Revolución #165, 24 de mayo de 2009
HAY QUE VER
Sin Nombre
Recibimos esta carta de un lector:
Estimado Revolución,
Esta es una película que todos los lectores de Revolución (y millones más que todavía no lo son) deberían ver. Sin nombre es la historia impactante y conmovedora de Sayra, una joven (Paulina Gaitán) que emprende el éxodo peligroso de su casa en Honduras para vivir con la nueva familia de su padre en Nueva Jersey, y Casper (Edgar Flores) que está huyendo de la pandilla de la cual era miembro. En un nivel más profundo, Sin nombre trata la vida de los millones de inmigrantes que cada año se ven obligados a dejar sus países en Centroamérica y México para hacer el viaje peligroso al norte y cruzar a Estados Unidos.
En un tiempo de calumnias a los inmigrantes, un tiempo de redadas a lugares de trabajo y barrios y la separación violenta de padres de hijos que hace ICE, Sin nombre muestra un gran cariño para los inmigrantes. Muestra la desesperación, el peligro y la dignidad en la vida de las masas.
El director de Sin nombre es Cary Joji Fukunaga, y este es su primer largometraje. Cary Fukunaga tiene 31 años y ofrece una visión muy fresca de esta historia “típica”, con un deseo profundamente compasivo de darle a entender a la gente lo que los inmigrantes viven. La odisea de Fukunaga para entender la vida de los inmigrantes comenzó realmente con una película corta que hizo en 2004, Victoria para Chino, la historia de inmigrantes mexicanos que fueron abandonados en un camión cerrado en Texas y se asfixiaron. Fukunaga buscó cómo aprender acerca de las experiencias y las dificultades de los inmigrantes centroamericanos que afrontan la degradación y la brutalidad al tratar de pasar al norte a Estados Unidos. Para escribir el guión de Sin nombre, visitó cárceles y penitenciarias de Centroamérica y habló con los presos, y subió a los trenes junto a los inmigrantes que van al norte por México, para entender mejor y poder contar la historia de su vida como la viven ellos. En entrevistas recientes, Fukunaga ha dicho: “En cuanto al por qué pienso que ese mundo ha llegado a fascinarme tanto, pienso que eso fue cuando finalmente fui a viajar con los inmigrantes, a vivir con ellos, tratando con las mismas cuestiones y peligros que ellos, y luego, al mismo tiempo, experimentando un poco del compañerismo de hacer el viaje con ellos. Eso lo hizo absolutamente real [para mí]. Fue en ese momento que realmente sentí parte de algo y que podría escribir sobre ello. Los personajes de mi película son todo un collage de las historias que escuché y la gente a quien conocí”.
Vayan a ver Sin nombre. Esta película dramatiza con impacto otra razón más de por qué el mundo necesita un cambio revolucionario fundamental, radical y auténtico.
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