Revolución #175, 6 de septiembre de 2009


Nuevos documentos de la CIA revelan:

Tortura depravada y sistémica de Estados Unidos

Amenazas de matar a los hijos de un detenido… amenazas de abuso sexual contra familiares femeninos de un detenido… aplicar el submarino de formas que violaron muchísimo las normas aprobadas por la Consejería Jurídica de la Casa Blanca de Bush con sus “memos de tortura”…Un informe de 2004 lanzado el 24 de agosto de 2009, de la Oficina del Inspector General de la CIA, documenta éstos y otros ultrajes nuevos. Se publicó el informe, junto con otro material, en respuesta a pleitos entablados por la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles y Amnistía Internacional.

Todas las implicaciones de lo que se revela (y lo que se encubre) en este informe todavía no han sido plenamente identificadas. Grandes secciones del informe de 109 páginas están redactadas (censuradas). Pero incluso de lo que se revela en el informe, queda claro que la tortura llevada a cabo bajo la llamada Guerra contra el Terror ha sido criminalmente inhumana; orquestada, concebida, supervisada y aprobada en la Casa Blanca, el Departamento de Justicia y el Congreso; y está arraigada profundamente en la doctrina militar estadounidense en la llamada “guerra contra el terror”.

Además, las nuevas revelaciones subrayan con lo mucho más que está en juego y más urgencia la necesidad de la protesta y la resistencia, para exigir que se juzgue a los responsables hasta la cima, en la Casa Blanca.

Nueva luz sobre la naturaleza depravada de la tortura de Estados Unidos

Leer el informe de la CIA es como leer los informes fríos y asépticos de los que dirigieron los campos de concentración nazis. Crímenes depravados contra la humanidad están anotados minuciosamente en detalle, junto con racionalizaciones y justificaciones legales.

Del informe:

“…el interrogador, según un [redactado] que estaba presente, amenazó a Al-Nashiri diciendo que si él no hablara, “Podríamos traer a tu madre”, y, “Podríamos traer a tu familia”. El [redactado] interrogador reportado quería que Al-Nashiri infiriera, por razones psicológicas, que el interrogador era de la oficina de inteligencia [redactado] basado en su dialecto de árabe, y que Al-Nashiri estuvo en custodia [redactado] porque en muchos círculos en el Medio Oriente se creía que la técnica [redactado] supone el abuso sexual de los parientes femeninos en frente del detenido”.

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“…el interrogador entró en la celda cuando Al-Nashiri estaba sentado en grilletes y amartilló la pistola una o dos veces cerca de la cabeza de Al-Nashiri. Probablemente el mismo día, el interrogador usó una taladradora para asustar a Al-Nashiri. Con el consentimiento [redactado], el interrogador entró en la celda del detenido y aceleraba la taladradora mientras el detenido estaba parado desnudo y encapuchado”.

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“…los interrogadores [redactado] dijeron a Khalid Shaykh Muhammad que si algo más ocurriera en Estados Unidos que ‘Mataríamos a tus hijos’”.

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El informe también detalla amenazas de matar a detenidos, y al menos un homicidio a manos de los interrogadores de la CIA. En junio de 2003 un detenido que se entregó voluntariamente a la CIA para ser interrogado en Afganistán fue, según el informe, “supuestamente” fue golpeado “con una gran linterna de metal y pateado… durante las sesiones de interrogación”, lo que le causó la muerte. Y el investigador de derechos humanos John Sifton ha documentado la muerte de unos cien detenidos, entre ellos detenidos en custodia de la CIA, algunos de los cuales se sabe murieron debido a esta tortura (vea “The suppressed fact: Deaths by U.S. torture”, de Glenn Greenwald, salon.com, 30 junio 2009).

Y para que las cosas queden en claro, este informe no fue escrito para denunciar a la CIA. Aunque plantea cuestiones acerca de la naturaleza ilegal de muchas de las técnicas de tortura usadas (y cómo cada una de estas actividades ilegales fue aprobada por la Casa Blanca de Bush y el Departamento de Justicia), generalmente presenta el tratamiento de los detenidos por la CIA como algo que proporciona “inteligencia que ha permitido la identificación y la detención de otros terroristas y ha avisado de complots terroristas planeados en Estados Unidos y alrededor del mundo”.

Más abajo trataremos las afirmaciones de que estos programas de tortura “salvan vidas norteamericanas”, pero primero examinemos la naturaleza sistémica de la tortura yanqui.

La aceptación sistémica de la tortura por Estados Unidos

Los incidentes de tortura documentados en el informe de la CIA no son las acciones de “elementos malhechores” en la CIA. Altos funcionarios del gobierno recibieron, según el informe, reportes sobre esta tortura y la aprobaron. El informe de la CIA cita como directrices, y reimprime como apéndices, los “Memos de Tortura” redactados por la Oficina de Consejería Jurídica de Bush.

Pero el informe también señala que violaron incluso esas directrices, que indignaran a todo el mundo fuera de los malvados inmorales, que dieron una luz verde al uso del submarino y otras formas de tortura inhumanas. Cuando el Inspector General de la CIA informó al procurador general de Justicia John Ashcroft que un detenido había sido torturado con el submarino “de una manera que no concuerda con” las directrices jurídicas del Departamento de Justicia, Ashcroft respondió que no tenía ningún problema con el submarino que se aplicó a un detenido 119 veces y que la “CIA sigue muy de cerca las pautas jurídicas del Departamento de Justicia y la autoridad dada a la CIA por esas pautas”.

Cuando el Inspector General de la CIA reportó a los fiscales del Departamento de Justicia que un detenido había sido amenazado con una taladradora y una pistola, siendo en ambos casos técnicas no autorizadas para las cuales no pidió aprobación, el 11 de septiembre de 2003 el Departamento de Justicia anunció una decisión de no juzgar a este empleado de la CIA.

Y no solo la Casa Blanca de Bush participó en todo esto y lo aprobó. El nuevo jefe de la CIA nombrado por Obama, Leon Panetta, en el curso de defender a los torturadores de la CIA anunció: “La CIA entregó el informe completo y no redactado del Inspector General al Congreso. Se puso a la disposición de la dirección de los comités de inteligencia del Congreso en 2004 y a los comités permanentes en 2006. Toda la información en el documento ha estado sujeta a la supervisión del Congreso y ha sido revisada para potenciales responsabilidades legales” (“Panetta Defends CIA: Report Already Reviewed by Congress, DOJ”, corner.nationalreview.com, 24 agosto 2009).

La tortura: Parte integral de la “guerra contra el terror” / guerra por imperio

Una cosa que surge de este informe es una idea más claramente definida de cómo la definición de la tortura legal ha sido extendida continuamente durante la “guerra contra el terror” y que ahora está siendo renombrada (y extendida) por la administración de Obama. Históricamente, la tortura ha estado arraigada profundamente en la doctrina de guerra y la represión norteamericanas (una historia del uso de la tortura por Estados Unidos se halla en “Técnicas de tortura en Guantánamo: ¿‘de inspiración comunista’ ...o desarrolladas, refinadas y exportadas por Estados Unidos?”, Parte 2, de Li Onesto, Revolución #139, 10 agosto 2009). Pero se ha llevado a cabo de manera encubierta en la forma de acciones secretas de la CIA que “se niegan a confirmar o negar”. O por sustitutos o por dictadores títeres en otros países que sirven a los intereses norteamericanos. El informe de la CIA señala explícitamente el cambio de denuncias públicas de oposición a la tortura a la legalización abierta de la tortura.

El informe de la CIA dice que “Las Técnicas Mejoradas de Interrogación usadas por la Agencia bajo el Programa del Centro Contraterrorista no concuerdan con las posiciones políticas públicas que Estados Unidos ha tomado en cuanto a los derechos humanos [énfasis nuestro]”.

El informe del Inspector General de la CIA agrega que este programa de llamadas Técnicas Mejoradas de Interrogación “difiere fuertemente de la política y la práctica anteriores de la Agencia, las reglas que rigen las interrogaciones por oficiales militares y policiales de Estados Unidos, las declaraciones de la política estadounidense por el Departamento de Estado y las declaraciones públicas de altísimos funcionarios del gobierno estadounidense, incluso el presidente”.

En pocas palabras, lo que surge es que los que encabezan la CIA identificaron explícitamente, al servicio de la Casa Blanca, el Congreso y la clase dominante como un todo, que se llevaban a cabo importantes cambios de doctrina por medio de la institucionalización de la tortura legalizada. Y documentaron que la Oficina de Consejería Jurídica de la Casa Blanca y el Departamento de Justicia aprobaron estos cambios.

Aunque una exploración del papel estratégico de la tortura en la doctrina militar yanqui, en particular en cuanto a la “guerra contra el terror”, rebasa el ámbito de este artículo, se puede señalar que la tortura y el terror, o las masacres de civiles inocentes como una táctica militar consciente, son una parte integral de la doctrina yanqui de guerra y esto es cierto de maneras muy extremas en la “guerra contra el terror”. Y en la clase dominante hay una perspectiva al menos generalizada de que es necesario echar a la basura y darles una nueva redacción a las antiguas normas legales que habían sido consideradas fundamentales en Estados Unidos, como tomar posiciones “públicas” en oposición a la tortura.

Injusta, inmoral e intolerable

A esta luz, es inaceptable e intolerable que los parámetros del actual “debate” acerca de la tortura en los medios y la política establecidos y entre el público en general se definan por medio de la pregunta “¿la tortura salva vidas norteamericanas?” Eso confunde completamente el quid del asunto.

La tortura sistemática que juega un papel central en las guerras yanquis por imperio no tiene nada que ver con si “genera información que salva vidas”. Para los gobernantes de Estados Unidos, la clase dominante capitalista imperialista, la tortura impone por medio de la violencia un mundo profundamente desigual e injusto de explotación y opresión, con ellos en la cima de todo. Es esencialmente una herramienta para someter a los pueblo del mundo, para preservar y expandir su imperio.

Y en el contexto de la polarización actual y muy desfavorable en el mundo, en que el fundamentalismo islámico reaccionario se considera el polo opositor alternativo en partes importantes del mundo, la tortura yanqui, aunque tiene en la mira al fundamentalismo islámico, también moviliza a las personas en apoyo a ese estandarte las que perciben que dicho fundamentalismo hace frente a Estados Unidos de alguna manera.

Pero aunque la tortura “salvara vidas norteamericanas”, es necesario decir dos cosas. Primero, las vidas norteamericanas no son más importantes que las vidas de otras personas. Segundo, la tortura es inmoral.

Como escribimos previamente en Revolución: “Que quede claro: la tortura es literalmente y en esencia un crimen de lesa humanidad. Al igual que la violación, de manera sistemática se pretende degradar por medio de la violencia a las personas y quitarles la propia humanidad. Cualquier gobierno que desde sus puestos más altos no sólo tolere cosas así sino que las justifique y diga que sean ‘instrumentos de la política’... cualquier gobierno que, una vez que esto se hubiera denunciado, no procese a los autores sino al contrario les dé una inmunidad por adelantado... pone de manifiesto que es un gobierno que para funcionar, necesita tales crímenes y tales criminales. Cualquier pueblo que no resista tales crímenes y no exija acción judicial contra los torturadores y aún más contra aquellos del más alto rango que formularan la política, pone de manifiesto que está en complicidad con esos crímenes. Y al dejar pasivamente que se degrade y ataque la humanidad de los demás, pierde la suya” (“Los memos sobre la tortura… y la justicia que se necesita”, Revolución #164, 17 de mayo de 2009).

Una necesidad urgente de resistir

Para la gente del mundo, incluso las personas en este país, esta dinámica no beneficia nuestros intereses. Y la gente en este país tienen una responsabilidad especial y urgente de resistir, de llevar a cabo protesta política contra la tortura y el encubrimiento de la tortura, hasta exigir que se juzgue a todos los involucrados en la tortura, especialmente hasta la cima de la cadena de mando: hasta los que concibieron y ordenaron la tortura.

“Si los que establecieron, legitimaron y endosaron la tortura abierta simplemente se salen con la suya, eso no será sino una declaración de que los torturadores no tienen que preocuparse de las consecuencias en el futuro.

Por otro lado, si la gente EFECTIVAMENTE resiste, si EFECTIVAMENTE exige que se procese a todos los que participaron en la tortura, incluso los de la Casa Blanca que la orquestaron, y libra una lucha política seria para hacer que ocurra eso, puede constituir el comienzo de una lucha que, entre otras cosas, puede conducir a los primeros pasos y a la posibilidad de la verdadera justicia, y no a una dizque redención y/o ‘reconciliación’ falsa que supuestamente nos hacen sentir bien al estilo de ‘olvidemos lo que pasó y seguimos adelante’ pero que en última instancia sólo posibilitan aún más y aún peores crímenes de parte de la empresa criminal sangrienta conocida como Estados Unidos".

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