Revolución #153, 18 de enero de 2009
Respuesta a John Nichols y Michael Lerner sobre Gaza
Sobre la naturaleza y el papel de Israel, los Estados Unidos y Obama
A medida que los resultados horrorosos de los ataques de Israel contra Gaza han salido a la luz, de cadáveres regados en las calles de Gaza, casas destruidas, universidades bombardeadas y más, muchas personas de diferentes puntos de vista políticos se están oponiéndose a esta masacre.
En un artículo titulado “Obama Should Engage Now For Middle East Peace” (publicado el 29 de diciembre) en el sitio web de The Nation, John Nichols, el corresponsal de Washington de esta revista, sostiene que no hay “nada quirúrgico” de los ataques de Israel, señalando las muertes de niños por bombas israelíes. Pero luego Nichols agrega que el asalto israelí “se justifica” y es “comprensible” porque es una respuesta a los ataques de parte de Hamas. Sostiene, como “un amigo de Israel”, que los ataques a civiles y el uso desproporcionado de fuerza de Israel son contraproducentes.
Los argumentos de Nichols son similares a aquellos que plantean muchos otros (véase por ejemplo el ensayo de Michael Lerner “Israel in Gaza”). A pesar de sus intenciones, y creemos que Nichols, Lerner y otros están sinceramente indignados por el asalto israelí, el pensamiento y la lógica que expresan son muy equivocados e impiden que la gente entienda lo que motiva la masacre israelí y lo que se necesitará para poner un fin a tal horror.
Los que están indignados por las atrocidades israelíes tienen que ir a la raíz del problema: la injusticia fundamental de la existencia de Israel y el papel de su patrocinador principal, los Estados Unidos, y actuar sobre esa base.
Israel no tiene ningún “derecho de defensa”
No les gusta a Nichols y Lerner la respuesta israelí. Piensan que es desproporcionada y contraproducente desde el punto de vista de Israel.
Pero, ¡espere un momento! Primero de todo, esta posición acepta el discurso patas arriba que dan Israel, Estados Unidos y los grandes medios de comunicación: de que Hamas rompió una tregua de seis meses lanzando unos cohetes hacia el territorio israelí y que Israel solo está respondiendo a esta provocación. De hecho, la realidad es que Israel rompió la tregua cuando bombardeó el territorio de Gaza y dejó a seis palestinos muertos a principios de noviembre. Luego Israel continuó con una intensificación cruel del asedio ya brutal de Gaza, cortando el envío de combustibles y aun suministros de las agencias humanitarias de que depende el pueblo de Gaza, lo que ha creado una crisis humanitaria.
Pero, para verdaderamente ir a la raíz del problema, es necesario dar un paso atrás de la situación actual y analizar los orígenes del estado de Israel y el destierro brutal del pueblo palestino. No se puede entender el conflicto entre Israel y los palestinos viendo el lanzamiento de cohetes por Hamas hacia Israel más que se puede entender el genocidio de los indígenas norteamericanos viendo un ataque de parte de pueblos indígenas contra una caravana de colonos europeos. Tal punto de vista estrecho y no histórico de hecho se ha usado repetidamente para justificar el genocidio de pueblos indígenas.
Israel es un estado colonial de colonos fundado sobre el destierro del pueblo palestino.
Como parte de “fundar” el estado de Israel, casi un millón de palestinos (la mitad de la población en ese tiempo) fueron expulsados brutalmente de su tierra, sus aldeas y casas, huyendo solo con las pertenencias que pudieran llevar en la mano. Muchos fueron violados, torturados y masacrados. Para asegurar que no fuera nada a que los palestinos pudieran volver, sus aldeas fueron arrasadas tan completamente que pocos restos permanecen. Había 31 masacres documentadas; expulsaron a los habitantes de 531 aldeas y 11 zonas urbanas. (Vea las páginas centrales sobre la Nakba en el periódico de la semana pasada).
El asalto militar actual es una extensión en curso de todo esto. Alrededor de un millón de los residentes de Gaza están registrados con la ONU como refugiados. El aparato militar israelí ocupó a Gaza por 38 años durante los que el pueblo no tenía derechos. Como resultado del bloqueo impuesto por Israel durante los últimos dos años, la desnutrición afecta al 75 por ciento de los gazanos. La gente no tiene acceso a medicinas. Hay electricidad solamente pocas horas cada día, lo que causa que se rieguen las aguas negras en las calles.
Así, quisiéramos proponer una analogía a Nichols y otros: Lo que Israel hace en Gaza es como cuando los nazis internaban a la gente en el ghetto de Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial y luego cuando la gente rebelara, los nazis dicen: “Aja. Nos están atacando y el que diga algo sobre la situación primero tiene que aceptar eso y antes de que se pueda hacer algo para resolver la situación, la gente del ghetto de Varsovia tiene que suspender sus ataques contra nosotros”.
Las afirmaciones de “defensa propia” de parte de Israel, aun cuando provienen de personas que se oponen a los ataques contra Gaza, sirven para encubrir y silenciar las críticas de los crímenes muy reales llevados a cabo por el estado de Israel durante los últimos 60 años y que se están intensificando ahora. Esconden la verdad esencial de la situación y por consiguiente refrenan el tipo de resistencia determinada y apasionada de la gente que se necesita urgentemente.
¿Estados Unidos puede ser una fuerza por el bien en el Medio Oriente?
Nichols, Lerner y otros llaman a los funcionarios estadounidenses a “interactuar urgentemente con Israel, las partes regionales y la comunidad internacional para ponerle fin a las hostilidades en rápida intensificación en la Franja de Gaza y el sur de Israel”. Sostener que esto nos conviene como estadounidenses porque (según Nichols cita a Ben Ami de J Street) “…nosotros también podemos sufrir mientras la situación escala, la furia en la región va dirigida contra Estados Unidos y nuestros aliados regionales están perdiendo fuerza e influencia. Nuestras metas deben ser un Medio Oriente que va más allá de los conflictos sangrientos, un Israel seguro y aceptado en la región y un Estados Unidos asegurado por medio de la reducción del extremismo y el aumento de la estabilidad. No se logra ninguna de estas metas escalando más la situación”.
Primero, Estados Unidos no está ajeno a la rebatiña, no es una fuerza por la paz en abstracto. Estados Unidos ha construido un imperio de dominación mundial, un imperio basado en el control imperialista de una red de neocolonias por todo el mundo. Una y otra vez Estados Unidos ha recurrido a los métodos más brutales para defender sus intereses: desde la guerra de Vietnam hasta el respaldo a mercenarios asesinos contrarrevolucionarios y escuadrones de la muerte en Centroamérica. Un elemento fundamental de este imperio ha sido su control de la región estratégica del Medio Oriente y sus grandes reservas de petróleo. En los últimos años, las fuerzas islámicas fundamentalistas han estado desafiando cada vez más a la dominación del imperialismo estadounidense, y Estados Unidos lanzó la supuesta “guerra contra el terror” para reestructurar el Medio Oriente de una manera que sea más favorable para su dominación. Para lograrlo, desató y sigue llevando a cabo una guerra asesina en Irak que ha dejado aproximadamente un millón de iraquíes muertos.
Para que quede claro, el programa de Hamas no se trata de liberar a Palestina como un estado secular libre de la dominación imperialista; Hamas representa a fuerzas que reestructurarían las relaciones opresivas que esclavizan al pueblo de Palestina dentro de un marco islámico teócrata. Pero es el imperialismo estadounidense (a menudo, como en este caso, con acciones por medio de Israel) que ha hecho mucho más daño y que representa la mayor amenaza a la humanidad.
Segundo, los esfuerzos que ha realizado Estados Unidos para fraguar algún acuerdo a través de las décadas en el Medio Oriente se han orientado a estabilizar la región bajo la dominación de Estados Unidos. Todas las propuestas estadounidenses han implicado el fortalecimiento y legitimación del estado sionista de Israel, a la vez que pisotean los derechos del pueblo palestino, reduciéndolo a vivir en condiciones aisladas y desesperadas y aun en entidades cercadas por muros sin ninguna auténtica independencia política o económica.
Tercero, pero de no menos importancia, ya no se vale que la gente progresista siga aferrada a las esperanzas falsas y a los autoengaños acerca del papel de Estados Unidos y siga identificando sus propios intereses con lo que es “bueno para Estados Unidos en el mundo”. Los intereses de las masas aquí y por todo el mundo se radican en oponerse a cada paso de Estados Unidos para reforzar el imperio sobre el lomo de las masas. Más que promover ilusiones de que Estados Unidos intervendrá y resolverá el problema, ya es hora para que la gente, particularmente nosotros en Estados Unidos, dejen de pensar como estadounidenses y se opongan de manera consecuente al padrino estadounidense en el Medio Oriente y su sicario israelí.
¿Y qué de Obama?
Nichols sostiene que el presidente electo Obama “debe estar aconsejando abiertamente que la administración de Bush haga uso de todo canal diplomático para promover un alto el fuego y, sobre todo, para presionar contra una invasión y ocupación israelí de Gaza”.
Como Nichols mismo señala, Obama no está haciendo nada semejante; de hecho, a través de sus portavoces no ha expresado nada salvo apoyo a las acciones de Israel.
Pero a nadie que con los ojos abiertos ha observado y ha escuchado a Obama durante la campaña le debería sorprender esto en absoluto. De hecho, no hay ninguna razón en absoluto para pensar que la posición de Obama sobre Israel será fundamentalmente distinta a aquella de Bush.
En su discurso ante el Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelíes (AIPAC por sus siglas en inglés), Obama dijo: “Como presidente nunca transigiré cuando se trate de la seguridad de Israel” y declaró su “inquebrantable dedicación a la seguridad de Israel”.
Obama agregó que “eso empieza con el afianzamiento de la ventaja militar cualitativa de Israel. Aseguraré que Israel pueda defenderse contra toda amenaza, desde Gaza hasta Teherán. La cooperación de defensa entre Estados Unidos e Israel es un modelo de éxito y se tiene que profundizar. Como presidente, ejecutaré un Memorando de Entendimiento que dará $30 miles de millones de dólares de ayuda a Israel en la década entrante: unas inversiones en la seguridad de Israel sin condicionamientos de parte de ninguna otra nación. Primero, tenemos que aprobar la solicitud pedido de ayuda extranjera para 2009. En adelante, podemos realzar nuestra cooperación en la defensa misilística. Deberemos exportar material militar a nuestro aliado Israel según las mismas pautas que la OTAN. Además, yo siempre defenderá el derecho de Israel a defenderse en la ONU y alrededor del mundo”.
Aquí vemos que Obama propone un apuntalamiento aún más masivo de Israel que lo que ha tomado lugar en los últimos años. Además, los comentarios de Obama acerca de “sin condicionamientos de parte de ninguna otra nación” son una declaración que no usará esta ayuda para presionar a Israel en ninguna forma.
De fondo, las posiciones de Obama no se basan en la justicia y la paz sino en los intereses del imperio estadounidense, lo que él está listo a gobernar. Pensar que Obama actuará de acuerdo a algo distinto a esos intereses es una ilusión peligrosa.
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La gente que observa con horror lo que Israel está desatando en Gaza tiene que conocer la fuente de todo esto y entender profundamente la injusticia al centro de la existencia de Israel y el papel que este ha jugado como un brutal sicario para el imperialismo en una región estratégica. La gente tiene que hacer esto mientras que actúa, con energía y osadía, para resistir políticamente esta atrocidad.
¡Dejen de pensar como estadounidenses! ¡Empiecen a pensar acerca de la humanidad! |
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