Revolución #170, 19 de julio de 2009
Apuntes de una reportera desde Wichita, parte 2
28 de junio de 2009
El 31 de mayo, cuando un asesino opuesto al aborto mató al Dr. George Tiller, fue una enorme pérdida para las mujeres de todas partes. Perdimos a un médico valiente y experto, uno de tres médicos conocidos públicamente en el país por especializarse en el aborto tardío y que habían salvado la vida de miles de mujeres. Y Wichita perdió su único proveedor y clínica de aborto. Hoy, las clínicas más cercanas que proveen servicios del aborto están en Tulsa, Oklahoma, un viaje de dos horas, y en Kansas City, a tres horas de distancia. En un tiempo Wichita tenía tres clínicas de aborto; ahora no tiene ninguna. En 1991, los fascistas cristianos prometieron transformar Wichita en “una ciudad libre del aborto”, una meta que ahora han logrado mediante el asesinato a sangre fría. (Para saber más sobre el Dr. Tiller, y la moral y la ciencia del aborto en cada etapa del embarazo, ver el periódico Revolución #168).
En 1975, dos años después de despenalizar el aborto en este país, las fuerzas antimujer y antiaborto comenzaron a formar piquetes de manifestantes fanáticos en la entrada de la clínica del Dr. Tiller. Durante las décadas siguientes, el Dr. Tiller, su familia y sus trabajadores tenían que soportar el hostigamiento diario, amenazas de muerte, acoso, vandalismo y demandas sin fundamento jurídico. Un punto nodal en la batalla por el derecho al aborto y uno de los ataques más virulentos contra el acceso al aborto estalló en Wichita durante el verano de 1991, cuando las organizaciones fascistas cristianas Operación Rescate y la Liga de Acción Pro-Vida organizaron un bloqueo masivo a las clínicas del aborto en Wichita, que llamaron “el verano de misericordia”. Los sucesos de ese verano tuvieron un impacto duradero en la población de Wichita y todavía se habla mucho de ese período.
He estado en Wichita recientemente para distribuir y hacer reportaje para el periódico Revolución (ver mi primera entrega, “Apuntes de una reportera desde Wichita” en línea en revcom.us). Tuve la oportunidad de hablar con unos simpatizantes de la clínica que estuvieron en las primeras filas de esa batalla, entre ellos Peggy (Jarman) Bowman y Julie Sheppard. Durante el verano de 1991, Peggy trabajaba para el Dr. Tiller como su vocero de relaciones públicas y también encabezó la Liga de Acción Pro Derecho a Decidir, que organizaba a los voluntarios de la clínica durante el bloqueo. Es autora del libro Fetus Fanatics, a Memoir: When Government Collaborates with Anti-Choice Zealots (Fanáticos del feto, una memoria: Cuando el gobierno colabora con extremistas antiaborto), que documenta el bloqueo reaccionario de la ciudad en 1991. Ahora Bowman es directora del Fondo Segunda Oportunidad, una organización que ayuda a las mujeres de Kansas (y ahora de Tulsa, Oklahoma) que quieren hacerse un aborto o buscan un anticonceptivo de emergencia. Julie fue voluntaria de la clínica durante el bloqueo y ahora es presidenta de la junta directiva del mismo fondo. En el portal del fondo figura esta cita de un proveedor de abortos: “No se trata de ‘mujeres que se hacen abortos’ y ‘mujeres que tienen hijos’. Se trata de las mismas mujeres, en diferentes momentos de su vida”.
A continuación, unos extractos de la conversación que tuve con estas dos mujeres:
Peggy (Jarman) Bowman: Jamás lo llamo el “verano de misericordia”, sino el “sitio de Wichita”... o el “verano de horror”, porque no hubo nada misericordioso en la manera en que [las fuerzas antimujer y antiaborto] actuaron y trataron a nuestras pacientes.
Julie Sheppard: Mi hija y yo fuimos a muchas protestas ese verano para tratar de parar a los manifestantes [antiaborto] y proteger la clínica, y hacerse conocer que había una fuerza a tener en cuenta y que no iban a venir acá y aplastarnos totalmente sin que nadie hiciera nada. Como el gobierno no estaba haciendo nada, nosotros íbamos a proteger la clínica.
Yo había estado en protestas de apoyo a las clínicas en el pasado. Como una joven adulta, me dejó estupefacta el hecho de que no todo el mundo estaba pro derecho a decidir. El “verano de misericordia” no fue el comienzo, [y] en ese entonces había más de una clínica (había tres). Íbamos a las diferentes clínicas para mostrar apoyo. Pero fue un período horrible. Todo el mundo salió de quién sabe dónde para ayudar... por fin. Ese verano tuvimos que defendernos, en vez de ser una mera presencia en las clínicas. Eso fue algo nuevo, eso de que [los antiabortistas] llevaban pancartas y carteles. Mi “favorita” fue una joven que portaba un letrero que decía: “El Dr. Tiller mató a dos de mis hijos”, como si alguna fuerza magnética la había arrastrado adentro de la clínica. Fui también a la clínica Central [otra clínica que estaba en Wichita en ese tiempo]. Ellos estaban bloqueando el tráfico, alterando el orden público. Iban y se quedaban y el gobierno no hizo nada.
Peggy (Jarman) Bowman: De un día al otro era diferente. Las mujeres tenían que sentarse en una camioneta y esperar [para entrar a la clínica]. Un día la policía puso a las pacientes en sus camionetas, pasó detrás de los manifestantes, se paró frente a una puerta que normalmente la clínica no usaba, se bajó rápidamente y formó una línea en la puerta, y las pacientes entraron a la clínica en cuestión de segundos. Todos nosotros dimos gritos de alegría. Al día siguiente, la policía se paraba y no hizo nada. Cientos [de antiabortistas] bloquearon la entrada, unos 600, y eso es sin contar a otros centenares que estaban al otro lado de la calle, cantando y haciendo escándalo. Creo que ese fue el peor día del sitio. Yo les pregunté varias veces a los policías que cuándo iban a abrirnos un caminito, y siempre me decían que estaban esperando las órdenes y no sabían cuándo. Las pacientes estaban en una fila, esperando entrar. Después de un tiempo arreglamos una solución con la policía para que ellas [las pacientes] entraran a hurtadillas detrás de la línea de policías. Tuvimos acompañantes para las pacientes, quienes se cubrieron la cabeza para no ser identificadas.
La policía me dijo que había órdenes de no hacer nada. Durante 26 horas literalmente, estuvieron ahí parados sin hacer nada. Ese día o al día siguiente, empezaron a hacer arrestos, pero los antiabortistas caminaban a pasos chiquitos, y por ende se tardaron horas en hacer los arrestos. Cuando parecía que despejaban por fin la entrada, la emisora cristiana llamaría a su gente a acudirse al lugar, diciendo que nada les va a pasar, ni tendrán que pagar una multa. Y eso fue cierto. Mientras tanto, después de tramitar los arrestos, volvían esta gente a la clínica. Duró esta dinámica siete semanas, pero durante la séptima, la situación empezó a calmarse.
La policía dijo que había órdenes de no hacer nada. Yo tuve amigos en el consejo municipal que me dijeron lo que estaba pasando en el gobierno y quién llevaba la batuta. Fue el alcalde señor Knight.
Julie Sheppard: [La policía y los agentes federales no hacían nada] porque el presidente [George H.W. Bush], el gobernador, el alcalde y el presidente municipal apoyaron la invasión; por eso se salieron con la suya.
Peggy (Jarman) Bowman: Siempre hemos insistido mucho y por todas las razones correctas [que] todos nuestros historiales médicos son confidenciales, y ha sido extremadamente importante que la mujer se hace el aborto en privado. Necesitamos que las mujeres estén dispuestas a dar el paso de hablar sobre ese procedimiento en su vida y sobre ese momento particular de su vida. No sé exactamente como vamos a reunir todo eso. Pero hay que hacerlo. Si las mujeres están dispuestas a hacer esa clase de declaración, ayudará mucho en diluir el mensaje contra el derecho a decidir. Existe una variedad de formas; los reporteros nos preguntan todo el tiempo si alguna mujer esté dispuesta a hablar sobre su experiencia de hacerse el aborto. Podría salir en la radio, en televisión, en un blog, en Twitter, en muchas formas diferentes. Quizás sería igualmente efectivo usar solamente los primeros nombres, porque no queremos poner a las mujeres en una posición en que los antiabortistas las ataquen. He visto eso personalmente y cuando ha ocurrido es muy, muy terrible. Hay millones de mujeres que se han hecho por lo menos un procedimiento, a veces más de uno, y necesitamos que ellas encuentren una forma de presentarse para hablar, de una manera que ayudaría a que otras personas capten qué tan vital es que el aborto siga siendo legal y asequible. En estos momentos, todavía es legal pero cada día menos mujeres tienen acceso a ello.
Creo que probablemente eso ayudaría. Cuando tú vas a la clínica, hay gente que te grita “no asesina a tu bebé” y cuando sales, te grita “asesinaste a tu bebé”. Hay que ser una persona muy fuerte para poder soportar ese tipo de tortura y no asimilarla de una forma u otra. Por cierto, las mujeres van a la clínica y ven ahí a una decena o dos decenas de mujeres que están pasando lo mismo. Saben que no están solas. Aparte del ir y salir de la clínica, ves las vallas publicitarias, los camiones horribles estacionados fuera de la iglesia, los anuncios en la tele. No hay nada que realmente refuta todo eso. ¿Cuántas veces se ven vallas publicitarias o anuncios televisivos que son pro derecho a decidir? ¿Cuántas veces se ve en una serie de televisión a una mujer que se hace un aborto? Vi un programa de televisión en que una adolescente de Nueva York va al médico y él le dice que como tiene 14 semanas de embarazo, ya es demasiado tarde para hacerse el aborto. Empecé a gritar a la televisión; eso fue tan pésimo, eso no es verdad.
Si le gusta este artículo, suscríbase, done y contribuya regularmente al periódico Revolución.