Revolución #166, 31 de mayo de 2009
Del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar
Influenza porcina: lo puerco es este sistema
Recibimos el siguiente artículo del Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar:
18 de mayo de 2009. Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar. Nos envió el siguiente artículo el Movimiento Popular Revolucionario de México
(http://mpr-mexico.blogspot.com).
La nueva cepa de virus de influenza A/H1N1 conllevó la amenaza de una pandemia mundial y ha provocado la muerte confirmada de 45 mexicanos hasta el 8 de mayo. Muy posiblemente se generó por vía rápida en una granja porcina capitalista en gran escala como Granjas Carroll en los estados de Puebla y Veracruz, y sin duda también fue más mortífera y problemática por la naturaleza del sistema capitalista mundial en que vivimos.
El riesgo de pandemia, como las tres pandemias de influenza del siglo pasado de 1918, 1957 y 1968, que resultaron en millones de muertes en el mundo, surge cuando aparece, por recombinación genética o mutación, una nueva cepa de influenza que sea fácilmente transmisible de humano a humano y a la que el sistema inmune de los seres humanos no tenga todavía resistencia.
Granjas porcinas industriales capitalistas: lugar de cultivo de nuevas cepas peligrosas
Las grandes granjas porcinas capitalistas, regidas por naturaleza por el principio de la máxima ganancia privada y no por su utilidad social, han acelerado enormemente el proceso de recombinación de los virus de influenza (o gripe, estas dos palabras se refieren a la misma enfermedad). Los puercos son criaderos de nuevas cepas de influenza, frecuentemente combinando en su cuerpo virus de procedencia aviar, porcina y humana que pueden recombinarse genéticamente y producir cepas transmisibles entre los seres humanos. Se cree que eso es lo que pasó en las pandemias anteriores, y la mayoría de los científicos creen que es el caso con la nueva cepa A/H1N1, que combina elementos (polimerasas) porcinos, aviar y humano.
Este proceso lo ha propiciado y acelerado la transformación en décadas recientes de las granjas porcinas tradicionales en enormes complejos industriales, como Granjas Carroll en Puebla y Veracruz que produce un millón de cerdos al año que, sofocados por su intenso hacinamiento y las enormes cantidades de excremento producidas, intercambian patógenos a un paso veloz. Una primera señal de alarma ocurrió en 1998 cuando una cepa altamente patogénica devastó la población de cerdos de una granja en Carolina del Norte y a partir de ese entonces nuevas variantes empezaron a aparecer casi cada año. En 2003, un artículo de Bernice Wuethrich en la revista Science reportó que “luego de años de estabilidad, el virus de la influenza porcina norteamericana ha saltado hacia una vía rápida de evolución”.
El año pasado el Centro de Investigación Pew en Estados Unidos emitió un informe sobre la “producción animal en las granjas industriales”, con la advertencia de que “el continuo reciclaje de virus… en grandes manadas o rebaños incrementará las oportunidades de generación de virus novedosos, mediante mutación o eventos recombinantes, que podrían propiciar una transmisión más eficaz de humano a humano”. Estas investigaciones han sido obstruidas sistemáticamente por las grandes empresas industriales de la rama, entre ellas Smithfield Foods, sancionada en 1997 en Estados Unidos por graves daños al medio ambiente y la salud y que es propietario del 50% de las acciones de Granjas Carroll.
Varios informes periodísticos en el lugar han comprobado que Granjas Carroll en Puebla y Veracruz son un verdadero infierno: un fétido olor y enjambres de moscas provenientes de las granjas inundan a las comunidades alrededor, así como el gas metano producido por las lagunas de oxidación o “biodigestores” que son pozos donde tiran los marranos muertos por enfermedad, heridas o aplastamiento. Las aguas negras producidas en los criaderos son una mezcla tóxica de excremento, orina, residuos químicos, biológicos y antibióticos. La Comisión Nacional del Agua (Conagua) comprobó en 2003 la contaminación del agua local con heces, pero bajo presión de la empresa se retractó en 2006. Los pobladores llevan años protestando la destrucción del medio ambiente y las persistentes enfermedades gastrointestinales y respiratorias que ha provocado la empresa, pero lo único que ha hecho el gobierno es detener, a instancias de la empresa, a cinco ambientalistas de las comunidades bajo cargos fabricados de robo y “ataque a las vías de comunicación”.
Fue precisamente en esta zona, en la comunidad de La Gloria, municipio de Perote, Veracruz donde ocurrió a partir del 9 de marzo de este año un brote severo de enfermedad respiratoria que llegó a infectar a 616 de los 2 mil 155 habitantes. No había medicamentos para atender a los enfermos y tres niños murieron.
Los pobladores atribuyeron el brote a la contaminación de la empresa y un funcionario de salud municipal indicó que investigaciones preliminares identificaron a las moscas como vector (origen) del brote, aunque tanto la empresa como las autoridades principales negaron esto, si bien impusieron un cerco sanitario… y fumigaron por moscas.
Muertes innecesarias por un servicio de salud criminal
Entre los enfermos, según aceptó el mismo secretario de Salud, José Ángel Córdova en su conferencia de prensa televisada el 27 de abril, estuvo el primer caso, o uno de los primeros casos, de influenza porcina (rebautizada “influenza humana” por la Organización Mundial de Salud [OMS] para proteger a la industria porcina), en un niño llamado Edgar Hernández, con una muestra del caso disponible desde el 2 de abril (y el informe de notificación de casos, publicado el 30 de abril en la revista el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta, Estados Unidos, indica, sin especificar detalles, un caso confirmado en México el 15 de marzo).
Las mismas autoridades sanitarias han señalado que una de las principales causas de muerte en esta epidemia ha sido la atención tardía a los pacientes. Y una de las causas de esta atención tardía fue la negligencia criminal del sistema de salud que contaba con una muestra de la nueva cepa de influenza por lo menos desde el 2 de abril y no alertó a la población sino hasta 21 días después, lo que sin duda resultó en muertes innecesarias.
La muestra no fue analizada hasta mucho después, en parte por las fallas mortíferas del sistema sanitario en general, que no cuenta ni con el personal ni el equipo ni los suministros necesarios, y en parte porque la prueba necesaria para identificar nuevas cepas de virus de influenza (la prueba de reacción en cadena por polimerasa, o PCR, por sus siglas en inglés) no estaba disponible en México, aunque la OMS nos tenía en la lista de países con esa capacidad. Esto a su vez es producto del desmantelamiento del sector salud en décadas recientes con la desaparición, por ejemplo, del Instituto Nacional de Higiene y del Instituto Nacional de Virología (dedicado a investigación científica de cepas virales y diseño de vacunas) bajo el anterior presidente Ernesto Zedillo y el recorte, bajo el anterior presidente Vicente Fox, del presupuesto de la empresa paraestatal Birmex (Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México, que antes surtía vacunas, inmunoglobulinas y reactivos de diagnóstico) a pesar de las persistentes advertencias de los peligros de nuevos virus de parte de la comunidad científica sobre todo a partir del brote de influenza aviar en Asia en 1997.
La OMS y la Organización Panamericana de Salud (OPS) cuestionaron a las autoridades mexicanas sobre el brote de casos atípicos de neumonía (que frecuentemente es la causa inmediata de muerte en casos de influenza) el 11 de abril; el gobierno respondió que “el evento [de Perote] había terminado”. Y para que las autoridades sanitarias enviaran muestras a los laboratorios de Canadá y Estados Unidos (lo que finalmente confirmó la existencia de la nueva cepa A/N1H1), hicieron falta brotes de influenza atípica en la Ciudad de México, San Luis Potosí, Baja California y Oaxaca (y en este último caso una revisión por parte de la Comisión Estatal de Arbitraje Médico indicó que el hospital donde ocurrió era “un lugar de cultivo” de epidemias por su sobresaturación, ya que llegaba a atender más de 240 pacientes hospitalizados con solamente 120 camas). Todavía el 22 de abril, con unos 20 decesos reportados oficialmente a nivel nacional por el fenómeno, el secretario de Salud Córdova insistía en que a lo mejor se trataba de “la colita de la epidemia” en Estados Unidos de influenza estacional (a que los seres humanos ya tienen resistencia inmunológica) y que no había que caer en el “pánico”.
Sin prueba, sin medicamentos, sin tratamiento oportuno, sin siquiera tapabocas
Al finalmente descubrir que se trataba de una nueva y peligrosa cepa del virus, al día siguiente se declaró la alerta sanitaria y la suspensión de clases en el Distrito Federal y el Estado de México. El mismo secretario de Salud Córdova comenzó a sembrar el pánico, con información que se volvía cada vez más confusa y contradictoria con el paso de los días. Las cifras subían y bajaban a diario, confundiendo la nueva cepa con otros tipos de gripe y con cualquier caso de neumonía, y rehusando proporcionar información específica alguna en relación con los casos comprobados de la nueva cepa viral.
Mientras el discurso oficial insistía que todo estaba “bajo control”, la realidad que vivían miles de personas era muy distinta y esta realidad fue tapada por los principales medios de comunicación. Los médicos del importante Centro Médico Nacional La Raza del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) denunciaron que no tenían ni los más sencillos tapabocas. Cuando Alfonso Morales Escobar llevó a su madre al hospital Darío Fernández del ISSSTE (para empleados del gobierno) con un cuadro de síntomas como el de influenza difundido por las autoridades y pidió la prueba de influenza publicitada por las mismas autoridades, el doctor le respondió, “¿Cuál prueba?... Las autoridades están diciendo muchas mentiras. Que vengan y vean que no tenemos ni pruebas ni medicamentos ni nada. A ellos se les hace muy fácil estar engañando a la población”. Ha habido varias denuncias de la falta de antivirales, equipo y atención también en otros hospitales.
Muy ilustrativo es el caso de Óscar, reportado en El País el 3 de mayo: “[Tenía] cinco años y siete meses. El jueves 16 de abril, el niño se puso mal. Su madre lo llevó a la clínica número 11 del Seguro Social. ‘No lo quisieron recibir’, cuenta su tía, ‘porque no tenía fiebre. Nos dijeron que era una gripe normal’. Por la tarde, Óscar empezó a vomitar y lo llevaron a otra clínica del Seguro Social. Tampoco lo atendieron. Al día siguiente, a las seis de la mañana, Óscar empezó a sufrir convulsiones y, entonces sí, lo ingresaron de urgencia. Cinco horas después el niño ya estaba muy grave con un cuadro de neumonía. Lo pasaron a un cuarto de Terapia Intensiva... junto con otros ocho niños… murió a los nueve días de sentir los primeros síntomas, tras sufrir un calvario de hospital en hospital”.
Medidas represivas y oportunidades de jugosas ganancias
Para colmo, para remarcar el profundo antagonismo entre el aparato estatal al servicio de las clases dominantes y la gran mayoría del pueblo, el presidente Felipe Calderón se aprovechó de la alerta sanitaria para proclamar un nuevo decreto represivo que permite a las autoridades ingresar “a todo tipo de local o casa habitación” sin orden alguna, aislar a las personas a su antojo y “evitar congregaciones de personas en cualquier lugar de reunión” con el pretexto de “la existencia de una afectación a la seguridad interior” que incluye, entre otros, el riesgo de “sublevación”. Por su parte, el “presidenciable” de Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del Distrito Federal, se esforzó por demostrar que es tan “duro” contra la población como cualquiera, aplicando, entre otras medidas, la prohibición de visitas a los presos, lo que implicó cortar el suministro de comida y agua que sus familiares les llevan, prohibición que sólo se levantó tras el enfrentamiento tanto de reos como de sus familiares con guardias y policías.
Aunque se mantenga estable o se reduzca el número de casos de A/N1H1 en México ahora, eso no significa el fin de esta nueva cepa de influenza: muchos expertos indican que es probable que vuelva a brotar en la temporada invernal, que es más propicia para los virus de la gripe. En cuanto a las medicinas antivirales efectivas contra este virus, estamos en manos de enormes empresas farmacéuticas como la empresa suiza Roche (fabricante de fosfato de oseltamivir, en su marca “Tamiflu”) y la británica, GlaxoSmithKline (fabricante de zanomivir o “Relenza”) que hasta ahora han combatido con éxito las exigencias de producir productos genéricos a más bajo costo. Novartis de Suiza y Baxter Internacional de Estados Unidos pretenden responsabilizarse de la fabricación de una vacuna, con la bendición de la OMS (y el gobierno mexicano firmó antes de la alerta sanitaria un acuerdo para que la transnacional Sanofi-Aventis produzca vacunas en México). El valor de las acciones de estas empresas ha aumentado súbitamente, frente a las perspectivas de jugosas ganancias fabricadas de la miseria de otros.
Lo puerco es este sistema; la salud del pueblo exige otro sistema radicalmente diferente
Todo esto viene a demostrar que lo más puerco de este virus es el sistema capitalista mundial y su expresión aquí: sus grandes empresas de desechos porcinos tóxicos son el principal indiciado de haber acelerado la recombinación de esta y otras cepas potencialmente peligrosas; la falta de vigilancia sanitaria y el desmantelamiento del sistema de salud a que tiene acceso la gran mayoría provocaron muertes innecesarias; el manejo de la crisis, fuera del discurso oficial, fue deplorable; y la fabricación de antivirales y una vacuna para enfrentar la amenaza latente sigue estando a merced de las ganancias de un puñado de empresas transnacionales.
En esto se refleja la contradicción fundamental del sistema en que vivimos, entre la producción socializada (con su potencial para satisfacer las necesidades de toda la gente), y la apropiación capitalista privada (o en términos más sencillos, el hecho de que lo que determina lo que se produzca y cómo son las ganancias de los capitalistas). La producción socializada y tecnificada de la sociedad moderna es completamente capaz de producir los alimentos necesarios para dar de comer a todo el mundo (estudios de la ONU han comprobado este hecho desde los años 60) sin dañar la ecología, pero mucha gente sigue hambrienta y mucha gente se enferma y muere por estos sistemas de producción que destruyen el medio ambiente, porque semejantes consideraciones no generan ganancias para empresas como Smithfield Foods y Granjas Carroll.
El gobierno no es simplemente una empresa, pero a fin de cuentas sirve a los mismos intereses de los imperialistas, grandes capitalistas y terratenientes. Esto se ve claramente en el desmoronamiento del sistema de salud pública —no lo consideran rentable ni de provecho para las ganancias capitalistas— mientras existe un sistema privado paralelo en que es posible, con suerte, recibir atención adecuada, si uno tiene suficiente dinero. También se ve en los fríos cálculos de “costos y beneficio” del gobierno con respecto a la alerta sanitaria. ¿De qué hablaban esos señores? Si quitamos el velo de retórica humanitaria, su política seguía un frío cálculo económico de ganancias y pérdidas: ¿las medidas iban a afectar las ganancias y la economía más que si se proliferaba la epidemia, resultando en ausentismo y otras pérdidas? Las vidas humanas que se perdieron sin necesidad les tienen sin cuidado a estos señores. Todo es cálculo monetario. De nuevo, la producción moderna socializada y tecnificada es completamente capaz de proporcionar el equipo necesario para confirmar la naturaleza de esta y otras cepas de virus, proporcionar atención médica preventiva de calidad, proporcionar los medicamentos necesarios, pero no se hace esto para la gran mayoría, porque no es rentable, no es acorde con las máximas ganancias de la economía. Esto no es simplemente una cuestión de malicia o corrupción, aunque sí las hay, y no es casual que los mandatarios de todos los principales partidos políticos demostraron claramente en esta crisis el antagonismo fundamental entre los intereses que estos señores sirven y los intereses de la gran mayoría. A fin de cuentas, el gobierno tiene que servir a los intereses del sistema económico vigente, y esa contradicción fundamental del sistema entre la producción socializada y la apropiación capitalista privada también se refleja en las políticas de este estado.
No tiene que ser así y ya no debe seguir así. La revolución de nueva democracia podrá quitar la propiedad y el control de los principales recursos económicos por parte de un puñado de grandes empresarios capitalistas y podrá barrer con el Estado que defiende y protege el funcionamiento de este sistema. El grillete de la apropiación capitalista necesita quitarse; se necesita romper la cadena de dominación imperialista y abrir la puerta al socialismo con la transformación de la apropiación privada en apropiación social, apropiación por parte de la sociedad, para que el inmenso potencial productivo de la economía pueda ponerse al servicio de las necesidades de la humanidad y la preservación del planeta, en vez de la sed de ganancias de un puñado que tanta destrucción y sufrimiento innecesario provocan. Esta transformación revolucionaria es necesaria y posible, y esta más reciente crisis sanitaria demuestra que la salud del pueblo lo exige.
Referencias seleccionadas:
Davis, Mike. “Los cerdos peligrosos usan traje”, La Jornada, 29-04-2009
Hernández Navarro, Luis. “Smithfield: un negocio muy marrano”, La Jornada, 5-05-2009.
“Influenza Porcina, cronología de eventos” en andinia.com, basado en el artículo en inglés, Veratect, “Swine Flu in Mexico-Timeline of Events”, http://biosurveillance.typepad.com/biosurveillance/2009/04/swine-flu-in-mexico-timeline-of-events.html
“Los estragos de Granjas Carroll en Perote”, Milenio Online, 13-04-2009.
Méndez, Enrique y Andrés Timoteo. Serie de 5 artículos sobre Granjas Carroll, La Jornada, 2 al 6-05-2009.
Ordaz, Pablo. “Un servicio de salud cómplice del virus”, El País, 3-05-2009.
El Servicio Noticioso Un Mundo Que Ganar es un servicio de Un Mundo Que Ganar (aworldtowin.org), una revista política y teórica inspirada por la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el centro embrionario de los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas.
Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.