Revolución #208, 25 de julio de 2010
En memoria de George “Bill” Webber
De un lector:
Bill Webber murió el 10 de julio a la edad de 90 años. Por título era el Reverendo Dr. George W. Webber, egresado magna cum laude de Harvard, doctor en filosofía de la Universidad de Columbia, ex profesor y decano de estudiantes del Seminario Teológico Union, profesor del Ministerio Religioso Urbano y presidente emérito del Seminario Teológico de Nueva York. Pero no le servían los títulos y el bombo y platillos, y él y Helen, “Dibby”, su única pareja durante 67 años, vivieron 50 años en el este de Harlem, con y para la gente de ahí. Hay muchas cosas excepcionales que conocerse acerca de Bill, su vida y su trabajo.
Lo conocí por primera vez a inicios de los años 60 mientras hacía trabajo de campo con la Parroquia Protestante del este de Harlem que él cofundó en 1948. Pero mis conversaciones con él empezaron en serio 20 años después mientras trabajaba en el Tribunal de Crímenes de Guerra del Imperialismo Estadounidense en la Ciudad de Nueva York, las cuales continuaron hasta hace unos cuantos años cuando él se enfermó. Hablamos y forcejeamos un poco sobre la resistencia, la religión, la revolución; Bob Avakian y el Partido Comunista Revolucionario; el capitalismo, el imperialismo, el socialismo y el comunismo; las armas nucleares, la historia y las experiencias, la familia y los amigos, y más. Bill siempre hablaba derecho, con agudeza, con una honestidad inmarcesible, con elevados principios y confiabilidad; con humor y calor; y con la mente tan extraordinariamente abierta, de hecho la puerta de su oficina en el Seminario Teológico de Nueva York, cuando él estaba adentro, siempre la tenía abierta en el sentido literal.
Bill tenía una profunda sensibilidad e indignación acerca de la manera en que este sistema y los que manejan las cosas tratan a muchas personas en esta ciudad, en este país y en este mundo. Pero había otras cosas. El obituario del New York Times le cita a Dibby diciendo que lo que le motivaba a Bill era “hacer las cosas mejor en el mundo, poner bien las cosas”. Bill no sólo luchó al lado de la gente contra la brutalidad policial, la vivienda y escuelas destartaladas, la represión y opresión cotidiana del este de Harlem. Desde temprano, se opuso a la guerra estadounidense en Vietnam y fue a Hanoi durante esa guerra. Encabezó grupos Testigos por la Paz a Nicaragua cuando la Contra avalada por Estados Unidos sembraba terror y mataba ahí. Fue a Bagdad poco antes de que Estados Unidos desatara la primera guerra del Golfo contra Irak en 1991 y de regreso, denunció dicha guerra, por ejemplo, en un programa de Libros Revolución.
Bill tenía la capacidad de rechazar con comentarios mordaces discretos a la derecha cristiana pero también criticaba al clero y otros del mundo religioso que consideraba que se confinaban demasiado dentro de los muros institucionales. No soportaba nada de anticomunismo y cuando se agudizó la polarización del país, hablaba de lo que pasó en Alemania y la famosa cita de Niemöller que se lee: “Primero vinieron por los comunistas…”.
Bill fue un importante signatario de la Declaración ¡Éntrale! para proyectar y proteger la voz de Bob Avakian.
Bill conoció la charla Revolución de Bob Avakian en un momento en que, tal como lo recuerdo, sentía más indignación y disgusto por lo que pasaba en este país y lo que éste hacía en Irak y alrededor del mundo. Preguntaba qué es lo que lo que mantiene a Avakian y el PCR. Así que creo que lo que escribió, después de ver dicha charla, es muy significativo y muy actual: “Sea cual sea la orientación política o la religión de uno, éste es un reto que hay que escuchar y con el que hay que bregar. El análisis de Bob Avakian de una situación que la mayoría de nosotros no hemos captado a fondo es muy profundo y serio. Sin embargo, él confía en que somos capaces de crear un futuro viable para el planeta”.
Bill quería que “las cosas se pusieran bien”. Mostraba intrepidez en su manera de ver qué tan injustas son las cosas, y qué tan malas. Y actuó conforme a dichas convicciones. Luchó por el cambio toda la vida, poniendo en riesgo repetidamente su carrera y seguridad física, incluso en varias ocasiones pasó tiempo encarcelado, a fin de tomar partido con los oprimidos en este país y alrededor del mundo.
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