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Revolución #114, 30 de diciembre de 2007
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HACER LA REVOLUCIÓN Y EMANCIPAR A LA HUMANIDAD
SEGUNDA PARTE: TODO LO QUE HACEMOS TIENE QUE VER CON LA REVOLUCIÓN (CONTINÚA)
La labor revolucionaria significativa
Propagar audazmente la revolución y el comunismo
De la Redacción: Lo que sigue es el segundo pasaje de la segunda parte de una charla que dio Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, este año (2007). La charla ha sido revisada en preparación para su publicación y se han incluido notas al pie de página. Estos pasajes se publican en dos partes. La primera parte (en español e inglés) está en línea en revcom.us, tanto como la segunda parte en inglés. La primera parte ha salido en español como una serie de pasajes en la edición impresa del periódico Revolución (ver los números 105, 21 de octubre; 106, 28 de octubre; 107, 4 de noviembre; 108, 11 de noviembre; 109, 18 de noviembre; 110, 25 de noviembre; 111, 9 de diciembre; y 112, 16 de diciembre de 2007). Los pasajes de la segunda parte también se publicarán como serie en Revolución.
La labor revolucionaria significativa
Propagar audazmente la revolución y el comunismo
A partir de lo que se ha dicho hasta aquí, quiero dirigirme al tema: ¿cuál es la labor revolucionaria significativa—especial, pero no únicamente, para las masas básicas que se incorporan al movimiento revolucionario en este período cuando todavía no hay una situación revolucionaria. Como se puede ver en otras charlas y escritos míos desde hace varios años, he regresado repetidamente a este tema y bregado con él—es un problema sumamente crucial y desconcertante. ¿Cómo se encuentran los medios para que las masas se metan en la labor revolucionaria significativa —y esto se enfoca particular pero no exclusivamente en la juventud de las masas básicas, pero en otros también—, cómo se puede hacer esto sin dejarnos llevar por el camino equivocado? ¿Cómo se puede dar una expresión correcta, en las circunstancias actuales, al deseo de la juventud del cambio radical, y a su militancia?
Relacionado a esto, quiero contar algo que leí en un informe acerca del trabajo con un tipo que es maestro de educación especial. Le contaba que algunos jóvenes carecen de todo sentido de la posibilidad de algo mayor que la situación en la que se encuentran atrapados diariamente. Bueno, un día entró en un salón de clase y una estudiante tenía puestos unos auriculares y escuchaba “gangster rap”, con toda la misoginia y todo lo demás, y él le preguntó, básicamente: “¿Por qué estás escuchando estas pendejadas?”. Y ella le contestó: “Bueno, a ellos no les importa un carajo—me encanta su indignación”. En respuesta a esto, él le hizo esta pregunta: “Si podrías dirigir la indignación que sientes y con la que te identificas hacia algo más útil, algo que podría llevar a un cambio positivo, ¿lo harías?”. Y ella contestó claro: “En un minuto. Pero nunca va a pasar”. Y volvió a ponerse los auriculares.
Este es el reto que tenemos ante nosotros. Mucha gente ni siquiera puede reconocer el aspecto positivo de esta marginación e indignación porque su expresión —la forma en que se presenta— muchas veces es negativa en términos inmediatos. Hay una represa de indignación que surge repetidas veces en formas muy diversas y, sí, muchas veces inútiles y hasta dañinas. ¿Pero cómo vamos a dar expresión revolucionaria a esto, y a la vez mantener la tensión necesaria para no dejarnos llevar por el camino equivocado, y no ceder o dar rienda suelta a impulsos equivocados y no tratar de actuar prematuramente, antes de que se haya desarrollado una situación revolucionaria y antes de que pueda surgir y surja un pueblo revolucionario de millones? Este es un problema con que tenemos que bregar. Esta es una de nuestras mayores responsabilidades —abrir paso en cuanto a esto—, no simplemente sacudir la cabeza y quejarnos de lo difícil que es responder a esta contradicción pero, en relación mutua con las masas, aceptar y no abdicar nuestra responsabilidad de ser los que aplican la ciencia para resolver este problema.
Quiero hablar de esto aquí —y lo que he dicho hasta este punto en cuanto al papel crucial del periódico es el elemento central y decisivo en esto—, pero tenemos que seguir lidiando con esto, continuamente, porque tenemos que hacer más avances. No vamos a tener la clase de movimiento revolucionario que se necesita —y a fin de cuentas no vamos a hacer una revolución— a menos que, en particular entre la juventud pero también más ampliamente, abrimos paso y atraemos a una cantidad cada vez mayor de masas a participar en la labor revolucionaria significativa en este período, cuando todavía no haya una situación revolucionaria en la que existe la posibilidad, y la base, para librar la lucha total por el poder.
Bueno, vinculado a esto, es importante la relación entre los factores ideológicos— que, definidos ampliamente, abarcan no solo denunciar los crímenes y la naturaleza de este sistema sino, como lo dijo Lenin, exponer ante todos nuestras convicciones y objetivos comunistas, y atraer a las masas de todas las capas, entre ellas las masas básicas, a lidiar con la ciencia, la filosofía, la cultura, y así sucesivamente, tanto como los principales sucesos políticos y sociales—, la relación entre todo esto, por un lado, y los factores políticos, entre ellos el deseo y la capacidad de oponerle resistencia a la opresión y a la injusticia, y hacerlo de tal manera que contribuya a forjar un movimiento revolucionario y comunista, y no de una manera sin norte y/o una vez más caer bajo el ala de un sector de la burguesía.
Un aspecto clave de proveer un medio y vehículo para que cada vez más masas —en particular la juventud y las masas básicas en general, pero gente de otras capas también— participen en la labor revolucionaria significativa, es la orientación de propagar la revolución por todas partes—audaz y, en el sentido correcto, agresivamente. En el sentido correcto, en oposición directa a todo este reformismo y todos los esfuerzos de descartar la revolución y los ataques contra la revolución y el comunismo. Tenemos que desencadenar esto y guiarlo y dirigirlo por todas partes, audazmente y con un espíritu conquistador. Una vez más, nuestro periódico, Revolución, es crucial y fundamental para hacer eso. Pero queda más por hacer, sobre los cimientos de este papel crucial y fundamental.
Hace poco hablaba con alguna gente sobre esto: todos los días, si le presta atención a lo que está pasando en el mundo, y lo examina con un punto de vista científico, comunista, encuentra que la vida continuamente clama por la revolución y la dictadura del proletariado. Al ver los informes sobre varios sucesos y la discusión de varios temas en los medios burgueses, uno se encuentra constantemente con el deseo de gritar: dictadura del proletariado. Si lee los artículos, o mira los informes televisivos, sobre Jena, Louisiana —las infamias que se cometen ahí, con las injusticias contra los jóvenes negros, los 6 de Jena, y las contradicciones que están hirviendo—, y lo que se le ocurre, si lo aborda como comunista, es dictadura del proletariado: esto es lo que se necesita para lidiar con esto, para deshacernos de las injusticias profundas como estas, y todo lo que representan. Con la dictadura del proletariado, con una revolución que lleva al gobierno del proletariado y cuya meta es el comunismo, será posible abordar estas cosas de una manera que nunca se las puede abordar con el sistema actual y su clase dominante de capitalistas. Este sistema y su clase dominante nunca pueden resolver todo esto—salvo de una manera que perjudique a las masas.
O veamos la polémica y agitación social en torno a la inmigración, con todas las declaraciones sobre “la seguridad de las fronteras” y los varios programas que han propuesto diferentes sectores de la burguesía, y el debate reaccionario que esto ha desencadenado. Y, junto con esto, hay las contradicciones entre los negros y los latinos que fomentan y agudizan, con el fenómeno de que muchos migrantes no entienden toda la historia de los negros y están dispuestos a aceptar la línea burguesa, con sus mentiras y tergiversaciones acerca de los negros, mientras que por otro lado muchos negros están resentidos hacia los migrantes, atraídos por la idea de que estos migrantes “nos quitan nuestras trabajos, nos están empujando hacia los márgenes y de alguna manera los migrantes tienen la culpa”. Si se aborda esto como comunista, lo que se le ocurre inmediatamente es: dictadura del proletariado. Con la dictadura del proletariado, podríamos resolver estas contradicciones —no con un chasquido de los dedos, sino por medio de la lucha de tal manera que concuerde con los intereses de todos estos diferentes sectores de las masas. Sí, entrañará contradicción y complejidad—pero no será tan difícil. Pero es imposible en este sistema, y dentro de los confines de este sistema, resolver estas contradicciones de una manera que concuerde con los intereses de las masas populares—que es otra cosa que apunta a la necesidad fundamental de hacer a un lado este sistema por medio de la revolución.
O cuando surjan los conflictos entre proteger el medio ambiente, por un lado, y desarrollar la economía, por el otro —y, sí, las preocupaciones que tiene mucha gente por su trabajo y manera de ganarse la vida—, cuando vemos que estas cosas chocan fuertemente en este sistema y no hay manera de resolverlo… dictadura del proletariado.
O examinemos otra dimensión clave de esto: hace poco, Revolución publicó un artículo que denunció la represión de la juventud en las escuelas—en este caso de Nueva York, pero este es un fenómeno que ocurre por todo el país.1 Y recibimos una respuesta a este artículo de un maestro desilusionado y descontento, que dijo en efecto: “Ustedes tratan de enseñarles a estos jóvenes; tienen todas estas ideas idealizadas acerca de estos jóvenes, pero no entienden qué tan indisciplinados son”. Bueno, ¿cuál es la respuesta a esto —no solo al punto de vista tergiversado de esta persona sino también a las verdaderas contradicciones que señala—, cómo se puede responder a esto y resolverlo de una manera positiva? Dictadura del proletariado. Esto es lo que necesitamos para lidiar con todas estas contradicciones. Los aspectos positivos que hay —no solo entre la juventud, sino incluso en el deseo de gente como este maestro de hacer algo bueno, que las relaciones dominantes y las ideas correspondientes que prevalecen en este sistema sofocan y corrompen— se los podrían volver a estructurar y sintetizar de una manera positiva con el gobierno del proletariado.
O veamos la contradicción relacionada con las diferencias entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, y entre las diferentes capas que, en esta sociedad, llevan a cabo el uno o el otro (lo que llamamos la contradicción intelectual/manual, en pocas palabras): en un sentido fundamental, es imposible abordar esta contradicción de manera positiva en esta sociedad. Esta contradicción se puede resolver, y solo se puede resolver, de manera positiva con la dictadura del proletariado y el avance al comunismo. Vinculado a esto, tenemos el ejemplo que mencioné en una charla hace varios años sobre la dictadura del proletariado (“Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo”) en cuanto a la religión con referencia a la película “Contact”, en que salta a la vista la contradicción de que a las masas, que tienen el mayor interés en la revolución comunista, en gran medida las agarran y atrapan la religión y otras cadenas mentales, mientras que hay una sección relativamente pequeña de la población del mundo actual que capta estos temas (en cuanto a la religión y —la no existencia de— dios) con mayor claridad pero que, en gran medida, está alienada de las masas básicas y no las entiende. ¿Cuál es la respuesta? La dictadura del proletariado. La revolución.
E incluso ciertas contradicciones que surgen en el curso de forjar la lucha señalan esta necesidad. Por ejemplo, en la batalla para defender el disentimiento y el pensamiento crítico en las universidades (y a fin de cuentas en la sociedad en general), podemos ver que ciertos individuos que pasan a ser blancos del ataque de las fuerzas reaccionarias, y del estado, tienen una “actitud distante” hacia otras personas en el mundo académico que se encuentran esencialmente en la misma situación. En un sentido inmediato, esto destaca la necesidad de presentar, y bregar a hacer captar, el cuadro más amplio de que todo esto es parte, y reconocer lo importante que es forjar unidad en la lucha contra todos los esfuerzos de reprimir el disentimiento y el pensamiento crítico; y al mismo tiempo, y fundamentalmente, señala la realidad de que para resolver las contradicciones relacionadas a todo esto, necesitamos la revolución—necesitamos la dictadura del proletariado.
Sí, es cierto —y es una verdad muy importante y profunda— que la mayor meta, y la meta de la dictadura del proletariado misma, es llegar al comunismo, por todo el mundo, donde se haya eliminado y superado la necesidad, y la base, de todas las formas en las que una parte de la sociedad domina a otra—todas las formas de la dictadura de clase. Pero la realidad es que, sin la dictadura del proletariado, sin la revolución comunista, nunca podremos avanzar hacia y llegar a esa meta más elevada.
Todo esto es otra manera de expresar el punto de Lenin de que el comunismo emana de todo poro de la sociedad. La necesidad de la revolución comunista emana continuamente de todos los sucesos de la sociedad y el mundo. Una vez que se haya adoptado el punto de vista y método científicos del materialismo dialéctico, se puede ver esto claramente. Y sobre esta base debemos dirigir y atraer a una cantidad cada vez mayor de masas a llevar esto por todas partes, entre todas las capas de la gente muy audazmente—con un espíritu conquistador y, en el sentido correcto, muy agresivamente. Como hemos recalcado varias veces, no hay nada menos realista que la idea de reformar este sistema en algo que se acercara a cuadrar con los intereses de la gran mayoría de la gente, y a fin de cuentas de la humanidad en general. Sobre la base de nuestro análisis y método científicos, tenemos que tener —y tenemos que inspirar a otros a tener— un espíritu conquistador acerca de esto. Esto es extremadamente importante: propagar muy amplia, audaz y, en el sentido correcto, agresivamente la revolución.
Vamos a lo que importa: Necesitamos una revolución. Cualquier otra cosa, en el último análisis, es una pendejada. Bueno, esto no quiere decir que no nos unamos a otra gente en toda una variedad de luchas que no apuntan a la revolución. No hay duda de que necesitamos hacer esto. Pero presentar cualquier otra solución a estos problemas e infamias monumentales y monstruosos es una ridiculez, francamente. Y necesitamos tomar la ofensiva y movilizar a una cantidad cada vez mayor de masas para abrirse camino por entre esta mierda y poner en primera plana la verdadera solución a esto, y responder a las preguntas y, sí, a las acusaciones que se presenten en respuesta a esto, mientras aumentamos nuestra base científica para hacerlo. Y el punto es esto: no solo nosotros tenemos que hacer esto, sino que además tenemos que atraer, desencadenar y dirigir, y posibilitar que cada vez más masas hagan esto. Hay que inspirarlas, no solo con la idea general de la revolución, sino con un análisis cada vez más profundo, una base sólida científica, de por qué y cómo la revolución realmente es la solución a todo esto.
Esta serie continuará en el próximo número de Revolución.
1 “Las escuelas públicas de Nueva York y la criminalización de los estudiantes: ¿Qué clase de sistema le hace esto a la juventud?”, Revolución #93, 24 de junio de 2007. [back]
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