Revolución en línea, 24 de septiembre de 2008
La Convención Nacional Republicana de 2008: Desfile de pit bulls
Alan Goodman
Si pensaste que tras la pesadilla de los años de Bush y la euforia de la Convención Demócrata, el péndulo político del país ahora está yendo hacia la “izquierda”...
Si pensaste que el odio al régimen de Bush es tan amplio y tan implacable que una versión con nueva envoltura del mismo no podría contender en serio para la presidencia...
Si pensaste que los teócratas cristianos fundamentalistas ya eran cosa del pasado...
Entonces seguramente la Convención Nacional Republicana (CNR) te despertó con una sacudida espeluznante.
Al abrir la CNR en St. Paul, se preveía que iba a defraudar a todos o tal vez fracasar completamente. Primero, había el asunto delicado del presidente en el poder, amplia y profundamente odiado, cuyo nombre es ya sinónimo de mentiras, guerra sin fin y tortura. Segundo, el huracán Gustav amenazaba con recordarle al mundo del infierno que sufrió la gente de Nueva Orleáns y del golfo de México a raíz de la negligencia arrogante del gobierno antes y después del huracán Katrina (y quizás repetirlo). Para colmo, la “comunidad evangélica” (es decir, los teócratas cristianos fundamentalistas), insatisfecha con el papel que tendría en un gobierno de John McCain, amenazaba con no participar en la convención.
Pero en un sorprendente giro de 180 grados, la convención salió viento en popa. El detonante fue la selección de Sarah Palin para ser la compañera de fórmula de McCain. Pero el evento fue, de pe a pa, una ráfaga de ataques venenosos contra los liberales, de pleitesías burdas al “resentimiento” de la clase media blanca y la promoción de ello, y llamamientos a apoyar la guerra sin fin. Y en el trasfondo, marcó la inserción más profunda de los fascistas cristianos en las elecciones de 2008.
Los fascistas cristianos escogen a una vicepresidenta
El giro sorpresivo se dio con el anuncio, unos días antes de la convención, de que Sarah Palin iba a ser la compañera de fórmula de McCain. Causó una gran impresión porque no hubo indicaciones de que McCain la estaba considerando seriamente. El New York Times había informado que “la señora Palin no tiene fuertes defensores” entre los asesores de McCain.
Otras indicaciones también dejaron claro que McCain no la estaba considerando en serio. No se le hizo el proceso de seria investigación a fondo que se había hecho con los demás potenciales candidatos a la vicepresidencia. El Washington Post informó que “no sometieron a Palin a una larga entrevista en persona con el director del equipo de McCain que investigaba los antecedentes de los candidatos para la vicepresidencia, hasta el miércoles pasado en Arizona, un día antes de que McCain le pidió ser su compañera de fórmula” (nuestro énfasis). Los ayudantes de McCain le dijeron al Washington Post que ni siquiera se les informó del embarazo de la hija soltera de Palin, un posible escándalo, hasta esa entrevista de última instante, aunque normalmente este tipo de problema se revela con mucha anticipación en el prolongado proceso de investigación.
De hecho, McCain quería que el candidato a la vicepresidencia fuera Joseph Lieberman, otro paladín de “mantener el curso” en Irak, o el ex gobernador de Pensilvania Tom Ridge. Pero fuerzas poderosas de la derecha religiosa no iban a aceptar a ninguno de los dos a raíz de su apoyo nominal para el derecho a decidir. James Dobson (de Enfoque a la familia) anunció antes de la convención que “no puedo votar ni votaré por el senador John McCain”. Después del anuncio sobre Palin, Dobson dijo que si McCain hubiera “nombrado a Lieberman o Tom Ridge o una persona similar, estaríamos de nuevo en un apuro”.
En esencia, Dobson y las fuerzas que representa le hicieron a McCain una oferta que no podía rechazar. No todos los canales se saben, pero Richard Land, presidente de la comisión de Ética y Libertad Religiosa de la Convención Bautista del Sur, le dijo a Christianity Today que había “recomendado” a Palin al personal de McCain. Y tras el anuncio de la selección de Palin, Dobson dijo en una entrevista radial: “Si yo fuera hoy a las urnas, votaría por John McCain”. Agregó: “Al mirar las opciones que tenemos en frente y las consecuencias para este país, y ahora especialmente con esta selección, con una candidata tan excepcional para la vicepresidencia como compañera de fórmula, les digo que me siento aliviado y muy emocionado” (programa de Denis Prager, 29 de agosto).
Así que, al final de cuentas, el senador “Maverick” (inconformista), el tipo que supuestamente solo escucha a su conjunto de valores independientes, tuvo que doblegarse y aceptar a una candidata a la vicepresidencia que no había seleccionado y a quien apenas conoció, para satisfacer a los fascistas cristianos.
Palin es una cristiana fundamentalista y producto de la máquina política de los cristianos fascistas. Quiere prohibir toda forma de aborto, incluso en el caso de violación o incesto. Cree en el creacionismo de “tierra joven”, una interpretación textual de la mitología bíblica sobre la historia del planeta que afirma que la Tierra tiene miles de años de edad, en oposición al hecho científico de que tiene miles de millones de años de edad; ha argumentado que se debe enseñar ese dogma teocrático como una “alternativa” en las clases de ciencias de las escuelas públicas. Como alcaldesa, intentó prohibir ciertos libros en la biblioteca y, cuando la bibliotecaria dijo que no, Palin trató de despedirla. Asimismo, en un vídeo de YouTube, Palin afirma a un grupo juvenil en una iglesia de Alaska que la guerra de Irak es una “tarea que viene de Dios” y, es más, que la construcción de un gasoducto de Alaska a los 48 estados continentales (un proyecto suyo) es “la voluntad de Dios”.
En vista de, primero, la peregrinación de McCain y Barack Obama a la iglesia del pastor cristiano fundamentalista Rick Warren para lo que fue en esencia el primer debate entre los dos candidatos, la investigación y la selección de la candidata a la vicepresidencia por fundamentalistas religiosos —de una manera no muy diferente de cómo los teócratas islámicos aprueban a los candidatos políticos de Irán— fue un siniestro ejercicio y fortalecimiento del poder de los teócratas cristianos del país. La promoción de Palin a la categoría de “superestrella política” —¡por los mismos medios que los republicanos acusan de sesgar los comentarios en su contra!— es en sí un avance significativo para los fascistas fundamentalistas.
Dos puñetazos imprevistos de Giuliani y Palin
La incorporación de Palin le dio energía a la CNR, pero el evento en su totalidad fue un llamado sincronizado y belicoso a la lealtad ciega a la agresiva guerra sin fin, al hiperchovinismo y, para la base social republicana, prepararse a apechugarse con tiempos difíciles. Todo eso iba acompañado de ataques incesantes contra los liberales de Hollywood, “los grandes medios de comunicación” y otros chivos expiatorios que se ofrecen a la clase media como causa de sus problemas.
Rudolph Giuliani y Palin dieron el mensaje en dos puñetazos imprevistos.
Giuliani afirmó: “El senador McCain es el candidato más relacionado con el ‘aumento’ [de soldados]”. Atacó a los demócratas por “haberse dado por vencidos en Irak” y agregó: “señoras y señores, perder la confianza en Irak significa que ya perdieron su confianza en Estados Unidos”.
Giuliani, quien invoca al 11-S cada vez que habla, se arremetió contra “los medios de comunicación de izquierda” y las “celebridades de Hollywood”. Vapuleó a Obama por su “educación élite” (evidentemente no importa que Bush estudió en la universidad élite de Yale) y sus antecedentes de organizador comunitario. Asimismo, el ex alcalde de la ciudad de Nueva York recriminó a los que piensan que el pequeño pueblo de Alaska en que vive Sarah Palin “no es suficientemente cosmopolita”.
Palin elogió a McCain como el hombre que “rehusó abandonar su fe en las tropas en Irak, que ahora han traído la victoria a la vista”. Ridiculizó a Obama como una persona que “puede dar un discurso entero sobre las guerras que Estados Unidos está librando y no usar nunca la palabra ‘victoria’, a menos que hable de su propia campaña”.
La enojada “mamá de hockey”, la autodenominada “pit bull con los labios pintados”, también se arremetió contra la mera idea de que ser un “organizador comunitario” fuera una actividad legítima. Halagó y fomentó la estrechez de miras típica de los pueblos pequeños y el resentimiento contra ideas avanzadas: “En los pueblos pequeños, no entendemos exactamente por qué un candidato elogiará a la gente trabajadora cuando le está escuchando, y luego dirá que esa gente se aferra resentida a su religión y sus pistolas cuando no le está escuchando. No, pues, preferimos generalmente a los candidatos que no nos describen de una manera en Scranton y de otra en San Francisco”.
Los dos discursos tenían el tono petulante y pendenciero de un episodio del programa “The O’Reilly Factor” del canal Fox: se arremetieron contra los “cosmopolitas”, los “liberales de Hollywood”, los preocupados por “advertirles... de sus derechos” a los detenidos.
Cuando Adolfo Hitler incitó al “volk” indignado —el “pueblo común” de Alemania— a unirse contra los “cosmopolitas” (y en Alemania de ese tiempo eso se concentró de una forma extrema en sus ataques contra los judíos), se le llamó fascismo.
¿Cómo lo llamamos en Estados Unidos?
El mensaje de McCain de sacrificarse para el imperio
Palin y Giuliani le dieron drama y dinamismo a la CNR, pero el discurso de McCain concentró un elemento clave del mensaje republicano. Tal vez pareció que la conclusión de su discurso no fue más que otro capítulo interesado de su experiencia, invocada hasta la saciedad, de haber sido prisionero de guerra (derribaron su avión mientras volaba sobre Vietnam, como parte de una guerra aérea que contribuyó a la muerte de millones de vietnamitas durante la guerra de Vietnam). Pero tenía un mensaje en particular, concentrado en la descripción de su evolución de ser una persona que “no pensaba que ninguna causa fuera más importante que yo” a una persona que aprendió a “luchar de nuevo para mi país...”, una persona que “se enamoró de mi país” y, como recalcó, “no simplemente debido a las muchas comodidades de la vida aquí”.
El discurso de McCain fue un llamamiento a unirse para luchar por los valores tradicionales estadounidenses, incluso durante tiempos difíciles, retos militares y sacrificios personales. Coincidió con el papel elevado de los fascistas cristianos, quienes dan una moral y organización cohesionadas para exactamente esa clase de movilización.
El bushismo sin Bush
Barack Obama se ha posicionado como el candidato para “unirnos todos”. Unas voces de la clase dominante sostienen que sería la mejor “cara” posible para todo lo que habrá que hacer al servicio del imperio estadounidense. Como Revolución analizó la semana pasada: “Obama no gobernaría exactamente de la misma manera que McCain. Eso no es nuestro argumento. Lo que SÍ es imprescindible es que serviría los mismos intereses fundamentales y obedecería los mismos imperativos fundamentales, como McCain. En esta conexión, Obama también está sosteniendo ante esos gobernantes que su mezcla específica de agresión y negociaciones, junto con su capacidad de “atraerle a” la gente internacionalmente y apaciguar la escena política en el frente interno, sería más eficaz al servicio de esos intereses e imperativos que los métodos de McCain”.
Obama no difiere de McCain en cuanto al rumbo básico de la sociedad. Tampoco es el caso que sus diferencias derivan de alguna manera fundamental de la competencia de “grupos de intereses” que suelen alinearse con los republicanos o los demócratas. Los programas que cada uno plantea, aunque la contienda sea aguda entre ellos, parten cada uno de los intereses globales del imperialismo estadounidense. Los dos están de acuerdo sobre los términos de la “guerra contra el terror”, a pesar del terrible sufrimiento y muerte que eso trae al mundo. Las divergencias entre ellos representan fuerzas y programas que están en contienda dentro de la clase dominante, respecto a cómo navegar el campo minado de las contradicciones que los gobernantes estadounidenses tienen ante sí. Mediante la CNR, los republicanos, con su consigna “País primero”, lanzaron su solución para reestablecer la unidad nacional e ir a la carga en el mundo en tiempos difíciles.
Casi ni se mencionó a Bush, quien solo habló a la convención por vídeo, y hasta él promocionó a McCain como un agente de cambio “independiente”. El hecho de que en la convención, el Partido Republicano y McCain (quienes en estos momentos son la fuerza dominante del statu quo) tuvieron que hacer todo lo posible para distanciarse de Bush pone al descubierto que la clase dominante tiene un sentido del amplio odio profundo a Bush y lo agudos que son los retos que enfrentará en el período venidero.
Frente a las reales fuerzas centrífugas que desgarran la sociedad estadounidense y los verdaderos retos globales ante el imperio estadounidense, el mensaje de la CNR fue un llamado sin apologías a los valores estadounidenses tradicionales del “pueblo pequeño”: la arrogancia ignorante, la intolerancia, la patriotería y la religión tradicional. Los republicanos pujaron por aventajarse a los llamados de Obama por el “cambio” con su propia versión del “cambio”: una rebelión reaccionaria y populista contra la “élite”, los “políticos de Washington” y los “grandes medios de comunicación”, dirigida por un senador supuestamente inconformista y una mamá de hockey de Alaska, ajena a los “políticos de Washington”, en una cruzada. La representante Marsha Blackburn lo dijo todo cuando habló a la multitud de delegados: “Somos los americanos que portan armas, temerosos de Dios y ondeabanderas que se emocionan al ver en la boleta a dos tirofijos con el statu quo en la mira”.
Este mensaje de la CNR no augura nada bueno. Fue un llamado a los incondicionales a unirse y estar listos para sacrificarse por Estados Unidos en sus guerras globales de imperio. Incitó a un sector de la sociedad para apoyar la represión interna y apechugarse con los tiempos difíciles económicos de ahora y del futuro, echándoles la culpa a los que tienen menos. En todos sus matices, fue una continuación del punto de vista de los bushianos: que ellos representan el único camino legítimo para el país y que toda oposición a lo que hacen y cómo lo hacen —incluso de parte de otras fuerzas de la clase dominante que coinciden en ese punto de vista básico, pero difieren en el enfoque— es inaceptable e ilegítima.
La CNR presentó un mensaje de bushismo sin Bush. Ahí está la política exterior abiertamente agresiva, “de por sí y para sí solo” si sea necesaria, al servicio del imperio: con un énfasis en la fuerza militar y un desdén para la diplomacia, por lo menos en público. Está también, pero fortalecida, la promesa a los fascistas cristianos de tener un lugar poderoso en la Casa Blanca y en toda la sociedad. Lo nuevo fue el tono populista, previsto en la candidatura de Huckabee, y el llamado a “tener aguante”, como McCain en la cárcel vietnamita, y poner las necesidades del país por encima de la holgura personal.
Además de lo que estaba pasando en el salón de la convención, la extrema represión fascista desatada en St. Paul contra los disidentes y los ataques a reporteros independientes e incluso de los grandes medios, antes y durante la convención, fueron otra dimensión del mensaje republicano: la intolerancia hacia la oposición, el disentimiento e incluso las preguntas incómodas. (Ver próximamente “El ultrajante ataque de la CNR contra Amy Goodman, Democracy Now! y los medios alternativos… he aquí cómo es la democracia imperialista” en revcom.us)
Los retos ante ellos... y nosotros
Una mirada sobria a la CNR debe servirnos de alarma. Pero no debe provocar la pasividad o la desesperación, ni en la forma de adaptarse a la “política de lo posible”. La “alternativa” que señala Obama es la “conciliación” con esos autodenominados pit bulls sanguinarios, chovinistas contra todos y oscurantistas (pintados los labios o no), a quienes los grandes medios de comunicación llaman respetuosamente los “neoconservadores” y la “derecha cristiana”. Los llamados de Obama a “unirnos todos” son, en esencia, llamados a claudicar al programa reaccionario lanzado por Bush, y revitalizado y actualizado en la CNR.
En vez de aceptar la “política de lo posible”, lo que se necesita urgentemente es una repolarización totalmente diferente de la sociedad, que no se basa en acomodarse o acceder al “debate aceptable” actual, sino en defender y luchar por las verdaderas necesidades y metas de la gran mayoría de la gente de este país y del mundo. Este es el criterio que cada persona de conciencia debe usar para decidir a quién y a qué apoyar, y para juzgar sus propias acciones. Urge mucho ahora una resistencia política que es independiente y no está amarrada a la “opción” entre el programa fascista de la CNR y la conciliación con ese programa que Obama representa.
En tiempos tumultuosos y políticamente cargados como ahora, la gente busca respuestas. Incluso las personas que entran en la vida política siguiendo a uno u otro programa de la clase dominante, pueden tener una disposición a soluciones radicales que llegan a la raíz del problema. En medio de la confusión y los retos de la temporada electoral, sin importar cómo se vaya desenvolviendo la situación, el periódico Revolución seguirá sacando esas raíces a la luz. Es más, conectará a la gente con la nueva concepción de la revolución comunista de Bob Avakian, una fuente de esperanza y osadía reales para toda persona que rehúsa aceptar las “opciones” que este sistema ofrece.
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