Revolución #171, 2 de agosto de 2009
Nueva arremetida contra el pensamiento crítico y el disentimiento académico en el caso de Ward Churchill
A principios de abril, después de un juicio de un mes, un jurado en Denver concluyó que Ward Churchill había sido despedido injustamente de su posición como Profesor de Estudios Étnicos en la Universidad de Colorado (CU). Fue despedido como represalia por un ensayo controvertido que escribió después de los ataques del 11-S, que critica a Estados Unidos, y no por la mala conducta académica como alegó la universidad. Como escribimos en aquel momento (“Veredicto en demanda contra la Universidad de Colorado: Jurado decide por despido injustificado de Ward Churchill”, Revolución #161), “El veredicto del jurado es un suceso bienvenido, y es un revés para las fuerzas que están obrando para suprimir el pensamiento crítico en las universidades y en la sociedad. Pero la batalla está lejos de terminarse”.
El 7 de julio, el presidente de la corte en Denver, Larry Naves, anuló el veredicto y dictó una resolución que le concedió todo que CU quería. No se va a reintegrarlo en su puesto al profesor Churchill, y no tiene derecho a sueldos caídos ni una indemnización. Esta resolución de Naves es tan absurda como lo es completamente infundada, representa una decisión de entrometerse manifiestamente para asegurar que prevalezca CU, a pesar de la verdad.
Antecedentes de una cacería
Como ya saben los lectores regulares de Revolución, este caso empezó a principios de 2005 cuando Ward Churchill se convirtió en blanco de una cacería política derechista nacional muy orquestada después de que un ensayo que escribió poco después del 11-S salió a la luz. La arremetida contra Churchill se convirtió en el centro de un importante asalto contra el pensamiento crítico y los estudiosos disidentes en academia que continúa hasta hoy día. Un mensaje escalofriante se difundió a los cuerpos docentes en muchas universidades de “¡que tengan cuidado!” — la crítica de los crímenes pasados o presentes de Estados Unidos podría amenazar su reputación, su trabajo, aun su carrera.
La facultad, los estudiantes y otros se atrevieron a oponerse a la petición para el despido de Churchill, viéndolo como una frente clave de batalla en las crecientes actividades de las fuerzas derechistas poderosas de usar esta controversia para cambiar radicalmente el ambiente universitario y para intimidar y silenciar a otros estudiosos progresistas y radicales. Los profesores escribieron cartas y columnas de opinión para periódicos y revistas y circularon declaraciones firmadas por cientos y cientos de profesores en apoyo a Churchill. Un anuncio a plana entera fue publicado en la revista New York Review of Books firmado por muchos intelectuales públicos conocidos, como Noam Chomsky, Howard Zinn, Richard Falk, Derrick Bell, Rashid Khalidi, Mahmood Mamdani, Irene Gendzier y otros que pide a CU que pare su esfuerzo de despedirlo.
Al principio la universidad intentó despedir a Churchill por el contenido de su ensayo, pero luego decidió que sería más prudente cambiar de marcha y perseguirlo de otra manera. Combinó varias quejas principalmente viejas sobre aspectos de las investigaciones académicas de Churchill e incluso solicitó otra; formó un comité de profesores para elaborar un dictamen, encabezado por un ex fiscal que se sabía en ese momento que estaba predispuesto en contra de Churchill y usó las conclusiones del comité de la alegada mala conducta de investigación para despedirlo.
El veredicto confirmó el argumento de Churchill que esta investigación de su trabajo académico, bajo un microscopio, no debería haber pasado, y que tuvo el propósito exclusivo de inventar un pretexto para despedirlo por su trabajo académico y su punto de vista político. Unos estudiosos destacados —como Noam Chomsky y Stanley Fish— han señalado que ninguna obra de ningún investigador podría soportar esta clase de análisis minucioso.
“Inmunidad cuasi-judicial”
La resolución de la corte, en gran parte copiada palabra por palabra de la moción de los abogados de CU, acepta la afirmación de CU de que el consejo rector tiene “inmunidad cuasi-judicial”, según la ley. En esencia esto significa que el consejo rector de la universidad puede hacer casi cualquiera cosa, incluso despedir a profesores por expresar opiniones que consideran ofensivas, y no hay remedio para los profesores, mientras se sigue el procedimiento formal de la universidad para despedirlos (vea los documentos del juicio en www.wardchurchill.net).
Al dictar esta resolución después de que ya se ha llegado a un veredicto, Naves le está otorgando la “inmunidad cuasi-judicial” a un cuerpo cuyos miembros los que se sabe habían denunciado públicamente al “litigante” antes del juicio, habían admitido que estaban bajo presión para despedir a Churchill y habían tomado acción inconstitucional a fin de castigar el ejercicio del derecho a la expresión protegido por la Primera Enmienda. ¿Qué significa que le han otorgado este tipo de inmunidad a un cuerpo poderoso para decisiones muy políticas sobre las vidas y las carreras de los profesores y estudiosos universitarios, incluso los profesores con titularidad? Este, y algunos de los puntos siguientes, son de una carta que se opone a la resolución que está circulando en la comunidad académica la red para Defender el Disentimiento y el Pensamiento Crítico en Academia.
Brian Leiter, filósofo y estudioso legal, actualmente el Profesor John Wilson de Derecho en la Universidad de Chicago, describió que la decisión “posiblemente tenía implicaciones catastróficas”, en su informe en línea (Brian Leiter’s Law School Reports), intitulado: “Atención a los profesores de las universidades estatales en Colorado: Ustedes no tienen casi ningún remedio si el consejo rector viola sus derechos de la Primera Enmienda”. Pero el impacto de esta resolución, si se permite que entre en vigor, afectará a profesores mucho más allá de Colorado.
El juez da muchos argumentos diferentes y contradictorios para sustentar su decisión, sin duda con la esperanza de hacer que sea improbable que la anulen en la fase de la apelación. Por eso, al haber al principio rechazado el veredicto del jurado, Naves luego lo invoca. Dice que la indemnización de $1 del jurado lo obliga a negar la reintegración a su puesto a Churchill. “Si tengo que emitir un dictamen que está ‘de acuerdo con las conclusiones del jurado’, no puedo dictar un remedio que ‘ignora la conclusión implícita del jurado’ que el profesor Churchill no ha sufrido ningún daño real que remediaría una indemnización de reintegración”. Este argumento es completamente infundado. La suma de la indemnización no mitiga para nada el veredicto del jurado de que Churchill fue despedido en violación de su libertad de expresión protegida — de que solo es posible remediar reintegrándolo en su cargo. Es absurdo el argumento de que la suma de indemnización determina si se debe remediar una violación constitucional.
Al final, un miembro del jurado también contradijo el intento del juez de interpretar las conclusiones del jurado: ha escrito un affidávit presentado con la respuesta de Churchill a la resolución. En el affidávit el miembro del jurado explica: “Fue difícil para nosotros determinar el valor de la angustia emocional de Churchill, y al fin, escuchamos el testimonio de Churchill de que el caso no se trataba del dinero y esperamos que el juez lo reincorporará en su puesto o le compensara”.
En busca de otro argumento más para anular el significado del veredicto, la resolución dice: “El jurado solamente determinó que la Universidad no demostró que una mayoría del consejo rector hubiera votado para despedir al profesor Churchill en la ausencia de su derecho a la expresión política. Eso es una cuestión muy diferente que si el profesor Churchill hubiera practicado la mala conducta académica…”. El juez sostiene que a pesar del veredicto, Churchill incurrió en mala conducta académica tan seria que sería injusto, y dañino para la universidad, reintegrarlo en su puesto. Como la moción de reconsideración de David Lane, abogado de Churchill, dice: ¿cómo es que no existe ninguna evidencia de que había mala conducta académica lo suficientemente seria para justificar el despido de Churchill, pero hay suficiente mala conducta académica según la corte para negar su reincorporación en su puesto?
En el juicio los miembros del jurado escucharon el testimonio de expertos en estudios amerindios y el derecho amerindio que hicieron muchas críticas a las conclusiones del comité de investigación de la facultad, además de las conclusiones de los testigos para la universidad, y eso fue una parte crítica de la base de sus conclusiones. De nuevo, como dice el affidávit del miembro del jurado:
Una mayoría del jurado cree que los cargos de mala conducta académica no fueron válidos. Opinamos que los trámites legales ofrecidos a Churchill por la Universidad de Colorado, antes de su despido, estaban predispuestos en contra de él. De hecho, durante nuestras deliberaciones, hicimos una lista de todos los testigos en el juicio, y determinamos que la mayoría de los testigos de la Universidad de Colorado fueron deshonestos y estaban predispuestos en contra del profesor Churchill.
Jonathan Turley, profesor de la facultad de derecho de la Universidad George Washington y comentarista frecuente en los medios de comunicación nacionales, consideró la negación de la reincorporar en su puesto a Churchill “extraño”. Criticó el argumento final de Naves que le echa la culpa por negar la reincorporación a las declaraciones de Ward Churchill de que supuestamente muestran “hostilidad contra la universidad”:
La universidad se opone a su reincorporación aduciendo que, si él volviera, la relación ‘no sería amigable’. Eso fue obvio en el veredicto del jurado. Sin embargo, eso es como usar los prejuicios como defensa. Primero se descubre que la universidad despidió indebidamente a Churchill debido a que odia las opiniones de él, pero luego logra negarle la reincorporación en su puesto debido al odio de las opiniones de él.
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Escribimos recientemente que hay “mucho en juego para el mundo académico y para la sociedad en general en cuanto defender este veredicto y profundizar sus lecciones. Se ha sacado a la luz y asestado un revés a una fea cacería política y pública de fuertes consecuencias de parte de poderosas fuerzas reaccionarias y peligrosas apuntada a regar escalofríos represivos en las universidades. No obstante, lejos de batirse en retirada estas fuerzas se están reagrupando y tratando de revertir el significado de este veredicto”. Esta decisión absurda, retorcida y claramente injusta de Naves, el presidente de la corte en Denver, solo contribuye a esos objetivos, y se le debe oponer. Al mismo tiempo, se necesita más que nunca el debate que pedimos en ese artículo, con los de dentro y de fuera de la academia que, a pesar del veredicto, todavía se están dejando llevar por un análisis tergiversado de qué trata el caso.
Al aproximarse el semestre de otoño, los profesores y estudiantes, y todos los que están preocupados por la defensa de la búsqueda de la verdad sin restricciones, la efervescencia intelectual y el disentimiento, tienen que dar un paso adelante en las universidades alrededor del país y hacer planes para desenmascarar, deslegitimar y desarrollar oposición a esta resolución, convocar a reuniones y manifestaciones, escribir cartas a periódicos, a la Universidad de Colorado y a la corte de Colorado, publicar anuncios y más. Y sectores más amplios de la sociedad tienen que unirse con ellos.
De nuevo, como escribimos antes: “El reto para la administración, el cuerpo docente y sobre todo los estudiantes es oponer resistencia a esta arremetida. Y sectores más amplios de la sociedad deben unírseles. Debemos seguir defendiendo a las personas como Ward Churchill que son objeto de ataques y en general debemos defender la posibilidad de que los profesores tengan puntos de vista radicales y que disienten. Es de importancia decisiva que la nueva generación de estudiantes le entre a defender una búsqueda de la verdad sin trabas, la efervescencia intelectual y el disentimiento. De una u otra forma, esta lucha en torno a la vida en las universidades y la vida intelectual tendrá profundas repercusiones sobre cómo será la sociedad estadounidense y sobre las posibilidades de hacer surgir una sociedad completamente nueva”.
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