Revolución en línea, 6 de octubre de 2008
Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
Bailando bajo las armas
15 de septiembre de 2008. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. “Cualquiera que conozca las fotos del archivo del Holocausto recuerda imágenes de los nazis forzando a los judíos a bailar en el gueto mientras se reían con sorna.”
Este comentario fue hecho por el blogger israelí Richard Silverstein con respecto a un incidente en el aeropuerto internacional de Tel Aviv el 7 de septiembre. El conjunto de danza Alvin Ailey de Nueva York llegó para una presentación que iban a dar en uno de las principales sedes de eventos de Israel, la primera parada en una gira de seis países celebrando el quincuagésimo aniversario del famoso conjunto de danza afro-americano de Nueva York.
Abdur-Rahim Jackson, uno de los bailarines más antiguos, pasó por seguridad con el resto del grupo. Luego fue separado y llevado a un cuarto de retención.
El problema, le dijo la policía de seguridad, era su nombre. “Les expliqué,” contó más tarde Jackson, “que mi padre se había convertido al Islam y me dio ese nombre. Me preguntaron varias veces cuál era el nombre de mi padre, el de mi madre y por qué me habían nombrado así.” Un oficial de seguridad le dijo que debía cambiarse de nombre.
Pero no habían terminado con él. Le dijeron que sus datos de pasajero, su pasaporte, su prestigio en el campo de la danza, su viaje con el grupo, su foto en los folletos de la compañía de danza, etc. no eran suficientes. Si quería entrar a Israel, le dijeron, tendría que danzar para ellos, justo ahí en el cuarto de interrogatorio, rodeado de policías burlones. Sin quererlo, y extremadamente enojado y avergonzado, dijo más tarde, lo hizo. (Associated Press, 9 de septiembre)
Luego fue interrogado por un segundo grupo de oficiales – y otra vez, obligado a danzar. Después de una hora de humillación, lo liberaron.
El incidente se volvió noticia en Israel por las razones equivocadas. Jackson, resulta, no es ni ha sido nunca un musulmán, y su prometida, aunque clasificable como negra por analizadores celosos, es judía. Su familia israelí estaba esperando en el aeropuerto. No obstante, los oficiales israelíes se rehusaron firmemente a comentar, mucho menos a disculparse.
El blogger Silverstein apunta, “Quizás no se eleva al mismo nivel de humillación [como la famosa foto del gueto polaco]. Pero eso es sólo porque el personal israelí sabía que era un ciudadano estadounidense. Puede estar seguro que si hubiera sido un bailarín israelí árabe el tratamiento hubiera sido mucho peor.” (richardsilverstein.com)
Para colmo: Mohammed Omer, un joven de 24 años de Gaza, fue uno de los dos ganadores del Premio de Periodismo Martha Gellhorn en 2008 (junto con Dahr Jamail). El apoyo gubernamental internacional, incluyendo diplomáticos holandeses que viajaron para llevarlo, forzó a Israel a dejarlo salir de Gaza para que pudiera asistir a la ceremonia de premiación en Londres. Omer se volvió periodista siendo adolescente cuando una máquina excavadora israelí aplastó su casa mientras su familia estaba adentro, hiriendo seriamente a su madre. Sin embargo, de acuerdo a un ex embajador holandés, “Él es una voz moderada, llamando a la juventud palestina a no buscar el odio sino buscar la paz con Israel.” (johnpilger.com, 2 de julio)
Pero como con el bailarín Jackson, a Israel no le importa si alguien es una amenaza o no. Tienen un sistema que imponer. Parte de eso que a ninguno de los que ellos consideran infrahumanos se le permite considerarse a sí mismo tan bueno como la raza superior. Y tampoco a ninguno de los encargados de imponer el sistema de la raza superior se le ocurre la idea que aquellos cuya identidad está basada en su opresión son seres humanos. Su sistema se mantiene o yace, en últimas, en las armas, pero esta ideología es esencial para su supervivencia.
Cuando Omer trató de entrar al país de nuevo, en el Puente Allenby de Jordania, viajando otra vez con un diplomático holandés por protección, ocho oficiales de Shin Bet (la Gestapo Israelí) lo rodearon y le pidieron el dinero del premio. Uno puso un arma en la cabeza de Omer. Lo desvistieron a la fuerza y lo hicieron pararse desnudo. Se rieron cuando reclamó que era un ser humano. Después de doce horas sin agua, comida o un baño, vomitó y se desmayó. Entonces los Shin Bet usaron sus pulgares para empujarle los ojos y los nervios debajo de sus orejas y le apretaron el cuello para cortarle la respiración – procedimientos de tortura diseñados para no dejar marcas. Todo este tiempo el diplomático holandés que lo estaba escoltando estaba esperando. Quizás por eso terminó en un hospital y no muerto.
Antes de torturarlo, lo hicieron bailar.
El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar (aworldtowin.org), una revista política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.
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