Revolución #150, 14 de diciembre de 2008
San Francisco:
Operación Primera Baja lleva la guerra a casa
El “Viernes Negro” en Union Square de San Francisco fue el punto cero de compras en la ciudad. También lo fue para la Operación Primera Baja, un teatro guerrillero montado por Veteranos de Irak Contra la Guerra (IVAW). Mientras andaban miles de compradores y turistas por el centro comercial, ex veteranos de Irak en uniforme acorralaron a “sospechosos, los echaron al suelo, los golpearon y les apuntaron armas imaginarias en la nuca. A la fuerza obligaron a los “sospechosos” a entrar a una zona especial donde les gritaban y los obligaban a ponerse de rodillas mientras les colocaban capuchas negras sobre la cabeza. Luego, desfilaron por el distrito de tiendas y finalmente los llevaron a una fuente donde les interrogaban a gritos y les sumergían la cabeza en el agua. La gente de El Mundo No Puede Esperar simulaba el submarino, o ahogamiento simulado.
“Hoy es el día de compras más agitado del año, el Viernes Negro, y mientras la gente andaba de compras en Macy’s, Bloomingdale’s, etcétera, les llevamos la guerra. Les ayudamos a ver que esta es la realidad y no es solo una nota en el noticiero vespertino”, le dijo el integrante de IVAW a Revolución.
“Operación Primera Baja es un teatro guerrillero en que no hay actores. Somos veteranos de la guerra de Irak y representamos las escenas que se hicieron y que se hacen todos los días en Irak donde tenemos que ir a patrulla y detener a gente en las comunidades de lugares como Bagdad. Luego, los llevamos a la cárcel y lugares donde los torturan, como la tortura simulada que representamos. Los interrogamos mediante un proceso muy deshumanizante que se realiza todo los días. Estamos llevando la verdad de la ocupación a la población de Estados Unidos”, dijo el vocero de IVAW Eddie Falcon.
Falcon conoce de primera mano la brutalidad que los soldados estadounidenses imponen sobre la población de Irak. “Yo solía tener que trasladar por avión a los detenidos de Bagdad a Basora”, le dijo Falcon a Revolución. “Yo fui el encargado de carga del avión, así que la tarea que tuve que llevar a cabo fue retirar los asientos, o sea, no dejarles a los detenidos ningún lugar donde sentarse. Retiramos todos los asientos y cinturones de seguridad. Colocamos una lona sobre el suelo, con pañales debajo de sus traseros, les vendamos los ojos, los subimos al avión, los amarramos y sujetamos con equipo de carga. Los tratamos con mucha rudeza. Antes la policía de seguridad allá hizo la clase de cosas que nosotros hacemos hoy, diciéndoles que se callen, colocándoles capuchas sobre la cabeza, apuntándoles rifles en las narices, apuntándoles pistolas Taser, dejándoles escuchar el ruido al amartillar la pistola Taser, y otras cosas semejantes. Es un proceso muy deshumanizante. Una y otra vez yo llevé a estos presos, como unos 70 a la vez, a Basora para que los interrogaran ahí, una vez ahí, recogí a 70 y los solté. Y así 70 de ida y 70 de vuelta. Fue un proceso sistemático de interrogar a toda la comunidad de Bagdad. El que yo hice eso no me hace sentir bien: subirlos a un avión, amarrarlos, vendarles los ojos. Ahora me doy cuenta de que lo que yo les hice también es tortura”.
Mientras Falcon hablaba, se le acercó un señor mayor y le estrechó la mano, dándole las gracias por lo que hacían los veteranos, y dijo: “Ustedes están dando en el mero blanco”. El señor, un iraní que vive en Estados Unidos, dijo que consideraba que Irán o Pakistán sería el siguiente blanco de ataque y que hacía falta más oposición a esa posibilidad de parte de la población de Estados Unidos.
Por negarse a participar en la guerra y otros crímenes de guerra, algunos miembros de IVAW sufrieron torturas a manos de las fuerzas armadas estadounidenses. “Cuando hice una solicitud de objetor de conciencia, la denegaron diciendo que no había fundamento jurídico”, le dijo Matt Edwards a Revolución. “Me respondieron con un mes de privación de sueño. No me permitieron comer. Presionaron a otros soldados para que me golpearan, que todos me obligaran a volver al entrenamiento. Cuando no funcionó eso, me apalearon con mayor severidad. Empezaron a colocarme en posiciones de estrés, tales como aquellas que aplican en Afganistán. Me tuvieron sentado de cuclillas en el suelo de 8, 10, 12 horas. Las piernas se me hincharon y se me temblaban. Sentí un dolor extremo. Por fin, después de una combinación de privación de sueño y falta de comida durante un buen tiempo, mientras corría, se me fracturó la cadera y me negaron atención por un mes”.
En otra escena IVAW representó un retén militar en Irak, en un área en que cientos de turistas hacen cola para una excursión en el famoso trolebús de San Francisco. He aquí la escena: cuando unos civiles intentaban cruzar una línea, los soldados estadounidenses nos les permitieron pasar. Cuando un francotirador abrió fuego hiriendo a uno de los soldados estadounidenses, estos respondieron abriendo fuego contra los civiles y dejando montones de cadáveres ensangrentados regados por la plaza frente a la supertienda de múltiples pisos de Gap.
El último ejercicio del día fue una protesta de iraquíes con los puños en alto, exigiendo que los ocupantes yanquis se largaran y abriendo brecha de en medio de una fila de soldados estadounidenses. “Eso también es lo que tenemos que hacer aquí en este país si queremos parar la guerra de Irak”, dijo el integrante de IVAW Falcon. “No vamos a esperar a un dirigente político como Obama quien dice que quiere terminar la guerra de Irak cuando de hecho quiere mantener a las tropas ahí y escalar la guerra en Afganistán. Estuve en Afganistán y cuando escalaron la guerra de Irak, me mandaron allá. Lo mismo va a ocurrir. Estamos hartos de que nos manden de aquí para allá. Ya no tenemos que librar estas guerras inútiles al servicio de los intereses de las corporaciones”.
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