Revolución #193, 21 de febrero de 2010
Irán: La rebelión se justifica contra los reaccionarios
Antecedentes del levantamiento
La revolución de 1979 en Irán: un levantamiento justo y poderoso contra un tirano odiado y la dominación extranjera
Este mes marca el 31º aniversario de la revolución de 1978-79 en Irán. Millones de iraníes, de todas las capas sociales, se levantaron para derrocar a su rey, el Sha Mohammad Reza Pahlavi. El Sha era odiado porque era un tirano descarado que reforzaba la dominación norteamericana de Irán.
Irán es un extenso país ubicado en una de las encrucijadas militares y económicas más centrales del mundo. Tiene vastos recursos petrolíferos. En 1953 la CIA norteamericana instaló de nuevo al Sha en el poder para impedirles a los iraníes tomar control de su petróleo y su destino. Estados Unidos organizó SAVAK, la policía secreta del Sha, que él usó para reprimir brutalmente cualquier oposición. En 1976 la organización Amnistía Internacional informó que el régimen del Sha tenía “la tasa más alta de ejecuciones en el mundo, sin ningún sistema válido de cortes civiles y una historia de tortura más allá de la creencia. Ningún país del mundo tiene un peor récord de derechos humanos que Irán”. Los revolucionarios y comunistas fueron un blanco principal.
Bajo el Sha, Irán fue desarrollado para servir a los intereses imperialistas de Estados Unidos. Representaba una fuente de petróleo. La economía se abrió para la inversión y el comercio estadounidenses y se la moldeó para servir al capitalismo global. Y el Sha gastó miles de millones de dólares para convertir a Irán en una avanzada militar dirigida por Estados Unidos. Bancos y corporaciones extranjeras y el Sha y una pequeña camarilla de capitalistas iraníes alrededor de él acumularon miles de millones de dólares a través de la explotación de los trabajadores, los mercados y los recursos de Irán. Sin embargo decenas de millones de iraníes quedaron atrapados en la opresión y la miseria. Millones de campesinos no tenían tierra o fueron obligados a trabajar por una existencia austera. Muchos fueron obligados a mudarse a barriadas urbanas periféricas sin agua, alcantarillado o electricidad. El 60% de los iraníes permanecían en el analfabetismo, la expectativa de vida era 50 años y de cada 1.000 niños morían 139 antes de cumplir un año de vida. En la capital Teherán, se construyó embotelladoras modernas de Pepsi, Coca Cola y Canada Dry mientras que se obligaba a los residentes de las barriadas a beber agua de las aguas negras.
Todo esto llevó a millones de obreros, campesinos, mujeres, estudiantes, intelectuales e iraníes de las clases media y alta a odiar al Sha, y luego a integrarse a la revolución. El Sha trató de ahogar la revolución en sangre y atacó, golpeó y hasta disparó a sangre fría a miles de personas, pero le salió el tiro por la culata. Esto profundizó el odio y el desprecio del pueblo por el Sha y alimentó la revolución que lo derrocara.
Teócratas islámicos secuestran la revolución y los sueños de liberación
Los sueños del pueblo por la liberación se echaron a perder cuando teócratas islámicos dirigidos por el ayatolá Jomeini secuestraron la revolución. Durante la revolución estos clérigos se hacían pasar por opositores de la tiranía y de la dominación extranjera. Decían que representaban las más altas aspiraciones revolucionarias del pueblo--por la liberación, la libertad política, una vida mejor y un fin al sufrimiento.
De hecho estos líderes religiosos se opusieron al Sha porque sentían que él minaba el Islam, las relaciones sociales feudales tradicionales y el papel del clero, vinculando muy estrechamente a Irán con Estados Unidos y el capital extranjero. Así que se unieron y se esforzaron para dirigir la revolución a fin de reafirmar y fortalecer el control rígido del Islam en Irán por medio de institucionalizar la visión del ayatolá Jomeini de una teocracia islámica gobernada por el clero. El Islam y el sistema y las instituciones clericales islámicas han sido pilares claves de la opresiva estructura dominante en Irán. Por eso no sufrieron la misma represión sanguinaria bajo el Sha que enfrentaron los radicales, los nacionalistas revolucionarios, los comunistas y otros. Así que las fuerzas religiosas alrededor de Jomeini se introdujeron en la revolución con mucho poder, organización e influencia social. Cuando quedó claro que el poder del Sha se iba derrumbando, Estados Unidos y sus aliados consideraron a Jomeini como la mejor posibilidad de preservar la influencia norteamericana e impedir que la revolución se radicalizara más. Había fuerzas comunistas revolucionarias en Irán que trataron de dirigir la revolución hacia un objetivo liberador--incluidos muchos estudiantes en el extranjero que valientemente dejaron sus vidas para regresar a Irán para unirse a la lucha. Sin embargo estas fuerzas no pudieron evitar que las fuerzas de Jomeini se tomaran el poder después de la caída del régimen del Sha y luego que secuestraran la revolución.
Después de la caída del régimen del Sha en febrero de 1979, millones de iraníes querían que la revolución continuara. Sin embargo, después de que Jomeini y los clérigos se tomaron el poder y fundaron la República Islámica de Irán, actuaron para aplastar violentamente a sus opositores, especialmente los radicales y comunistas, y monopolizar todo el poder político. El nuevo régimen rápidamente reimpuso las leyes, ideología y moral religiosa y reaccionaria, especialmente la subordinación total de las mujeres a los hombres en cada ámbito de la sociedad. El 8 de marzo de 1979 decenas de miles de mujeres y sus aliados protestaron las nuevas leyes que obligaban a las mujeres a usar el velo. Fueron atacados violentamente por los matones y la policía del régimen. El nuevo régimen mantenía por fuerza la opresión de las nacionalidades como los curdos. Aunque la República Islámica se rehusaba mantener el papel del Sha como un confiable puesto de avanzada de Estados Unidos en la región, sí mantuvo la subordinación económica de Irán al capitalismo global en general.
El régimen fundamentalista islámico encarceló a decenas de miles de opositores. Solamente durante el verano de 1988 se ejecutó a miles de presos políticos, entre ellos muchos comunistas, después de procesos que duraron unos pocos minutos. Hasta la fecha la República Islámica es todavía una dictadura brutal y reaccionaria que le niega al pueblo iraní sus derechos más básicos. “Una autocracia religiosa reemplazó a la monarquía despótica”, como resumió el Partido Comunista de Irán (Marxista-Leninista-Maoísta) (PCI [MLM]).
El levantamiento actual en Irán es una lucha justa contra una teocracia opresiva
El más grande levantamiento contra el gobierno desde la revolución de 1979 ha estado estremeciendo a Irán desde las elecciones presidenciales de junio de 2009. La gente esperaba que Mir-Hossein Musavi venciera al titular Mahmoud Ahmadinejad y trajera cambios reales. Cuando rápidamente se declaró a Ahmadinejad el ganador, millones pensaron que se había robado las elecciones y sus votos. La gente se sentía insultada y muy indignada y cientos de miles, especialmente jóvenes, estudiantes y mujeres se tomaron las calles.
Desde junio el levantamiento se ha desarrollado en olas; períodos que parecen calmados dando paso a nuevos levantamientos. La gente ha enfrentado toda clase de amenazas, intimidación y represión violenta, solo para tomarse de nuevo las calles aún más desafiantes y valientes. Muchos han llegado a ser más audaces y combativos. Y muchos se radicalizaron, algunos llegando a rechazar el programa de Musavi y la “onda verde” que pretende preservar la República Islámica. Las demandas del levantamiento no se formularon principalmente en términos de escoger una forma u otra de opresión, sino para exigir algo radicalmente diferente. “Muerte a la dictadura”, cientos de miles hasta han exigido, “Abajo el Líder Supremo”.
Para alguien que esté sediento por un mundo radicalmente diferente debe ser una inspiración el ver el levantamiento de cientos de miles, y a veces millones, de iraníes, desafiando las cadenas, los cuchillos, las porras, la prisión, la tortura y las balas para oponerse a sus opresores. En un momento cuando se tolera demasiados crímenes y ultrajes, el pueblo iraní grita “¡Ya basta!” Y las mujeres iraníes se levantan contra un patriarcado violento y muestran al mundo que no son seres inferiores a los hombres sino iguales en todos los aspectos y que son una fuerza poderosa por la liberación--y la revolución. Todo esto es muy necesario y muy inspirador – y un reto – para cualquiera en el planeta que esté sediento de justicia y liberación.
Las manifestaciones contra el resultado de las elecciones han agudizado y dieron rienda suelta a décadas de descontento y enajenación precipitados por la República Islámica sofocadora, medieval y sin futuro, y como dice el Partido Comunista de Irán (MLM), una sociedad que “se ahoga en la corrupción, la destrucción, la superstición, la vil ignorancia religiosa, la drogadicción y la prostitución” (Comunicado #6 del PCI [MLM]: “Al pueblo: ¡Cuidado! ¡Musavi no es su hermano y no está de su lado!”). Los manifestantes corearon “Abajo la dictadura”, “Libertad de pensamiento”, “Libertad o muerte” y exigieron un fin a la censura y represión de la prensa, el arte y las ideas. Muchas mujeres iraníes, y cada vez más hombres, se oponen con actitud desafiante a los tabúes sexuales y códigos de género medievales de la teocracia islámica. Muchos iraníes tienen ira por la privación económica y la pobreza.
La respuesta de la República Islámica, el presidente Ahmadinejad y su “Líder Supremo” ayatolá Jamenei a las protestas fue brutal y mortal. Atacaron las manifestaciones pacíficas en las calles con porras y gas lacrimógeno, o cargas de motocicletas las disolvieron. Dispararon a sangre fría a más de 100 personas. Detuvieron a miles. Torturaron, violaron, asesinaron a muchos de los detenidos. Recientemente el régimen ahorcó a personas por haber protestado. Esta represión descarada ha cristalizado para millones la ferocidad del régimen, y ha alimentado y ha radicalizado las protestas. Muchos ahora corean “Muerte al opresor, sea Sha o Líder Supremo”, algo impensable hace un año.
Barack Obama y la clase dominante norteamericana han condenado la represión de la República Islámica y dicen que Estados Unidos apoya al pueblo iraní. A nadie sorprende que los gobernantes norteamericanos estén tratando de aprovecharse del levantamiento para avanzar su propia agenda: debilitar o derrocar la República Islámica a fin de fortalecer el control imperialista en Irán y el Medio Oriente. Pero de ninguna las maniobras de los gobernantes estadounidenses hacen que sea menos justa la lucha del pueblo iraní.
Comunistas revolucionarios en Irán trabajan por una revolución verdadera
Más de cien años de historia iraní, y especialmente la historia de los últimos 31 años de la República Islámica de Irán, demuestran que se requiere una revolución verdadera para liberar al pueblo de Irán. Una revolución que derroque el gobierno religioso. Una revolución que saque a Irán fuera del dominio capitalista-imperialista. Una revolución que arranque de raíz toda forma de feudalismo y relación tradicional, entre ellas el trato bárbaro que reciben las mujeres. Una revolución que forma parte de una revolución comunista global para emancipar a toda la humanidad. Y una revolución dirigida, según dice el Partido Comunista de Irán (Marxista-Leninista-Maoísta), “por un partido comunista que no es un residuo del movimiento comunista del pasado sino vanguardia del futuro”.
El levantamiento en Irán demuestra el potencial para una revolución verdadera. El PCI (MLM) trabaja activamente por tal revolución y obra en medio de esta situación volátil que se está desarrollando con mucha rapidez para forjar un camino nuevo y revolucionario que se oponga al imperialismo y al fundamentalismo islámico:
“¿Por qué no podemos sacrificarnos por objetivos mucho más altos y elevados? ¿Por qué no luchamos por una sociedad y un futuro fundamentalmente diferentes? Una sociedad libre de opresión y explotación. Una sociedad en la cual todo el mundo comparte y coopera. Donde la igualdad entre mujeres y hombres es un principio fundamental y manifiesto. Donde las hermosas escenas de colaboración, apoyo mutuo y consideración que experimentamos en nuestras batallas comunes hoy serían institucionalizadas. Una sociedad liberada del aburrimiento y estancamiento, y siempre vivaz y activa”.
La lucha actual y el trabajo de los comunistas iraníes tienen una importancia enorme para la liberación de Irán –y del planeta. Aquí existe el potencial para romper con la actual dinámica política, moldeada por la derrota temporal y el fin de la primera etapa de la revolución comunista, y por el choque entre el imperialismo y el fundamentalismo islámico. Y un levantamiento revolucionario real en Irán podría levantar las aspiraciones y los sueños del pueblo y destrozar la noción de que no existe ninguna alternativa al mundo como es, y que la revolución es una alternativa poco realista.
Cualquiera que aspire a un mundo totalmente diferente debería apoyar la lucha del pueblo iraní y el trabajo de los comunistas revolucionarios de Irán.
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Comunicados y volantes recientes del PCI (MLM) se hallan en nuestro sitio web en: revcom.us/a/169/AWTWNS-CPIMLM_No6-es.html, revcom.us/a/168/AWTW_leaflet-en.html (en inglés) y, http://www.revcom.us/a/190/AWTWNS_Iran_leaflet-en.html (en inglés). Vea también, www.sarbedaran.org (en farsi).
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