Issue and Date
Revolución #68, 5 de noviembre de 2006
De:
La moral del derecho al aborto…
y la inmoralidad de los que lo atacan
Revolución #038, 12 de marzo de 2006, se encuentra en revcom.us
El aborto a solicitud y sin tener que pedir disculpas
Terminar un embarazo no deseado o sacar del cuerpo de una mujer un grupo de células que todavía no se han desarrollado para ser un ser humano viable no tiene nada de inmoral. Un feto no es un niño. Si una mujer no quiere continuar un embarazo (por la razón que sea), debe tener la libertad de terminarlo, sin peligro ni dificultades. Eso no es nada trágico. De hecho, la verdadera tragedia es que la vida de tantas mujeres se ha limitado, truncado o acabado porque les tocó tener hijos no deseados. Es una tragedia que se repite millones de veces al día, con la complicidad y el apoyo del gobierno estadounidense.
La vida de una mujer que se ve obligada a continuar un embarazo no deseado está en peligro. Del peligro de un aborto clandestino a la falta de respeto por su propia vida, sufre y se disminuye como ser humano. Obligar a una mujer a tener un hijo que no quiere o que no puede cuidar es una de las tragedias milenarias que no tiene que existir hoy. Pero si no se permite que una mujer controle su propio cuerpo, su propia reproducción, si no se le permite decidir si ser madre y cuándo, no tiene más libertad que un esclavo. Es por la salud y el bienestar de la mujer, cuya vida es de más valor y se debe apreciar más que la existencia de un feto parcialmente formado. Y por el bien de la humanidad: ¿no queremos una sociedad donde se hayan eliminado todas las formas de esclavitud?
La moral que se debe apoyar y defender valora los derechos de la mujer a tener una vida social plena. Apoya las relaciones sociales e íntimas de respeto mutuo que permiten florecer a las dos partes juntas, y no donde la mujer es “sometida” al esposo por orden de “dios”. Esta nueva moral valora a los niños como una alegría y como una responsabilidad de toda la sociedad, y no obliga a nadie a tener hijos contra su voluntad. A diferencia de los teócratas, NO le canta salmos a un grupo de células que podrían llegar a ser un niño y, simultáneamente, defiende la matanza de niños en la guerra contra Irak y condena a millones de niños más, aquí mismo, a una vida de privaciones.
En realidad, ¡despenalizar el aborto fue algo profundamente moral! (Antes, en este país miles de mujeres al año sufrían muerte o mutilación por abortos clandestinos, y millones más humillación y opresión). Es parte de una moral que corresponde a los intereses fundamentales de la gran mayoría de esta sociedad y del mundo entero. Esos valores concuerdan con la moral comunista, que además de la emancipación de la mujer tiene como meta la eliminación de todas las relaciones de explotación y opresión, y el establecimiento de una comunidad de seres humanos libremente asociados. Pero fuera de los comunistas, hay mucha gente que trata de vivir siguiendo valores que fomentan y celebran la igualdad de la mujer y el hombre, y entre pueblos y naciones; que aprecian la diversidad y la comunidad; que ponen la cooperación por encima de la competencia, las necesidades del pueblo por encima de la acumulación de riquezas; que se oponen a la dominación imperialista; y que celebran y promueven el pensamiento crítico.
Debemos proclamar esa moral y tales valores con orgullo, ponerlos en práctica y llevar a millones de personas más a que los adopten. En verdad es lo que debemos y tenemos que hacer; es crucial para parar la ofensiva fascista.
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