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Revolución #129, 18 de mayo de 2008
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Entrevista a comunista revolucionaria de Irán
Una historia de valor, visión y resolución de luchar por un mundo diferente
INTRODUCCIÓN
A comienzos del año, Michael Slate entrevistó a S., una mujer iraní que había viajado a Los Ángeles para participar en el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo. Su experiencia revolucionaria empezó cuando era una estudiante en Los Ángeles. Entonces el cha estaba en el poder en Irán; cuando fue depuesto por la revolución iraní, ella se unió a millares de estudiantes de Irán que retornaban para proseguir las metas de la revolución, la que después de mucha turbulencia desembocó en la reaccionaria República Islámica de Irán.
Después de años de lucha revolucionaria, prisión y por fin encontrar de nuevo una organización comunista revolucionaria, la historia de S. es una historia de coraje, visión y determinación para luchar por un mundo mejor. La entrevista ha sido revisada para su publicación en dos partes.
PARTE 1
M.S.: Comenzaremos preguntándote algunos elementos de tu vida, tu origen y antecedentes, tu familia y tu actividad cuando vivías en Irán.
S.: Mi vida no es diferente de las de muchas mujeres que han vivido en el régimen islámico donde la mujer es odiada. A pesar de ser consciente de la esencia del sistema fundamentalista, que está íntimamente ligado al mundo imperialista, yo he vivido bajo la opresión y sufrido todas las consecuencias de ella bajo este régimen, de la misma manera que las otras mujeres bajo este sistema.
Aproximadamente hace 32 años, yo y mi familia, que ha estado inmersa en la lucha política contra el régimen del cha aliado de los Estados Unidos, vinimos a este país a proseguir mis estudios.
Yo era una estudiante de secundaria y me enrolé en el Colegio Santa Mónica. Después de completar mi secundaria proseguí estudios en ciencia aeroespacial en la universidad. Sin embargo, debido a mi actividad política, que requería mucho tiempo, no pude proseguir mis estudios.
MS: ¿Cómo deviniste políticamente activa?
S: Cuando llegué a los Estados Unidos en 1976, tuve que matricularme en una clase para aprender el inglés. Creo que el curso se llamaba “ISC”. Muchos representantes de la confederación de estudiantes vinieron a expresar sus ideas y actividades y fue así como nos relacionamos con ellos.
MS: Muy bien, excelente, chido. ¿Qué pasó cuando te asociaste con ellos? ¿Qué empezaste a hacer?
S: La primera reunión a la que asistí se abordó qué cosa pensar acerca del Partido Tudeh y del Partido Fedayi, ambos de Irán [otras organizaciones de izquierda]. Igualmente se emitieron opiniones acerca de la lucha armada. Yo estaba muy interesada y a favor de estos tópicos y asistí a las reuniones con entusiasmo. Así me interesé en el grupo.
MS: La Asociación de Estudiantes Iraníes, la Confederación de Estudiantes Iraníes, era un grupo poderoso en el sentido de lo que ofrecían y en la manera como organizaban a los iraníes así como por su impacto en el pueblo de los Estados Unidos. Estas organizaciones ayudaron a crear un impulso revolucionario en el movimiento. Fue muy significativo ver a los iraníes manifestando en las calles en contra del cha y lo que el cha significaba. Explíca qué es lo que se sentía cuando se estaba en las calles.
S: Lo primero que me impresionó en esa organización fue su ética revolucionaria y la manera en que se conducían como revolucionarios. También me impresionó que en el primer curso formal al que asistí, el tópico fue “Materialismo y dialéctica”. Esta fue una introducción muy poderosa que mantuvo mi interés en el grupo y las ideas.
MS: Así que tu familia estaba aquí y tú tenías esta actividad revolucionaria mientras vivías en los Estados Unidos. ¿Por qué decidiste retornar a Irán? ¿Qué esperabas encontrar allá?
S: Lo primero es que yo me sentía responsable con el proceso de cambio que se venia operando en Irán, así como con aquellos en Irán que habían iniciado ese proceso de cambio. Esas fueron las razones principales. Yo creo en el liderazgo del proletariado y yo quería dar mi contribución directamente o dirigir a las masas, contribuyendo al cambio y lo que ocurría.
MS: ¿Qué encontraste allá a tu regreso? ¿Qué pasaba en Irán en esos días? Fue justo después del derrocamiento del cha. Recuerdas que cuando dejaste Irán, SAVAK y el cha estaban en el poder. Era horrible. Dime, ¿qué encontraste?
S: Cuando retorné, encontré una atmósfera muy abierta, políticamente muy progresista. La gente discutía en las calles. Se debatía. Era un ambiente muy animado y abierto.
MS: ¿Eso ocurría solamente en Teherán o en todo el país?
S: Esta atmósfera era muy prevaleciente en Teherán, pero había familias en todo el país participando activamente en política. Había debates tanto en las calles como en los hogares. Participaban en el debate grupos de gente religiosa que estaban en contra del régimen del cha pero que habían ayudado a que la revolución empezara y la gente de izquierda, los comunistas, que trataban de persuadir a los grupos religiosos que sus métodos no eran correctos.
MS: ¿En qué grupo estabas? ¿Cuál era tu actividad?
S: Con lo que aprendí aquí en los campos de la filosofía, ciencias políticas y economía, yo traté de transmitir mis conocimientos a la gente. Traté de crear discusiones animadas e ir con los universitarios para hablar de lo que había aprendido y enseñarlo a otros lo más que pudiera.
MS: ¿Cuánto duró esto y cuándo empezaste a ver cambios?
S: En los primeros 10 días después de la revolución, hubo un levantamiento de las mujeres contra la hijab. Poco tiempo después empezó la opresión contra los kurdos, al norte de Irán, en Kurdistán. Sin embargo, la atmósfera general como describí antes, duró cerca de dos años. Durante ese tiempo, se exponían libros en mesas al aire libre en los barrios de los trabajadores y se discutían con los interesados temas afines a los libros. Yo estaba a cargo de una de esas mesas.
Las gentes de Jezbolá, o gente religiosa de entonces, merodeaban a menudo y confrontaciones verbales y a veces físicas ocurrían.
Nos golpeaban o nos arrebataban nuestros periódicos y materiales, nos quitaban nuestras mesas e instigaban peleas a puños.
Los Jezbolá no tenían uniformes, pero todo el mundo sabía que eran grupos organizados por el gobierno.
MS: ¿Cuánto tiempo duraron estas confrontaciones? ¿Cuándo fue evidente que Jomeini había comenzado a consolidar su régimen?
S: En primer lugar, hubo una gigantesca protesta con participación de todos aquellos que ya se habían dado cuenta de las intenciones. Los participantes más numerosos pertenecían a los rangos de la revolución. En algunas confrontaciones los militares usaron armas de fuego. Inicialmente la intención fue de hacer protestas pacíficas. Esto ocurrió a mediados de junio. Inmediatamente después de la protesta hubo represión contra todos los grupos participantes en las discusiones y debates en los barrios y la atmósfera general devino muy oscura y cerrada.
MS: ¿Qué hiciste entonces?
S: Tratamos de organizarnos en la clandestinidad y desaparecimos del público. Para debatir o llevar a cabo actividad, tuvimos que hacerlo a escondidas.
La organización se dividía en dos grupos: uno se encargaba de organizar la lucha que ocurría en Amol. El grupo se llamaba Sarbedaran. Ese es el grupo que se encargaba de que los planes se organizaran y se cumplieran. Yo medio participaba en este grupo, tras bambalinas.
MS: ¿Podrías explicarnos el impacto que tuvo el levantamiento de Amol?
S: La gente en esa región estaba fuertemente influenciada por los sucesos y la manera como los veían. Ellos estaban familiarizados con la ética y el camino revolucionarios que asumían. Los sucesos los hizo más concientes de las teorías maoístas y la manera como conducir la lucha. El norte estaba aislado y por lo tanto no había mucha actividad allá. Sin embargo, cuando ocurrió el levantamiento, capturaron el interés para esta clase de activismo político. Los puso en contacto con lo que sucedía en otras partes del país.
MS: Pero el régimen derrotó el levantamiento. ¿Qué pasó con los revolucionarios y la gente?
S: Los planes de la organización fallaron estrepitosamente y cada uno de los insurgentes fue ejecutado. El impacto de estas ejecuciones fue que el pueblo los recordara siempre como héroes. Fue algo único. Nunca habían visto tanto coraje. Siempre permanecerán en la memoria colectiva los insurgentes revolucionarios como héroes y el levantamiento en general.
MS: ¿La represión aumentó? ¿Qué pasó contigo?
S: Como dijiste, la represión se incrementó. La gente entró en la clandestinidad, hizo actividad política en la clandestinidad, oculta. En ese entonces yo tenía un bebe de dos meses de edad. Esto limitaba mi participación. Todo lo que podía hacer era esperar las noticias y lo que ocurría.
MS: ¿Tu esposo sobrevivió el levantamiento de Amol?
S: Sí...
MS: Después del levantamiento, tú permaneciste en casa. ¿Tuviste más niños?
S: Sí. Después del levantamiento, mi hija tenía un año y medio y mi hijo tenía dos meses.
MS: ¿Cómo te capturaron? ¿Cuánto tiempo después del levantamiento de Amol ocurrió esto?
S: Ocho meses después, yo estaba en casa. La invadieron y se llevaron a mis hijos. Me dijeron a gritos que yo tenía que ser sometida a investigación.
MS: ¿Y tu esposo fue también arrestado?
S: Él había sido arrestado cuatro meses antes.
MS: ¿De qué se le acusaba?
S: Debido a que él era un teórico, se le acusó que por tener mucha educación en las teorías que habían influido en la insurgencia y de haberlas enseñado a otra gente, tendría que ser penalizado más fuertemente que el resto. Le sentenciaron a muerte.
MS: Cuatro meses más tarde vinieron a tu casa. Dime nuevamente qué pasó entonces.
S: Me llevaron a la misma cárcel donde estaba recluido mi esposo. Escuché su voz y estuve tan feliz, por el minuto que duró, pues sabía que estaba vivo. Después de eso, me llevaron a una celda solitaria donde permanecí por ocho meses.
MS: ¿De qué se te acusaba?
S: Supusieron que, como mi esposo era uno de los líderes del movimiento, yo debí haber ocupado una posición importante también y hecho muchas contribuciones. Me dijeron que por ese motivo, yo también tendría que ser ejecutada. Tenían en sus manos cartas y esquemas de la jerarquía de cada grupo, quiénes eran los líderes, quiénes trabajaban en cada grupo, bajo cuál líder. Sin embargo, debido a que yo había permanecido en casa al cuidado de mis niños los ocho meses previos, no pudieron encontrar información incriminatoria. Debido a esto último, no me sentenciaron a muerte como me lo dijeron al principio.
MS: ¿Qué sentencia te dieron?
S: Antes de pronunciar la sentencia, me preguntaron por la religión que profesaba. Desde que no tenía ninguna, me sentenciaron a 10 anos de cárcel.
MS: ¿Qué pasó contigo en la prisión?
S: Cuando estuve en confinamiento solitario, no existían condiciones de salubridad en absoluto. La nutrición era terrible. Se escuchaba constantemente los ruegos e imploraciones de los prisioneros torturados.
Cada mañana nos llevaban a ser interrogados con los ojos vendados, mientras nos pateaban y golpeaban a fin de que confesásemos lo que ellos querían oír. Los torturados pasaban gateando para que viésemos qué es lo que nos podía esperar.
Debido a que me negué a decir plegarias y a profesar una religión, me pusieron en confinamiento solitario. Desde que no pudieron obtener información, dejaron de interrogarme pero me mantuvieron en aislamiento. No me torturaban. Sin embargo, arreglaron las cosas de manera que pudiera escuchar los llantos de mi padre mientras le daban latigazos. Mi padre estaba en la misma prisión; había contribuido al levantamiento de Amol de muchas formas. A él lo azotaban diariamente en esa cárcel. Lo torturaban muchísimo, y como dije, me hacían escuchar sus gritos de dolor. A mi madre la ofendían verbalmente, con gritos e imprecaciones obscenas cada día muy cerca de donde yo estaba. Es así como me torturaron mentalmente.
MS: ¿Qué les pasó a tus padres? ¿Sobrevivieron?
S: Debido a que la gente con que mis padres habían trabajado y los líderes con los que habían colaborado no dijeron bajo tortura nada acerca de los participantes en esos grupos, el gobierno no tuvo nada en su contra, no tuvo ninguna información acerca de mis padres, y por eso los puso en libertad después de tres años de prisión.
MS: Dijiste que habías escuchado la voz de tu esposo cuando te llevaron a la cárcel. ¿Cuánto tiempo lo tuvieron en prisión? ¿Lo volviste a ver?
S: Lo vi ocho meses más tarde, antes de que fuera ejecutado, cuando nos permitieron vernos. Esa fue la última vez que lo vi.
LA SEMANA ENTRANTE: PARTE 2
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