sociedad… si ves el potencial de que todo eso importe, a muchos niveles diferentes…, pues necesitamos tu apoyo y ayuda, ahora. CÓMO DONAR: Dona en línea con tu tarjeta de crédito Visa o MasterCard en revcom.us/fund_es.php. O, envía tu cheque, money order o giro postal a nombre de “RCP Publications” a:
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Revolución #139, 10 de agosto de 2008
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Revolución #139, 10 de agosto de 2008
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“¡No tenemos por qué calmarnos!”:
El 25 de julio, surgió una protesta en el barrio sur de Chicago contra una ola de brutalidad, tiroteos y asesinatos por la policía. El pueblo enfrentó lo que las autoridades llaman un “aumento” policial. Al llamar su ola de terror policial un “aumento”, las autoridades a propósito evocan el mismo tipo de ocupación brutal estadounidense de Irak, pero en el sur y el oeste de Chicago. Entre el 11 de junio y el 5 de julio, la policía baleó a 12 personas (todas negras y latinas) y asesinaron a seis.
Entre las víctimas de esta racha de asesinatos estuvo Jonathan Pinkerton. Planeaba ir a la universidad. Pero eso no previno que la policía lo baleara y lo golpeara. Jonathan cumplió 17 años en el hospital. (La historia de estos desmanes de la policía y otra información al respecto se halla en: “Policías no dudan en disparar… y un sistema criminal,” Revolución #137, en revcom.us).
El “aumento” policial se dio en medio de la histeria oficial sobre “el crimen”, y ha habido confusión entre el pueblo acerca de quién es responsable por la violencia de jóvenes contra otros jóvenes. La realidad es que tanto la ola de asesinatos policiales como las condiciones que han conducido a los jóvenes a tomar medidas desesperadas para sobrevivir, vienen del sistema.
Como escribimos en Revolución la semana pasada: “Sí, es terrible, y es un CRIMEN DE ESTE SISTEMA, que los jóvenes se ven obligados dispararse y matarse entre sí. Es terrible, y es un CRIMEN DE ESTE SISTEMA, que se interiorizan el mensaje que reciben todos los días mediante escuelas que no sirven, condiciones degradantes y los policías golpeadores, de que el sistema no les tiene futuro, de que ni siquiera se merecen un futuro, y de que actúan en consecuencia en contra de sí mismos.”(Ver “¡Que se largue el alcalde Daley y su cháchara de ‘responsabilidad’!” en revcom.us).
¿Cómo fue que el sistema pusiera a la gente en esta situación? Cuando Fred Hampton del Partido Pantera Negra estaba sacando a los jóvenes de las malas cosas que estaban haciendo, e integrándolos a la revolución, el sistema respondió asesinando a Fred Hampton como parte de una maniobra para aplastar el movimiento revolucionario. Fue el sistema que se llevó casi todos los empleos de los barrios urbanos, e inundó a los ghettos con drogas. Es el sistema que impone la segregación más profunda para un sector entero de las masas negras. Y es el sistema que creó el vacío que dejó llenar a las pandillas (un proceso que en gran parte los poderosos fomentaron). ¡Más policías en las comunidades, que se meten con los jóvenes y disparan a la gente, no pueden ser de ninguna manera parte de una solución para la situación desesperada que enfrenta la juventud!
En medio de este sitio policial contra el pueblo, una declaración de un Club Revolución de Chicago en formación llamó al pueblo a salir a las calles y a luchar contra el sistema por medio de una resistencia política masiva, con estas demandas:
¡ALTO A LOS ASESINOS DESMANES DE LA CHOTA DE CHICAGO!
¡ALTO EL AUMENTO DEL TERROR POLICIAL!
¡A ACUSAR, CONDENAR Y SENTENCIAR A LOS POLIS ASESINOS!
¡ESTE MALDITO SISTEMA ES CULPABLE!
Viernes 25 de julio, había un grito inicial muy importante de resistencia. La gente del sur de Chicago tomó una posición de coraje, señalando que no se conformará con toda esta situación. La policía de Chicago atacó brutalmente, y la gente rehusó volverse atrás. Tras la protesta, la batalla continúa.
El siguiente relato, de lo que pasó, viene de una corresponsal de Chicago.
* * * * *
Viernes por la tarde—Un día cálido de verano en el sur de Chicago. En medio del proclamado “aumento” policial de Chicago, y tras las 12 personas baleadas por la policía en un mes, la gente estaba harta. En una gran intersección de Englewood, unos cientos de personas se levantaron en contra de la intimidación, humillación y terrorismo de la policía, les llamaron asesinos a los policías, y al fin de la noche estos habían arrestado y brutalizado a unas diez personas.
La gente estaba llegando a casa del servicio funerario de Bennie Ross, un joven de 19 años supuestamente muerto durante un partido de dados. Había una reunión para un ágape para Bennie en la cancha de básquetbol del barrio; la gente estaba de luto y algunos de los amigos de Bennie y otros jóvenes trataron de empezar un partido de básquetbol. Esta cancha de básquetbol es conocida como territorio de tregua pandillera donde alguien puede jugar. De repente, apareció la policía y sonaron las sirenas. Arrancaron las fotos de Bennie y otras partes de la ofrenda, le llamaron a Bennie “hijito de puta” y ordenaron que la gente saliera de la cancha, alegando una amenaza de una balacera desde un carro. Llamaron a los jóvenes “putas negritas” y “pinches monos, si quieren jugar, que jueguen en los árboles”. Les quitaron la pelota y echaron a la mayoría de la gente de la cancha. Indignados, unos de los jóvenes y otros se reagruparon y desfilaron otra vez a la cancha. En señal de protesta, dos jóvenes empezaron de jugar básquetbol. Así la policía empezó de agarrar a la gente y hacer arrestos.
Una mujer le dijo a Revolución: “Los policías iniciaron todo este incidente, todos los demás sólo estaban pasando el tiempo. Empezaron en la escuela. Comenzaron bloquear a los jóvenes sólo por jugar básquetbol. Los jóvenes estaban jugando básquetbol, y los agentes simplemente, tú sabes, los bloquearon. Pero los jóvenes ya no estaban haciendo nada mal contra ellos, tú sabes. Los chicos no más estaban caminando y no dejaban de hablar, tú sabes, eso fue todo. Pero los policías comenzaron el incidente con la pelea, tú sabes, y lo que sea. Tú sabes, ellos lo iniciaron. Es una lástima”.
Todo esto fue demasiada falta de respeto. La gente empezó a denunciar a la policía y se agrupó en las aceras y en la calle, con la portada del periódico Revolución #137 en alto, y la foto de Jonathan Pinkerton paralizado por la policía de Chicago. Ejemplares de Revolución estaban de todos lados y los jóvenes, desde las chiquillas hasta los adolescentes y tanto chicas como chicos, los blandieron en la cara de los policías, diciendo “esto es lo que hacen ustedes”, “sabemos que este eres tú” y “¡asesinos!” Otros tomaron afiches con los nombres y fotos de víctimas recientes de tiroteos policiales, como Devon Young, un hombre de 25 años, asesinado por la policía sólo unas cuadras al este.
Una mujer dijo: “Así que fue pacífico, ¿tú sabes? No más debieron haberlo dejado ser pacífico, ¿tú sabes?”
Pero eso no fue lo que pasó. En cambio, la policía irrumpió a la protesta y comenzó a agarrar y a golpear a la gente que denunciaba esta injusticia alrededor de la cancha de básquetbol y sacaba a la luz los asesinos desmanes de la chota de Chicago; estaban ahí Hank Brown, corresponsal del periódico Revolución, otros partidarios del Partido Comunista Revolucionario, además del presidente del Comité Prisioneros de Conciencia, Fred Hampton, Jr. (hijo del dirigente del Partido Pantera Negra, Fred Hampton, asesinado por la policía de Chicago en 1969). Muchos de los manifestantes resultaron golpeados y uno fue a dar al hospital. Significaba algo para los jóvenes que revolucionarios de todas las nacionalidades y edades estaban allí con los jóvenes negros; indignados por las detenciones injustas y no provocadas; los jóvenes corearon unidos: “¡Suéltenlos, suéltenlos!”
Después de unas detenciones, y sin aviso, la policía brutalmente empujó, amenazó con pistolas eléctricas, dio caza a la gente, detuvo y golpeó a cualquier hombre negro a que pudiera agarrar.
A dos cuadras de la escena de la protesta, policías patearon y detuvieron un hombre de 20 años además de un niño de 14 años que sólo habían salido de su casa para ver lo que estaba pasando mientras que manifestantes corrieron de los policías por su patio. Un pariente le dijo a Revolución: “Mi primo, sólo vimos que todo el mundo estaba corriendo en todas direcciones, y así que él sólo estaba andando desde la casa o lo que sea y llegó hasta aquel callejón ahí. Uno de los policías lo echó al suelo, lo inmovilizó y todo con una cachiporra. Los otros policías [se burlaron de] él como si no fuera nada, ¿me entiendes? No estaba allá. No más salió, no más salió de la casa”. Otra persona le dijo a Revolución que había tratado de ayudar a la policía a tranquilizar la situación y la policía igual lo golpearon con cachiporras.
Pero a pesar de la brutalidad, la atmósfera se puso desafiante y feliz; la gente se había levantado. Cuando los helicópteros policiales sobrevolaron, todos se burlaron de ellos y les enseñaron el dedo medio.
Un grupo de mujeres jóvenes que trataban de ver lo que pasó a sus parientes masculinos continuaban exigiendo a los policías: “¡¿Dónde están?!” El sargento, quien vio y supervisó todas las golpizas y la brutalidad, les dijo: “Ustedes no más tienen que calmarse”. La gente le respondió: “No vamos a calmarnos, pues ¡ustedes no más andan dando golpes! ¡No tenemos por qué calmarnos!”
* * * * *
Al cierre de la edición:
El próximo día, después de esta noche de resistencia fuerte, corre el rumor de represalias policiales, como golpear a los jóvenes negros quienes se levantaron con toda razón. Después de los golpes y arrestos, el diario Chicago Tribune difamó a los revolucionarios y manifestantes. Ahora, hay numerosos cargos contra un grupo de personas.
Pero ahora hay que partir de las chispas iniciales de la resistencia y extenderlas aún más, poniendo en marcha una dinámica diferente en la ciudad. No hay que tolerar ni aceptar estos atropellos y abusos de la policía, y tenemos que cambiar los términos, especialmente en las comunidades de los oprimidos de modo que los policías tengan que pensarlo dos veces antes de disparar a nuestros jóvenes a sangre fría o golpear. Gente de todas las profesiones y condiciones sociales, de estratos y barrios diferentes, tienen que unirse ahora para hacer suya la batalla política para extender esta lucha y defender a aquellos a quienes les han levantado cargos por haberse levantado, y correr la voz de la verdad sobre todo esto.
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Revolución #139, 10 de agosto de 2008
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Resistencia sigue contra el terror de la policía de Chicago:
En un período reciente de cuatro semanas, la policía de Chicago baleó a 12 personas y mató a 6. El viernes, 25 de julio, la gente adoptó una postura de valor en el barrio Sur de Chicago, enviando un mensaje de que habrá resistencia contra esta ola de brutalidad, balaceras y asesinatos de la policía. En un cruce en Englewood, cientos de personas enfrentaron la intimidación y terror de la chota, llamándoles asesinos a los policías. Para el fin de la noche, la chota había detenido a 11, entre ellos Hank Brown, corresponsal de Revolución, y Fred Hampton, Jr., presidente del Comité de Prisioneros de Conciencia e hijo del líder del Partido Pantera Negra, Fred Hampton, quien fue asesinado por la policía de Chicago en 1969. Ha habido informes de represalias y hostigamiento de la chota en el vecindario en los días después de la protesta del 25. (Ver “‘¡No tenemos por qué calmarnos!’: La gente resiste al ‘aumento’ de la policía de Chicago”, en este número.)
El viernes 1º de agosto fue la primera comparecencia en el tribunal para algunos detenidos: Hank Brown y cuatro jóvenes del barrio. A dos los arrestaron en un principio por delitos mayores, pero cambiaron los cargos contra todos a un delito menor de “acción de muchedumbre enardecida”. Algunos vecinos y otros acudieron al tribunal para apoyar a los acusados y demandar que se retiren los cargos.
Los cuatro policías anotados como aquellos que hicieron los arrestos no aparecieron en el tribunal, y los cargos contra los cinco hombres fueron “borrados con la posibilidad de reinstaurarse” (SOL). Eso quiere decir que aunque los cargos se retiran por ahora, las autoridades tienen 160 días para reinstaurar los cargos si así lo deciden.
Es importante estar alerta en cuanto a maniobras de las autoridades para atacar a la resistencia contra la brutalidad y asesinato policíacos. Todavía hay tres casos pendientes: Fred Hampton, Jr. y dos
partidarios del Partido Comunista Revolucionario. En estos casos, la fecha para comparecer ante el tribunal es el 22 de agosto. Tres detenidos son menores de edad y sus casos están en el tribunal para menores.
Se sabe que a veces reinstauran los cargos después de declararlos SOL. Así es esta táctica: en lugar de anular los cargos de plano, la policía y el fiscal de rutina aplican el SOL. Pende como amenaza de arrestarlos de nuevo y meterlos al bote a los detenidos, y es parte de cómo han criminalizado un sector de la gente, sobre todo jóvenes oprimidos. Esta táctica es muy indignante en el caso de los detenidos el 25 de julio: tomaron una posición política justa contra los abusos y la brutalidad de la policía, y es muy injusto que vuelvan a arrestarlos. Hay que exigir que retiren todos los cargos contra todos los detenidos.
Se necesitan fondos con urgencia para montar la defensa legal de los acusados. Puedes remitir tu cheque o money order (a nombre de “David Thomas, Attorney”, y escribir “Englewood Protesters” en el espacio de memo) a:
David Thomas
Attorney
651 W. Washington, Suite 205
Chicago, IL 60661-2122
A continuación pasajes de las declaraciones de la conferencia de prensa antes de la audiencia en el tribunal el 1º de agosto:
Hank Brown, corresponsal de Revolución: “El mismo sistema que manda a la policía a asesinar y brutalizar es el mismo que crea las condiciones en que esos jóvenes responden de forma negativa. Una cosa, si la miran, es que ha habido 18 cierres de escuelas. Comunidades enteras destruidas. El multifamiliar Robert Taylor Homes estaba allá, a una manzana de aquí, derrumbado. Y obligan a la gente a vivir en estas condiciones míseras, y eso crea mucha violencia de la que [las autoridades] dicen que se están encargando. Todo eso es producto de este sistema”.
Fred Hampton, Jr., presidente del Comité de Prisioneros de Conciencia: “Lo que acaba de pasar el 25 de julio nos hace recordar de manera patente el ambiente continuo de terror. Digo terror policíaco, no brutalidad policíaca, pero terror policíaco que la comunidad negra y otras comunidades oprimidas siguen sufriendo. Nos recuerda que todavía nos someten a eso”.
Annie Day, quien ha estado reporteándose acerca del “aumento” de la policía de Chicago para Revolución: “Esta clase de opresión brutal del pueblo negro es fundamental para este sistema. ¿Qué clase de sistema es en que el delito de ser “negro al volante” es un fenómeno social conocido…? Es fundamental para este país, desde la esclavitud y Jim Crow, cuando las madres tenían miedo de que el Ku Klux Klan linchara a sus hijos, y ahora las madres tienen miedo de que la policía balee a sus hijos. Por eso decimos que la policía es el Klan de hoy día. Este periódico, Revolución, que publicó esta noticia, dice que se debe cambiar este sistema entero, necesitamos una revolución, este es el camino que la gente tiene que checar. Pero los individuos de perspectivas distintas tienen que ponerse de pie y resistir esto. Es una barbaridad a que hay que denunciar, y hay que oponérsele. Los negros, los blancos, los morenos tienen que ponerse de pie y no dejar que esto continúe”.
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Revolución #139, 10 de agosto de 2008
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Una carta a Revolución de Hank Brown:
En la calle este fin de semana, estaba hablando con un hombre negro de aproximadamente mi edad de los asesinos desmanes de la policía de Chicago. Él estaba enojado sobre lo que el sistema le hace a la juventud, pero también criticaba a la misma juventud. Parece que no entendía que es el sistema que creó la chingada situación en primer lugar.
Le hablé de cómo la ira que tiene la juventud sobre su situación es una buena cosa, es justa, pero se expresa de manera muy negativa ahora. Quería compartir con los lectores de Revolución algo de mi propia experiencia de joven en Birmingham a principios de los años 60 y qué importancia tenía la existencia de un movimiento revolucionario del que podía estar parte, apuntar mi enojo al sistema y a la larga, unirme con la revolución y el comunismo y ser parte de la lucha para emancipar a toda la humanidad.
De joven, me rebelaba contra los grandes; para mí, esa generación soportaba la segregación y Jim Crow, y lo aceptaba, y me decía que tuviera que aceptar la misma mierda. Al carajo eso, no era para mí el “sí señor, no señor”. A pesar de que amaba a mis padres, estaban locos si creían que yo iba a hacer eso. Había algo completamente diferente en el aire acerca de lo que era posible. No me gustaba ver a los grandes así pero no iba a agacharme. La gente hablaba de la necesidad de respetar pero hay algunas cosas a que no se puede respetar y como un joven, no crees que te las puedas tragar. Esa mierda de “respetar” está muy de moda actualmente en toda la sociedad, y están intentando inculcártela, y esa respetabilidad te hace atragantar.
Para mí, fue ese movimiento que hervía a mi alrededor. Jo’er, la gente estaba en la calle todos los días, parte del ambiente fue confrontar a la chota. Yo tenía unos cuates y nos juntábamos y hacíamos nuestros propios plantones. No era parte de las cosas organizadas porque a veces las otras manifestaciones nos eran muy tímidas. Queríamos confrontar al sistema. Eso fue el resultado de lo que nos estaba pasando. No era solamente que los supremacistas blancos mataron a cuatro niñas en la explosión de la Iglesia Bautista de la Calle 16, pues eso hubiera bastado, pero la gente negra sufría constantes golpizas y bombardeos de casas. Yo era un chico que intentaba inscribir a los votantes en el padrón; los grandes me abrirían la puerta y me dirían: “Vete a la chingada, lárgate, no quiero que me vuelen la casa”. Me molestaba que la gente tuviera que vivir así, que mis padres no protestaran más en la calle. Querían controlarme. No iba a soportar eso aunque sabía que esos hijos de puta, el sherifato y aquellos de esa calaña, te matarían. Pero en ese entonces, nos importaba un carajo. Así que puedo entender a la juventud de hoy, les importa un carajo vivir o morir, no más no quieren vivir así.
Hay similitudes. ¿Qué futuro tenía los jóvenes en la mierda de Jim Crow en aquel entonces y qué futuro tiene hoy? Entonces, nos decían niggers y boys [palabras despectivas y racistas que se refieren a los negros]. Hoy, somos hoodrats [ratas del barrio] y thugs [rufianes].
Lo diferente era que entonces había un movimiento revolucionario y eso era algo, algo importante, hacia lo que me podía canalizar la ira. Aun en esos años, meterme en la revolución quería decir salir de otra cosa. Alguna gente dejó la universidad y la carrera e ingresó al movimiento revolucionario. Otra gente dejó lo que solíamos llamar la onda “lumpen”. Aun en ese entonces, había gente que nos creía locos por estar metidos en esto, y tuvimos que luchar por que la gente entendiera que no éramos los mismos de antes, que cuando cotorreáramos, no lo hacíamos como de antes, que lo hacíamos como revolucionarios. Así que había mucha lucha. No fue fácil. Alguna gente estaba orgullosa de nuestro desafío, y otra gente no entendía por qué lo hacíamos.
No era que me volví revolucionario de la noche a la mañana, pero aprendí que toda la mierda alrededor de mí, toda la segregación, el racismo y la mierda que odiaba, venía de un sistema, y no eran nomás unos racistas blancos. Si bien sí había un chorro de ellos, pero venía de un sistema. Aprendí esto saliendo a luchar contra las injusticias y metiéndome más en la teoría y la ciencia revolucionarias. Eso es importante para la juventud de hoy, necesitan todo eso, necesitan este movimiento revolucionario para poder tener un futuro. Tienen que entender que hay una salida, que la gente no tiene que vivir como vive hoy. Que hay todo un mundo nuevo que es posible. En el proceso de luchar contra la mierda que los metió en esta situación, pueden empezar a transformarse. Es eso lo que sintetiza el lema “Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución”. No es no más un lema, sino una manera concreta con que el pueblo puede ir de aquí para allá. Para que se levanten y se salgan de la mierda en que están metidos y lleguen a ser emancipadores de la humanidad. De muchas maneras, mi propia experiencia es testimonio de esto.
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Revolución #139, 10 de agosto de 2008
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Promueven ese veneno de responsabilidad personal:
Imagina que te tocara una avalancha y que te enterraran toneladas de nieve. Luego, que dispusieras de una pala y te dijeran que era tu propia responsabilidad personal quitarte encima toda esa nieve, pero toda la excavación personal del mundo no va a impedir que esa nieve siga cayéndote encima ni te va a sacar desde debajo de esa nieve.
Eso es lo que Barack Obama les está diciendo a los negros cuando dice que necesitas asumir más “responsabilidad” sobre tu propia vida.
En un discurso ante la convención de la NAACP el 14 de julio, dijo: “…Bien, sé que algunos dicen que he remachado muy duro con la gente esto de la responsabilidad personal. Pero no voy a dejar de mencionarlo, pues creo que a la larga, no importa cuánto dinero inviertas en tu comunidad, cuántos programas de diez puntos propongamos, ni cuántos programas oficiales lancemos, nada de eso tendrá ningún efecto a menos que asumamos más responsabilidad sobre nuestra propia vida”.
Concretamente, Obama ha estado tratando de echarle la culpa por la situación de muchos negros a la desintegración de la familia negra. Cuando habló ante una congregación principalmente negra en Chicago el Día de los Padres, dijo: “Si habláramos con honestidad de nosotros mismos, admitiríamos que demasiados padres están ausentes, están ausentes de demasiadas vidas y demasiados hogares. Han abandonado sus responsabilidades, actúan como niños y no hombres. Por eso, los cimientos de nuestras familias están más debilitados”.
Según Obama, por eso los negros están como están. En el mismo discurso, dijo: “¿Cuántas veces en el último año ha perdido esta ciudad un niño a manos de otro? ¿Cuántas veces se ha detenido nuestro corazón en la noche ante el sonido de un disparo o sirena? ¿Cuántos adolescentes hemos visto cotorreando en la calle cuando deberían estar sentados en un salón de clases? ¿Cuántos están presos cuando deberían estar trabajando o al menos buscando un trabajo? ¿A cuántos de esta generación estamos dispuestos a perder a la pobreza, violencia o adicción? ¿Cuántos?”
Desde los días de la esclavitud, los gobernantes le han echado la culpa por la situación de los negros a un supuesto defecto del carácter de los mismos. Anteriormente, decían que la situación de la vida de los negros que ellos mismos les imponen se debe a su inferioridad a los blancos o que eran flojos e ignorantes. Hoy, esta ofensiva ideológica argumenta que los negros tienen que dejar de hacer malas elecciones y asumir más responsabilidad sobre su propia vida, y que una gran parte de eso es echarle la culpa de la situación de los negros a la desintegración de la familia negra.
En la época en que la mayoría de los negros eran esclavos que trabajaban desde la salida del sol hasta después de su puesta, eran muy obvios los obstáculos al desarrollo de familias estables. Los negros se casaban y criaban hijos, pero si el amo se beneficiara, podría quitarle un esposo a su esposa o un padre a su hijo y venderlo a otro amo de esclavos.
Los orígenes del mito de “la culpa la tiene la familia negra”En las rebeliones de los años 60, que sacudieron a las ciudades y cuando la revolución estaba en el aire, en 1965 salió el gobierno estadounidense con un importante informe titulado “La familia negra: El argumento a favor de medidas nacionales” (o “el Informe Moynihan” por el autor, el senador Daniel Patrick Moynihan, entonces un importante ideólogo de la supremacía blanca con un tenue barniz de liberalismo). El informe reconoció la creciente “brecha entre los negros y la mayoría de los otros grupos de la sociedad norteamericana”. Con preocupación, advirtió los peligros de lo que llamaba “La revolución negra”, con la influencia de las corrientes revolucionarias (“Ya no se puede ignorar, de la extrema izquierda, el atractivo del comunismo chino”). En ese contexto, debido a una necesidad de ofuscar y traficar con la situación de los negros, a la vez que fingía preocuparse por ella, el informe pasó por alto la ya emergente desindustrialización de las ciudades y, en esencia, trivializó y descartó el impacto de la supremacía blanca en la sociedad. Al invertir causa y efecto, el informe, que sigue siendo un referente de “análisis” convencional de los problemas que padecen los negros, pregonó el siguiente mensaje: “El problema fundamental, que se manifiesta más claramente en esta situación, es el de la estructura de la familia… Se está viniendo a pedazos la familia negra de los ghettos urbanos”. |
Después de la Guerra de Secesión, cuando la mayoría de los negros seguían esclavizados en nuevas formas, como aparceros que trabajaban la tierra, las familias estables de padre y madre eran muy comunes, y no la excepción, entre los negros, porque necesitaban grandes familias para la clase de agricultura a que se dedicaban los aparceros. Pero, a su vez, la abrumadora mayoría de los negros vivían una extrema pobreza y estaban sujetos al terror de las chusmas de linchamiento. Si fuera cierto que hoy, la cantidad de familias con jefa única causara la pobreza, ¿por qué no lograron entonces salir de la pobreza con tantas familias estables de madre y padre?
Después de las primera y segunda guerras mundiales, los negros se vieron atraídos a las ciudades del país para trabajar en las fábricas. Las familias de madre y padre aún cuadraban con ese papel. Pero cuando los dueños capitalistas empezaron a reubicar esas fábricas en las afueras de las ciudades o al otro lado del mundo, privándoles a los negros de empleo y la capacidad de mantener una familia, disparó la cantidad de jóvenes negros criados en familias de una sola jefa.
No se trataba de que los hombres no quisieran casarse con las madres de sus hijos o que eligieran no ayudar a mantenerlos. Más bien, el sistema capitalista les socavaba la capacidad de hacer eso. Digamos que eres un joven negro en los años 60 y tu chava queda encinta. Tenías chance de dejar la escuela y conseguir chamba en una fábrica, del último peldaño, de menos paga, de oficios más sucios y duros que los trabajadores blancos. Pero al menos tenías chance de casarte y mantener una familia. Hoy, un joven negro en una situación similar tendrá otras opciones. Ya no hay chamba en las fábricas, pero puedes conseguir chamba preparando hamburguesas en un restaurante de comida rápida, si uno te contratara, o puedes dedicarte a la chiripa, legal o ilegal, y probablemente acabarías preso o muerto. El propio funcionamiento del sistema capitalista te estaría ofreciendo una gama muy limitada de opciones y ninguna te daría los medios confiables con que mantener una familiar.
Además está la constante discriminación que hace que sea más difícil que los negros consigan chamba. Un estudio hecho en Milwaukee revela que había dos veces más probabilidades de que un patrón contratara a un solicitante de trabajo blanco sin antecedentes criminales que uno negro sin antecedentes criminales, y ¡era MÁS probable que contratara a un solicitante de empleo blanco con antecedentes criminales que un negro sin antecedentes! Un estudio similar descubrió que cuando los solicitantes enviaron solicitudes a los patrones con los nombres “Jamal” y “Greg” con calificaciones similares, “Jamal”, un nombre que parece ser de un negro, tenía 50% menos probabilidades de recibir una llamada para ir a entrevistarse con la oficina de personal.
Además, están las grandes cantidades de hombres negros que entran y salen de la cárcel. Según un reciente estudio del Sentencing Project, ¡uno de cada ocho negros veintiañeros está preso hoy! Muchos más están bajo libertad condicional o libertad a prueba. Esto se debe a que el funcionamiento del sistema ha excluido a muchos jóvenes negros de las posibilidades legítimas de subsistir y a la discriminación del sistema de “injusticia” criminal. Un estudio del mismo proyecto de abril de 2001 descubrió que los afroamericanos constituyen el 13% de los consumidores de drogas ilegales en Estados Unidos, pero el 35% de los detenidos por posesión, el 55% de los declarados culpables de posesión y el 74% de los sentenciados a la cárcel por posesión.
Así es el contexto en que grandes cantidades de hombres negros, sobre todo jóvenes, se ven imposibilitados para mantener una familia o sus propios hijos, y en que grandes cantidades de mujeres negras tienen que mantener solas sus familias. Estos fenómenos se deben al funcionamiento del sistema y no a unos defectos personales de los negros.
¿Quién o qué causa todo eso? ¿Es que los negros un día decidieran cerrar las fábricas en que trabajaban? ¿Eligieron su propio despido de su chamba y trasladaron las fábricas a Tailandia o México donde explotan más vilmente a los trabajadores de lo que ellos mismos habían padecido? ¿Destriparon las escuelas de los centros urbanos al grado de que parezcan más a cárceles y funcionen más como una escala en el camino al bote para muchos de los jóvenes que pasen por ellas? ¿Son los negros responsables de la discriminación que hace que sea más difícil para ellos conseguir chamba que los blancos? ¿Eligieron tener al sistema del orden público criminalizar a toda una generación de jóvenes negros?
Sobresalen las respuestas a estas preguntas. Como es sabido, los negros no tomaron esas decisiones. La situación de los negros es producto del funcionamiento del sistema capitalista, de su afán de ganancias en beneficio de un relativo puñado de capitalistas que son dueños y controlan las fábricas, minas y otros grandes medios de crear riqueza y su dominio general de la sociedad que crea y recrea estas condiciones.
Bien, alguna gente diría, está bien, sabemos que hay fuerzas más grandes que causan la situación de los negros, pero dado eso, ¿no es cierto que los negros necesiten asumir una responsabilidad personal por sus comunidades y vida? ¿No contribuiría a aliviar eso la situación en que a tantos niños negros los tienen que criar madres solteras sin que los padres tengan una presencia que importa en su vida? ¿O que muchos jóvenes se dejan llevar por las pandillas, drogas y crimen? ¿O los problemas tal como la violencia “de negros contra negros”? Si más negros prestaran atención al mensaje de Obama de asumir responsabilidad por su vida o actuaran de acuerdo a ese mensaje, ¿no se aliviarían al menos en parte esos problemas?
No. Ya he hablado de que si estuvieras cubierto de toneladas de nieve, toda la excavación personal del mundo no te quitaría de encima esa nieve. La gente no se zafa de la situación que padece asumiendo una responsabilidad personal. Expliqué por qué los jóvenes negros no pueden salir así no más y conseguir una chamba digna y que en el caso de millones de negros atrapados en condiciones muy opresivas, no hay posibilidades de trabajar dentro del sistema para lograr mejoras concretas y verdaderas. Así que toda la cháchara sobre la responsabilidad personal de los negros no logrará nada para sacarlos a ellos y a la sociedad, de la situación en que todos estamos metidos. Para repetir, no lo hará porque esta situación es producto del funcionamiento de un sistema del capitalismo y su afán de maximizar sus ganancias. Los sermones de Obama, y antes de él, Bill Cosby y Bill Clinton, sobre las malas elecciones de los negros o que los instan a asumir una responsabilidad personal solo refuerzan la situación en que se hallan los negros, porque apartan la atención de la gente del sistema que está causando estos problema y de la verdadera solución a estos problemas, la que es gestar un pueblo revolucionario que podría encabezar una tentativa de acabar con el sistema mediante una revolución cuando se presente una oportunidad por medio del funcionamiento del mismo sistema.
Decirles constantemente a los negros que su propia situación es su propia maldita culpa puede quitarle las esperanzas a un sector de la población que tiene un papel importante que jugar para gestar un pueblo revolucionario en este país. Los gobernantes capitalistas de este país recuerdan cómo los poderosos levantamientos de los negros de los años 60 junto con la marcha de los acontecimientos en todo el mundo sacudieron a ellos y a su sistema.
Trabajan afiebradamente para cerciorarse de que no se presente de nuevo algo semejante. Lo están haciendo, en parte, sometiendo a las masas negras a una vil represión y criminalizando a grandes sectores de los jóvenes negros. A su vez, trabajan para quebrar la resistencia de las masas negras. Si lograran convencerlas que sean la causa de sus propios problemas, habrían logrado hacer eso en buena parte. Convencer que la situación que padecen las masas negras es su propia culpa y no la culpa del sistema le quita peso a la idea en otros sectores de la población de que deberían tomar partido con los negros para construir la resistencia a su opresión. Este mensaje que sale de la boca de Barack Obama realza esto en especial.
Con eso, no quiero negar o minimizar el hecho de que muchos negros hoy están metidos en cosas muy malas. Los jóvenes están matándose entre sí, y la gente en su desesperación de subsistir se compite entre sí. Demasiados hombres negros están casados con la supremacía masculina tan campante en esta sociedad y demasiadas mujeres negras combinan la onda egoísta de “solo interesarse en el número uno” de la sociedad estadounidense con una aceptación de su punto de vista sobre el lugar de la mujer. Los negros efectivamente tienen que zafarse de todo eso, pasar de ser victimados por el sistema a luchar por acabar con el sistema, y, de la mano con las masas básicas de todas las nacionalidades y gente de otros sectores sociales, ser emancipadores de la humanidad.
Pero los sermones sobre la responsabilidad personal no lograrán eso, sino que impedirán que la gente comprenda la verdadera causa de los problemas que padecen y la verdadera salida de todo eso. Cuando la gente no ve una salida, puede empezar a creer que está como está por su propia culpa. Es un hecho: los negros, como pueblo, no van a “salir adelante” bajo este sistema. La única esperanza verdadera es que millones de masas forjen un futuro radicalmente diferente mediante la revolución y su propia transformación en el proceso de luchar por gestar un mundo completamente nuevo.
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Revolución #128, 1 de maqyo de 2008
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Carta de lector en apoyo al trabajo de RCP Publications:
Hola, Revolución:
Con gran emoción leí el último número de Revolución y el anuncio de la inminente publicación de la “Constitución del PCR, EU” y el libro (en inglés) “Comunismo y la democracia jeffersoniana” de Bob Avakian, presidente del PCR, EU. Mi reacción, en pocas palabras: ¡LO NECESITÁBAMOS AYER! Creo que representa un antídoto ideológico muy necesario contra el mortífero mal de la democracia burguesa que tiene cautivada a tanta gente de este país y paralizada por la “fiebre obamiana”. Si de veras quieres verlo con un ojo avizor, da risa cuando algunos acusen a los comunistas revolucionarios de promover el “culto de la personalidad” —pues, queremos que la gente sepa de Bob Avakian como líder revolucionario y cómo la revolución y el comunismo son necesarios y posibles—, cuando en los hechos, todos los días y a cada hora, hay un verdadero y fuerte “culto de la personalidad” en torno a Barack Obama. Quizá en dos años habrá otro. No obstante, el fenómeno obamiano sí refleja algo muy real: que la población está muy angustiada acerca de lo que el sistema hace aquí y en el mundo y busca una salida de este infierno. Está bregando con la pregunta ¿cómo gestamos un futuro diferente?, y anhela al mismo.
Bien, Obama no lo es. Es la personificación de capitalismo-imperialismo, con una cara más amable, más morena. Cuando la gente conozca al mundo, pues puede dar pasos adelante para cambiarlo. Por eso, lo que Bob Avakian está desarrollando con la nueva síntesis tiene tanta importancia. Procura ideologizar la revolución y el comunismo de regreso en esta sociedad, pues la clase dominante les he dicho: no ha lugar. ¿Qué responsabilidad tiene la población de Estados Unidos? Desafiar el rumbo de la sociedad, romper con la mentalidad tipo Tony Soprano tan común en las entrañas de la bestia; preparar el terreno para la revolución y acelerar mientras que aguarda. Imagina cómo sería para miles de millones de personas del mundo si floreciera un movimiento de resistencia a los crímenes de este sistema, y cómo reaccionarían los pueblos del mundo cuando vean que gente en este país está trabajando para hacer la revolución, y gestar una nueva sociedad socialista sobre la base del internacionalismo y repudiar todas las relaciones opresoras y explotadoras que el sistema han impuesto durante siglos. Que un nuevo estado revolucionario surja sobre las cenizas de la vieja bestia imperialista que sería un lugar donde las masas lleguen a ser amos del futuro y liberadores de la humanidad, donde se desencadenará la creatividad del pueblo para construir un futuro diferente; donde se alentaría al pueblo a abordar los problemas grandes y diversos ante la humanidad; donde se alienten y se desencadenen la curiosidad y la imaginación; donde hay cuestionamiento y desafíos a cada quien y cada idea en el marco de conocer, y cambiar, la realidad; donde les daríamos la bienvenida a los inmigrantes como hermanos y hermanas de clase y que no serán objeto de cacerías por la frontera; donde se inspira a los jóvenes de los centros urbanos para gestar un futuro nuevo y no que se queden en el bote, ni hagan tonterías en la calle ni mueran en guerras imperialistas.
Así que me emocionan muchísimo estos nuevos avances y quisiera prometer dar x cantidad y lanzar un reto a los demás. Prometo dar 75 dólares ahora y 75 al mes durante seis meses para contribuir a la presencia de esta nueva prensa revolucionaria y reto a los demás a hacerlo también. Así que, en lugar de dar tu lana a Obama, checa a Revolución y trata de encontrarle una sola mentira. (Dudo que la encuentres.) Ya es pasada la hora de romper con el confort paralizante y mortífero del partido Demócrata y hacer algo que de veras importa: contribuir a hacer la revolución aquí mismo en las entrañas de la bestia y a crear un mundo en que todos queramos vivir.
En unidad, lucha, unidad,
XXX
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Revolución #139, 10 de agosto de 2008
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El domingo 27 de julio, más de mil personas marcharon en Postville, Iowa, en protesta de las redadas del ICE el 12 de mayo en la empacadora de carnes Agriprocessors. Entre el 19 y 22 de mayo, el ICE condenó a los casi 300 trabajadores inmigrantes detenidos de cargos criminales en “juicios” en masa montados en el recinto ferial del Congreso Nacional de Ganaderos en Waterloo, Iowa. Los trabajadores recibieron sentencias de cinco meses de prisión, después de que serán deportados. Fue la mayor redada contra inmigrantes en un solo lugar de trabajo de la historia del país.
Como Agriprocessors es una empacadora de carnes kosher, muchos judíos se sentían obligados a opinar, y a protestar por las redadas del ICE y por las condiciones de la planta, y a tomar partido públicamente con los trabajadores inmigrantes. Iniciaron la marcha del 27 grupos judíos de Chicago y St. Paul y la Iglesia Católica de San Brígida de Postville, la que abrió sus puertas a los inmigrantes que buscaban santuario. Había manifestantes inmigrantes mexicanos y guatemaltecos del área de Postville, activistas pro derechos inmigrantes y contra la guerra, granjeros de la región central de Estados Unidos, jóvenes blancos de Postville, estudiantes blancos y negros de una cercana universidad de humanidades, chicos de un campamento judío de verano en Wisconsin y el alcalde de Postville. Marcharon a la planta Agriprocessors y enfrentaron a una protesta reaccionaria de unos 75 MinuteMen.
La redada Agriprocessors fue un salto de represión de tipo fascista contra inmigrantes. Separaron a los padres y madres de sus hijos tal como hicieron a las familias de esclavos negros cuando vendieron padres o hijos a otras haciendas. Lo ocurrido en Postville revela la vil superexplotación en el corazón de Estados Unidos. La situación da un vistazo al funcionamiento de un sistema que ha atraído una afluencia de inmigrantes desde México, Guatemala, África y Europa del este a lugares como Postville, Iowa, desesperados para dar de comer a sus familias por lo que el capitalismo-imperialismo ha hecho a sus países.
Reporteros del periódico Revolución han estado en Postville investigando esta noticia – haciendo entrevistas con trabajadores inmigrantes, funcionarios públicos, activistas y abogados. Manténgase al corriente para el reportaje y denuncias.
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Revolución #139, 10 de agosto de 2008
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Ven a recoger bultos del periódico Revolución recién impreso y/o participar en una discusión de los artículos principales y a la vez preparar las suscripciones para los presos.
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“La nueva concepción de la revolución y el comunismo: ¿Qué es la nueva síntesis de Bob Avakian?”: más sobre la dictadura del proletariado como transición liberadora al comunismo, contrastar las dos metáforas, tirar el sedal como en la pesca.. y el “núcleo sólido con mucha elasticidad”, Parte IV, La nueva síntesis: Implicaciones políticas — Dictadura y Democracia.
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Lee y responde a cartas de presos al periódico Revolución y sus pedidos del periódico y otra literatura del Fondo de Literatura Revolucionaria para Presos. Los jueves cada dos semanas.
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Discusión: Away With All Gods!*, 3: La religión: una cadena pesada, peor muy pesada.
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“Obama: ¿Un nuevo día para los negros… o una nueva cara para el mismo sistema?”. Discusión con Sunsara Taylor.
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Noche de poesía: Fat Man, Little Boy y Mushroom Cloud
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“Obama: ¿Nuestra mejor esperanza, o una trampa mortífera?” Discusión con Sunsara Taylor.
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Discusión: Artículo de Revolución sobre la Convención Nacional Demócrata.
Jueves 21 de agosto, 7 pm
Discusión: Away With All Gods!*, de Bob Avakian, parte 4, “Dios no existe, necesitamos liberación sin dioses”.
El Club Revolución se reúne los lunes a las 6:30 pm.
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Discusión: “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, de Bob Avakian, del folleto de Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos.
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Mahmud Ahmad de Al-Awda, la Coalición por el Derecho de Regresar de los Palestinos (www.al-awda.org) habla sobre este derecho y por qué es tan importante para la lucha palestina.
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Con el comienzo de los juegos Olímpicos y de la andanada de propaganda anticomunista, ven a una discusión estimulante sobre la verdadera historia de Mao y la Revolución Cultural. Hoy, China es un país capitalista pero fue un país socialista liberador cuando Mao lo dirigiera de 1949 a 1976. Ver Revolución Nos. 139 y 140.
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