Revolución #210, 29 de agosto de 2010


La propiedad privada capitalista crea desastres sociales monumentales

Petróleo en el Golfo de México: Catástrofe ecológica y humana

El sistema capitalista en que vivimos está adicto a las ganancias del petróleo, gas y carbón. Los capitalistas dependen de esos combustibles para que su economía funcione, aunque los “gases de invernadero” que resultan están causando cambios globales del clima que podrían amenazar la existencia de la vida en este planeta. Las compañías de petróleo se compiten ferozmente para controlar las fuentes de combustible y perforar en áreas peligrosas para el medio ambiente. Por ese motivo British Petroleum (BP) (y otros) han estado perforando en las aguas profundas del Golfo de México sin la menor noción de cómo controlar un derrame de petróleo a esas profundidades. BP rechazó un dispositivo de seguridad de $500.000 que quizás pudiera haber prevenido el derrame de su pozo Deepwater Horizon. ¿Por qué? Según sus cálculos, basados en maximizar las ganancias, el dispositivo de seguridad costó demasiado. En beneficio de los intereses generales de los capitalistas, el gobierno de EE.UU. dio luz verde a la perforación en el Golfo.

Cuando el pozo de BP se reventó y millones de galones de petróleo empezaron a derramar, ¿hizo la estructura de poder todo a su alcance para establecer como prioridad las necesidades de la humanidad y el medio ambiente, para confrontar lo que ahora es el más grande derrame marino en la historia? ¿Desencadenó la creatividad y la energía de las personas para lidiar con el desastre? No, hizo todo lo contrario. Disuadió y saboteó los esfuerzos de la gente para lidiar con la emergencia. Ocultó la verdad acerca de la cantidad de petróleo que chorreaba y los efectos tóxicos. Tiró al agua montones de químicos para dispersar petróleo para que se viera menos petróleo en la superficie aunque no tenía ninguna idea de qué podrían hacer al ecosistema (la compleja red de formas de vida que se interrelacionan e interactúan entre sí) del Golfo y más allá.

En verdad, este sistema capitalista, por su naturaleza, no puede lidiar con semejantes problemas desencadenando la iniciativa de la gente, porque tal movilización socavaría la importantísima “inviolabilidad de la propiedad privada” del capitalismo. Lo que ha estado ocurriendo en el Golfo de México es un desastre capitalista y una respuesta capitalista que está causando daños profundos e inmensos al medio ambiente y a la vida humana.

La frontera letal de EE.UU.-México

Cada año, cientos mueren atravesando a pie el vasto y árido desierto en la frontera de EE.UU.-México. A fines de julio de 2010, la morgue del condado de Puma en Arizona informó que se le estaba acabando espacio para los cadáveres dado el vertiginoso aumento del número de inmigrantes encontrados muertos en el desierto durante la ola de calor de este verano. Los que logran cruzar se encuentran en los trabajos más peligrosos y de peor pago y en vivienda hacinada, mientras los vilipendian diciéndoles “güevones”, “mulas de drogas” y cosas peores. Sobre la cabeza les pende la amenaza de ser secuestrados en el trabajo, la calle o el hogar por policías y agentes federales al estilo Gestapo… arrancados de sus familias… deportados o encarcelados. Y ahora el veneno rabioso de los fascistas Tea Party y otros y las leyes anti-inmigrante y la militarización de la frontera que se están intensificando están empujando a los inmigrantes aún más profundamente en las sombras.

Cada inmigrante que cruza la frontera letal tiene su propia historia. Pero al ver la situación en perspectiva, se ven fuerzas más grandes en marcha. Se ve cómo los enormes cambios en la economía y las relaciones de poder mundiales generaron una explotación global aún más intensa. Los capitalistas (con EE.UU. como la única superpotencia) trasladaron vastas inversiones a través del mundo en busca de las ganancias más grandes. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) de 1994 permitió que EE.UU. saqueara a México en nuevas formas, incluyendo la apertura de la agricultura mexicana a la agroindustria del Norte. Los campesinos que antes sobrevivían sembrando maíz, fríjol y otros cultivos ya no podían competir. Esta situación forzó a seis millones de campesinos a irse del campo entre 1994 y 2004, obligados a encontrar otras formas de sobrevivir. Eso, junto con la dependencia por parte del capitalismo de EE.UU. del trabajo inmigrante barato muy explotable, constituye una gran parte de lo que ha impulsado a millones a emprender el viaje peligroso y a menudo letal de cruzar la frontera.

Detroit: Estrangulado por el sistema

Solían vivir dos millones de personas en Detroit. Ahora hay menos de un millón, el 85% de ellas son negros. La mitad de los niños viven en la pobreza. La tasa de desempleo rebasa el 30%. Miles de casas abandonadas. Este verano cerraron 32 escuelas, casi 20% del total de la ciudad, sumadas a las 29 cerradas el verano pasado. Mientras tanto, el índice de encarcelamiento del estado de Michigan es el segundo en el país.

El funcionamiento general del capitalismo global ha impactado a Detroit de manera profunda, causando el cierre de muchas fábricas en la industria automotriz y otras, la pérdida masiva de puestos de trabajo y la salida de mucha gente. El gobierno ha respondido mandando al carajo a Detroit y su gente.

Lo que ha sucedido en Detroit es un ejemplo concentrado de cómo, especialmente entre los afroamericanos, han descartado cruelmente a enormes cantidades de personas porque ya no pueden explotarlas de modo rentable. En lugar de tratar a los jóvenes oprimidos como seres humanos, los que mandan este sistema los han criminalizado. Mira cómo uno de cada ocho hombres negros jóvenes está encerrado en prisión. Cómo la policía de rutina hostiga y brutaliza a los jóvenes negros y latinos y constantemente amenaza de plano con matarlos. Cómo la policía de Detroit en mayo irrumpió en el hogar y asesinó a Aiyana Stanley-Jones de siete años mientras dormía al lado de la abuela.

Las cosas NO tienen que ser así

El sistema del capitalismo-imperialismo ha sido y sigue siendo un desastre total para la gran mayoría de la humanidad a través del mundo y en Estados Unidos. Y este sistema seguirá siendo un horror absoluto mientras siga existiendo y explotando a la gente. Pero como dice la Constitución del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos:

…lo más cruel de todo eso es: ¡ESTO NO TIENE QUE SER ASÍ! Pues aquí está la contradicción que más salta a la vista: en el mundo de hoy grandes cantidades de personas —que trabajan colectivamente y están organizadas en redes altamente coordinadas— llevan a cabo la abrumadora mayoría de la producción de cosas y la distribución de estas. En la base de todo este proceso está el proletariado, una clase internacional que no es dueña de nada, sin embargo ha creado y trabaja estas enormes fuerzas productivas socializadas. Estos gigantescos poderes productivos podrían facilitar que la humanidad no solo satisficiera las necesidades básicas de cada persona del planeta, sino que construyera una nueva sociedad, con un conjunto completamente diferente de relaciones y valores sociales… una sociedad en que todos verdadera y plenamente pudiesen florecer.

Sin embargo esto no sucede y no puede suceder; al contrario, para la gran mayoría de la humanidad, y para una gran cantidad de personas en este país, la situación se pone peor y parece más y más desesperanzadora.

¿Por qué? Porque enormes cantidades de personas colectivamente crean y hacen funcionar las fuerzas productivas, pero estas están bajo el control y son propiedad de un puñado relativamente pequeño de personas: la clase capitalista imperialista. Además, la apropiación privada por los imperialistas de la riqueza socialmente producida cuenta con el aval de la ley, la costumbre… y las fuerzas armadas del estado.

Éste NO es el mejor mundo posible...y NO tenemos que vivir así

Pronto: Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto)

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