Revolución #158, 8 de marzo de 2009
De un lector
Colectivo de lectura de Libros Revolución sobre From Ike to Mao and Beyond: My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist, la autobiografía de Bob Avakian
Yo era de un grupo de personas quienes se reunieron en Libros Revolución una vez a la semana por dos horas para hablar del libro From Ike to Mao and Beyond: My Journey from Mainstream America to Revolutionary Communist, la memoria de Bob Avakian, abarcando 6 capítulos a la vez. Participar en estas discusiones ha aumentado mi comprensión de las miríadas sobre miríadas de lecciones que hay que extraer de este libro. Se extraen lecciones políticas siguiendo la historia de su travesía e igual de importante llegas a entender que él es profundamente apasionado y romántico, y una persona de principios.
Cada uno de nosotros leía en voz alta un pasaje de los capítulos asignados y luego hablábamos de ellos. Al hacerlo así, nos resultaron discusiones variadas e improvisadas. Es asombroso cuántas lecciones profundas hay en cada sección, bueno se trata de la historia de su vida pero al mismo tiempo toca muchos temas bien amplios. Por ejemplo, cuenta que en la primaria fue monitor del tráfico (encargado de ayudar a los más chicos a cruzar las calles). Tanto la policía y como el director de la escuela le tendieron una trampa al monitor principal, poniéndolo a prueba para ver si se quedaría o abandonaría su puesto cuando recibió un mensaje de que su madre está enferma. Decidió salirse del grupo para informarse sobre la condición de su madre, por lo tanto lo criticaron las autoridades. Le habían echado mentiras nomás para saber lo que iba a hacer. El presidente indicó que fue injusto que los adultos hayan expuesto a un niño tan chamaco a una situación tan desgarradora.
También está el momento cuando, después de dar un discurso en el mitin de Free Huey (Liberar a Huey) en Oakland, se encuentra solito en un cuarto con el primer actor Marlon Brando. Se acuerda que pensó que por nada en el mundo iba a perder la oportunidad de estar con Marlon Brando sin decirle nada. ¿Y qué le dice? “Soy comunista”. Suena un poco sencillo pero demuestra su desarrollo y su buena disposición de ser “jugador de primera”. Brando aprecia esa declaración y le cuenta al presidente una historia de lo colectivas que eran las sociedades indígenas de América del Norte.
Sea el joven que discutía con la policía sobre el “derecho” de hacer lo que le diera la gana en la vía pública defendiendo el principio que su padre le enseñó o su negativa a urdir una fracción y violar el centralismo democrático durante una lucha contra los mencheviques sobre la batalla de vida o muerte para rescatar al partido de sus garras revisionistas, Avakian se aferra a los principios en un momento en que muchos no lo harán.
Vemos su afinidad y relación especial con los negros. Su admiración y descubrimientos de la manera en que llevan la vida, la opresión que sufren, sus aspectos culturales y demás. Él no nació con todo eso sino que lo aprendió en una experiencia como joven blanco en los campamentos de veraneo del YMCA y la ayuda que recibió de chavos negros a que de hecho ni siquiera les caía bien, y sus íntimas relaciones en la secundaria y más allá.
Las cosas sencillas como su buen cuate Billy que lo hizo sentirse normal a pesar de tener el rostro desfigurado por una enfermedad grave. Billy se porta como si no ocurriera nada malo. Durante años, el presidente conserva para sus adentros esas pequeñas cosas. Así lo es, punto.
¡El presidente es un tipazo! En capítulo tras capítulo siempre hace cosas fuera de las aburridas normas establecidas, como su caminar “mac” en la aula de tardar para siempre en llegar a su lugar, hablar de Platón en la cancha de básquetbol o sentarse con las estudiantes japonés-americanas durante la hora de comer para charlar sobre los “grandes asuntos”.
Amaba tanto los deportes que para cuando llegara a la universidad para jugar el fútbol americano, ya no le gustaba cómo habían estropeado ese deporte. Hay enormes presiones sobre estos jóvenes jugadores del nivel colegial, y él deja el equipo. Pero aún contempla una chamba como entrenador de un equipo de secundaria de básquetbol.
Dos personas comentaron lo afortunada que es la gente en Estados Unidos de tener a un presidente con tanta integridad, visión y corazón: una de México y otra de Irán.
Leer el libro en un ambiente colectivo en que cada quien expresa sus observaciones es una manera estimulante de volver a leer el libro o si no lo hayas leído aún, de leerlo por vez primera.
Por la manera en que la travesía de su vida detalla tanta riqueza, sería una equivocación minimizar lo poderosas que son estas reminiscencias. Insto a todos a empezar círculos de lector de este libro.
Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.