Revolución #156, 15 de febrero de 2009
¿Es racista la evolución? ¡En absoluto!:
La gran mentira del creacionismo
Una forma que usan los creacionistas cada vez más para atacar la evolución es difundir la mentira de que la evolución (o el “darwinismo” según la llaman) es racista. Esta mentira especialmente tiene el objetivo de que la gente negra se oponga a la evolución.
Un ejemplo es un libro de Ken Ham y Charles Ware, Darwin’s Plantation: Evolution’s Racist Roots (La plantación de Darwin: Las raíces racistas de la evolución). Ham es el fundador del Museo Creacionista en Kentucky y jefe de la organización creacionista Answers in Genesis (Respuestas en Génesis). Ware es un pastor negro quien es presidente de la Universidad Bíblica Crossroads en Indianapolis. En las siguientes preguntas y respuestas, refutamos los argumentos principales de Ham, Ware y otros que promueven esto.
¿Es verdad que la ciencia evolutiva sostiene —como afirman Ham y Ware— que hay razas humanas “inferiores” y “superiores” y que las razas no blancas se han “evolucionado menos” y son “más cercanas a los monos”?
No. De hecho, la teoría científica evolutiva ha probado que los blancos no se han “evolucionado más” que los pueblos no blancos, ni son superiores de ninguna otra manera.
De hecho, la ciencia evolutiva ha probado repetidas veces que los seres humanos (homo-sapiens) son una sola especie.
Los científicos han analizado el ADN de las personas que hoy viven en las varias regiones del mundo. El ADN es el material genético básico que se encuentra en las células de todas las especies de plantas y animales; contiene información química que se transmite a descendientes. Analizando las diferencias en esta información genética, los científicos pueden determinar la “distancia” o la “cercanía” entre diferencias especies, o sea, el momento aproximado en que se separaron de un antepasado común y se volvieron una especie separada. Este análisis también les permite determinar una buena parte de la historia biológica de diferentes poblaciones o grupos en una especie. Otros científicos, como los arqueólogos que estudian las ruinas de las civilizaciones antiguas, han descubierto hechos sobre la historia y la vida de las antiguas culturas humanas. De todo eso los científicos han reconstruido la historia básica de las rutas migratorias humanas.
A partir de esta evidencia sabemos que los primeros homo sapiens (o sea seres humanos) se originaron en África hace 150.000 o 200.000 años. Algunos emigraron de África hace unos 40.000 o 50.000 años y se diseminaron a través del mundo. Las poblaciones humanas se mezclaron continuamente por medio de la emigración y no han ocurrido modificaciones biológicas significativas que dividieran a los seres humanos en sub-especies distintas.
¿Quiere decir que no hay razas distintas?
Como escribe Ardea Skybreak en su libro The Science of Evolution and the Myth of Creationism: Knowing What’s Real and Why It Matters (La ciencia de la evolución y el mito del creacionismo: Saber qué es real y por qué importa): “Lo principal que la evolución nos enseña sobre la raza es que ¡no existe nada que se llama razas de seres humanos verdaderamente distintas!”1 Lo que se llaman razas son categorías definidas por la cultura y la sociedad; tienen significado en ese sentido pero no son divisiones naturales de la especie humana. En la historia reciente hasta hoy día, las fuerzas opresivas han tomado lo que en los hechos son las características secundarias relativamente menores de la apariencia como el color de la tez o la forma de los ojos, a fin de crear categorías de “razas” y sobre esa base, justificar y llevar a cabo la terrible opresión de pueblos enteros.
Los estudios genéticos han demostrado que entre los seres humanos, “siempre hay más variación genética entre individuos de una población local dada de la que hay entre dos poblaciones geográficas o entre dos ‘grupos raciales’ definidos por la sociedad en cualquier parte del mundo” (Skybreak, p. 167). Aunque hay algunos patrones de variación genética entre poblaciones regionales de seres humanos, estos patrones no corresponden en los hechos a ninguna de las categorías sociales que definimos como las principales “razas” humanas.
Un ensayo reciente en la revista científica Nature de Aravinda Chakravarti, un genetista de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, resume lo que los recientes estudios de las secuencias de ADN demuestran acerca de la raza. Chakravarti dice que “la implicación más llamativa... es que todos los seres humanos son mosaicos con ancestros de muchas partes del globo por las cuales caminaron nuestros antepasados. En otras palabras, cada uno de nosotros tiene unos 6.7 mil millones de parientes”2 .
Si realmente no existen distintas “razas” biológicas de personas, ¿eso quiere decir que el concepto de la raza no tiene importancia?
De ningún modo. Al tratar esta cuestión, Ardea Skybreak explica que “el concepto social de la ‘raza’ aún puede tener (y sí tiene) importancia social para la vida de la gente”. Subraya la importancia de seguir luchando contra el racismo y la opresión de pueblos enteros (pp. 166-169, “¿Qué nos dice la ciencia de la evolución sobre las ‘razas’ humanas?”).
Ham y Ware afirman falsamente que la teoría de la evolución de Darwin dice que los pueblos no blancos se han “evolucionado menos”. Esta es una gran mentira que tiene el objetivo de usar el odio justificado que el pueblo negro tiene por el racismo para impedir que aprendan acerca de la evolución. Esto es parte de un objetivo más grande de promover la religión fundamentalista entre el pueblo negro e impedir que conozcan cómo funciona el mundo en los hechos.
A lo largo de la historia de la opresión brutal del pueblo negro en este país, se han usado los insultos más racistas y dolorosas para justificar esta opresión y deshumanizar a los negros, como llamarlos “monos” y afirmar que son una “especie inferior” a la gente blanca. Pero esta es seudo-ciencia (ciencia falsa), y NO evolución. Después de que se abolió la esclavitud pero la opresión de los afroamericanos se mantenía, se siguió adaptando estos insultos a “las necesidades de los tiempos” — en otras palabras para justificar las formas particulares que tomó esta opresión. Pero 1) estos insultos comenzaron mucho antes de que naciera Darwin, a fin de justificar la esclavitud y 2) el propio Darwin nunca hizo esas comparaciones. Así que eso es una distorsión de la teoría de Darwin, tergiversándola y cambiándola de una explicación de cómo las formas de la vida han evolucionado a una apología de la opresión de los afroamericanos generada por las relaciones de la sociedad capitalista, primero en la forma de la esclavitud y luego como una nación oprimida en Estados Unidos. (Volveremos a esta historia de tergiversar a Darwin con fines opresivos.)
Así que ¿de dónde vino la especie humana y qué muestra la evolución concretamente sobre la relación entre nuestra especie y los monos?
Todas las especies vivas de la tierra están interrelacionadas. Todas usan el mismo código genético básico —el ADN— y todas han “descendido con modificación” de especies previas, como explicó Darwin.
Los seres humanos (homo sapiens) descendieron de una larga serie de especies no humanas. Se han encontrado muchos fósiles de especies extintas relacionadas a los seres humanos, que demuestran que la evolución de los seres humanos no avanzó en una línea recta ni por una “escalera” de lo inferior a lo superior, sino que más bien como un arbusto con ramas que se extienden en varias direcciones.
Nuestros “primos evolutivos” más cercanos, los chimpancés y gorilas de hoy, evolucionaron de los ancestros de la misma especie que nosotros. De hecho, las proteínas de nuestra sangre y las moléculas de nuestro ADN son casi idénticas a aquellas de los chimpancés. La mayoría de los científicos están de acuerdo que solo hay una diferencia de 3% a 5% entre la secuencia de genes en el ADN humano y la secuencia de genes en el ADN de los chimpancés. Pero los seres humanos por un lado y los chimpancés y gorilas por otro siguieron caminos evolutivos distintos. Veamos un ejemplo sumamente importante de la diferencia. Con el paso del tiempo, nuestra especie desarrolló un cerebro mucho más grande, lo que nos da una capacidad cualitativamente mayor que las demás especies de conocer y transformar nuestro entorno. Y todos los seres humanos (a menos que se haya dañado el cerebro de alguna manera) comparten esta característica fundamental.
Basado en la evidencia fósil de especies extintas del linaje humano y la evidencia genética, la ciencia evolutiva ha demostrado que la especie humana compartió un antepasado común con los grandes simios. Los científicos aun pueden hacer un buen cálculo del momento de esta divergencia — hace unos 5-7 millones de años. Lo hicieron comparando las similitudes y las diferencias entre el ADN de los simios y los seres humanos y calculando el ritmo que tienden a ocurrir los cambios en el ADN, o sea las mutaciones. (Los científicos también han desarrollado un mapa mucho más detallado de los cambios claves que se operaron mediante la evolución que hoy nos han llevado a ser una sola especie humana.)
El hecho de que los seres humanos comparten un antepasado común con los monos difiere de la concepción errónea común (difundida por los creacionistas) de que la evolución dice que los seres humanos “se desarrollaron de los monos” y que la evolución plantea un cambio lineal e inmediata en la forma, por ejemplo, “le crecieron piernas a un pez y se subió a rastras hasta tierra firme”. La evolución no ocurre así. La ciencia evolutiva explica que la variación genética (las diferencias y cambios en el ADN) puede dar origen a cambios de estructura y función en organismos individuales. Y si estos cambios les favorecen, muchos de los individuos con estos rasgos tenderán a sobrevivir y reproducirse (al hacer que los individuos con estos nuevos rasgos tengan una mejor posibilidad de sobrevivir en el mundo natural, por ejemplo en entornos cambiantes). Por tanto, se puede “seleccionar” estos nuevos rasgos para la próxima generación y estos tenderán a pasarse a la misma (como sucedió con el desarrollo del cerebro humano). Esto, con otros procesos, puede dar origen a nuevas cosas y a la larga puede llevar a la evolución de nuevas especies (en general durante decenas de miles o hasta millones de años).
¿Y qué del punto de vista personal de Darwin en cuanto a la raza? ¿Tiene razón Ken Ham cuando dice “Aunque el racismo no empezó con el darwinismo, Darwin hizo más que ningún otro para popularizarlo”?
Se pueden hallar citas de Darwin que reflejan el punto de vista de que la gente de las sociedades capitalistas más modernas es “civilizada” y que la gente de las sociedades premodernas es “salvaje”. Darwin vivía en la Inglaterra imperial de los años 1800, que fue una sociedad imbuida de ideas que justificaban la desigualdad y opresión, y estos puntos de vista predominantes (y equivocados) de su época lo impactaron. Aun así, los puntos de vistas de Darwin fueron más progresistas que los demás y se adelantaron a su época. De hecho, Darwin presentó argumentos en contra de la esclavitud y por el reconocimiento de la humanidad como una especie, precisamente en la época en que la esclavitud del pueblo negro era legal en Estados Unidos.
Además, al mismo tiempo que Darwin estaba a favor de la abolición de la esclavitud en el mundo y en Estados Unidos, algunas de las mismas religiones cristianas fundamentalistas que ahora atacan a Darwin apoyaban y defendían la esclavitud. De hecho, la secta fundamentalista más grande e influyente, la Convención Bautista Sureña, se fundó en 1845. Estos fundamentalistas amantes de la esclavitud crearon su propio grupo precisamente después de que los bautistas del norte dijeron que no podían “jamás ser partidario de ningún arreglo que implicaría la aprobación de la esclavitud”. Y estos mismos antepasados de Jerry Falwell y su calaña inundaron al ejército de la Confederación que defendía la esclavitud durante la guerra de Secesión con folletos religiosos destinados a levantar la moral de estas tropas y santificar su guerra opresiva. En cuanto a la “popularización”, estos cristianos fundamentalistas que creían en la Biblia publicaron más de 100 folletos distintos para los soldados de la Confederación, teniendo el más popular una circulación de 250.000 ejemplares3 .
O podemos ir más al pasado, hasta los “padres fundadores”, a Tomás Jefferson, el llamado padre de la democracia norteamericana, ¡quien de hecho (y para colmo) comparó a los negros a los monos en sus Notas sobre el estado de Virginia!4 Jefferson lo hizo una generación antes de que naciera Darwin y tal veneno seudo-científico tuvo mucha acogida entre los amos de los esclavos en el sur durante este período.
Aun hoy, el Ku Klux Klan se opone a la enseñanza de la teoría de la evolución en las escuelas públicas y fue la primera organización nacional en proponer “tiempo igual para enseñar el creacionismo” (en 1925). (Skybreak, p. 171. Vea también “Racism and The Public’s Perception of Evolution” [El racismo y la percepción del público de la evolución], de Randy Moore, en ncseweb.org. Moore señala que la oposición del Klan a la teoría de Darwin irónicamente va de la mano con “el darwinismo social”. Este portal contiene recursos muy valiosos sobre los vínculos entre el creacionismo y el racismo.)
Así que la afirmación de Ham de que Darwin “hizo más que ninguna otra persona para popularizar” el racismo es deshonesta, escandalosa y totalmente falsa. Deja que los verdaderos racistas salgan impunes y oculta el vínculo entre el racismo franco y el fundamentalismo cristiano, tal como se ha desarrollado en Estados Unidos.
Además, los puntos de vista personales de Darwin no vienen al caso y no se deberían colocar juntos a la teoría de evolución que Darwin desarrolló. Se ha corroborado y desarrollado su teoría durante 150 años por medio de una enorme cantidad de evidencia científica concreta de muchos campos. La evolución es una explicación extremadamente penetrante, poderosa y acertada de cómo la vida ha llegado a ser y cómo ha cambiado durante miles de millones de años. Al seguir investigando los grandes descubrimientos de Darwin, la ciencia ha refutado más plenamente las ideas racistas. Hemos aprendido más en las décadas desde Darwin sobre cómo los seres humanos son una sola especie, qué explica las diferencias superficiales entre nosotros, las formas en que los individuos varían de manera maravillosa en cuanto a sus capacidades pero que esa variación no se determina por el origen étnico, y muchas cosas más.
Pero no obstante, ¿no argumenta la teoría de la evolución en un sentido que el racismo y el actual orden de la sociedad se deben a la “supervivencia del más fuerte”?
No, de ningún modo. A lo largo de la historia de Estados Unidos (y otros países), se han hecho argumentos seudo-científicos, de parte de algunos científicos por ejemplo, que tratan de justificar las condiciones y miseria que los oprimidos sufren debido a los sistemas reinantes del capitalismo e imperialismo. Como explica Ardea Skybreak: “Llegó a estar de moda que ciertas elites sociales justificaran su manera de oprimir y subyugar a los desposeídos en sus propios países y en las colonias imperiales a través del globo afirmando que tal era simplemente “el orden natural de las cosas” y concordaba con las leyes de la evolución de Darwin. Afirmaron que una forma de selección natural darwiniana estaba eliminando a los pueblos y razas débiles e inferiores y colocando a los capitalistas en la cima del sistema porque supuestamente tenían capacidades naturales superiores” (p. 171).
Aquellos que promueven este punto de vista se conocen a veces en la sociedad como “darwinistas sociales”. La mentira de que “el darwinismo = el racismo” hasta puede convencer a tantas personas, entre otras razones importantes, debido a la asquerosa historia del darwinismo social.
Pero el “darwinismo social” NO es darwinismo en absoluto. Primero, el mismo Darwin nunca lo aprobó y, dos, no tiene ninguna base en la ciencia evolutiva. De hecho, el “darwinismo social” supone una tergiversación y distorsión de las teorías de Darwin. Aunque hay diferencias entre estos puntos de vista, lo que tienen en común es el intento de dar lo que en la superficie parece ser una justificación “científica” para las ideas y las medidas que refuerzan la opresión racial y sexual y la explotación de clase.
Para repetir, Darwin no desarrolló ni planteó el darwinismo social. Hasta el nombre de este planteamiento tiene su origen en otros y no en Darwin. Hoy los creacionistas están intentando de manera deshonesta confundir la ciencia evolutiva con la idea completamente acientífica del darwinismo social, con el objetivo de confundir a la gente y hacerla acercarse a la religión fundamentalista.
Es otra ironía y otra refutación de las mentiras de los fundamentalistas cristianos que los oponentes más destacados de nuestros tiempos del darwinismo social seudo-científico han sido biólogos evolutivos eminentes. Dos obras muy importantes que refutan la seudo-ciencia racista son La falsa medida del hombre de Stephen Jay Gould (Crítica, 2003), y No está en los genes de Leon Kamin, Richard Lewontin y Steven Rose (Crítica, 1984. Gould fue el más destacado biólogo evolutivo de nuestra generación hasta su muerte prematura en 2002 y Lewontin y Rose son biólogos muy destacados hoy. Aunque algunos científicos salen en los titulares promoviendo ideas racistas en nombre de la evolución, en muchísimos casos se ignora el trabajo mucho más significativo y de hecho científico de los que refutan este veneno.
¿Por qué se promueven estas ideas entre los negros en particular?
Tenemos que ver el panorama general. Para terminar la opresión de cualquier grupo y para emancipar a toda la humanidad, se necesita conocer de manera científica la fuente y la causa de esa opresión. El punto de vista científico con que la gente puede entender cómo funciona la naturaleza también puede ayudarnos a entender cómo funciona la sociedad humana. Nos ayuda a entender cómo ciertas ideas surgen y cómo reflejan y refuerzan las relaciones de poder de una sociedad.
Por eso, la clase dominante de cualquier sociedad va a grandes extremos para impedir que los oprimidos aprendan acerca de estas cosas. En Estados Unidos, este proceso empezó cuando torturaron o ejecutaron a los esclavos negros por aprender a leer; y también se ve en la manera en que promovieron la iglesia y la religión como “escapes” para los afroamericanos y en la manera en que le han dado aún más peso y fuerza hoy. No basta que las escuelas exhiban desigualdades tan bárbaras y refuercen la ignorancia; la gente como Ham y Ware trafican con esta misma falta de conocimiento para apretarle el dogal de la opresión a los afroamericanos.
Como los negros son una fuerza potencial tan importante para la revolución en Estados Unidos, la clase dominante presta muchísima atención a controlar políticamente a los afroamericanos y asuprimir su espíritu crítico y a privarles de las herramientas para conocer a fondo el mundo y la sociedad. Los fascistas cristianos como Ham y Ware juegan un papel crítico y muy asqueroso en ese proceso hoy en día.
Conclusión
Ya hay una profunda falta de conocimiento entre la mayoría de la gente en Estados Unidos sobre los hechos básicos de la evolución y el método científico en general. Es crítico que los negros, y los demás, sepan que los creacionistas que están difundiendo la mentira de que la evolución es racista tienen el objetivo de negarle a la gente la oportunidad de conocer la verdad fascinante e importante acerca de cómo funciona la naturaleza... y hasta la capacidad de saber qué es real.
“No necesitamos la religión, sino la revolución. No necesitamos ‘someternos a dios’ sino deshacernos de este sistema”. Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos |
Como dice la Constitución del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, de manera poética: “Sin una orientación científica, la gente no tendrá un entendimiento de las vías y la dinámica del cambio, la relación entre su potencial papel y el cambio, y la alegría y la grandeza del descubrimiento”. Con la ciencia, se abre un mundo de posibilidades para la transformación de la naturaleza y de toda la sociedad humana.
(Para aprender más sobre la evolución, vea The Science of Evolution and the Myth of Creationism: Knowing What’s Real and Why It Matters (La ciencia de la evolución y el mito del creacionismo — saber qué es real y por qué importa), de Ardea Skybreak. Insight Press, 2006. La serie de artículos en que se basa el libro, “La ciencia de la evolución”, está en línea en español en revcom.us.)
1. Ardea Skybreak, The Science of Evolution and the Myth of Creationism: Knowing What’s Real and Why It Matters, Insight Press, 2006, p. 166 [regresa]
2. Aravinda Chakravati, “Being Human: Kinship: Race Relations,” Nature, enero 2009 [regresa]
3 Kevin Phillips, American Theocracy: The Peril and Politics of Radical Religion, Oil, and Borrowed Money in the 21st Century [La teocracia estadounidense: El peligro y la política de la religión radical, el petróleo y el dinero prestado en el siglo 21], Viking, 2006, pp. 148-159 [regresa]
4 David Brion Davis, Inhuman Bondage: The Rise and Fall of Slavery in the New World, Oxford University Press, EE.UU., 2008, p. 74. [regresa]
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