Issue and Date


Revolución #102, 23 de septiembre de 2007


Número actual  |   Números Anteriores  |   Bob Avakian  |   PCR  |   Temas  |   Comunícate

La moral del derecho al aborto... y la inmoralidad de los que lo atacan

(Pasajes de un artículo que publicó Revolución en el número 38, el 12 de marzo de 2006. El artículo completo está en revcom.us).

Hay muchísimo en juego. Los derechistas no pararán con la penalización del aborto… eso, que es terrible en sí, sentará las bases para algo peor. Los teócratas como James Dobson y Paul Weyrich han forjado un movimiento fascista azuzando a sus seguidores a oponerse al aborto y al matrimonio gay. Apoyaron a Bush y a candidatos teocráticos al Senado y a la Cámara de Representantes en las elecciones del 2004, y recolectaron firmas para que en las elecciones del 2006 se prohíba que las parejas gay adopten niños. Como la carne a los leones, las victorias contra el aborto y el matrimonio gay han envalentonado a los fanáticos religiosos que se han apoderado del Partido Republicano y ocupan puestos muy altos del gobierno.

¿Es la imposición de la dominación masculina algo “moral”?

Ninguna organización “pro vida” apoya el control de la natalidad. La mayor organización educativa “pro vida” (American Life League, ALL) dice: “Los métodos artificiales de control de la natalidad no son morales y exhortamos a cada individuo a tener fe en Dios, a someterse a Su voluntad y a aceptar los niños”.

La “Enciclopedia de militantes pro vida” justifica así la campaña para prohibir los anticonceptivos:

“Los anticonceptivos no se pueden separar del aborto. De hecho, los que participan en debates sobre el aborto tendrán que debatir el tema de los anticonceptivos una y otra vez, especialmente en la época post Roe de activismo pro vida… ¿Cómo llevan los anticonceptivos al aborto? Simplemente son casi indistinguibles en el sentido psicológico, físico y jurídico… los individuos que utilizan anticonceptivos artificiales dan el paso crítico de separar las relaciones sexuales de la procreación. Los anticonceptivos, y no el aborto, son el primer paso hacia la perdición”.1

Prohibir el control de la natalidad es el próximo blanco de los fascistas cristianos. Ya están en pie de guerra: por ley, en Dakota del Sur, Arkansas y Mississippi los farmacéuticos pueden negarse a dispensar anticonceptivos por razones morales o religiosas. Acabar con los anticonceptivos es un nuevo requisito para los que quieren postularse a puestos políticos con el apoyo de los fascistas cristianos. En estados como Kentucky, los candidatos que buscan la aprobación del movimiento “pro vida” tienen que oponerse a todos los métodos de control de la natalidad (y no solo a la píldora del día siguiente).2 Afirmar que los anticonceptivos son una forma de genocidio, que las relaciones sexuales que no buscan la procreación son malvadas, y que la abstinencia debe ser la política gubernamental aquí y en todo el mundo es lo que rige el debate político nacional.

Se trata de una doctrina religiosa reaccionaria al servicio de una moral que quiere arrastrar a la sociedad hacia el pasado. Bill Napoli, un legislador estatal de Dakota del Sur que quiere prohibir el aborto, lo explicó así: “De niño aquí en el Oeste, si un joven dejaba embarazada a una muchacha, los dos se casaban y todo el pueblo iba al matrimonio. Es decir, querían que el niño se criara con el padre y la madre. Y así debe ser otra vez… No creo que nos hayamos apartado tanto de esto que sea imposible regresar”.3

En el “mundo ideal” de Napoli, a los jóvenes los obligan a casarse a la fuerza y la joven tiene que tener el hijo, quiéralo o no. Se reafirma y refuerza el orden tradicional, donde el papel de la mujer es someterse al esposo, ser la madre de sus hijos, ser su propiedad y vivir bajo su control. Esa es una moral que impide que la mujer se desempeñe de lleno en la sociedad, que contribuya a la sociedad, que tenga una vida productiva en todas las esferas independiente del hombre. Esa es la moral tradicional bíblica que dice: “Las mujeres estén sujetas a sus maridos como al Señor; pues el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia” (Pablo, Carta a los efesios 5:22-23). Esa gente quiere regresar a una sociedad donde ESA es la norma y determina las leyes. Sería un horror para la mujer y terrible para toda la sociedad.

Los métodos modernos de control de la natalidad y de aborto han minado la doctrina religiosa y la moral tradicional que ha subordinado a la mujer por siglos. Aunque las relaciones sociales subyacentes del capitalismo siguen oprimiendo a la mujer, el control de la natalidad le permitió participar más plenamente en todas las esferas sociales. Es algo que en los últimos 30 años (desde el fallo Roe) damos por sentado, pero en realidad es una idea relativamente nueva y frágil en la historia de la sociedad humana. ¡Y ahora esa gente quiere acabarla!

El aborto a solicitud y sin tener que pedir disculpas

Si no se permite que una mujer controle su propio cuerpo, su propia reproducción, si no se le permite decidir si ser madre y cuándo, no tiene más libertad que un esclavo.

Esa era la moral tradicional contra la cual millones de personas se rebelaron en los años 60 y 70. El movimiento de liberación de la mujer que surgió en esa época popularizó la idea del aborto a solicitud. Esa postura de no pedir disculpas cambió la cultura nacional, la manera de pensar y las emociones. Cambió el punto de vista de millones de personas sobre los derechos reproductivos y la igualdad sexual; preparó el terreno para el fallo Roe vs. Wade y la legalización del aborto en 1973. Fue algo muy positivo para emancipar el potencial de la mujer y benefició a la sociedad.

Terminar un embarazo no deseado o sacar del cuerpo de una mujer un grupo de células que todavía no se han desarrollado para ser un ser humano viable no tiene nada de inmoral. Un feto no es un niño. Si una mujer no quiere continuar un embarazo (por la razón que sea), debe tener la libertad de terminarlo, sin peligro ni dificultades. Eso no es nada trágico. De hecho, la verdadera tragedia es que la vida de tantas mujeres se ha limitado, truncado o acabado porque les tocó tener hijos no deseados. Es una tragedia que se repite millones de veces al día, con la complicidad y el apoyo del gobierno estadounidense.

La vida de una mujer que se ve obligada a continuar un embarazo no deseado está en peligro. Del peligro de un aborto clandestino a la falta de respeto por su propia vida, sufre y se disminuye como ser humano. Obligar a una mujer a tener un hijo que no quiere o que no puede cuidar es una de las tragedias milenarias que no tiene que existir hoy. Pero si no se permite que una mujer controle su propio cuerpo, su propia reproducción, si no se le permite decidir si ser madre y cuándo, no tiene más libertad que un esclavo. Es por la salud y el bienestar de la mujer, cuya vida es de más valor y se debe apreciar más que la existencia de un feto parcialmente formado. Y por el bien de la humanidad: ¿no queremos una sociedad donde se hayan eliminado todas las formas de esclavitud?

La moral que se debe apoyar y defender valora los derechos de la mujer a tener una vida social plena. Apoya las relaciones sociales e íntimas de respeto mutuo que permiten florecer a las dos partes juntas, y no donde la mujer es “sometida” al esposo por orden de “dios”. Esta nueva moral valora a los niños como una alegría y como una responsabilidad de toda la sociedad, y no obliga a nadie a tener hijos contra su voluntad. A diferencia de los teócratas, NO le canta salmos a un grupo de células que podrían llegar a ser un niño y, simultáneamente, defiende la matanza de niños en la guerra contra Irak y condena a millones de niños más, aquí mismo, a una vida de privaciones.

En realidad, ¡despenalizar el aborto fue algo profundamente moral! (Antes, en este país miles de mujeres al año sufrían muerte o mutilación por abortos clandestinos, y millones más humillación y opresión). Es parte de una moral que corresponde a los intereses fundamentales de la gran mayoría de esta sociedad y del mundo entero. Esos valores concuerdan con la moral comunista, que además de la emancipación de la mujer tiene como meta la eliminación de todas las relaciones de explotación y opresión, y el establecimiento de una comunidad de seres humanos libremente asociados. Pero fuera de los comunistas, hay mucha gente que trata de vivir siguiendo valores que fomentan y celebran la igualdad de la mujer y el hombre, y entre pueblos y naciones; que aprecian la diversidad y la comunidad; que ponen la cooperación por encima de la competencia, las necesidades del pueblo por encima de la acumulación de riquezas; que se oponen a la dominación imperialista; y que celebran y promueven el pensamiento crítico.


Notas

1. American Life League, “Introduction: The Abortion-Contraception Connection”, capítulo 97 de “Pro Life Activists Encyclopedia”. [Regresa]

2. “Right to Life adds Pill to List”, abril de 2002, Cincinnati Enquirer, de la investigación “How the Pro-Choice Movement Saved America - Freedom, Politics and the War on Sex” de Cristina Page (Basic Books, 2002), p. 19. [Regresa]

3. Jim Lehrer News Hour, “South Dakota Bans Abortion”, 3 de marzo de 2006. [Regresa]

Envíenos sus comentarios.

Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.

Basics
Revolución: por qué es necesaria, por qué es posible, qué es
From Ike to Mao and Beyond