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Revolución #132, 15 de junio de 2008
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¡Con "Abajo todos los dioses", fuimos al campeonato de atletismo!
Cada año el campeonato de atletismo de las prepas de California atrae a miles de aficionados ávidos de todas partes del estado para una de las más emocionantes competencias deportivas del país. Por dos días una multitud multinacional se reúne para celebrar los esfuerzos y logros de atletas de prepas de todas las nacionalidades, algunos a solamente unos años de ser atletas de nivel mundial. Un grupo de nosotros decidió ir al campeonato de este año en el Colegio de Cerritos en la área de Los Ángeles y llegar temprano para mezclarnos con la multitud que entra en el estadio y entablar conversación con la gente sobre el daño que hace la religión—y especialmente el crecimiento de la religión fundamentalista—en este país y el mundo, y la necesidad de que la gente se aparte del servilismo que promueve y que se una con la revolución y el comunismo.
Muchos de los actuales récords nacionales de atletismo de prepas se establecieron en este torneo en años previos por atletas que después llegaron a ser campeones mundiales. Este año no fue una excepción. Este año los eventos de larga distancia del 30-31 de mayo sobresalieron. Christine Babcock, en su último año en la escuela Woodbridge-Irvine, batió el récord nacional de las jóvenes en la carrera de 1600 metros con 4:33.82—¡batió el récord que ella misma estableció hace 8 días! Y German Fernandez de Riverbank del Valle Central batió el récord del torneo en la carrera de 1600 metros para los jóvenes, y unas horas después regresó para ganar la de 3200 metros con 8:34.23—¡batiendo el récord nacional por casi 8 segundos!
Llegamos al torneo con muchas camisetas con el famoso cuadro de los velocistas Tommie Smith y John Carlos en el estrado de medallas de los Juegos Olímpicos de 1968 en el Distrito Federal de México con sus puños con guantes negros levantados en apoyo a la lucha del pueblo negro en Estados Unidos. Se escribe al lado del cuadro “Necesitamos mucho más de esto…” Al revés de la camiseta hay un cuadro en que el jugador de fútbol estadounidense Terrell Owens de rodillas apunta su dedo al “cielo”—con las palabras “…y no esto”. Y llevábamos tarjetas de promoción del libro nuevo de Bob Avakian, Abajo todos los dioses, desencadenar la mente y cambiar radicalmente el mundo, para asegurar que la más gente posible supiera del libro. También vendimos el periódico Revolución. El título del libro le llamaba la atención a alguna gente, que quería saber qué tenía que decir un líder comunista sobre la religión y adquirió el periódico para informarse. En general, fue una tarde emocionante, controvertida por supuesto, pero también una tarde de desafío e inspiración para nosotros así como para los aficionados.
El cuadro en el pecho de la camiseta resonó a muchos aficionados del atletismo. Hizo que algunos sonrieran, clamaran sus nombres, y hablaran del sentido especial que les tenía ese momento histórico. Un aficionado asistió con ellos a la Universidad Estatal de San José; otros han corrido con ellos, o han sido entrenados por ellos. Muchos se acordaron de haberlos visto en la tele; y una persona se acordó del idiota George Foreman, quien se opuso a lo que hicieron y ondeó una enorme bandera estadounidense en el cuadrilátero antes de su pelea. Y muchos sabían el precio que ellos tuvieron que pagar por su acto de valor.
Cuando la gente vio el revés de la camiseta y las tarjetas de “Abajo todos los dioses”, las cosas se agudizaron. Algunos de inmediato captaron el mensaje y dijeron estar de acuerdo. Sabían de Terrell Owens, y que muchos atletas “les dan las gracias a dios” por sus hazañas, y querían la camiseta. Mucha gente ha tenido una experiencia directa con la opresión nacional y tenía más disposición a conocer la política revolucionaria. Logramos abordar la conexión entre romper con esta mentalidad de esclavo y cambiar radicalmente el mundo. Entre estos vendimos 17 camisetas. Un par de jóvenes, uno latino y uno blanco, preguntaron, “¿Es esa una camiseta atea?” El latino quería saber de todo, incluso por qué no creíamos en Dios. Su amigo verdaderamente quería conseguir una para llevar puesta en la escuela.
Muchos otros dudaron de la posibilidad de “cambiar el mundo radicalmente”, o que hay que “desencadenar la mente” para lograrla. Un joven no podía entender cómo uno quisiera contribuir cualquier cosa a la sociedad sin dios, si uno creía que no será nada después de la muerte. Algunas personas tenían puestas camisetas de Obama.
A la gente firmemente religiosa no le gustó la camiseta, frente o revés, y a menudo se fue afectada—especialmente cuando vieron el título del libro. Algunos se quedaron para afirmar que rezar a Jesús importaba en su vida. Y a menudo dijeron que la gente es culpable por sus propias condiciones, ya sean aquellos que murieron después de Katrina; o el uno-en-cada-nueve jóvenes negros en prisión; o el pueblo de Haití tan desesperado que tiene que comer galletas hechas de lodo.
Una conversación con tres jóvenes negros captó algo de lo contradictorio de lo que experimentamos en general fuera del torneo. El más religioso entre ellos era a la vez él que tenía la mente más cerrada. Rechazó los castigos extremos reclamados por el Viejo Testamento contra los gays, hijos rebeldes, adúlteros, etc. diciendo que Jesús “cambió” todo eso. Su creencia le aseguraba que si trabajabas duro puedes tener éxito. Los otros compartían esta idea, al menos en cuanto a ellos mismos. Y esencialmente su punto de vista acerca de las condiciones del pueblo aquí y alrededor del mundo era que debe dejarlo en manos de dios.
Pero mientras seguíamos conversando sobre el golfo entre la realidad que confronta el pueblo aquí y en el mundo y cómo podrían ser las cosas—el índice de encarcelamiento de jóvenes negros y latinos, y el futuro sin salida que la mayoría ve; la explotación y el sufrimiento increíbles del pueblo a través del planeta debido al imperialismo—, los otros reaccionaron de una manera distinta. El segundo joven quería saber por qué no podía unirse con la resistencia contra todo eso y a la vez creer en dios. Nos unimos con lo que era positivo en su sentimiento y lo alentamos a actuar de acuerdo con ello. Explicamos que la religión promueve el servilismo entre las mases y que tiene raíces en la idea de la existencia de alguna clase de ser divino y todopoderoso, y que la gente tiene que romper con eso y enfrentarse a la realidad tal como es de verdad para poder cambiarla.
La joven con los primeros dos aceptaba que era un crimen la enorme opresión y desigualdad en este país y lo que hace Estados Unidos alrededor del mundo, de la guerra de Irak a la explotación global, e intentaba entender lo que explicábamos sobre el papel de la religión en esclavizar la mente del pueblo cuando lo que necesita es oponer resistencia a todo eso y ser emancipadores de la humanidad. Empezamos a platicar del hecho de que todas las religiones principales firmemente promueven el patriarcado –una palabra que ella conocía—y los grilletes que esta “moral tradicional” imponen en la mente de la gente, y el enorme daño que causan. Cuando la conversación empezó a abarcar otros temas, ¡el primer joven decidió que teníamos que terminarla!
Casi nos arrestaron al fin cuando cinco patrullas llegaron. Por mucho tiempo buscaron en su libro de códigos algo de que acusarnos. La gente se acercó para comprar la camiseta y estaba escandalizada por lo que hacía la policía. La policía nos dio una citación por vender sin licencia, y nos expulsaron. A un joven negro quien había pagado para ver el torneo pero se quedó y miró porque quería una camiseta, le ordenaron que se fuera también. Él había participado en este torneo desde hace unos años, ahora está en una universidad en Atlanta, y sintió que lo que nos pasó le recordó de Atlanta. En total, cientos de personas consiguieron la tarjeta y oyeron de “Abajo todos los dioses”, y regresamos a casa con una camiseta, un periódico y algo estimulante e inspirador en que pensar. ¡Ahora estamos a la expectativa de la siguiente oportunidad que tengamos para hacerlo otra vez!
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