Revolución #151, 28 de diciembre de 2008


Pasaje de
Los comunistas son rebeldes

abril de 1980

Reimpreso las páginas 8-10 del folleto de la Juventud Comunista Revolucionaria; originalmente aparecido en Obrero Revolucionario (ahora Revolución) #43, 29 de febrero de 1980.

¿Quién dice que ese orden es el orden natural de las cosas? La burguesía y todas las clases explotadoras, y sus apologistas ideológicos y sus propagandistas insisten en esto. Pero, ¿en qué realmente es cierto? No en la naturaleza. Nos dicen que debemos pensar así, y superficialmente, puede que parezca así, porque nosotros vivimos en una pequeña parte de un universo infinito y porque este universo no solo es infinito sino que cambia infinitamente. Irónicamente, esto nos deja expuestos a la noción de que sí hay, de que debe de haber, “un orden en todo esto”, un “plan maestro”, un dios.

Aquí estamos, una parte pequeña, infinitésima, del universo, el cual es infinito, en el tiempo como en el espacio. Pero nosotros tenemos la tendencia, y los reaccionarios y la filosofía reaccionaria nos inculcan y nos animan a evaluar las cosas como si lo que vemos a nuestro alrededor, estuviera centrado ante todo, alrededor de nosotros, cuando de hecho, no está centrado alrededor de nada. (La biblia cristiana, en su relato de “la creación”, dice que dios puso a las estrellas, etc., o los cielos, allí para dar luz para la tierra y sus criaturas, especialmente para el hombre. En realidad, en oposición a lo que dice la biblia, la tierra es mucho más joven que la mayoría de estas estrellas, etc., y estas no fueron “puestas allí” para la tierra, ni, tampoco, es cierto que la tierra fue “puesta allí” para ellas). En segundo lugar, nos animan y condicionan a ver las cosas como son ahora, como que siempre han estado y siempre estarán así. (“Tal como fue al principio, es ahora y siempre será — un mundo sin fin”: eso es metafísica, y es erróneo). De este modo, lo hacen parecer como que todo tuviera su puesto según algún orden predeterminado, y que el modo en que suceden las cosas en cualquier punto dado en el tiempo y el espacio (y específicamente en el momento en que nos encontramos) fuera el único modo en que pudiera haber sucedido o podrán suceder las cosas, y muchas veces, hasta elevan esto al nivel de un “milagro” (por ejemplo, el nacimiento de un niño). Y con este punto de vista, parece que las cosas tienen que ocurrir como ocurren, según algún plan y/o voluntad que lo abarca todo (dios), en vez de reconocer que efectivamente solo ocurren como ocurren en una marcha sin fin de acontecimientos.

¿Estoy negando toda noción (o la validez a la noción) de causa y efecto? No, pero estos tampoco son absolutos que no se pueden cambiar. Toda causa es a la vez un efecto, y viceversa. Todo tiene una causa, y no obstante nada tiene una CAUSA. Encuentre la causa de cualquier cosa determinada, y cada una de las cosas que componen esa causa tendrá a su vez su causa… y así sucesivamente, de manera infinita. Así que, en otro sentido, todo es accidente y no hay ninguna “causa para todo”, ningún “plan maestro”… y ningún dios.

¿Y qué de la “libre voluntad”? ¿Serán las personas meramente objetos pasivos del accidente, no ejercen ninguna voluntad en lo que hacen? No, eso es incorrecto. Las personas, y sus ideas, sí tienen un gran papel de interactuar con el mundo y de cambiar el mundo a su alrededor (y de cambiarse a sí mismas también). Pero, la base y los límites para esto, y la fuente de sus ideas mismas, están en el mundo objetivo fuera de ellas, y en particular en la sociedad en que se encuentran, que no tienen la libertad de elegir a voluntad, sino solamente de acuerdo al nivel de desarrollo de las fuerzas productivas que existen en cualquier momento determinado. Además, la sociedad humana y las personas con sus ideas que la componen, forman solamente una pequeña parte de la concatenación sin fin de los acontecimientos, de causa y efecto, y ocupan un puesto en esa concatenación, pero no se encuentran fuera ni por encima de ella.

“Pero, ¿de dónde surgió todo?” Nos dicen que todo tiene que tener un principio y un fin; y, de hecho, en cuanto a cosas particulares, y en un sentido relativo y solamente en ese sentido, eso sí es cierto. Por ejemplo, las personas nacen, viven y mueren. Sin embargo, no se crea ni se destruye la materia de la cual las personas están compuestas. Y cuando durante 70 años y pico, ¡en el marco de toda la infinidad!, se combinan elementos particulares en esa forma particular (una persona), ¿qué trae eso que lo haga un “milagro” o justifique el argumento de que “tenía que venir de algún lugar”?

“Pues, ¿de dónde vino la materia?” No “vino” de ninguna parte, siempre ha existido, de una u otra forma, sea energía o masa. De nuevo, tal como las formas particulares de materia tienen un comienzo y un fin (relativos), ¿por qué tiene que resultar de esto, y en realidad no resulta, ni tampoco es cierto, que la materia en sí misma, de una forma u otra, tiene igualmente que tener un comienzo y un fin? Y, como dije, solamente se pueden establecer de manera relativa el comienzo y el fin de formas particulares de materia.

Tomemos, por ejemplo, la vida de una persona (incluidos el nacimiento y la muerte). Los límites aquí son condicionales y relativos. ¿Cuándo de hecho está viva una persona? Los fanáticos opuestos el aborto y otras personas dan muchos argumentos en torno a esta cuestión, tratando de establecer un punto absoluto, pero no lo pueden hacer, porque no existe semejante cosa. Existen saltos cualitativos de una forma de materia a otra, pero ningún límite. Las cosas existen y no existen a la vez: existen y se están extinguiendo al mismo tiempo. ¿Cuándo muere de hecho una persona? El ejemplo que di anteriormente se refiere a eso, y comprueba que esto, también, es condicional y relativo (hoy se define la muerte como el momento en que muere el cerebro, y no el corazón; pero en muchos años en el futuro, eso también cambiará, el cerebro no morirá completamente en un solo instante, y eso es solamente un aspecto de ello, porque no cabe duda de que en el futuro se podrán revivir las células “muertas” del cerebro, al igual que el corazón hoy; ¿y qué significará cuando sea posible hacer transplantes de cerebros? ¿Qué efecto tendrá eso sobre las nociones convencionales de la vida y de la muerte?

El sol (y la tierra con él, o antes de él) se extinguirá, pero no se extinguirá la materia, inclusive la energía, que hoy constituye el sol. ¿Qué es el sol? No es una pequeña pelota que se puede sostener en la palma de la mano; es calor, luz y otras formas de materia. La energía es materia, y también la masa es materia, y una se está transformando constantemente en la otra en la naturaleza, en macroescala y microescala. En cualquiera de las “dos direcciones” que uno vaya, la macro o la micro, se encontrará que las cosas existen, y son divisibles, de manera infinita (“La paradoja de Zenón”, que sin duda ustedes conocen, es una de las expresiones de estas leyes)* .

El orden, la estabilidad, el reposo, el equilibrio, las líneas divisorias entre las cosas: todas estas cosas son condicionales y relativas. El movimiento, la inestabilidad, el cambio y la transformación de una cosa en otra debido al desarrollo de la contradicción al interior de la cosa hasta cierto punto, y luego un salto cualitativo: ese es el verdadero orden, y desorden, de todas las cosas, en la naturaleza y en la sociedad (y en las personas, inclusive en su modo de pensar). El movimiento es el modo de existencia de la materia; no existe materia sin movimiento, y viceversa. Y el movimiento en sí es una contradicción; por definición, en cualquier momento dado en el movimiento algo está en un lugar y a la vez no está en ese lugar. Puesto que el movimiento es el modo de existencia de la materia y puesto que el movimiento de todas las cosas y su desarrollo se determinan por la contradicción al interior de ellas, no tuvo que haber habido, y no hubo, ningún “impulso inicial” que comenzara todo, ni ningún dios.

Por todas esas razones, toda idea acerca del estancamiento, de la permanencia, y del orden permanente, de absolutos que no se pueden cambiar, es contraria a la naturaleza y sus leyes y a la lucha de la humanidad contra el resto de la naturaleza, por medio de la sociedad, y a las leyes del desarrollo social (y del pensamiento). En su expresión política, esas ideas son reaccionarias y sirven a las fuerzas sociales reaccionarias.

Esta es la base filosófica para la política comunista, y específicamente, para los planteamientos que he resumido sobre la cuestión de hacer avanzar la revolución bajo el socialismo, de revolucionar el partido como parte de revolucionar la sociedad en conjunto y avanzar hacia el comunismo. Cuando se alcance el comunismo, ¿en ese momento por fin “se calmará” todo? Como lo expresó Mao: “¡Simplemente no lo creo!” Tal concepto es contrario a la dialéctica, a las leyes de la naturaleza y la sociedad (y del pensamiento) y su desarrollo. Incluso en ese momento, solamente una minoría defenderá los nuevos conocimientos acerca de la verdad (aunque no será la misma minoría en cada caso). Indudablemente se burlarán de esta minoría, pero no la reprimiría políticamente, ni la encarcelarán, torturarán y matarán. ¿Por qué no? Porque las condiciones materiales existirán, tales como la eliminación de la escasez y de la base para que unas cuantas personas monopolicen la riqueza así como el conocimiento y las capacidades adquiridas, etc., y ya no será necesario ejercer tal represión, y junto con esto, las personas habrán aprendido mejor, y además, se habrán experimentado un cambio ideológico fundamental y global. En realidad, hasta que eso ocurra, todavía no habrá comunismo; se alcanzará el comunismo solamente cuando se realicen estas condiciones materiales e ideológicas, que se ganen mediante lucha. Y, bajo el comunismo, predominarán nuevas verdades, cambios, avances, y la sociedad en su conjunto (o en su gran mayoría) los acogerán solamente mediante lucha, si bien no mediante lucha antagónica y represión política. Y luego, a su vez, estas ideas, instituciones, etc., se envejecerán y las reemplazarán unas nuevas y nacientes, hasta que estas, a su vez, se envejezcan y queden reemplazadas… y así sucesivamente.

FOONOTE

* Y esta ley, de la divisibilidad infinita, se aplica al tiempo así como al espacio. [volver]

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