Revolución #169, 28 de junio de 2009
Pasaje de:
Una evaluación del avance hacia una guerra entre Estados Unidos e Irán: Causas y potenciales ramificaciones
Introducción
A continuación presentamos un pasaje de un informe de las conclusiones preliminares de un grupo de trabajo en inglés sobre “Una evaluación del avance hacia una guerra entre Estados Unidos e Irán: Causas y potenciales ramificaciones”, que analiza específicamente la República Islámica de Irán. El grupo elaboró estas conclusiones en junio de 2008. Además de los factores descritos abajo y en interacción con éstos, desde ese entonces sería importante tomar en cuenta dos sucesos notables adicionales: 1) el impacto de la crisis financiera mundial sobre el sector petróleo de Irán y 2) el impacto de la oferta de Obama de negociar con Irán e incluso de reconocer “el derecho de Irán a desarrollar su potencial de energía nuclear para fines pacíficos” mientras que al mismo tiempo continúa sosteniendo la tesis del gobierno de Bush y de Israel de que el objetivo de Irán es desarrollar armas nucleares y que por ende le da a Irán un plazo hasta el fin de año para suspender ese programa nuclear.
La República Islámica de Irán (RII)
El régimen ha demostrado una gran capacidad duradera y resistente. Un comentarista enumeró los retos que ha aguantado hasta la fecha —la larga guerra con Irak en que las grandes potencias tomaron partido ante todo con Irak, desastres naturales, acciones persistentes de Estado Unidos para aislar y vilipendiar el régimen, etc.— y concluye que ha sido capaz de hacer frente a “todo salvo la peste”.
Irán sigue siendo una nación dependiente y oprimida dentro del marco del imperialismo mundial y subordinada al mismo. Pero con eso, debido a una combinación de factores, ha adquirido más margen de maniobra y alcance geopolítico. Entre los factores principales figuran sus grandes reservas de petróleo y gas natural en combinación con sus instituciones y estructuras estatales cohesionadas, con centro motriz ideológico, profundas raíces y gran alcance (en Irán y con elementos más allá, especialmente en la región).
El régimen exhibe un alto grado de cohesión reaccionaria con centro motriz ideológico. El gobierno cuenta con una enorme centralización del poder, lo que incluye al “Líder Supremo” y otras instituciones importantes1. Sobre la base de severa represión y en conexión con el estado islámico de bienestar y su capacidad de forjar apoyos en sectores de la sociedad, hasta ahora el régimen ha contado con una relativa estabilidad. Pero la estructura y la naturaleza del régimen contienen las semillas de severas contradicciones. Existe lo que hemos llamado un extremo “carácter quebradizo” que augura potenciales escisiones incluso en las altas esferas del gobierno.
La actual formación social de Irán es sobretodo una amalgama de relaciones de producción semifeudales y capitalistas en la que las relaciones capitalistas dominan pero las cuales la política teocrática y las estructuras sociales confinan y traban. El estado maneja y controla la mayor parte de la actividad económica, especialmente aquella de gran escala. El núcleo de la economía y el factor más dinámico es el petróleo. Pero la economía iraní se caracteriza por un sector estatal abultado e ineficiente y una excesiva dependencia del petróleo, que es algo que constantemente señalan la mayoría de los analistas, incluidos los neoconservadores.
En resumen la RII es un sistema estatal “teo-hegemónico” asentado encima de una estructura económica compleja y dependiente en la que el sector petrolero ocupa una posición central en el estado capitalista.
El alto grado de centralización forjada teocráticamente también abarca un sistema de sub-instituciones que están integradas y funcionan de una “forma feudal”, con sus propias redes de control, autoridad y comercio. Esto incluye redes sociales informales y también un laberíntico complejo de “estados dentro del estado” (que tienen algún alcance internacional). Estos incluyen las fundaciones religiosas (bonyads) que han llegado a dominar el comercio y los sectores manufactureros y que se han transformado en enormes sociedades de cartera. Por ejemplo, uno de esos bonyads, la Fundación del ayatolá Jomeini, tiene más de 1.7 millones de empleados. Otra institución que funciona de manera similar son los Guardianes de la Revolución Iraní (GRI o pasdaran) que se formaron después de la revolución como un férreo brazo militar ideológico para defender la revolución en el país (las fuerzas armadas tradicionales protegían la RII contra amenazas externas). Los GRI no son solamente un pilar importante del poder armado del estado. También se han integrado cada vez más en las actividades económicas mediante el desarrollo de sus propias firmas comerciales con contratos privilegiados en las industrias estratégicas importantes, incluidas las que están relacionadas con la defensa. Por ello se ha realzado su poder clientelar y se le ha permitido desarrollar sus propios partidarios potenciales. Lo que a su vez ha conducido a una corrupción generalizada. Los miembros actuales y anteriores de los GRI están asumiendo cada vez más un papel político central en el régimen (lo que alguna gente describe como un “golpe de estado silencioso”). Los GRI suman unos 125.000 elementos, pero se estima que controlan en efecto más de un millón de empleados.
Una importante característica de este sistema estatal teo-hegemónico que tiene mucho más que ver con lo que se describió anteriormente, son los importantes aspectos de un “estado islámico de bienestar”. Esto encaja en la agenda ideológica de la RII y fundamenta la legitimidad del régimen, consolidando y extendiendo su apoyo en la sociedad. Pero también representa una traba sobre la modernización capitalista. Los ingresos por concepto del petróleo acicatean el estado islámico de bienestar pero esta situación también desangra estos mismos ingresos. Históricamente el régimen ha subsidiado las necesidades básicas como alimentos y gasolina pero en el último año y pico ha hecho cada vez más recortes (lo que ha tenido funestas consecuencias para algunos sectores de las masas). Este sistema de bienestar es una fuente adicional de corrupción en el régimen. En combinación con la naturaleza opresiva de la sociedad en general y la trayectoria que disminuye cada vez más la capacidad del estado islámico de bienestar para satisfacer las necesidades básicas de las masas, esta situación contribuye al mayor antagonismo entre las masas y el régimen así como al conflicto al interior de la clase dominante.
La corrupción asociada con los “estados dentro del estado” (como los bonyads) y el funcionamiento del estado islámico de bienestar es otro rasgo marcado de la RII: un tipo de “capitalismo teocrático de compinches”.
Aunque el régimen tiene una independencia y un control relativo sobre un extenso sector petrolero y las esferas asociadas de operación, de nuevo, se basa en la economía capitalista mundial y se subordina a ésta. Una gran contradicción para la RII es la necesidad de la modernización y de atraer inversiones, lo que incluye el dinámico sector de energéticos. (En el ámbito mundial, este sector energético es también relativa y fuertemente ineficiente.) Todos los sectores de las clases dominantes de Irán reconocen en mayor o menor grado la necesidad de la modernización. Pero existen enfoques distintos en cuanto a la privatización y la modernización y eso interactúa de manera aguda con los asuntos ideológicos, económicos y políticos entrelazados con todo eso (como se describe arriba).
Un sector de la clase dominante iraní lucha fuertemente por un programa neoliberal de privatizar las industrias paraestatales. Otros sectores se oponen fuertemente a esto. Esta contradicción también interactúa con las cuestiones de la base social y, en cierto grado, con varias potencias imperialistas con que tradicionalmente varios sectores se han aliado. Se han dado pasos hacia la privatización pero por razones que rebasan el ámbito de este ensayo, el proceso se ha dado a una escala relativamente menor (en los últimos diez años, se han privatizado unas 200 empresas paraestatales). Estas son expresiones tanto de contradicciones internas como programas divergentes en la cima.
En términos políticos, la mayoría de los analistas convencionales dividen a los círculos dominantes en tres campos generales. En primer lugar están los “duros” representados por Ahmadinejad y el ayatolá Yazdi, en el que muchos analistas incluyen al Líder Supremo. Aún se basa más en las clases tradicionales y conservadoras, por ejemplo los muy conservadores Bazaari quienes están en el núcleo de los bonyads y un sector considerable si no dominante del GRI y las basij2.
En segundo lugar están lo que a veces se llaman los moderados o los “conservadores pragmáticos” dirigidos por Rafsanjani y tipificados por él, a quien a menudo describen con un pie en este “núcleo duro” y el otro en el tercer campo — los “reformistas” como Jatami (el presidente de 1997 a 2005). Los “reformistas” comparten con Rafsanjani, entre otras cosas, un programa agresivo de transformación neoliberal y han defendido la liberalización de la sociedad y la restricción de algunos poderes de los clérigos. Se basan en varios sectores modernos urbanizados, entre ellos aparentemente unos que son producto de estas “instituciones características” de la RII. Algunos analistas hablan de solamente dos campos, los conservadores y los reformistas, pero tiene algo de cierto la caracterización de Rafsanjani como un “conservador pragmático” con un pie en ambos sectores de las clases dominantes.
El carácter duradero y resistente de la RII no es simplemente una función de su carácter centralizado sino también de su capacidad de absorción. Diferentes facciones de los círculos dominantes han encontrado espacios de operación dentro del sistema; existe cierta “inclusividad”. Es el carácter “teo-hegemónico” del régimen que establece en lo fundamental los términos de la cohesión de la élite dominante. Hasta ahora este carácter teo-hegemónico ha contribuido a la capacidad del régimen de sobrellevar muchos retos a pesar de las contradicciones, tensiones y presiones (económicas, políticas y militares) que resultan de la posición de Irán en la región y en el mundo y que interactúan con la necesidad de mantener el poder (tanto gobernar a las masas como conservar a un grupo gobernante relativamente funcional). Pero esta misma cohesión es también la fuente de un extremo “carácter quebradizo”, especialmente frente a la agudización de las contradicciones internacionales así como nacionales.
Una manera de entender la intensidad de esta contradicción al nivel político es así: la facción “reformista” argumenta que el régimen tenga que abrirse al mundo mucho más para atraer capital y modernizar grandes segmentos de la economía y que tenga que restringir el papel de los clérigos y permitir más aire para respirar en la sociedad iraní, o si no, correrá el peligro de perderlo todo. Los “duros” argumentan lo opuesto —que tenga que apuntalar e imponer aún más fuertemente los “valores islámicos centrales”— o si no, correrá el peligro del desenmarañamiento el régimen en conjunto. Lo importante es... que de hecho ambas facciones hablan de la dinámica de la realidad concreta.
Así que por un lado el régimen tiene esta capacidad de absorción e integración. Por el otro, su naturaleza teocrática y el poder de su núcleo teocrático levantan barreras políticas y económicas a la modernización, a la participación más profunda del país en la economía mundial y a adaptación de las instituciones a los profundos cambios demográficos y sociales que están ocurriendo en la sociedad iraní3. Pero, de nuevo, es precisamente este carácter teocrático que le da cohesión al régimen. De eso resulta el “carácter quebradizo” de la RII...
Notas
1. En pocas palabras como trasfondo: el núcleo de las instituciones gobernantes del régimen iraní está anclado en poderosas instituciones ejecutivas basadas en el clero (y en algunos organismos, en personas religiosas laicas) y varias facciones del régimen gobernante tienen representación en estas instituciones. Felayat-e-fagih (también transliterado como “Velayat-e-faqih”) es el concepto de gobierno religioso impuesto por Jomeini y es el núcleo del gobierno con la selección del Líder Supremo o juez supremo (Jameini en la actualidad) por la jerarquía religiosa (la Asamblea de Expertos). Este Líder Supremo tiene amplios poderes que incluyen la aprobación y la destitución del presidente, la supervisión de las políticas generales del gobierno y es el comandante en jefe y tiene el poder de declarar la guerra, nombrar a jueces y tiene control sobre las trasmisiones radiales y televisivas y otras instituciones públicas. Un Consejo de Guardianes es un cuerpo de 12 jueces, 6 religiosos y 6 personas laicas y tiene el poder de revisar toda la legislación para cerciorarse de que se conforme al islam así como la constitución del país y supervisar las elecciones. Además, hay un presidente (actualmente Ahmadinejad), un parlamento (majlis), y un Consejo de Conveniencia la que se designa para arbitrar entre el parlamento y el Consejo de Guardianes sobre la legislación en disputa, aconsejar al Líder Supremo sobre las políticas generales del estado y como institución, se le encomienda explícitamente la tarea de ver que los intereses del estado primen por encima de “todas las ordenanzas que Alá deriva u ordena directamente”. [regresa]
2. Las milicias basij son un apéndice de los GRI entre las masas, de unos 12.5 millones de integrantes según el Ejército Nacional Iraní. Funcionan como policía nacional auxiliar (por ejemplo, obligan a llevarse el hijab y otros elementos de la moral pública islámica, retiran parabólicas satelitales ilegales, etc.) y han participado en ejercicios de defensa civil. [regresa]
3. Han sucedido cambios grandes en Irán desde la revolución de 1979. A pesar de perder a casi un millón de personas durante la guerra con Irak en los años 80, la población del país se ha doblado. Mientras que en 1975, el 46% de la población fue urbana, hoy es casi el 70% y Teherán es un importante “megalópolis”. El 95% de la juventud (de 15-25 años de edad) está alfabetizada y el 61% de aquellos aceptados en las universidades son mujeres (2005). Más del 35% de la población tiene menos de 15 años y aproximadamente el 60% tiene menos de 24 años. Existe un desempleo generalizado y el 40% de la población vive debajo del umbral de pobreza y, según extensos informes de varios medios, existe mucho descontento en torno a las condiciones de vida, por ejemplo, huelgas y muy importantes movimientos de estudiantes y mujeres, aunque los ha acompañado una gran ola de represión. Cabe mencionar que Irán tiene uno de los índices más altos de adicción de la heroína del mundo, y la prostitución está creciendo de manera importante. También cabe mencionar que la “fuga de cerebros” (emigrantes educados) es de 150.000 a 180.000 personas al año. [regresa]
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