Revolución #214, 24 de octubre de 2010
¡BASTA YA!
PARAR Y REGISTRAR
Parar y registrar de la policía neoyorquina:
Una masiva injusticia contra el pueblo que hay que PARAR
En la Ciudad de Nueva York, en el día que usted esté leyendo esto, la policía parará a casi 2.000 personas y las someterá a un humillante interrogatorio y registro. Nueve de diez personas detenidas serán negras y latinas. La policía usará la fuerza contra una de cuatro personas que detiene; por ejemplo, sacar un arma o tirar alguien al suelo. Y como cualquier persona joven de color en una ciudad importante de Estados Unidos sabe, tal encuentro puede resultar letal cualquier día o a cualquier minuto.
Esto no se trata de “unos pocos policías malos” o de “un pobre entrenamiento”. Es tanto sistémico como sistemático. La policía ha parado a casi tres millones de personas en la Ciudad de Nueva York entre 2006 y 2009 y parará a más de 600 mil en 2010. La misma policía dice que más del 90% de esas personas no han violado ninguna ley. Y el programa de “Parar y Registrar” de la Ciudad de Nueva York es un modelo para todo el país.
Este programa es injusto, y viola las propias leyes del sistema: La Cuarta Enmienda de la Constitución estadounidense, una parte de la Carta de Derechos y supuestamente un fundamento del estado de derecho en Estados Unidos, protege contra “las requisas y decomisos no autorizados” (es decir, requisas y arrestos irracionales).
Para responder por qué esto sucede, tienes que examinar las estructuras de la sociedad que la policía está reforzando. Decenas de millones de personas en esta “tierra de los libres” están confinadas en una vida de escuelas inferiores, viviendas malas, cuidado de salud pésimo o inexistente, discriminación sistemática en los trabajos y crédito y en todas las otras esferas de la sociedad. A esas decenas de millones de personas les echan la culpa por los problemas de la sociedad. Son estas prácticas y el sistema que se alimenta de ellas y las necesita, los que la policía está sirviendo y protegiendo.
Nunca se debería aceptar la vida bajo el constante terror del abuso y violencia ilegítima de la policía.
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