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Revolución #108, 11 de noviembre de 2007
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HACER LA REVOLUCIÓN Y EMANCIPAR A LA HUMANIDAD
PRIMERA PARTE: MÁS ALLÁ DEL ESTRECHO
HORIZONTE DEL DERECHO BURGUÉS (CONTINÚA)
La ruptura con el pensamiento y las creencias anticuados
De la Redacción: Lo que sigue es la tercera parte de una serie de pasajes de una charla que dio Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, este año (2007). La charla ha sido revisada en preparación para su publicación y se han incluido notas al pie de página (entre otras cosas, el autor ha ampliado en gran medida la sección sobre Karl Popper). Estos pasajes se publicarán en dos partes. La primera parte (en inglés) está en línea en revcom.us. La segunda parte (en inglés) también estará en línea pronto en revcom.us. Los pasajes de la segunda parte también se publicarán como serie en Revolución una vez que se haya terminado de publicar la primera parte.
La ruptura con el pensamiento y las creencias anticuados
A esto están vinculados importantes problemas de epistemología (la teoría del conocimiento). Urge adoptar un punto de vista y método rigurosamente científicos, materialistas y dialécticos. Es necesario, incluso para los comunistas —y por supuesto en la sociedad en general—, romper más con, y convencer a mucha gente a descartar, el idealismo y la metafísica, que se expresan de innumerables maneras y con muchas variaciones que parecen muy creativas y que a veces realmente son muy creativas. Se regeneran continuamente varias formas de idealismo filosófico y metafísica, que postulan la existencia de —y que le atribuyen un papel fundamental y determinante a— seres, o “fuerzas” y “causas”, que se dice que están más allá del reino del universo material—y que, en realidad, no existen.
Obviamente hay la religión. Esto encontramos todos los días: estamos platicando con una persona que dice que está de acuerdo con gran parte de lo que decimos acerca de las cosas muy malas en el mundo, y en cierto momento dice: “Pero, sabes, todo está en manos de dios” o “Dios le dará su merecido a esa gente, y muy pronto”. Sí, ¿y qué ha estado haciendo dios hasta ahora? De todos modos, esto se está regenerando continuamente. Esas ideas religiosas no aparecen o surgen de la neblina o de la nada; por supuesto, tienen raíces históricas en la ignorancia, la falta de conocimiento, de los seres humanos en las sociedades antiguas. Pero las han preservado, codificado e institucionalizado las clases dominantes a lo largo de los años como parte de imponer su dominación. No cabe duda de que esto es algo que a lo largo de la historia y hasta hoy, las clases dominantes reconocen que es importante para mantener su control (sin importar si los miembros individuales de esas clases dominantes sean creyentes o no de las religiones que fomentan entre las masas).
En un sentido general, esa clase de pensamiento es muy generalizado en la población, y toma varias formas. Unos dicen: “Estoy de acuerdo con ustedes, esta o aquella cosa es muy mala, es terrible lo que hacen a la gente… pero soy budista—sabes, creo en el karma y todo lo demás”. Y esa gente tiene mucha ignorancia en cuanto a lo que la doctrina del karma representa —lo que ha sido su efecto más profundo—, o sea que le dice a la gente que está donde está debido al karma, que realmente no hay nada que se puede hacer al respecto, menos aceptar la situación tal como es y ser buena persona, en el marco del orden establecido, y quizás en la próxima vida tenga mejor suerte. Esto es lo que significan realmente las ideas del budismo o el hinduismo. Por dios, si me perdonan la palabra, miremos al mundo. Uno ve lo que está pasando en India y dice: “Jesucristo”—bueno, realmente no se puede decir Jesucristo [risas], pero de todos modos, uno quiere gritarles: “Salgan del Ganges y líbrense de esas ceremonias religiosas que contaminan el río, y que los atraen a ese río contaminado y propagan la enfermedad por todas partes”. O las autoridades religiosas islámicas, en unos lugares de África y otras partes, que le dicen a la gente que no consigan tratamiento para el SIDA u otras enfermedades porque el tratamiento es un complot y va contra la voluntad de alá. Esto hace daño, mucho daño, a las masas populares por todo el mundo, a miles de millones de personas. Repito, fundamentalmente las relaciones de producción y las relaciones sociales y el dominio de las clases explotadoras —y sobre todo, a nivel mundial, la dominación del imperialismo— tienen la culpa de esto, pero no podrían dominar sin esas ideologías, y en particular sin esas religiones y tradiciones religiosas, y la ignorancia y superstición que encarnan y refuerzan.
Cambios en la sociedad, cambios en la “naturaleza humana”
Y hay otras teorías que no vienen necesariamente en vestimenta religiosa pero de todos modos tienen el mismo efecto y representan, en lo fundamental, el mismo punto de vista—por ejemplo, las ideas de la “naturaleza humana”: “No se puede cambiar la naturaleza humana; así es la gente; todos quieren conseguir más para sí mismos y al diablo los demás”. Bueno, ¿a qué corresponde esa “naturaleza humana”? A cierta estructura económica y la cultura condicionada por ella. No es una parte innata de los seres humanos, no está “en sus genes”, los seres humanos no están “preprogramados” para eso. Una vez más, otro punto profundo de Marx, que es poco conocido y menos entendido, es que “toda la historia no es otra cosa que una transformación continua de la naturaleza humana”. (Marx, La pobreza de la filosofía) Sí, a grandes rasgos, hay ciertas características de los seres humanos que los distinguen incluso de los demás mamíferos, a no decir nada de otras formas de vida. Los seres humanos son diferentes de las ardillas o los árboles, es cierto—tienen cierta “naturaleza” en ese sentido. Pero una de las características distintivas de la “naturaleza” de los seres humanos es precisamente la gran “plasticidad” que tienen: la capacidad de responder de una variedad de maneras a las cosas, y la capacidad de cambiar la manera en que ven y responden a las cosas, cuando cambian su situación y cambian a sí mismos en relación dialéctica con esto.
En pocas palabras, la “naturaleza humana”, hasta tal punto en que podemos hablar de ella, es muy flexible y cambia de acuerdo con los cambios de la sociedad humana. ¿Pero cuántas personas entienden esto de una manera que se aproxima a eso? ¿Y cuánto daño hace el que no lo entiendan así? ¿Cuánto más se agudiza y se prolonga el sufrimiento como resultado de que se tenga un malentendido fundamental con respecto a eso y la creencia en ideas que vienen a ser idealismo y metafísica?
Tenemos que luchar con la gente sobre estas cosas mucho más consciente y, sí, resueltamente, pero de una manera buena y viviente, y no de una manera dogmática. Y hay muchas buenas maneras de hacerlo, una vez que se capte realmente lo importante que es. Estoy seguro de que cuanto más profundamente captamos esto, cuanto más idearemos muchas maneras creativas para bregar sobre esto de una manera buena y viviente—y, como es adecuado en la mayoría de los casos, con camaradería y amistad, mientras bregamos con firmeza. Pero hay que captar el materialismo y la dialéctica esencial para hacerlo, y hacerlo bien. No se puede hacer con la religión—o el “equivalente comunista” del dogma religioso. Y no se puede hacer con ideas utópicas e idealistas de cómo le gustaría que fuera el mundo. Nosotros mismos tenemos que dar saltos y hacer rupturas —y ayudar a cada vez más personas a dar saltos y hacer rupturas— más allá de eso.
Esta serie continuará en el próximo número de Revolución.
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