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Revolución #131, 1 de junio de 2008
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Terremoto sacude al terreno capitalista en China
Lunes, 12 de mayo, 2:28 pm. Un enorme terremoto, de la magnitud 8.0 en la escala de Richter, golpeó la provincia Sichuan del suroeste de China. Duró más de un minuto y arrasó a pueblos y ciudades pequeñas enteras. El domingo 25 de mayo una poderosa réplica dejó miles de edificios más colapsados.
El número de víctimas ya es de más de 62.000 muertos y 160.000 heridos. Cinco millones quedaron sin hogar. En Sichuan, más de 200.000 casas se desplomaron y cuatro millones sufrieron daños.
El terremoto ocurrió al mediodía cuando las escuelas estaban llenas de niños dormitando, sentados a sus pupitres, jugando en los patios de recreo. Algunos informes dicen que el 30-40% de los muertos eran niños. En Mianzhu, siete escuelas, incluidos dos kinders, se desplomaron, y más de 1.700 alumnos quedaron enterrados.
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Lo que pasa cuando tal catástrofe natural ocurra se determina profundamente por la manera en que se organiza una sociedad. Y este desastre ha revelado mucho sobre la naturaleza de China. La mayoría de los habitantes del mundo que miraban esta tragedia desgarradora creen que China es un país socialista, dirigido por un gobierno comunista. Pero el hecho es que desde el reaccionario golpe de estado encabezado por Deng Xiao-ping después la muerte de Mao Tsetung en 1976, China ha sido un país capitalista, dependiente del imperialismo y subordinado al mismo. Y algunas verdades muy duras sobre la naturaleza explotadora y opresiva de la China capitalista han salido a la luz después de este terremoto devastador.
Escuelas de “tofu” se volvieron trampas mortales
Casi 7.000 escuelas, un número desproporcionadamente alto de los edificios, cayeron en la provincia de Sichuan. En algunos pueblos, una generación entera casi desapareció.
Escenas de dolor convertido en ira se repitieron en muchos pueblos cuando los padres acusaron al gobierno de levantar construcciones chapuceras para ahorrar dinero. Pu Changxue, cuyo hijo murió aplastado en un aula, dijo: “Este era un proyecto de tofu y el gobierno debe asumir la responsabilidad. Todos sabemos que los terremotos son desastres naturales. Pero lo que pasó con nuestros niños tiene causas humanas también, que son aún más espantosas”.
En Juyuan, una escuela secundaria se desplomó. Aproximadamente 900 niños quedaron enterrados, mientras que edificios cercanos quedaron en pie. Un señor dijo: “Mire el material de construcción que usaban. No mezclaron el cemento con el agua en la proporción correcta. No hay suficientes vigas de acero. La arena no está limpia”.
Supuestamente hay normas y requisitos sísmicos para edificios de diferentes clases. Pero porque hay poco dinero del gobierno para la educación, no han reemplazado los viejos edificios. Y muchas veces, aun cuando se construyan nuevas escuelas, se usa material chapucero y no hacen caso a las normas de construcción a fin de reducir costos.
Los cuerpos de los niños sacados de los escombros revelan una fea realidad sobre la sociedad de clases de China: que las escuelas para los niños de los de abajo son muy distintas a aquellas para los niños de familias acomodadas. Los niños de las capas altas cuentan con mejores, y más seguras, instalaciones educativas. Ante el terremoto eso fue asunto de vida o muerte.
Según el New York Times, en Dujiangyan, la escuela primaria Xinjian, de pésima construcción, “nunca recibió su parte de los fondos oficiales de reconstrucción debido a su rango inferior en la burocracia y al bajo nivel social de los alumnos”. Los padres con hijos en esta escuela son pobres y muchos perdieron su trabajo cuando se cerró una cementera del rumbo, otros reciben pequeños pagos de ayuda pública y trabajan de milusos para mantener a sus familias, otros dejaron atrás a sus hijos para ir a buscar trabajo por otro lado. El terremoto dejó a cientos de niños muertos en Xinjian. Mientras tanto, otra primaria, Beijie, tuvo poquísimos daños y los niños sobrevivieron. Beijie se construyó para la élite con las mejores instalaciones y los mejores maestros” (“Chinese Are Left to Ask Why Schools Crumbled”, New York Times, 25 de mayo de 2008).
Los medios del Occidente, y los informes noticiosos en China, han dicho que los desarrolladores intentaban maximizar las ganancias con material inferior, recortando trabajos necesarios y sobornando a funcionarios corruptos. El gobierno anunció que habría investigaciones sobre si se debe a obras de construcción chapuceras vinculadas con la corrupción. Y sin duda, habrá acusaciones oficiales de soborno y encontrarán a chivos expiatorios en una campaña de “limpiar la corrupción”.
Pero el problema fundamental NO es corrupción, funcionarios ineptos y sobornos en la construcción de escuelas. Claro, eso es horrendo y resultó en la muerte de miles de niños. Pero esa no es la raíz del problema. El verdadero problema es la dinámica del capitalismo: cómo el afán de ganancias eclipsa todo lo demás, cómo el crecimiento económico lo rigen la intensificación de la explotación, las ganancias a corto plazo y la minimización de costos. La corrupción es muy real, pero es el resultado del desarrollo capitalista.
Algunas personas dicen que tiene que haber más transparencia en China. Dicen que el problema es el existente entre la apertura y el cerrazón de China; que escuche o no; que censure el internet o no, etc., etc. Pero eso elude la verdadera pregunta: ¿Qué clase de sociedad es China? ¿Qué es su relación al capitalismo global? ¿Qué quiere decir que es una gigantesca maquiladora para el mundo; que crece la brecha entre ricos y pobres en China; que los campesinos están desesperados y empobrecidos, y que hay millones ya muy pobres porque China está subordinada al imperialismo, que de repente se hallan en un infierno aún mayor debido a este terremoto?
Mayores disparidades
Sichuan es una de las zonas más pobres y tiene pocas fábricas, pero es un importante centro de producción de cereales y puercos y tiene las reservas más extensas de gas natural de China.
En la última década ha habido un auge de construcción en Sichuan y otras zonas rurales. Pero continúan las enormes disparidades entre las zonas urbanas y rurales. Y esta brecha se manifiesta aún más en el desarrollo de los pueblos y ciudades pequeños.
Mucha gente de las zonas más afectadas por el terremoto son campesinos pobres. En Wenchuan, en el epicentro, el ingreso anual promedio era alrededor de 1.600 yuan en 2002 (la última estadística disponible), que es menos de un quinto del ingreso promedio en Chengtú, la capital de la provincia. La muerte, daños y sufrimiento por el terremoto reflejan esta brecha. Vivir en condiciones empobrecidas antes del terremoto llevó a más devastación y ahora más privaciones. Y las disparidades entre la ciudad y el campo también tienen un impacto. Por ejemplo, las personas que viven en las zonas rurales tienen mucho menos acceso a los servicios sanitarios que las que viven en las ciudades, que quiere decir que desde el principio son menos sanas y ahora tienen menos acceso a la asistencia médica que desesperadamente necesitan.
Cuando China fue un país auténticamente socialista, un objetivo consciente del gobierno y la sociedad era reducir continuamente e ir eliminado a la larga las desigualdades sociales, entre clases, entre hombres y mujeres, entre las nacionalidades y entre ciudad y campo. Hoy, por el funcionamiento del capitalismo, se están aumentando estas diferencias.
Un artículo de la revista Time habló de cómo las “reformas económicas” han reducido el tratamiento médico disponible desde cuando China era socialista, cuando en muchos casos los servicios sanitarios eran elementales pero ampliamente accesibles a cada ciudadano: “Los famosos ‘médicos descalzos’, generalmente jóvenes egresados de escuelas secundarias capacitados en primeros auxilios, iban a pie por los pueblitos ofreciendo exámenes prenatales y componiendo piernas y brazos rotos. Este servicio, esencialmente gratis, ayudó a erradicar casi totalmente las enfermedades de transmisión sexual en China y la esperanza de vida casi se duplicó de 35 a 65 de 1949 a mediados de los años 70. A comienzos de los años 80, el país empezó a cambiarse del comunismo al capitalismo, y los campesinos tenían que usar sus escasos ingresos para pagar los servicios sanitarios. Al mismo tiempo, los gobiernos locales con poco dinero recortaban las subvenciones a los hospitales y clínicas rurales, en esencia los privatizaban…. Los habitantes de las ciudades estaban en mejores condiciones, principalmente porque seis de cada diez de ellos tienen alguna forma de seguro de salud. Solamente el 10% de los habitantes del campo lo tiene, en su mayoría empleados del gobierno o de las zonas ricas costeras, donde muchos trabajan en fábricas” (“China’s Mailing Health System”, Time, 12 de mayo de 2003).
Esta clase de mayores desigualdades sociales y económicas ahora existe en muchos aspectos de la sociedad de China, que puede determinar si uno vive o muere cuando ocurra algo como un terremoto.
El desarrollo para enriquecerse rápidamente
En las últimas décadas, China se ha integrado y subordinado más al sistema capitalista mundial. Las inversiones extranjeras han inundado al país. Entre las empresas extranjeras con inversiones en Sicuani están PepsiCo, Procter & Gamble, Toyota, United Technologies, McDonalds, Lufthansa, Sony, Intel, Cisco Systems y Archer Daniel Midland.
Ha habido muchos esquemas de desarrollo económico para “enriquecerse rápidamente”, principalmente en las zonas de la costa oriental del país, donde hay concentraciones de mano de obra barata y acceso a empresas de carga. En los últimos años, esta clase de crecimiento económico rápido se ha extendido hasta las zonas del interior, como las ciudades y pueblos golpeados por el terremoto del 12 de mayo.
En muchos casos, tal expansión ha llevado a reubicaciones forzosas. Este empuje para crecer rápidamente obliga a las constructoras a recortar tiempos, a las compañías y al gobierno a pisotear los derechos de los inquilinos y a no hacer caso a las normas de seguridad en construcciones. Movilizaron a la policía para hacer cumplir los desalojos.
Hay reportes de personas opuestas de demoliciones y desalojos que se han prendido fuego y suicidado.
Hace cinco años se llevaron a cabo renovaciones en masa principalmente en las ciudades grandes. Ahora suceden en ciudades medianas y pequeñas, como la capital de Sichuan, Chengtú, a 240 kilómetros del epicentro. Los funcionarios de la ciudad anunciaron un plan para erogar 10 mil millones de yuan (1.4 mil millones de dólares) para construir un nuevo pueblo en los suburbios al norte.
Miles de ciudades pequeñas están brotando en lo que eran tierras de pastoreo despobladas. Esta clase de urbanización rápida ha transformado a Sichuan en una de las más grandes provincias del país con una población de cerca de 82 millones. La demolición y la construcción rápida han creado condiciones de corrupción desenfrenada y la construcción chapucera que ahora la gente denuncia tras el terremoto. Estas zonas rurales y pueblos pequeños han sufrido la peor destrucción del terremoto.
Esta clase de desarrollo económico, impulsado por las ganancias de corto plazo, el crecimiento rápido y la minimización de costos, también afecta la construcción de presas en el país. Y ahora, tras el terremoto, existe una situación sumamente peligrosa en que las presas construidas de manera chapucera están dañadas, lo que pone en peligro de inundaciones a millones, especialmente debido a las continuas réplicas.
Hay reportes de danos a cientos de presas. Por ejemplo, construyeron la presa Zipingpu, terminada en 2006, a pesar de las objeciones de los sismólogos porque estaba muy cerca a unas grandes fallas geológicas. Después del terremoto, los soldados se apresuraron a ir a la presa tras informes de que se le abrían grietas.
Lágrimas de cocodrilo ocultan un sistema criminal
Algunos comentaristas de noticias dijeron que el terremoto es como un “regalo de dios” al gobierno chino, porque en cuanto a la opinión pública global, las cosas no han sido buenas para China. Su represión brutal de Tíbet ha acaparado las primeras planas por semanas, al mismo tiempo que China prepara su mega-campaña de relaciones públicas por los Juegos Olímpicos. Por eso, tuvieron lugar muchas protestas durante el recorrido de la antorcha olímpica a través del mundo.
Con el terremoto, China tiene la oportunidad de cambiar la opinión pública en beneficio del reaccionario régimen. Altos funcionarios del gobierno volaron sin demora a las zonas devastadas, llorando lágrimas de cocodrilo y montando un espectáculo de preocupación ante las cámaras de TV, conscientes de que se transmitirá en China y sobre todo en el mundo. El gobierno chino sabe bien que, especialmente tras el ciclón en Myanmar, lo que hace en cuanto a este desastre estará bajo la lupa en China y en el mundo, con su rollo de cuán competentes, compasivas y controladas han sido las labores de rescate y socorro.
Los gobernantes chinos tienen mucha necesidad, en el frente interno y en el mundo. Tienen que mantener el control social ante mayores disparidades y descontento, y ante una polarización política y económica cambiante y compleja en el mundo a medida que prosiguen sus ambiciones internacionales. Desde el comienzo, el gobierno ha considerado los Juegos Olímpicos como una manera de crear condiciones políticas más favorables en el país y en el mundo.
Las lágrimas de cocodrilo derramadas por los funcionarios del gobierno tras el terremoto solamente ocultan la verdad: la economía china está profundamente integrada y subordinada al sistema capitalista global. El desarrollo del capitalismo en China ha sido y sigue siendo un infierno sobre la tierra para cientos de millones de personas. Y lo que China necesita es otra revolución que apunte a derrocar a la nueva clase dominante capitalista, obtener de nuevo la independencia nacional y crear una sociedad socialista auténtica y verdaderamente liberadora.
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