Revolución #139, 10 de agosto de 2008


Pongamos las Cosas En Claro

Pongamos las Cosas En Claro
Los medios, los políticos y los libros de historia convencionales constantemente nos bombardean con el mensaje de que “el comunismo ha muerto” y grandes distorsiones sobre el socialismo y el comunismo, China fue un país auténticamente socialista de 1949 a 1976. Al aproximarse y al desarrollarse los juegos Olímpicos de Beijing, habrá un chorro de ataques contra Mao Tsetung, el socialismo y la Revolución Cultural.

Los actuales gobernantes de China tienen una “etiqueta comunista” pero después de la muerte de Mao en 1976, fue derrocado el socialismo y restaurado el capitalismo en China. Lo que vemos hoy en China NO es socialismo. Es una sociedad capitalista caracterizada por la explotación en maquiladoras, destrucción ambiental y enormes disparidades sociales.

El proyecto Pongamos las Cosas En Claro lleva cuatro años refutando las mentiras y tergiversaciones sobre las revoluciones socialistas en el siglo 20. Por ejemplo, publica hojas de datos que se pueden usar en salones, colocar en la red y circular en actos y foros públicos.

A continuación presentamos de nuevo una hoja de datos del proyecto sobre la Revolución Cultural. Puedes contactar al proyecto en thisiscommunism.org.

La verdad sobre la Revolución Cultural

La Revolución Cultural de China es tan controvertida. La pintan como una gran purga que hizo Mao, sediento de poder, contra la oposición y que hundió a China en el caos. ¿Qué fue en realidad?

La Gran Revolución Cultural Proletaria de 1966 a 1967 fue un levantamiento revolucionario en que participaron cientos de millones de personas. Fue una especie de “revolución dentro de la revolución”.

En 1949, la revolución obrero-campesina tumbó al viejo orden. Estableció un sistema político y económico socialista que dio poder a las masas y trajo muchos beneficios para el pueblo (vea “Pongamos las cosas en claro: Logros sociales y económicos de MaoOR #1248). A pesar de eso, quedaban disparidades económicas y sociales importantes. Además, ocurría algo muy peligroso: surgió una nueva élite privilegiada que tenía su centro político-organizativo en el seno del Partido Comunista, y crecía su influencia política e ideológica.

A mediados de los años 60, esos altos dirigentes seguidores del camino capitalista (los llamaron así porque eran altos líderes del partido que aguaban el marxismo a fin de justificar medidas político-económicas que llevaran a la restauración del capitalismo) estaban maniobrando para tomar el poder. Querían reinstalar los sistemas de explotación y abrir las puertas a la dominación extranjera; en resumen, ¡querían convertir a China en el “paraíso de maquiladoras” que es hoy en día!

La Revolución Cultural, lejos de ser una “pugna de palacio”, fue una lucha aguda y profunda para determinar qué camino seguiría el país y quiénes lo dirigirían: los trabajadores o una nueva clase burguesa.

Mao y las fuerzas revolucionarias del Partido Comunista movilizaron a las masas a levantarse para impedir que los seguidores del camino capitalista tomaran el poder y para sacudir los altos niveles del partido que estaban adoptando un molde burocrático-burgués. Sin embargo, la Revolución Cultural fue mucho más que eso. Las masas realizaron transformaciones revolucionarias de la economía, las instituciones sociales, la cultura y los valores de la sociedad, y hasta revolucionaron el partido. Mao llamó este proceso continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado1 .

En realidad, ¿se puede llamar eso un levantamiento popular? Más que todo, se oye que fue una horrible “limpieza” de la sociedad.

La Revolución Cultural no fueron “redadas” ni meter a la gente en “campos de trabajos forzados” ni obligar a todos a pensar igual. Los métodos de la Revolución Cultural fueron muy distintos. Los trabajadores, los campesinos y gente de diversas capas sociales participaron en críticas de masas a los círculos oficiales corruptos. Debatieron los planes económicos, el sistema de educación, la cultura y la relación entre el Partido Comunista y las masas populares. Mao no quería “purgas” políticas. Quería que las propias masas tomaran medidas para derrotar a los enemigos de la revolución. A continuación, unos ejemplos de cómo se libró la Revolución Cultural:

¿No se cometieron muchos actos violentos durante la Revolución Cultural en que sufrió mucha gente inocente?

Las historias típicas del Occidente dan la impresión de que los ataques violentos a las personas y la eliminación física de la oposición contaban con el beneplácito de Mao, y que la violencia política era muy común, fuera la política oficial o no. Nada de eso es verdad.

La orientación de Mao respecto a la Revolución Cultural se especificó en documentos oficiales muy difundidos. En la Decisión de 16 Puntos, decía: “Donde hay debate, se debe proceder mediante la razón y no la fuerza”3. Otras declaraciones dieron instrucciones más detalladas. Por ejemplo, los Guardias Rojos no podían portar armas, hacer arrestos ni juzgar a nadie.

Mao exhortó a las masas a “cañonear el cuartel general” y derrocar al puñado de seguidores del camino capitalista que querían arrastrar a China de nuevo al capitalismo. Se trataba esencialmente de levantamientos políticos. Debate de masas, crítica y movilización política de masas: estas fueron las principales formas que tomó la lucha de clases durante la Revolución Cultural. A los líderes y a los funcionarios del partido se les dio la oportunidad de reformarse y participar en la lucha; al máximo se expulsó al 3% de los militantes del partido, lo que dista mucho de ser una gran “purga”.

¿Hubo violencia? Sí. Era una lucha de clases profunda y turbulenta. Con un movimiento de masas sin precedentes y de gran escala (más de 30 millones de jóvenes activistas)... y en un país de tal tamaño (en ese entonces, 800 millones de habitantes)... sería difícil imaginar que fuera diferente. Inevitablemente, en cualquier gran movimiento social para corregir injusticias habrá excesos. Aquí hay que poner de manifiesto tres hechos:

Primero, la violencia que ocurrió fue limitada y esporádica, e involucró solo una minoría del movimiento.

Segundo, cuando se dieron actividades dañinas —por ejemplo, si los estudiantes de los Guardias Rojos atacaron físicamente o humillaron a funcionarios, o si aprovecharon el movimiento para saldar cuentas u ofensas personales—, la dirección maoísta condenó, criticó y luchó contra esas actividades. Veamos un episodio muy importante poco conocido de la Revolución Cultural. Por ejemplo, en Beijing los obreros que seguían la línea de Mao entraron a las universidades a parar las peleas entre diferentes facciones estudiantiles y a ayudarlos a resolver sus diferencias4 .

Tercero, los altos dirigentes seguidores del camino capitalista azuzaron mucha de esa violencia para defender sus puestos. Si se les criticaba, movilizaban a grupos de obreros y campesinos a atacar en nombre de la Revolución Cultural. ¡Incluso crearon grupos conservadores de Guardias Rojos que iban de una parte a otra causando caos! Querían desacreditar la Revolución Cultural y desviar las críticas hacia otras personas.

Al final, en 1976 los seguidores del camino capitalista lograron derrocar el poder proletario, y fueron ellos quienes desataron la violencia reaccionaria del ejército contra las protestas de estudiantes y obreros en la plaza Tiananmen en 1989.

¿Qué dicen sobre el tratamiento a los artistas e intelectuales, y la política de mandar a gente al campo?

No atacaron a artistas, intelectuales o profesionistas como grupo o capa social. Al contrario, les animaron a participar en el movimiento revolucionario, mirar sus obras desde la óptica de la lucha para crear una nueva sociedad y examinarlas para ver si contribuían al avance de la revolución o lo retrasaban. Una meta de la Revolución Cultural fue alentar arte revolucionario protagonizado por las masas que las ayudara a impulsar la historia.

Otro objetivo era acabar con el desequilibrio cultural que existía en el país. Los artistas, intelectuales y profesionistas vivían mayormente en las ciudades y su trabajo estaba divorciado de la sociedad en general y en particular del 80% de la población que vivía en el campo. Por toda la sociedad, la Revolución Cultural suscitó debates sobre la necesidad de reducir las desigualdades entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, entre las ciudades y el campo, entre la industria y la agricultura, y entre hombres y mujeres.

Se exhortó a los artistas, médicos, trabajadores técnicos y científicos y a la gente educada a unirse a los obreros y campesinos: aplicar sus conocimientos a lo que la sociedad necesitaba, convivir con la gente trabajadora, compartir conocimientos y aprender de ella. Grandes cantidades de jóvenes y profesionistas respondieron al llamamiento de Mao de “servir al pueblo” e ir al campo.

Para que los cambios sociales echaran raíces, era necesario también establecer nuevas normas sociales. Por ejemplo, se requirió que los egresados de las prepas pasaran un mínimo de dos años en las aldeas o en las fábricas antes de seleccionar a cuáles entrarían a la universidad. Así que hubo un elemento de coacción (es decir, las normas se hicieron cumplir), pero hay que preguntarse: ¿te opondrías, por ejemplo, a la integración racial simplemente porque es ley? Para muchos intelectuales, dejar atrás sus privilegios e integrarse con las masas del campo fue una experiencia fantástica5.

Los ataques contra la Revolución Cultural por “destruir vidas” y “arruinar carreras profesionales” en el fondo representan oposición a sus radicales medidas sociales antielitistas.

A menudo se dice que la práctica de mandar al campo a médicos, ingenieros, intelectuales y otras personas capacitadas fue una forma de “castigarlas”. No es cierto. Hay que mirar eso en el contexto socio-económico mayor: la China maoísta buscaba un desarrollo equilibrado e igualitario. En el tercer mundo hay una crisis de urbanización caótica y desarrollo desequilibrado: con ciudades gigantescas, insostenibles en términos medioambientales, y rodeadas de crecientes barriadas de miseria; migración masiva de campesinos a la ciudad en busca de trabajos que no hay; medidas económicas, y sistemas educativos y de salud que benefician a los acomodados de las ciudades a expensas de los pobres de la ciudad y del campo.

A propósito, el gobierno maoísta rechazó los modelos occidentales de sobrepoblación urbana; al contrario, quería integrar el desarrollo industrial y el desarrollo agrícola, descentralizar la capacidad productiva y superar las disparidades regionales. Dicha estrategia prestaba atención al bienestar del campo y daba prioridad a las necesidades de los explotados y olvidados.

Pero he leído muchas historias de personas que vivieron durante la Revolución Cultural y hablan de gran sufrimiento personal.

Las diferentes clases sociales y sus representantes literarios tienen nociones distintas de qué es “justo” e “injusto”, de qué es “horrible” y qué es “liberador”. El hecho de que alguien “lo vivió” no cambia nada de esto; no necesariamente le da a esa persona un conocimiento objetivo de los hechos.

Muchos profesionistas privilegiados de la ciudad pensaban que la Revolución Cultural los “trató mal”. Tenían que aguantar críticas, se les desbarató su mundito, perdieron sus privilegios: esas fueron las “heridas” que sufrieron... y que cuentan con bastante exageración. No es de sorprenderse que en Estados Unidos se elogian efusivamente y se promocionan esos libros, y en China también (pues los enemigos de la Revolución Cultural llegaron al poder en 1976). Las reseñas e “historias personales” que presentan una visión positiva de la Revolución Cultural generalmente no se publican.

Piénsalo. ¿A qué conclusión llegarías sobre la revolución francesa si leyeras puras historias escritas por la vieja aristocracia? ¿Qué pensarías de la guerra de Secesión si hablaras solo con los terratenientes de las plantaciones? ¿O de la lucha por la acción afirmativa si hablas con una persona blanca que se queja de “opresión” porque no lo aceptaron en la facultad de derecho que quería? Es lógico pensar que tales “historias personales” están muy predispuestas contra el cambio social.

Lo mismo con la Revolución Cultural. Las capas sociales más privilegiadas ven, y distorsionan, la Revolución Cultural desde cierta óptica. Esto no quiere decir que nada se aprenderá de esas historias ni niega que se cometieron errores. Pero esas narraciones muy personales tergiversan los acontecimientos, el movimiento de masas y las principales tendencias de la Revolución Cultural. Impiden ver claramente los intereses de clase y los programas sociales que estaban en conflicto.

¿Tuvo logros concretos la Revolución Cultural?

Para empezar, la Revolución Cultural conservó el poder en manos del proletariado e impidió por 10 años (1966 a 1976) la restauración capitalista. Además, llevó a profundos cambios sociales e institucionales, y popularizó la orientación de una sociedad organizada según el principio de “servir al pueblo”. He aquí unos ejemplos:

En conclusión...

La Revolución Cultural fue un movimiento histórico sin precedentes. Con el sistema socialista ya establecido, Mao y los revolucionarios del Partido Comunista de China movilizaron la actividad consciente y la creatividad de las masas para impedir la restauración del viejo sistema e impulsar la revolución socialista hacia el comunismo: hacia la eliminación de las clases y de toda relación de explotación. En toda la historia, jamás se ha visto un movimiento de masas o una lucha de esa magnitud, guiada por una política y unos principios tan revolucionarios. Jamás se ha visto un esfuerzo tan radical por transformar relaciones económicas, instituciones políticas y sociales, cultura, costumbres e ideas.

¿Hubo errores y deficiencias durante la Revolución Cultural? Sí, y a veces bastantes serios. Pero en el contexto de los enormes logros, y en comparación con los horrores de la sociedad capitalista, esos problemas eran secundarios.

Pero la revolución comunista no debe estancarse. Los revolucionarios tienen que aprender críticamente de la experiencia, sin temor a interrogarse, seguir adelante y llegar más lejos cada vez. Bob Avakian ha desbrozado nuevos terrenos del marxismo-leninismo-maoísmo que nos capacitan para hacer eso.

Bob Avakian plantea una visión vibrante del socialismo y el comunismo. Ha profundizado el conocimiento de cuáles son las tareas y las contradicciones de la dirección revolucionaria, y de cómo desencadenar a las masas a gobernar y transformar la sociedad. Ha hablado del papel indispensable del disentimiento en la sociedad socialista, sobre todo de su contribución al espíritu de crítica que debe imbuir toda la sociedad. Ha señalado la importancia de las esferas intelectuales y culturales en el socialismo, resaltando que la sociedad socialista necesita —y debe fomentar— gran efervescencia, creatividad y experimentación intelectuales10 .

Si anhelas un mundo diferente... tienes que explorar la verdad de la Revolución Cultural... tienes que explorar las obras visionarias de Bob Avakian.

Notas

1 Bob Avakian, Las contribuciones inmortales de Mao Tsetung (Chicago: Liberation Distributors, 1991), capítulos 6 y 7. [back]

2 Mobo C. F. Gao, “Debating the Cultural Revolution: Do We Only Know What We Believe”, de Critical Asian Studies , tomo 34, No. 3 (2002), p. 428. [back]

3 “Decisión del Comité Central del Partido Comunista de China sobre la Gran Revolución Cultural Proletaria” (adoptada el 8 de agosto de 1966), de Importantes documentos de la Gran Revolución Cultural Proletaria (Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1970). [back]

4 Han Suyin, Wind in the Tower (Boston: Little, Brown, 1976), parte II, capítulos 3-5. [back]

5 Por ejemplo, Xueping Zhong, et al., Some of Us: Chinese Women Growing Up in the Mao Era (New Brunswick: Rutgers University Press, 2001). [back]

6 Dongping Han, The Unknown Cultural Revolution: Educational Reforms and Their Impact on China's Rural Development (Nueva York: Garland Publishing, 2000), p. 88; Suzanne Pepper, “Education”, en Roderick MacFarquhar y John K. Fairbank, compiladores, The Cambridge History of China , tomo XV (Cambridge: Cambridge University Press, 1991), p. 416; Ruth Gamberg, Red and Expert: Education in the People's Republic of China (Nueva York: Schocken, 1977). [back]

7 Gao, “Debating the Cultural Revolution”, pp. 427-430. Gao, quien participó en la Revolución Cultural, describe así el impacto de la nueva cultura en las aldeas: “Los campesinos organizaron por primera vez grupos de teatro y montaron obras que combinaban el contenido y la estructura de las ocho óperas modelo de Pekín con la lengua y la música de la localidad. Además de divertirse, aprendieron a leer y escribir. También organizaron competencias deportivas con otras aldeas. Todas esas actividades eran una oportunidad para conocer a otras personas, comunicarse, enamorarse. Les daban disciplina y organización, y creaban una esfera pública de reuniones fuera de la familia y los clanes tradicionales. Eso nunca había sucedido antes y no ha vuelto a suceder después”. [back]

8 Stephen Anders, China's Industrial Revolution (Nueva York: Pantheon, 1977). [back]

9 Science for the People, China: Science Walks on Two Legs (Nueva York: Avon, 1974). [back]

10 Por ejemplo, Bob Avakian, “Empeñarse en la revolución, promover la producción — Cuestiones de concepción y método“; “Escalar las alturas y volar sin una red de seguridad“; y “Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo“. Todos están en revcom.us. [back]

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